El concepto de Estrategia y
sus acepciones vinculadas (estratégico, por ejemplo), son términos de acceso
rutinario. La frecuencia de su uso los ha colocado fuera de terminologías
especializadas. Son parte del lenguaje común, y su utilización no está privada
a nadie. En una u otra forma, todas las personas hacen uso de la palabra
Estrategia por múltiples motivos.
Esta simplicidad se repite en la exposición de
propósitos y cursos de acción en las organizaciones: empresas, instituciones
públicas, iglesias, partidos políticos, el Estado, etc. Aca su uso se
multiplica, sin dejar de tener un significado bastante elemental.
Esta “familiaridad” del término (y su interpretación),
posiblemente constituya un beneficio “social”, pero ha causado daño al concepto
esencial de Estrategia.
Todas las connotaciones comunes que se le atribuyen no
tienen nada de ordinarias el momento de hacer la interpretación correcta.
¿Qué significa Estrategia?
Un diccionario común establece, con importante grado
de universalidad, lo siguiente:
“Estrategia es el arte de dirigir las operaciones
militares. Arte de dirigir los esfuerzos con miras a la obtención de un fin,
asegurando su debida coordinación”.
El término dirección se convierte en
el eje del concepto de Estrategia.
Primero se lo asocia a operaciones militares y luego a
esfuerzos generales destinados a la obtención de un fin. Por último se agrega
algo, que a más de parecer obvio, es significativo: “asegurando su debida
coordinación”.
Esta interpretación descarta dos ideas de Estrategia
que tiene el común de la gente:
1.- Que es un término de referencia para algo “clave”,
“especialmente importante y delicado. Algo que no se puede percibir fácilmente
y que es necesario destacar.
2.- Que la Estrategia es un sinónimo de plan, o el
producto que emerge de anticipar, calcular y establecer cursos de acción
ordenados en algo.
El concepto original de Estrategia NO dá a entender
ninguna de estas dos cosas.
El significado de Estrategia no establece la
persecución de algo difícilmente perceptible.Tampoco se remite simplemente un
plan, desde el momento que su interpretación se sustenta en la dirección.
Los errores de entendimiento tienen origen muy
inocente y casual.
El primero está relacionado a lo que representa la
asociación de las palabras arte y dirección, es decir el “arte de dirigir”.
La palabra arte, significa lo siguiente:
“Virtud o disposición para hacer algo. Conjunto de
normas y preceptos para hacer bien algo. Astucia, maña, habilidad, destreza”
Para la mayoría de personas (y esto es básicamente
correcto), el arte y lo artístico no están sujetos a lo establecido. No están
determinados. No forman parte de ningún guión y carecen de parámetros.
Cuando se utiliza el término Estrategia como “un medio
para alcanzar un resultado delicado”, se hace referencia a la virtud,
astucia, maña, habilidad, destreza que debe imprimirse a la acción.
Se calcula de antemano la dificultad de alcanzar
cierto objetivo y se recurre al sentido de lo estratégico para entenderlo: “no
es sencillo, no es usual, por lo tanto es estratégico”.
La segunda interpretación equivocada del concepto de
Estrategia, probablemente se vincula a la “coordinación de esfuerzos para
obtener un fin”.
Se tiene la idea que la coordinación eficaz debe estar
siempre planificada. A tal punto, que prevalece la premisa de “esfuerzos para
coordinar” sobre la “coordinación de esfuerzos”. Y mientras sucede esto, más
cerca se está del plan que de la acción o dirección.
Sin embargo, algo que el entendimiento popular no
percibe, radica en que la definición
de Estrategia no tiene su vínculo principal con las palabras arte o dirección. El
aspecto más importante recae en la primera frase, no en las primeras
palabras: arte de dirigir las operaciones militares.
El sentido y objeto de aplicación del término es
concreto: Operaciones Militares.
De allí proviene la palabra: de un contexto bien
definido.
Las Operaciones Militares no son ni habituales ni
comunes. Todo lo contrario. Se diferencian bastante de cualquier otro tipo de
actividad. Hacer referencia a ellas establece contextos y circunstancias
especiales:
1.- Las Operaciones Militares incorporan un sentido
confrontacional. Se orientan al combate para vencer a un enemigo
2,. Involucran gran intensidad para quienes participan
en ellas. Son cuestiones de vida o muerte.
3.- Tienen programas y cronologías (disposición
espacio – tiempo) muy ordenadas y condicionantes.
