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We live in a world of dramatic and unpredictable change that is wiping out time-honored businesses and long-standing institutions while ushering in unprecedented opportunities for creative individuals and entrepreneurial organizations. The job is no longer figuring out how to win at the game of work and life; the job is figuring out the new rules of the game. Alan M. Webber's Rules of Thumb is a guide for individuals in every walk of life who want to make sense out of these confusing, challenging, and compelling times. If you're looking for practical advice on how to win at work without losing your self, if you want to change your life to meet the challenge of change, or if you want to learn from some of the world's most interesting and creative people, let Alan M. Webber take you on a remarkable journey toward greater personal understanding and, ultimately, greater personal success. About the Author:Alan M. Webber is the cofounding editor of Fast Company, and was the editorial director and managing editor of the Harvard Business Review. He's worked in federal, state, and local government, writing speeches and focusing on innovative policy initiatives. He's married to Frances Diemoz, an architect and furniture maker; his son and daughter, Adam and Amanda, are his two favorite children in the world.
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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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Volver a la escritura con lápiz y papel, de puño y letra

 



Conversando con mi sobrina, caí en cuenta, según me explicara ella, quien vive en los Estados Unidos de América, que los estudiantes, luego de ser enseñados a leer y escribir en los primerísimos grados de educación, les conminan a usar sistemas computacionales tale como: laptops, notebooks, tablets etc.


De esta manera, debemos suponer que esos seres humanos no volverán a asir entre sus dedos un lápiz, sea de grafito o tinta fuente y, mucho menos escribir sobre un cuaderno de hojas de papel.


Cualquier observador avisado me podrá decir y criticar que así es mejor y que es una política de estos Estados, ya que de esta manera se conserva mejor el medio ambiente que tanta falta hace.


Ante esa contraargumentación, se erige primero, el hecho cierto de la contaminación que produce el desecho de los dispositivos electrónicos de la informática y, asoma en segundo término, el descubrimiento de que los correos electrónicos generan dióxido de carbono CO2 que daña la capa de ozono del planeta. Así las cosas, no es que los dispositivos electŕonicos son un grave peligro para los ecosistemas una vez que están fuera de uso, en los basureros, sino que aún estando en vigor o vida útil, causan o son elementos perniciosos para la salud global.


Poniendo aparte las argumentaciones y sus contras, debo decir que, sin ánimo de fungir como psicólogo ni educador, que no lo soy, creo estar en una línea de pensamiento en la cual, debo criticar que se haya suprimido la actividad de la escritura a lápiz y papel o, de puño y letra como también se le llamaba. He de decir que a mi edad de cincuenta y ochos años, a veces me sorprendo escribiendo un texto, sobre todo en la red whatsapp, al que le falta algún monosílabo y, al investigar en diferentes fuentes sobre ese detalle, surgen entre la más populares las que aseveran que: el escribir a mano es muy beneficioso para luchar contra el estrés, ya que, la mano es más lenta que la mente y, esta actividad hace que la mente se ancle a la velocidad de la escritura, cosa esta que no sucede cuando se escribe por medio de un teclado.

Y mi pregunta curiosa para finalizar: ¿Será por ese motivo que vemos a tantos jóvenes con problemas de estrés que, al final, degenera en depresión y, al final de su vida en alzheimer? Y, ¿cómo queda el desarrollo de la funciones cognitivas, serán mejores con la eliminación de la escritura natural?


Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel


Lo que no me gusta de USA es que se trabaja mucho

 


Cuando te reúnes con alguien que ha dejado su tierra en América Latina, y empiezas a preguntarle, cómo le ha ido, cómo se siente en los Estados Unidos de América, lo más probable es que te diga que todo lo encuentra mejor que en su país de origen; pero solamente una cosa no le gusta y te exclama: ¡lo malo es que aquí hay que trabajar como un burro! Luego se escucha al interlocutor, sin hacer un breve análisis o simple reflexión y preguntarse: ¿Será que a esta persona la tienen esclavizada y ni siquiera le pagan algo, y por qué no lo denuncia ante las autoridades policiales? No, la actitud es responder: ¡Ajá, es verdad, estoy de acuerdo contigo, aquí se trabaja demasiado! Y, más adelante empiezan los chistes, sí, los mismos que encontramos en las redes sociales.


Hay un principio del capitalismo que reza: «el patrono compra tu tiempo de trabajo», así que, no vayas a pretender flojear en tu lugar de labores, ya que, «ese tiempo no te pertenece a ti, sino a tu empleador». Tal vez en América Latina se acostumbra a perder el tiempo en actividades que no se corresponden con la paga que se recibe y al trabajar en USA, piensan que están siendo explotados y no, lo que sucede es que, solamente están conociendo el verdadero deber del trabajo bien cumplido.


La otra impresión de donde se puede sacar una falsa conclusión, es la relación entre salario y costo de vida. Por lo general, históricamente el Latinoamericano ha pretendido vivir una existencia de bajo costo, esto es, dejar aspiraciones y ambiciones materiales a un lado, en la mayoría de los casos influido por creencias y prácticas de la iglesia Católica, que enseñaba entre sus acólitos que amar las riquezas era pecado, y por consiguiente el infierno sería su destino final.


Lo que se nota en la realidad cotidiana es que quienes trabajan para vivir el día a día, sólo para pagar las cuentas, sin esperanza de un futuro ligado al ahorro y la inversión, lamentablemente dejarán su trabajo.


Cuando se posee estos parámetros, creencias y patrones arraigados en la psiquis, al comparar la realidad de los países de origen con la realidad socioeconómica norteamericana, resulta, por lo menos para el sujeto que lo piensa, como una sociedad en la cual se siente y al propio tiempo piensa y, finalmente llega a creer, que es un esclavo del trabajo y alguien lo está esclavizando. De allí es donde vendría la opinión falsa y malsana que se repite tanto dentro de la comunidad latina: «Lo que no me gusta de USA es que se trabaja mucho».


Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel


El Poder Transformador de la Lectura

 


Se me vino a la cabeza la idea de dejar plasmado mediante la escritura, lo que produce la actividad lectora dentro de la vida de los seres humanos, quienes somos hasta estos momentos los únicos seres vivos que contamos con esta capacidad natural; haciendo a un lado a los adminículos creados por el hombre para que le sustituyan en esta tarea como: lectores de códigos, lectores de huellas y rostros etc.


Hay quienes opinan que la lectura: crea mayor vocabulario; crea habilidades de expresión oral; vinculan al hombre con su entorno y mejora su entendimiento de este; ayuda a la captación de conocimientos de primera mano; ayuda a mejorar el idioma en que se lee y la memoria; crea mejores lazos humanísticos y empatía social con nuestros semejantes. Hay quienes aseguran que el leer transforma beneficiosamente la estructura del cerebro, es decir que genera cambios orgánicos relevantes en la conformación de la materia gris; ya lo decía el científico francés Jean Baptiste de Lamarck que, los órganos se adquieren o se pierden como consecuencia del uso o desuso.


En relación a su vinculación con la expresión oral o escrita, tengo que decir que la experiencia que me ha tocado vivir y observar de primera mano, dice que: efectivamente, quien más ha leído puede afrontar los retos que trae consigo tanto la exposiciones orales y públicas, así como, la redacción mejor acabadas de textos de diferentes índoles y géneros. De lo anterior puedo decir que cada vez que veo en las redes sociales la promoción de cursos para enseñar escritura creativa, dejando a entender como promesa que enseñarán a los concursantes a escribir el género de novela, cuento, ensayo y quién sabe cuántas cosas más, les dejo como comentario: «es inútil, quien no ha leído nunca en su vida, no puede ni podrá escribir». No sé si esta lapidaria sentencia les cae mal o no; pero es lo que mi realidad y experiencia me dictan.


En lo que atañe al desarrollo vigoroso del lenguaje hablado, recientemente me tocó vivir de cerca el episodio que viviera una buena amiga, quien hoy en día tiene alrededor de un año leyendo el género de novelas, y más específicamente la romántica. Esta lectora me dijo que su hijo y luego una sobrina, por separado, al verla dejando una nota de voz en su teléfono móvil, le expresaron su asombro al decirle: ¡Ajá, pero si hablas diferente, como con más propiedad y seguridad! Luego, en una oportunidad, vi a la misma persona dejando una nota de voz y, la diferencia era lo pausado que hablaba, y la búsqueda del término más apropiado para lo que quería significar.


Entonces, concluyendo, puedo afirmar: por eso es que no me quedan dudas del poder transformador de la lectura.



Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel


¿Qué me Quedó de Roma?

Nos atrapó un verano caluroso y presuroso por los sitios históricos de «la ciudad eterna». Los turistas eran abundantes y cada uno llevaba una botella de agua como si fueran extensiones naturales de sus manos.


Roma, con sus visitantes llegados de tantas partes del mundo, inclusive de la misma Italia, es una ciudad que te atrapa por su contraste entre la modernidad y su pasado imperial.


Yo le decía a mi esposa, ¿cuántos niños habrán jugado sobre estas calles enladrilladas? ¿Cuántas serenatas habrán sido ejecutadas bajo esos balcones y sus farolas a media luz? ¿A cuántas personas habrán dado muerte a filo de espada en esos mismos lugares, que ahora son terrazas destinadas a recibir a comensales deseosos de degustar la gastronomía romana? Trataba de imaginarme esas escenas. También, acerca de la cotidianidad que se desenvolvía bajo los mandatos de los emperadores.


A los pocos días, me enteré que las familias que eran propietarios de inmuebles en Roma, habían alquilado o vendido sus casas o apartamentos, para irse a disfrutar en otras regiones de una vida más tranquila, alejados del bullicio que por su naturaleza incorpora el turismo en este tipo de ambientes.


Más tarde, en mi curiosidad, traté de ubicar una película que tratara sobre Roma y, ¿cuál fue mi hallazgo? La red social de videos Youtube, me regaló la posibilidad de ver una película acerca de Roma totalmente ambientada en el año 1955. Allí, podía ver que las tales terrazas y restaurantes no existían y, ahí estaban, en su lugar, infantes que jugaban a la pelota o paseaban en sus triciclos; señores pedaleando bicicletas con su compartimiento de madera para vender helados granizados; ventas de pescado en las calles etc; en fin una Roma más rural que urbana.

En la actualidad como les refería arriba, nada de esto se ve en sus calles; sí se puede apreciar una ciudad con negligencia en su limpieza y el hedor a orín que emana de sus recovecos, dando aviso de una noche muy activa en el consumo de bebidas espirituosas.


Roma nos deja un sabor a que te faltó algo por ver, algo que no te fue contado, parte de tu mente se queda allí pensando en la transitoriedad de la vida y la vanidad del ser humano a través de los siglos, y te preguntas: ¿A dónde fue toda esa gente que llegó a gobernar y someter al mundo hasta ese tiempo conocido? ¿Qué fue del orgullo de los emperadores, quienes se creían descendientes directos de Dios? ¿El esfuerzo de crear obras monumentales? El tiempo, que es inexorable, valiente, y que hace añicos cualquier pretensión del hombre de creerse mejor que su semejante, es el mejor medicamento asignado por el Todopoderoso a la humanidad. Como dijera el pintor cortesano español Francisco de Goya antes de «manchar» las paredes de su casa, al crear su obra «Cronos o Saturno devorando a su hijo»: «El tiempo es un animal que se lo va comiendo todo, los amigos, los vecinos, los hijos y finalmente a nosotros mismos; el tiempo es el último enemigo a vencer por el ser humano». Si bien lo decía por su propia experiencia de vida, también es aplicable a cada uno de nosotros.


Eso me quedó de Roma.


Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

 

La “primera impresión” define la relación. 14 Tips


 

No hay dos oportunidades para dar la primera impresión. Esa es la importancia de esto. Todo relacionamiento social tiene una génesis, y ello siempre se centra en las primeras experiencias y sensaciones que tienen las personas. Estos son los momentos determinantes, y por ello la Estrategia los trata con cuidado.

Se puede pensar que una “impresión” no refleja necesariamente la realidad, porque llegar a conocer a alguien precisa tiempo y acceso a la sustancia. Pero la verdad es que las “impresiones” son una realidad en sí mismas y por eso importan mucho. Provienen, evidentemente, de apariencias y percepciones, pero no por ello carecen de valor.

Maquiavelo decía: “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”.

En un contexto más amplio la afirmación es: “en general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”. Las personas ven APARIENCIAS, ésta es la verdad. Y no lo hacen porque carezcan de inteligencia, más bien por un elemental sentido de practicidad.

Nadie está capacitado para enfocar atención en todas las experiencias que vive. Al inicio se “ven” las cosas con simpleza y desenfado, luego, en la medida que constituyan factores que llamen la atención, se activa la evaluación consciente.

Primero se ven las cosas, luego se enfoca la atención. De aquí la importancia de una primera impresión.

No es éticamente correcto afirmar que “finalmente no importa lo que eres sino lo que los demás creen que eres”, pero sí lo es aceptar que son las apariencias las que comandan la construcción de una relación.

