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We live in a world of dramatic and unpredictable change that is wiping out time-honored businesses and long-standing institutions while ushering in unprecedented opportunities for creative individuals and entrepreneurial organizations. The job is no longer figuring out how to win at the game of work and life; the job is figuring out the new rules of the game. Alan M. Webber's Rules of Thumb is a guide for individuals in every walk of life who want to make sense out of these confusing, challenging, and compelling times. If you're looking for practical advice on how to win at work without losing your self, if you want to change your life to meet the challenge of change, or if you want to learn from some of the world's most interesting and creative people, let Alan M. Webber take you on a remarkable journey toward greater personal understanding and, ultimately, greater personal success. About the Author:Alan M. Webber is the cofounding editor of Fast Company, and was the editorial director and managing editor of the Harvard Business Review. He's worked in federal, state, and local government, writing speeches and focusing on innovative policy initiatives. He's married to Frances Diemoz, an architect and furniture maker; his son and daughter, Adam and Amanda, are his two favorite children in the world.
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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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Machismo: Limitante del Desarrollo de las Sociedades

  

Imagen de Carabo Spain en Pixabay

Escuchado en una institución pública: un empleado de cuarto nivel educativo, a otro del mismo grado académico.

—¡Qué va! Yo no le doy carro a mi esposa, ni la enseño a manejarlo, porque, luego si uno está en un bar, seguro se aparece a buscarlo a uno.

—Eso es verdad, hermano —respondió el otro, con cara de sabio—. Totalmente de acuerdo contigo.

Pasado los años, uno de estos señores, había tomado vacaciones, estableciendo su centro de disfrute de las mismas, un bosque apartado de cualquier contacto humano.

Al tercer día de asueto, al sujeto jefe de familia, se le adormeció con dolor incisivo el brazo izquierdo, no hubo manera de comunicarse por teléfono móvil celular, debido a que esa tecnología no había arribado a nuestras vidas.

Está por descontado decirles que, la familia de este buen hombre: su esposa y sus dos hijos menores de edad, tuvieron que presenciar la inexorable muerte de su ser querido.

Basta con pensar, qué hubiera sido de esta historia si el hombre infartado, hubiese tenido la delicadeza de tratar con respeto y como a un ser humano a su esposa, y le hubiese enseñado sin mezquindades, ni absurdo machismo, a conducir el automóvil familiar. Existirían en el mundo: una viuda y dos huérfanos menos.

Escuchado en una tasca: dos señores de mediana edad, de buen gusto al vestir; a uno le llamaban «licenciado» y al otro «doctor».

—Yo no permito que mi mujer salga a la calle a trabajar. Yo soy el hombre; yo me basto para conseguir los reales para la casa. «La mujer es de la casa el hombre de la calle» como dice el refrán.

—Y no es nada, compadre. Después le hembrean la mujer a uno. Comienzan siseándola y bueno…luego la perdición.

No pasaron dos años desde ese dialogo tan sórdido, cuando por los imponderables que arroja la vida, el «doctor» sufrió un ACV (accidente cerebro vascular) que se había estado gestando debido al estilo de consumo llevado por el susodicho, el cual estaba aderezada con: Grasa, alcohol y cigarrillos; todo ello en exceso.

El «doctor», autosuficiente para proveer a su hogar, quedó con discapacidad tanto motora como mental, por haber sufrido daño cerebral de considerable afectación a sus capacidades intelectivas.

Adiós calidad de vida. Los amigos de trago, no aparecieron nunca. La vida continuó. La mujer, sometida a atender solamente el hogar, tuvo que aprender a empujones, a funcionar en el mercado de trabajo. Pero con el detalle que le constituía un hándicap, el no contar con experiencia laboral alguna para la edad que tenía.

Otro ejemplo del egoísmo y limitante que aporta el machismo a la sociedad actual. Eso es todo.

Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

Me Gradué de la Universidad en la Profesión de: ¿Qué Dirá la Gente?