4.- El establecimiento de objetivos y metas en
Operaciones Militares define de forma práctica el curso de acción, y garantiza
inercialmente el compromiso de todos en la misión.
5.- En las Operaciones Militares existe una noción de
objetivos naturalmente compartido entre los individuos. La importancia de los
procesos se conoce y comparte.
A este tipo de operaciones se vincula el concepto
original de Estrategia. De allí, y por motivos que deben evaluarse, su uso se
amplía hasta pertenecer al lenguaje común.
Etimológicamente, la palabra Estrategia proviene del
vocablo griego “Strategos” que significa General.
El General era quién comandaba las Operaciones
Militares. A él se le atribuía astucia, maña, habilidad y destreza para
dirigirlas. La Estrategia, por lo tanto, era una función del Strategos para
llevar adelante las Operaciones Militares.
Y en tanto función, sujeta a la discrecionalidad de
quien la ejecutaba o llevaba a cabo.
Si el concepto universal de Estrategia se vincula al
“arte de dirigir las Operaciones Militares”, la definición etimológica (que
puede entenderse de mayor legitimidad), vincula el término con una persona: el
general, el Strategos.
No corresponde entonces hacer referencia al concepto
de Estrategia sin la consideración indispensable del Strategos, o quien en esencia le da vida y forma.
La Estrategia no ha existido nunca sin el Strategos.
Pues siempre ha sido, básicamente, una función de éste.
Sin embargo, a pesar de la contribución que el sentido
etimológico proporciona, las interpretaciones no concluyen.
Hoy es poco usual entender la lógica de “lo
estratégico” como una función que le corresponde a un individuo en
particular.
Entender el significado de un término como función de
alguien, es decir una actividad, tarea o responsabilidad personal, es diferente
a concebirlo como una práctica impersonal que se explica a sí misma.
En este segundo caso cualquiera puede “tomar” el
concepto y hacer uso de él, provocando que el trato del tema se convierta en
algo ordinario y común, tal como sucede hoy día.
La Estrategia no es una práctica impersonal, y no
puede explicarse a sí misma con suficiencia. Y las Operaciones Militares no son
prácticas ordinarias. Luego, no existe forma de sostener que la temática
estratégica sea asunto de interpretación común y entendimiento profano.
¿Por qué motivos y en qué circunstancias cambió el
entendimiento y uso del término?
Probablemente la explicación se encuentre en el “peso
específico” que tiene cada parte de la definición original.
Por un lado se encuentra el arte de dirigir, la función (que
se debe atribuir siempre al Strategos). Y por otro las Operaciones Militares,
que para el caso constituyen la estructura, o aquello sobre lo que
se aplica la función.
Puede entenderse que históricamente haya existido
falta de equidad en el trato de lo funcional y lo que se asocia a lo
estructural.
El objeto de trabajo del Strategos son las Operaciones
Militares. Sin embargo, en algún momento, seguramente con el propósito de
establecer apropiadamente el carácter de la función, se inicia un estudio
minucioso de la estructura, es decir de las Operaciones Militares. Se presume
que sin el conocimiento de éstas, no puede desarrollarse adecuadamente el
trabajo del Strategos.
Las Operaciones Militares se inscriben en la dinámica
de la guerra, y los esfuerzos centrales se dirigen a interpretarla. Esta tarea
es extensa, el universo de factores, hechos y variables es enorme.
Pero a pesar que el esfuerzo de dimensionar el
fenómeno de la guerra es interminable, en él se han concentrado los estudios,
postergando el trato de la función, o aquello que le corresponde de forma
exclusiva a la persona, al Strategos.
La Estrategia no es nada más que aquello que hace el
Strategos para dirigir las Operaciones Militares. Son acciones concretas,
y como tales pueden clasificarse con facilidad.
Existen tantas estrategias como situaciones o
circunstancias en las que pueda establecerse la participación del Strategos.
Es lógico suponer que un conocimiento del fenómeno y
la dinámica de la guerra faciliten el mejor desenvolvimiento del Strategos.
Pero si aquello empieza y termina solo en el trato de lo estructural, se vuelve
un sistema cerrado que hace inviable su control o gobierno externo.
Si se repara en el tema, al hablar de lo estructural,
en este caso de la guerra, se incorporan factores exógenos que determinan la
dinámica. Las Operaciones Militares y la guerra responden a estímulos externos.
En este caso a la energía que se produce por la interacción que con ellas tiene
la acción del Strategos.
Una Operación Militar o una guerra, es
fundamentalmente una representación de lo que fueron e hicieron los Strategos
involucrados en ellas. La historia la hacen los hombres. De ello no quedan
exentas las Operaciones Militares.
Analizar el concepto de Estrategia y lo estratégico
solo como fenómeno estructural, conduce a que se expliquen por sí mismos de
manera vaga y etérea.
¿Dónde ha quedado el entendimiento del Strategos en la
explicación básica de la Estrategia?
De él se han olvidado incluso los propios militares.
Basta ver definiciones que de Estrategia hacen algunos de los teóricos
militares más importantes:
Brodie dice: “Estrategia es el empleo de los
instrumentos de guerra para que cumplan su propósito”.
Lidell Hart, dice: “Estrategia es el arte de
distribuir y hacer actuar los medios militares para alcanzar los medios
políticos”.
El general Beaufre, dice: “Estrategia es la
dialéctica de las voluntades, empleando la fuerza para dirimir los conflictos”.
Von Clausewitz, dice: “La Estrategia marca
donde, cuando y con qué fuerzas es preciso librar la batalla”
Posiblemente la definición de Beaufre considera más de
cerca la existencia básica del Strategos. O aquel que en los hechos le da vida
y forma a la Estrategia. Cuando hace referencia a una “dialéctica de
voluntades” se aproxima más a las personas, y a la forma en que ellas aplican
la función para alcanzar objetivos. Acierta también al asociar estos objetivos
al conflicto y su solución. ¿Qué otra cosa puede tratarse en una guerra?
Las otras definiciones, sin embargo, se encuentran
lejos de personalizar algo. Le dan al concepto de Estrategia vida y significado
propio, y por ello mismo hacen difícil su comprensión.
Cuando Brodie dice que Estrategia es el empleo de los
instrumentos de guerra, proporciona una explicación complicada a una operación
básicamente sencilla. Puede entenderse que existe una mecánica específica para
el empleo de estos instrumentos, pero resulta un exceso atribuirle a ello la
exquisitez de la función que cumple el Strategos.
La definición de Hart amerita tratarse con más
cuidado. Él incorpora como rasgo de identidad de la Estrategia el concepto de
arte: “el arte de distribuir y hacer actuar los medios militares”. El concepto
de arte está íntimamente relacionado con el concepto de Estrategia, alejándolo
de formatos, y acercándolo a habilidad, astucia, maña, virtud.
Por otra parte, la definición de Hart se acerca
también al concepto de dirección. Establece que la Estrategia “distribuye y
hace actuar” los medios militares. Acá hay un acierto: Estrategia
es acción. No involucra un proceso pasivo o “inactivo”.
Esto debe descartar, en primera instancia, cualquier
esfuerzo de vincular la Estrategia exclusivamente al plan. Hacer actuar los
medios militares involucra dirigirlos, con habilidad, astucia, maña.
La última parte de la definición de Hart, también es
interesante: “…para alcanzar los medios políticos”. La explicación establece
una subordinación de la Estrategia a intereses de mayor envergadura. Hart los
define como intereses políticos, es decir asociados al gobierno del Estado.
Esta idea de subordinación de la Estrategia es
importante y correcta. Establece un contexto apropiado para la función, en
tanto que ella debe responder a objetivos que van más allá de su propia
justificación.
El Strategos y su función (la Estrategia) responden a
intereses mayores de la organización a la que pertenecen. De esta manera se
constituyen en un medio, en un recurso, y no en un fin en sí mismos.
El grado de importancia de este recurso, o la
intensidad de su uso, dependen del conflicto en que se encuentre involucrada la
Organización. El predominio del Strategos y de la Estrategia será mayor
mientras más importante sea el conflicto.
Para el caso de lo militar esto puede adquirir ribetes
trascendentales tratándose de una guerra o un conflicto global. En estos casos
los intereses nacionales dependen de la dinámica del Strategos y la Estrategia
a la que da forma.
El concepto de subordinación de la Estrategia refuerza
la premisa de la acción y lo dinámico. Generando espacio para el
establecimiento de los grandes objetivos y los planes a otro nivel.
A este proceso algunos autores lo definen como Alta
Estrategia, tratando de asociar lo estratégico a la tarea de fijar objetivos y
planes.
Es probable que pueda establecerse esta diferenciación
de estrategias de acuerdo al nivel de la Organización en la que se conciban.