Estos son 14 “tips” estratégicos para gestionar esa primera impresión que define las relaciones.

1.- Llegue temprano a las citas o reuniones.

“Llegar quince minutos antes es ser puntual, llegar a la hora es tarde, y llegar tarde es inaceptable” (Billy Porter)

La puntualidad está estrechamente vinculada a criterios que le son preciados a la mayoría de las personas: eficiencia, productividad, rutinas, planes, previsiones.

Por esto la persona puntual siempre demuestra eficiencia, porque trabaja bien los factores que anteceden a la cita. Y de su formalidad se infiere que abordará el objeto de la reunión con la misma eficiencia.

En términos de disposición mental, la persona que llega con anticipación a una reunión o cita puede enfocarse mejor en lo que corresponda, y esto conduce a que se refuercen las buenas percepciones de ella y sus probabilidades de alcanzar los objetivos que pretende.

Ahora bien, nunca olvide lo siguiente: la puntualidad no es una virtud, es un requisito elemental en las relaciones humanas respetuosas, pero, por otra parte, la impuntualidad sí es un defecto.

2.- Sea empático para generar una primera impresión favorable.

La empatía es la capacidad de comprender y compartir los mismos sentimientos que otra persona. Esto es de vital importancia para el buen curso de toda interacción humana, y es mucho más valioso al principio.

Poco aprovecha ser “simpático” en los primeros contactos, y menos aún mostrarse muy “genuino”. Lo importante es sintonizar con lo que piensa y siente el otro. Luego quedará tiempo para lo demás, cuando se haya establecido una relación.

La persona empática tiene la ventaja de poder alinearse más fácilmente con las expectativas de los demás, y esto representa una ventaja estratégica.

Ser empático no tiene nada que ver con hipocresía o falsedad, es simplemente el mejor camino para “romper el hielo” e iniciar la construcción de relaciones más transparentes.

Para mostrar empatía, haga preguntas con genuina curiosidad. Escuche para comprender, no sólo para responder. Y asegúrese de mantenerse enfocado y comprometido en la interacción.

3.- Escuche activamente.

A la mayoría de las personas no les gusta repetir o responder la misma pregunta varias veces; les hace sentir que no están siendo escuchados. Y esto no es nada recomendable para una primera impresión. Por lo tanto, no sea un oyente distraído y practique la escucha activa.

Saber escuchar genera poder.

Brinde a quién habla toda su atención, no sólo respecto a lo que dice, sino también a sus intenciones. La práctica de la escucha activa puede desarrollar la habilidad de  “leer entre líneas” lo que dicen y pretenden los demás, y esta es una gran ventaja estratégica.

Bien decía Peter Drucker: “Lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice”.

4.- Tenga en cuenta su lenguaje corporal y su postura.

Cuando conozca a alguien por primera vez, mantenga una postura abierta: no cruce los brazos o las piernas con fuerza, no cierre los puños ni se encorve en el asiento. Inclínese cuando hable para demostrar que está escuchando activamente y se encuentra sintonizado con la conversación. No tenga miedo de “ocupar espacio” en la mesa. Si suele hacer gestos con las manos para comunicarse, no se detenga.

Estas señales no verbales tienen un poderoso impacto subconsciente. Y no es necesario que sean parte de su carácter o personalidad, porque esto último nunca puede evaluarse en los primeros contactos.

La primera impresión es solo la carátula del libro: puede o no decir mucho sobre él, pero siempre busca llamar la atención.

Por lo tanto, hay que evitar tocarse la cara con demasiada frecuencia, colocar objetos al frente, parpadear en exceso y sentarse o pararse demasiado cerca de los demás. Algunos hábitos del lenguaje corporal incluso pueden sugerir deshonestidad, como el hecho de evitar el contacto visual y tocarse la boca, así que evite estos gestos también.

5.- Module su mensaje y tono de voz.

La exigencia de modular el mensaje y el tono de voz se vincula a la necesidad de ajustar el contenido y la forma en que se lo expresa de acuerdo a cómo se van desarrollando las cosas.

Para causar una primera impresión positiva, algo debe quedar claro: expresiones y posturas tienen que estar bajo control. En este sentido, una persona no es necesariamente “espontánea” en los primeros esfuerzos para la construcción de una relación, es más bien calculadora y práctica.

No se debe utilizar un tono de voz agudo que pueda parecer infantil o nervioso, especialmente si se usa una inflexión ascendente al final de las oraciones. Según el Corporate Finance Institute, las personas que realizan entrevistas de trabajo pueden tener la impresión de que un candidato es inseguro si habla con una inflexión ascendente. Esto se debe a que las inflexiones ascendentes hacen que las oraciones se parezcan más a preguntas que a declaraciones.

Asegúrese de hablar con claridad y a un ritmo constante (ni muy rápido ni muy lento), y evite palabras de relleno como “um”, “ah” y “me gusta”, porque esos términos muestran vacilación.

6.- Elija sabiamente sus palabras.

Las palabras importan, mucho más de lo que se piensa. Las frases positivas y persuasivas abren puertas y permiten que las personas se sientan cómodas en su presencia, lo que finalmente provoca que estén más dispuestas a colaborar con usted.

El lenguaje positivo no necesita ser cursi o moderno, puesto que se puede animar a una audiencia simplemente siendo claro y directo.

Esto es especialmente valioso si está construyendo una primera impresión en una entrevista de trabajo. Si quiere que los empleadores potenciales lo encuentren positivo, flexible y capaz, use un lenguaje que refleje optimismo y predisposición en lugar de negatividad.

7.- Vista a la perfección para causar una primera impresión positiva.

Independientemente de lo poco que le importe estar a la moda, la forma en la que se viste tiene importancia vital en el afán de establecer una primera impresión. No solo se trata de lucir pulcro y ordenado, también de igualar o superar el nivel de formalidad de la persona u organización con la que está tratando.

“Usted es su marca, especialmente si es propietario de un negocio, por lo que es importante asegurarse que su apariencia comunique lo mejor de sí mismo”, explica Laurel Mintz, directora ejecutiva de Elevate My Brand.

Si desea exponer sutilmente su personalidad, incluya algún accesorio que pueda considerarse un elemento memorable y tema de conversación. Esto puede ser cualquier cosa, desde una pieza única de joyería hasta una elegante corbata o un par de calcetines divertidos.

Un ejemplo de esto es el ex reportero de televisión de Jacksonville, Florida, Ken Amaro, conocido por lucir una pajarita en todas sus apariciones en televisión. Si bien usa el atuendo profesional típico de la mayoría de los reporteros, la pajarita lo ayuda a destacar. Hasta el punto que incluso se convirtió en el nombre de un torneo anual de golf en Jacksonville: The Ken Amaro Bow Tie Golf Classic.

8.- Haga contacto visual.

Concéntrese en la persona o personas con las que está hablando. Es difícil conectarse con alguien cuando se mira una pantalla, así que trate de hacer contacto visual con todos los presentes.

Tome en cuenta qué si algunas personas aún no están convencidas o inclinadas a estar de su lado, es posible que se enfoquen más en su boca o en cualquier material de presentación que esté usando, en lugar de sus ojos. Esto puede dificultar mucho el mantenimiento del contacto visual. Pero si habla de manera clara, concisa y parece confiado, eventualmente podrá ganar la atención de su audiencia y retomar el contacto visual.

9.- Conozca a su audiencia.

Haga su tarea, investigue un poco. Si la reunión está planificada con anticipación, existe el tiempo necesario para saber bastante sobre las personas con quienes se tomará contacto.

Esto no cuesta mucho, casi nada, pero genera una retribución enorme.

En lo que respecta a la Estrategia, la sorpresa siempre debe planificarse. Porque así genera un doble impacto. Cuando personas que no lo conocen bien se den cuenta que usted sabe bastante de ellos, se sorprenderán. Que lo hagan de forma positiva o negativa ya depende de usted y de todos los otros factores que se están tratando.

10.- Vaya preparado para generar una primera impresión positiva.

No hay nada peor que una reunión improductiva. Para dar una buena primera impresión, respete el tiempo de todos. Si se va a reunir con alguien que trabaja de forma remota, planifique en consecuencia. ¿El WiFi de la computadora es fiable? ¿Los dispositivos están cargados y funcionando correctamente? ¿Ha probado la cámara web?

Lo último que se quiere es que una reunión o entrevista dure mucho porque alguien se pasó la mitad del tiempo arreglando un percance incómodo. Este tipo de primera impresión no se olvida fácilmente.

11.- Sea auténtico.

Si bien es cierto que la construcción de apariencias, percepciones y afinidades es vital para causar una primera impresión positiva, esto no quiere decir que se presente ante otros como alguien que no es. Si no sabe la respuesta a alguna pregunta, no finja. La capacidad de apoyarse en sus debilidades demuestra que es consciente de sí mismo.

Sin embargo, tampoco enfatice demasiado sus defectos. Resaltar demasiado las debilidades puede provocar un enfoque en los aspectos negativos y convertirlos en la parte más importante de la impresión general.

Si bien no es conveniente ocultar ninguna debilidad (es probable que la gente las descubra de todos modos), el objetivo es exponer cualidades.

12.- Guarde su teléfono.

Eso también aplica para otros dispositivos electrónicos. Una cosa es usar la tecnología para realizar una presentación, pero si los dispositivos no son necesarios, hay que apagar sonidos, vibraciones y pantallas.

Preste toda tu atención a las personas que conoce por primera vez. Así transmite compromiso y buenos modales.

13.- Haga una conexión.

En la primera reunión que sostenga con alguien, trate de forjar una conexión basada en algo que compartan. Puede ser una escuela o universidad en común, la ciudad natal, un hobby, la afición por los colores de un equipo deportivo, etc. Eventuales conexiones extra profesionales son una excelente manera de establecer una buena primera impresión.

Apéguese a las conexiones que puedan unir, porque ellos son factores mucho más genuinos que los cumplidos.

14.- No olvide hacer seguimiento para consolidar la primera impresión.

Después de la primera reunión, no olvide hacer el seguimiento enviando la información que corresponda: notas, documentos de presentación, próximos pasos o un simple correo de agradecimiento.

Estos gestos ayudarán a demostrar que toma en serio las conexiones hechas y la información compartida, y que las está convirtiendo en una prioridad en lugar de una tarea más para marcar en la lista de pendientes.

Enviar información actualizada después de una reunión también puede ser una forma de obtener una “segunda oportunidad para causar la primera impresión”. Porque ayuda a mostrar otro lado de usted o de su negocio, tal vez uno más responsable. También permite aclarar cualquier malentendido o ampliar los puntos planteados en la reunión inicial.

Conclusión.

No permita que una primera impresión negativa se interponga en su capacidad para conocer a alguien. Siga estos 14 consejos estratégicos para asegurarse de que la primera vez que se reúna con alguien no sea la última.

Fuente: https://elstrategos.com/primera-impresion/

 

La simplicidad es la clave de lo brillante


Si puede aceptarse que en algo existe la perfección, pues ése “algo” tiene que ser simple. Porque lo complejo está reñido con la fluidez que tienen las cosas de la vida, con la eficiencia, la dinámica y la estética de los elementos que conforman el universo. La complejidad oscurece, en tanto que la simplicidad es la clave de lo brillante.

El primer factor que explica la simplicidad de algo es precisamente la fluidez. Esto es así porque todas las cosas que existen en el universo responden a una dinámica que fluye siempre, de una u otra forma. En tanto que más complejas son las cosas, menos capacidad tienen de fluir.

Si en un mundo bidimensional, la distancia más corta entre dos puntos es una recta, en la dinámica del universo, el tiempo óptimo para llegar del punto A al punto B depende de la fluidez del proceso.

Esto es determinante para cualquier propósito en la vida, puesto que los objetivos que se deseen alcanzar dependen del grado de fluidez que tengan sus procesos, de la simplicidad con que se los construya.

Ahora bien, los procesos en sí mismos no tienen por qué ser siempre simples, como tampoco lo es, por ejemplo, el curso de un río. Lo imperativo es no colocar allí más obstáculos de los que ya existen. Si hay muchas rocas en el río, el flujo de las aguas se altera, la corriente se vuelve bravía y tempestuosa.

La simplicidad se explica primero en no colocar obstáculos, no necesariamente en que los procesos sean simples por sí mismos. Está claro que no todo es fácil en este mundo, pero otra cosa es complicar las situaciones premeditadamente, incluso como efecto de buenas intenciones.

Cuando se domina el arte de no obstaculizar la fluidez de los procesos, se alcanza la simplicidad, elemento clave de lo brillante, lo genial y lo extraordinario. La rueda es una herramienta simple, igual que la ecuación de Einstein para explicar el comportamiento de la energía. La simplicidad es el aprendiz más aventajado de lo perfecto.

En todos los aspectos de la vida cotidiana, el objetivo no es simplificar procesos, es tratar de no complicarlos. No siempre es fácil remover obstáculos, pero es de sabios no colocarlos innecesariamente.