Imagen de robtowne0 en Pixabay

Luego de pasar como mínimo, tres años de estudios superiores en un instituto tecnológico universitario, nos encontramos con personas, no sólo en Venezuela, sino en el mundo entero, tanto en países catalogados del: primer, segundo o tercer mundo; que sufren las dificultades de obtener y mantener un ingreso dinerario fijo, que pueda suplir las necesidades básicas y elementales para sustentar tanto a ellos mismos como a su familia.

Así las cosas, nos preguntamos: ¿en qué está fallando la educación, la familia o la sociedad en relación a esta problemática de tan evidente daño?

Hoy en día, las instituciones educativas siguen con sus carreras y pensa que tienden a alejarse del mundo globalizado en sus muchas de sus áreas de estudios.

Según la realidad que estamos viviendo, las nuevas formas laborales a considerar se pueden muy bien circunscribir en: por un lado, el teletrabajo, que ha dejado desiertas las oficinas físicas de las empresas, como centro de asistencia obligatoria para la operatividad, para ahora desempeñar esas mismas tareas, desde la rutinaria comodidad del hogar; y por el otro, la robótica como suplantadora de las labores que, hasta no hace mucho, eran consideradas de exclusiva ejecución humana.

Y, por si fuera poco, por vía de consecuencia de los factores antes mencionados, y otros elementos que no han sido cubierto en esta disertación, los profesionales universitarios tratados como sobrecalificados, no consiguen un mínimo empleo que asegure la expresión de su vocación y mejora de su calidad de vida, quedando muchos desempleados y sin ingresos por muchos años.

Esto es así, porque no se les enseñó desde la escuela primaria, a manejarse con la economía doméstica, el preguntarse, ¿qué puedo y sé hacer yo? ¿qué puedo hacer con mis manos, que luego pueda ofrecer a mi circulo de amistades, mis vecinos, etc.?

Muchos expresan, ¡yo no soy comerciante! ¡a mi no me gusta cobrar! ¿qué dirá la gente? Y así, se vuelven un mar de timidez y complejos psicológicos, que no conlleva a nada bueno.

Debemos activar y promover, la cultura del autorrespeto en el ciudadano. Cuando usted ofrezca un producto, el que fuere, no piense, ni sienta que usted está rogando que le regalen dinero, ni que le ayuden con una limosna, NO, usted simple y orgullosamente debe pensar y sentir, que está ayudando a alguien a mejorar su calidad de vida y, que como contraprestación usted recibirá dinero. Eso es todo.

Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel



La Moda y su Influencia en la Vida Cotidiana


Imagen de Free-Photos en Pixabay

La moda, para todo aquel con conocimientos académicos de estadísticas, se refiere al valor que se muestra más veces dentro de un conjunto de datos.

Así las cosas, nos corresponde indagar someramente ¿Qué influjo produce esta repetición de gustos, usos, y actitudes en desarrollo del hombre en sociedad?

Primeramente, debemos partir de la idea que cuando un conglomerado de importancia decide uniformarse, lo hace porque, antropológicamente el hombre es un ser sociable, lo que significa que le gusta estar en compañía, contacto y relación con sus semejantes.

Luego se aduce que, el individuo se equipara a su prójimo, para crear una viabilidad conductual más dúctil, que le permita fluir más fácilmente en su trato.

Con la creación y el uso de la moda, el hombre evita el rechazo, la desagradable presión de grupo, y obtiene como premio invalorable: el sentido de pertenencia, sentimientos de patriotismo y el acercamiento sexual más expedito, entre otros.

Siempre se habla que: son los niños, adolescentes y jóvenes quienes padecen de manera más vigorosa los embates de la moda. Y esto es así, por la necesidad de vinculación y, mayor requerimiento afectivo relacionado al sentido de pertenencia.

Más es necesario aclarar que, no se debe supeditar este fenómeno psicosocial, a las anteriores etapas vivenciales mencionadas.

En definitiva, todas las edades y áreas de socialización humana están rigurosamente ceñidas a la moda. Unas más y otras menos, pero siempre existirá un cierto grado de influencia de ella en el desarrollo de la vida de la especie humana, para recordarnos que no debemos ni podemos vivir aislados, como ermitaños de nuestro destino común.

Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel