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We live in a world of dramatic and unpredictable change that is wiping out time-honored businesses and long-standing institutions while ushering in unprecedented opportunities for creative individuals and entrepreneurial organizations. The job is no longer figuring out how to win at the game of work and life; the job is figuring out the new rules of the game. Alan M. Webber's Rules of Thumb is a guide for individuals in every walk of life who want to make sense out of these confusing, challenging, and compelling times. If you're looking for practical advice on how to win at work without losing your self, if you want to change your life to meet the challenge of change, or if you want to learn from some of the world's most interesting and creative people, let Alan M. Webber take you on a remarkable journey toward greater personal understanding and, ultimately, greater personal success. About the Author:Alan M. Webber is the cofounding editor of Fast Company, and was the editorial director and managing editor of the Harvard Business Review. He's worked in federal, state, and local government, writing speeches and focusing on innovative policy initiatives. He's married to Frances Diemoz, an architect and furniture maker; his son and daughter, Adam and Amanda, are his two favorite children in the world.
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La vida no siempre te presenta las personas que deseas conocer

 

Photo by Anna Shvets from Pexels

 

La vida no siempre te presenta las personas que deseas conocer. A veces te pone en contacto con quienes debes conocer, para que te ayuden, lastimen, abandonen, amen, y gradualmente te fortalezcan para ser un mejor ser humano.

¡Es así de simple y maravilloso!

Imagínate como sería tu vida si en ella solo existieran las personas que deseas conocer…

No habría la mínima posibilidad de crecer y evolucionar. Ninguna dinámica constructiva. Porque el carácter se forma definitivamente con la fricción, y en tanto más sólido es aquel, mayores son las perspectivas de tener la vida que se aspira.

Las personas que piensan estratégicamente son buscadores incansables de oportunidades que les sean provechosas para desarrollarse. Y las interacciones con otros seres humanos son las mayores oportunidades que se pueden encontrar.

En este sentido, y por fortuna, la vida juega a favor.

Ahora bien, ¿por qué tenemos ésa predisposición tan básica de evitar o escapar de las interacciones que no nos agradan? En muchos casos se dirá que ellas constituyen un lastre para nuestro bien-estar y equilibrio emocional. Pero lo cierto es que ello obedece simplemente a comodidad.

No es cuestión, obviamente, de quedar condicionado por actitudes o comportamientos ajenos que no aprovechen, porque eso solo sería someterse y depender. Se trata de encontrar el beneficio personal en cada experiencia.

La comodidad es el enemigo más importante que tiene el desarrollo personal, no lo son de ninguna forma los problemas o adversidades. Porque la comodidad demanda muy poca energía, en tanto las dificultades, por muy molestas que sean, promueven la activación.

La comodidad debe entenderse siempre como una estación de trasbordo, no una de partida o llegada. Es natural aspirar a ella, pero no es bueno concebirla como un nido.

El pensador estratégico debe estar convencido que en todo evento que acontezca en la vida, no solo existe algo por aprender, también por aprovechar. Hay en esto una sutil pero poderosa diferencia. El aprendizaje pasivo puede condicionar de alguna forma el destino, pero la acción lo define en la forma que se quiere.

Cuando tienes propósitos claros y trabajas esforzadamente en función de ellos, no solo encuentras las personas que deseas conocer, también las que necesitas para tus fines. Todas tienen algo que te aporta en tanto hay disposición y habilidad de entenderlo y actuar en consecuencia.

El individuo que no tiene propósitos sólidos en su vida forma parte de las experiencias de alguien más y no es dueño de su destino.

Si algo te hace falta en la vida quiere decir, simplemente, que no se encuentra entre lo que ya posees. Debes buscarlo afuera. Y allá hay un poco de todo, no solo lo que te agrada. Pero si lo que prevalece es el sentido de la búsqueda y no solo el agrado, aun en las personas “desagradables” existirán recompensas.

Es más, justamente aquellas que poco sintonicen con tus principios y valores, son las que más te aportarán, porque constituyen referente de caminos que debes evitar y señal de las direcciones apropiadas.

Las relaciones con otras personas siempre son un juego de espejos y proyecciones. Nos vemos en ellos tal y como somos nosotros mismos, y nos proyectamos como eventualmente quisiéramos ser.

Solo los individuos necios y arrogantes pretenden que el mundo sea a su imagen y semejanza, y el pensador estratégico no puede ser ni lo uno ni lo otro.

Quién tiene claros sus propósitos y es dueño de sí mismo, proporciona luz aun cuando transite sombras. Influye positivamente allá donde se desenvuelve, y solo es influenciado para aprender.

Si te encuentras en el mundo con una persona que se dedique a exponer tus defectos, ¡fantástico! Nada te obliga a convivir con ella, pero es un activo que no puedes desechar. No es algo cómodo, pero ningún crecimiento lo es. Crecer siempre duele.

De igual forma la vida te presentará personas que te harán daño. Pero eso también aprovecha, a pesar de todo. Porque en tanto más daño sufras, más daño te podrás evitar en perspectiva. Cada segundo de experiencia vale oro, porque ilumina el camino que se desea seguir.

Si la vida te otorgara la falsa bendición de presentarte siempre las personas que deseas conocer, benignas y afínes, serías extremadamente débil.

La vida convoca luchadores o víctimas, no existe otra categoría, y esto define la necesidad de interactuar permanentemente con personas “desagradables”.

Habrá seres que te amen como corresponde, pero ellos casi siempre emergen del abandono al que te someten otros. Construirás relaciones que siendo buenas perdurarán mucho tiempo y otras que aun siendo buenas terminarán. Todo eso es experiencia, nada más. Para ello llegamos al mundo, para vivir una experiencia.

El amor es la energía que mueve el universo, de acuerdo, pero ninguna raíz tiene si no parte del amor propio. Solo quién se ama a sí mismo puede amar a los demás. Así se entiende y comprueba que toda interacción solo juega a beneficio.

El ego es un ingrediente muy particular. En la misma medida puede ayudar a conseguir el éxito o conducir al fracaso total. Contribuye a lo primero cuando activa el sano amor propio, pero conduce a sufrimiento cuando no reconoce el valor que tienen TODOS los demás.

Porque algo de valor existe en todas las personas que encuentras en la vida, ¡no lo dudes! La riqueza integral que puedas acumular depende que entiendas esta verdad trascendental. Si tú te abres, el mundo también lo hace. Sin embargo, si te cierras a las cosas que pasan, el mundo no solo se cierra ante ti, también te devora.

En función de lo anterior, posiblemente hay pocas recomendaciones más importantes para los seres humanos que ésta:

“Ten siempre una mente abierta a todo y sin ningún tipo de ataduras”

Esto es lo que garantiza que todos los individuos se conviertan en las personas que deseas conocer.

Fuente: https://elstrategos.com/



 

¡Responsabilidad! Cambia tu vida y transforma el mundo

 

Foto de Anna Shvets en Pexels

Es simple. 

La responsabilidad consiste en dar cumplimiento a obligaciones y ser cuidadoso cuando se toman decisiones o se actúa. Significa ser responsable de alguien o algo. ¿Puede haber una fórmula más sencilla para alcanzar lo que se desea en la vida?

En momentos que el mundo enfatiza con esmero los derechos de las personas, olvida destacar que es la responsabilidad el vehículo que cambia la vida individual y transforma el mundo.

Está bien hablar de derechos, por supuesto, pero la ecuación que sostiene la dinámica de vida, exige simultáneamente cumplir obligaciones. Y éstas solo pueden honrarse con responsabilidad personal.

Los derechos constituyen una concesión colectiva, la responsabilidad es eminentemente personal.

Un mundo pleno de derechos y sin individuos que cumplan conscientemente sus obligaciones, no es viable desde ningún punto de vista. Garantizar derechos sin enfatizar responsabilidades es básicamente una locura.

Ahora bien, es relativamente sencillo establecer derechos, pero mucho más complejo construir el sentido de responsabilidad de las personas hacia sí mismas y todo lo que les rodea. Esta es una obra que se construye de “abajo hacia arriba”, de lo particular a lo general, de lo pequeño a lo grande.

Responsabilidad significa cuidar de uno mismo y de los demás. Entendido esto, ¡que no se hable prematuramente de otros derechos! El cuidado personal constituye un requerimiento integral: cuerpo, mente y espíritu. Amor propio. Capacidad de quererse para ser de básica utilidad a los demás.

¿Puede suponerse que el niño que no sea responsable en el manejo de su pequeño ambiente, pueda serlo luego en la gestión de los intereses de un grupo u organización? Abundarán quienes digan que son cosas diferentes, pero tienen algo en común: responsabilidad. Obligación de dar cumplimiento a ciertos criterios de orden y ser cuidadoso para decidir y actuar.

No es fácil hablar actualmente de obediencia, respeto, consideración y orden. Porque de hecho es más agradable remitirse a derechos. Pero el mundo no se ha construido a partir de derechos, más bien de la necesidad de convivir bajo criterios edificantes de comunidad.

¡El éxito no se alcanza por derecho!

Es en todo caso el producto de vencer inteligentemente obligaciones con uno mismo y los demás. Hay derechos básicos que se han conquistado para beneficio de todos, pero entre ellos no se encuentra el éxito o la felicidad. Estos deben alcanzarse con esfuerzo y sacrificio.

Está bien decir que el ser humano tiene derecho a ser feliz, pero ése derecho se perfecciona únicamente siendo responsable con la vida propia.

La responsabilidad es un valor y una práctica ética, ya que impacta en la vida familiar, académica, laboral y ciudadana.

Una persona responsable cumple con sus deberes de manera oportuna y eficiente. Si no fuera así, ¿cómo podría garantizarse el beneficio individual y colectivo?

Un niño tiene el derecho de disfrutar de juegos y esparcimiento, pero tiene también la obligación de entender la dinámica de orden que permite sostener el tejido social. El joven posee derecho para educarse y desarrollar competencias, pero debe ser responsable de sus resultados e incluso del aseo de su dormitorio. No es cuestión de magnitudes, es un asunto conceptual. El sentido de responsabilidad se construye de abajo hacia arriba.

Ser responsable también significa hacerse cargo de las consecuencias que emergen por las propias acciones. La responsabilidad es el mejor antídoto contra el victimismo y la actitud parasitaria que destruyen la sociedad. La colectividad que cobija individuos que se apropian del éxito pero culpan a los demás por sus fracasos, no sobrevivirá.

Errar no solo es humano, es fundamentalmente necesario para evolucionar. Pero en tanto nadie quiera hacerse responsable de sus errores, todo apunta a parálisis y estancamiento. ¿Cómo estaría hoy la humanidad si la virtud del error no hubiera sido responsablemente reconocida por quienes construyeron este mundo?

La responsabilidad es un hecho virtuoso en tanto que gracias a ella, las personas se cuidan unas a otras y alcanzan el desarrollo familiar, comunitario y social.

Cuando alguien no es responsable, no solo afecta su propio crecimiento, también perjudica a los demás. Los derechos son un logro colectivo, pero, ¿qué comunidad puede formarse sin básica responsabilidad entre sus miembros?, ¿y qué respeto puede haber hacia los demás si no existe primero un elemental respeto por uno mismo?

Si quiere alcanzar las metas que se propone en esta vida, olvide un momento sus derechos, ¡sea responsable!

El camino para las personas responsables está bastante despejado. No existen muchas transitándolo. La mayoría está congestionando la senda habilitada para el reclamo interminable de derechos.

¿Quiere cambiar su vida y transformar el mundo?, evalúe conscientemente lo que sigue. Es básico, casi elemental, como el “derecho” que ampara a todos para ser exitosos:

Responsabilidad es “deber”.-

Esto es, deber hacer. Obligaciones que se adquieren con uno mismo y los demás. Cuando se asume un deber, tiene que ser honrado. Hay que ser responsable y consecuente con los actos. ¡Punto! Haga de esto una norma de vida y cosechará, indefectiblemente, los frutos que busca.

Ciertamente hay que ser inteligente para evaluar los “deberes” que generen compromiso, pero luego de esto, la responsabilidad es solo una: cumplirlos.

El individuo responsable es comprometido.-

¿Cuántas personas entienden hoy de compromiso?

Esta es una forma positiva de asumir obligaciones, pues éstas no siempre son agradables. El compromiso garantiza actuar con responsabilidad y cumplir la palabra (otro elemento muy escaso hoy, y por lo mismo de enorme valor).

Se es responsable cuando se honran compromisos. En el trabajo, con la entrega de un proyecto, en la vida personal, con la pareja, o en la política, cuando se respalda una causa justa.

¡Compromiso! El costo de honrarlo no es bajo, pero la recompensa es una vida que vale cada una de las penas.

La persona responsable es prudente.-

No hay ser responsable que actúe impulsivamente o sin reflexionar. Llegar a este estado cuesta una vida de trabajo, pero debe hacerse. Ser dueño de uno mismo es un acto de responsabilidad. La alternativa solo lleva a constituirse en un títere de las circunstancias y la voluntad de los demás.

Responsabilidad es cumplimiento.-

¡Basta de excusas y justificaciones!

El pensador estratégico reconoce solo dos parámetros para la evaluación de sus resultados: victoria o derrota, éxito o fracaso. No hay medias tintas. Es lo mismo con la responsabilidad: se es o no se es. Se cumple o no se cumple. La relatividad es la bebida energizante del mediocre.

Responsabilidad es madurez.-

Por esto se dice que se construye de “abajo hacia arriba”, de lo pequeño a lo grande.

La responsabilidad tiene carácter incremental en sus consecuencias positivas sobre el individuo. El niño que entiende la importancia de ordenar su cama y habitación, madura. Luego no tiene problemas en aplicar los mismos criterios en su relación con la familia, las responsabilidades con la Organización, la comunidad, el país o la humanidad entera.

Responsabilidad es ética.-

Ética significa hacer lo correcto. Actuar y tomar decisiones en función de principios que ayudan a distinguir lo que está bien y lo que está mal. Por eso se afirma que la responsabilidad empieza en la ética, porque ser responsable es siempre hacer lo correcto. ¡No lo dude!

Escuchará por allí lo absurdo de “hipotecar” la felicidad o el futuro por ser “responsable”. Pero quienes así piensan, no entienden nada de responsabilidad, porque asociaron deberes a lo equivocado. En este sentido, es bueno reafirmar lo dicho al principio: el circuito virtuoso de la responsabilidad comienza con uno mismo. Y esto básicamente quiere decir que nadie se comprometerá con algo que le haga daño, ¿no es cierto?

¿Quiere cambiar su vida y transformar el mundo?

Revise el estado de su responsabilidad hacia los valores que lo sostienen, a las personas de su entorno, al mundo que lo cobija y a la naturaleza que es tan paciente con usted.

¡Medite qué tan responsable es en este momento con respecto a todo ello!

Si se encuentra en falta, rectifique de inmediato, y si no, espere con tranquilidad la cosecha, porque será cuantiosa.

Fuente: https://elstrategos.com/responsabilidad/