Esta puede parecer una recomendación muy básica, porque finalmente, ¿quién anda por ahí tratando de complicarse la vida? Pues bien, la respuesta a esto también es sencilla: la mayoría lo hace, y de forma consistente. Porque lo simple siempre levanta suspicacia. Si algo parece fácil, “posiblemente” no esté bien, y si es incluso muy fácil, seguramente es “demasiado bueno para ser verdad”.

Para esa mentalidad que evalúa todo con el lente de la dificultad, lo simple es sospechoso. Las cosas sencillas no tienen el mismo valor que las que más cuestan, y el producto de la transpiración, es siempre más valioso que el fruto del ingenio.

Y dado que las personas cometen faltas igualmente por acción u omisión, en el caso de su relación con lo simple pecan de la primera forma: meten las manos donde no debieran. Complican las cosas en su afán de aportar.

La vida es efectivamente difícil en muchos aspectos, pero es así principalmente por efecto de las acciones humanas.

Porque todo en la naturaleza refleja sencillez. Lo simple es un fundamento de las dinámicas del Universo. Y la mayoría de las veces, los procesos no precisan intervenciones exógenas para seguir su mejor curso.

Esto no quiere decir que las personas habitan este mundo para contemplar apacibles lo que sucede, más bien que no están llamadas a protagonismo innecesario. Su rol es apreciar cosas y eventos con la lente de la simplicidad que sustenta lo perfecto.

Toda evaluación de procesos y posibles soluciones debe seguir, en el peor de los casos, el flujo de un embudo. Las dificultades se tienen que cernir hasta el punto que por el otro extremo se destilen soluciones y respuestas simples, Nunca se debe “invertir el embudo”. Si algo parece y se siente simple, no hay por qué complicarlo.

Y desde el otro punto de vista, es necesario tomar conciencia de la siguiente paradoja: mientras más difícil es algo, más sencilla es la respuesta. En tanto más complejo el problema, más simple la solución. La complejidad no tiene cura en sí misma, la simplicidad es el remedio.

Si se está pasando por una situación difícil hay que reflexionar en algo: la solución es sencilla, y seguramente está presente ahí cerca, desde un principio. Otra cosa es que no se la vea o no se quiera tomarla, en cuyo caso la situación ya no es el problema, sino uno mismo.

Se podría pensar en este sentido: ¿si los problemas complejos tienen soluciones simples, entonces existen también “problemas simples”? No. La simplicidad nunca es un problema. Por lo tanto, deje de ver dificultades en todas partes.

Existe la falsa idea de que abordar las cosas con el lente de la complejidad, genera menos fricción con los demás y menor tribulación mental:

  • parece más sencillo decir “quizás” que sí o no.
  • parece muy difícil establecer simplemente un Alto o un Punto Final para algo.
  • parece más cómodo decir un “hasta luego” donde corresponde un adiós.
  • parece más sencillo vivir en función de las expectativas de los demás que ser honesto con uno mismo.
  • parece más fácil estar “mal acompañado” que solo…
  • parece mejor lo “malo conocido” que lo bueno por conocer.
  • parece que “vivir tranquilo” tiene más valor que ser feliz.

Parece, en definitiva, que las resoluciones simples no tienen consideración de los demás y de uno mismo. Ser franco riñe con la cortesía, ser honesto con uno mismo puede ser un agravio a los demás, y cortar algo por lo sano, una falta de sensibilidad. Desde este punto en adelante se empieza a vivir en un mundo de mentiras, engaños e hipocresías. Un reparto completo de agentes de la complejidad.

Aprenda (o se debería decir más bien “re-aprenda”, porque ello está en su naturaleza), a ver el mundo como en esencia es: simple, bello, con flujos y dinámicas perfectas. Equilibrado, lleno de motivos y justificaciones. Todo lo que parece complejo lo aporta uno mismo.

Reconozca que cuanto más simple, mejor. Bien que esté planteando una propuesta o buscando una solución. ¡Lo genial es siempre simple!

Pero tampoco se confunda: transitar los senderos de la simplicidad demanda mucho trabajo. Porque el ser humano ha construido un mundo lleno de obstáculos. Sortearlos no es fácil y tampoco se los puede ignorar. Por eso son escasas las personas que brillan y alcanzan lo que quieren.

En definitiva, alinear los pensamientos con la simplicidad que tienen las cosas del universo, vivir con sencillez y gravitar siempre en la esfera de soluciones y no de problemas, es algo poco común y escaso en este mundo. Algo extra-ordinario.

Son muy pocas las personas que viven así. Para la mayoría la vida es dura, el mundo muy complejo y la existencia casi una obligación…

Fuente: https://elstrategos.com/simplicidad/

Cómo corregir a alguien que nos llama por el nombre equivocado


Las equivocaciones con los nombres de las personas son mucho más habituales de lo que creemos

Redacción Protocolo y Etiqueta 

Equivocarse llamando a otra persona por un nombre que no es el suyo

Seguramente a todos nos ha pasado alguna vez que hemos confundido el nombre de una persona con otra. Puede que sea por su parecido físico con otra persona que nos resulta familiar o por un simple lapsus. Lo cierto, es que algunas veces resulta realmente incómodo. Sobre todo, cuando la otra persona apenas nos conoce. ¿Cómo podemos salir al paso en este tipo de situaciones?

Si no recordamos el nombre de una persona, lo más aconsejable es pedir que nos lo recuerden. Es una opción mucho mejor que arriesgarnos a 'ponerle' un nuevo nombre.

Situaciones comunes en nuestro día a día

Este tipo de equivocaciones con los nombres son mucho más habituales de lo que pensamos. Tal vez por despiste, pero hay muchos casos que la confusión puede venir dada por la dificultad del nombre de la persona. Sobre todo cuando hablamos de personas de otros países con idiomas diferentes al nuestro. No estamos acostumbrados a escuchar ciertos nombres y los recordamos o pronunciamos mal. También, las personas que se relacionan con mucha gente puede que no tengan tanta capacidad para recordar a todo el mundo.

En cualquier charla o conversación es necesario conocer el nombre de la otra persona para poder dirigirnos a ella. Si nos ponemos a pensar cuando nos llaman de multitud de empresas de telefonía, de seguros, etcétera, nos suelen preguntar nuestro nombre. ¿Me puede decir su nombre para dirigirme a usted? El nombre es una 'referencia' indispensable en una conversación.

Si el nombre es difícil de pronunciar, o simplemente no hemos podido escuchar o entender lo suficientemente claro el nombre, lo más sencillo es pedir que nos lo repitan. Es posible que deba repetirlo varias veces durante la presentación, cuando hablamos de nombres realmente complicados. No debemos abusar solicitando muchas veces este tipo de repeticiones. Debemos tomar una nota escrita, si haciera falta.

Si estamos con un grupo de personas y se comete este error, alguien puede hacer la corrección de manera natural. Sin darle mayor importancia. No es necesario hacer una burla en este tipo de situaciones. Todos nos podemos equivocar en un momento dado.

No es la primera vez que pasa

Un problema puede ser cuando nos pasa con la misma persona varias veces. ¿Por qué es un problema? Porque denota una falta de interés o de atención.

No está de más repasar las tarjetas de visita o la agenda cuando vamos a ir a una reunión o encuentro familiar. Si hace falta, sacaremos el álbum de fotos familiar para recordar el nombre de algunos tíos, primos, sobrinos, etcétera, que hace tiempo que no vemos y de los que apenas recordamos cómo se llaman.

Errores al hacer las presentaciones

Una situación algo más embarazosa que confundir el nombre de una persona cuando hablamos con ella, es hacerlo cuando hacemos una presentación. Puede ser por distracción o por nerviosismo, pero es un poco incómodo para todos. Si nos ocurre esto, debemos hacer la corrección lo antes posible y pedir disculpas por el error.

Si no recordamos el nombre, lo preguntamos. Pero no es correcto dirigirse a otra persona por un alias o mote.

Cualquier error de este tipo los podemos corregir de una manera rápida, respetuosa y diplomática. Simplemente pidiendo -o recuerde- que nos indique su nombre la persona a la que nos queremos dirigir. ¿Por qué es mejor? Porque si seguimos llamando a una persona por otro nombre es posible que se moleste  y nos acabe diciendo: "Perdone, ¿podría llamarme por mi nombre correcto?

Corregir a una persona que nos llama por un nombre equivocado puede ser incómodo, pero si se hace con respeto y educación nadie se molestará. Además, es importante para evitar confusiones en el futuro. Solo hay que poner un poco de atención y tener buena memoria. O al menos, una buena agenda donde apuntarlo.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/como-corregir-a-alguien-que-nos-llama-por-el-nombre-equivocado.html