Los problemas que se presentan en la vida tienen
características que es necesario comprender, así se los puede superar y
extraerles beneficio.
La naturaleza de los conflictos no es caótica: tiene
una estructura. Responde a una mecánica, presenta un estado y un sistema
interdependiente con su entorno. Se puede conocer su dinámica de la misma
manera que cualquier otro fenómeno. Es posible entender cómo se forman, se
desenvuelven y qué daños pueden provocar. Son predecibles y dan margen a la
anticipación.
(Tema abordado en el libro “Cómo enfrentar y resolver problemas en los emprendimientos y en la vida“, de Carlos
Nava Condarco)
Conocer la naturaleza de los problemas produce
sustanciales réditos, puesto que en ello está comprometida la calidad de vida
de las personas y su realización.
En primer lugar, es importante diferenciar los
problemas en sí mismos de sus causas y efectos, así se los puede superar.
La identificación apropiada de las causas constituye
el factor principal para encontrar la solución del problema. La identificación
y el tratamiento de los efectos determinan si la solución puede llevarse a
cabo.
Considerar esta relación causal permite ser eficiente
en la resolución de conflictos.
Es un error entender el problema como una entidad
indivisible. Sin embargo la inevitable carga emocional que genera conduce a
este yerro e impide visualizar la relación causal.
Lo primero que provoca la aparición del problema es
una reacción. Los pensamientos y acciones se sitúan de inmediato en los efectos de
la relación causal.
Habitualmente la reacción tiene alto contenido emotivo
y dificulta la comprensión integral del problema y su solución. Tarde se inicia
el acercamiento reflexivo, y más tarde aún el proceso de identificar y evaluar
las causas.
Cuando llega el momento de superar los
problemas, la dificultad de la tarea queda relacionada con el carácter de
las primeras reacciones y el grado de entendimiento obtenido de las causas.
En la mayoría de los casos la reacción inicial ayuda
poco, o concluye por aumentar los efectos negativos.
Interactuar de esta manera con los problemas no genera
provecho. Especialmente en el perfeccionamiento de algo inherente a su
naturaleza: el hecho que cada uno de ellos representa una oportunidad.
Los problemas son SIEMPRE potenciales oportunidades,
más allá de la gravedad que tengan o la contrariedad que ocasionen.
Emerger victorioso de un problema cambia el estado de
una persona. La hace crecer, la fortalece, aumenta su experiencia y capacidad
de enfrentar futuras adversidades.
Lo fundamental es controlar las reacciones
iniciales.
Cuando el problema emerge ya nada puede hacerse al
respecto. Pero existe plena capacidad de modelar las reacciones. Sobre ellas se
puede y debe ejercer control.
Las reacciones ante el problema deben estar
desprovistas, en la mayor medida posible, de carga emocional.
Las emociones son el combustible que los problemas
precisan para tomar cuerpo y crecer. Las reacciones serenas son las que moderan
los efectos negativos. El problema en sí es sólo un conjunto de hechos
completamente neutro. Son las personas quienes le insuflan vida y lo convierten
en fenómeno activo y dominante.
Entonces el problema crece, muta y se vuelve ingobernable.
Controlar las
reacciones no es tarea fácil. En ello se juega algo que
diferencia a la mayoría de los pocos que logran superar sus problemas.
Para vencer beneficiosamente al conflicto es
indispensable reprimir el estado emocional y activar la racionalidad.
La primera reacción ante el problema debe ser una
larga pausa. No hacer y no decir nada: desactivar los circuitos
nerviosos. Luego debe activarse la razón y enfocarla en el análisis y
evaluación de los hechos. En esta tarea es recomendable tomar todo el tiempo
posible.
El factor tiempo debe jugar a favor de la solución y
no del problema.
A partir del acercamiento racional, la cabeza
sustituye al estómago en el establecimiento de una primera respuesta.
Ésta debe ser sólo eso: una aproximación a la
solución. Un acto de “acotar el terreno” en el que se desenvuelven los hechos.
Un esfuerzo para evitar que el problema tome mayor proporción. Esta
primera respuesta es una aplicación de “paños fríos” a la situación.
La persona entrenada para superar problemas desarrolla
mucha habilidad en esto.
Un “paño frío” esencial es la serenidad. Esto ayuda
para contar con el apoyo de otras personas. Otro es la comunicación activa con
aquellos que puedan verse involucrados en la solución del problema. De esta
manera se informan los hechos y se evitan acciones que incrementen el
conflicto. La primera respuesta tiene mucho que ver con
ordenar la situación y evitar el caos.
La solución de fondo surge como producto de un
análisis exhaustivo de las causas.
En esto el tiempo debe ser aliado. Por lo tanto
ésta es una etapa de trabajo completamente racional, el cerebro define las
pautas conceptuales y las acciones a seguir. De aquí deben surgir las
respuestas importantes. Medidas que resuelvan la problemática y establezcan fundamentos
para que los hechos no se vuelvan a repetir.
La solución no solo debe resolver el problema. Tiene
que superarlo. Hasta un punto en que el estado final exceda en calidad y
beneficio el estado original.
Gran parte de la gente no sale victoriosa de su
relación con las adversidades, otro grupo menor las resuelve con dificultad.
Pero son pocos quienes consiguen emerger de los problemas en un estado mejor
del que tuvieron a su inicio.
Dos cosas adicionales que deben hacerse:
1.- Un inventario del problema.
Esto enriquece la experiencia y permite desarrollar
prevenciones.
2.- ¿Qué oportunidad se puede identificar como
producto del problema?
La respuesta a esto es puro crecimiento. En este
punto los problemas se transforman en condición favorable y consuman la
paradoja. En la respuesta a ésta pregunta se sella la victoria. Y queda
demostrado que se forma parte de ése grupo reducido de hombres que en
situaciones favorables o adversas solo extrae de la vida lo mejor que ofrece.
Las palabras que siguen resumen bien la experiencia
positiva que puede alcanzarse en la relación con los problemas. Especialmente
como consecuencia de conocer su dinámica y aceptar su inevitable presencia:
Al final de esta historia que no ha concluido. Después
de un camino lleno de sinuosidades, cuestas empinadas, descensos vertiginosos,
hermosas visiones rodeadas de luz e imágenes ocultas por impenetrable
oscuridad, la vida me ha permitido descubrir una amistad como ninguna: la
amistad con los problemas. Esta amistad se basa en lo elemental, se fundamenta
en una relación sencilla. Y como todo lo simple es grandioso y conmovedor.
La base de esta amistad es la siguiente:
¡Nada en la vida me ha hecho CRECER
tanto como mi constante interacción con los problemas!
Ningún maestro ha sido más sabio. Nadie me ha
brindado más oportunidades. Ningún consejo ha sido menos egoísta. Nada ha
resultado más estimulante. Mi relación con los problemas ha permitido que
descubra la esencia del amor. Para conmigo mismo, por la capacidad inagotable
que se tiene para superar dificultades. Amor para los otros a quienes se tiene
que recurrir para vencer la adversidad, y a quienes debe protegerse. Y
sobretodo amor con la vida, que sin cansancio demuestra que tras toda
noche oscura y fría siempre sale el sol.
Fuente: https://elstrategos.com/superar-problemas-con-beneficio/
Muy bueno
ResponderBorrar