Pero en esencia, el concepto de Estrategia y estratégico se materializa
mientras más cerca se encuentre del conflicto. Allí se perfecciona su
naturaleza.
Sin la existencia del conflicto, el Strategos y su
función se mimetizan en la Organización y no se diferencian de otras funciones
de dirección.
Probablemente este hecho no desmerezca la existencia
del Strategos y de la Estrategia, pero lo aleja de su misión: la dirección de
operaciones militares, empleando la fuerza, para dirimir conflictos.
La Estrategia es una función del Strategos, y la
formación de éste último responde al conocimiento profundo y cabal de la
naturaleza del conflicto. Que ello se subordine al poder político o a los
intereses mayores de la Organización se entiende y acepta. Toda excepción no
deja de ser disfuncional.
Como puede verse, la definición de Lidell Hart sobre
Estrategia establece algunas características importantes. Hart, sin embargo, no
hace mayor referencia al Strategos como el generador de la Estrategia y la
dinámica estratégica. Sus obras se concentran luego en descripciones minuciosas
de guerras, batallas, formas de entenderlas, manejarlas y lidiar con ellas.
Todo esto en un análisis de la estructura y no de la función.
El célebre Von Clausewitz, amplía y profundiza el
estudio de éstas mecánicas hasta el punto de desarrollar un verdadero tratado
“De la Guerra”, nombre que asigna a su obra más importante.
No se niega la importancia de estos estudios. De ellos
emergen incluso los Strategos y las estrategias militares más brillantes de la
historia. Pero puede certificarse, a vuelta final de página, que estos hechos
cuentan siempre con la paternidad de alguien: un hombre, un nombre, el
Strategos.
Los hechos están definidos por Alejandro Magno, Julio
Cesar, Napoleón, Ludendorf, Rommel, Guderian, Montgomery, Patton, Eisenhower,
etc. Brodie, Hart, Clausewitz, permanecen detrás de la historia.
La Estrategia está definida por el Strategos, y para
él la riqueza en el tratamiento de lo estructural (el conflicto, la batalla, la
guerra) constituye una referencia. Pero no un factor que explique lo
circunstancial y lo dinámico, y la guerra es eso. Si la guerra en particular no
puede asociarse a la acción, ¿entonces qué?
Los fundamentos del Strategos tienen carácter
personal. Detrás de la Estrategia exitosa, existen hombres especiales, capaces
de lidiar y vencer en un proceso que es de los más difíciles que existen.
El conocimiento de lo estructural no genera la
existencia ni el éxito de la Estrategia sin la participación del Strategos.
Napoleón decía: ” Es excepcionalmente difícil hallar en un hombre todas
las cualidades necesarias para ser un gran general”.
Por todo ello la definición del concepto de Estrategia
que plantea Beaufre parece la más reveladora, y aquella que menos olvida al
Strategos: “…dialéctica de las voluntades empleando la fuerza para
dirimir los conflictos”. La voluntad, a diferencia del
conocimiento, involucra acción. Y ésta es la esencia de la Estrategia.
La voluntad puede alcanzar éxito a pesar del
conocimiento, y puede resultar brillante merced a él. Enfrenta y vence
contratiempos que el conocimiento no puede dimensionar. Aquella no solo
diferencia a un hombre, lo identifica entre los demás.
La voluntad define el carácter y el valor de ésa
persona que buscaba Napoleón. La voluntad ha ganado batallas por medio de
hombres que lo desconocían todo acerca de ellas. Y cuando esta voluntad se
enfrenta a otra, igualmente decidida, en un proceso dialéctico, nace la
Estrategia. Como una forma ordenada de administrar y dirigir los recursos para
alcanzar la victoria.
Porque sin el concepto de la victoria o la derrota, la
Estrategia no existe, y la voluntad se hace innecesaria.
Las cosas y los hechos no tienen voluntad, los hombres
si. Las cosas y los hechos no pueden calificar victorias o derrotas, los
hombres lo hacen.
Al establecer esto, Beaufre no se aleja de las otras
premisas de la Estrategia: la dialéctica de las voluntades para alcanzar el
éxito involucra la aplicación de habilidad, maña, virtud, astucia. Aquí está el
arte de dirigir.
En el empleo de la fuerza se incorporan todos los
medios y recursos.
La fuerza y su utilización es un concepto inherente al
de Estrategia. Ya sea que ésta se utilice de manera activa o pasiva para
dirimir el conflicto.
Los grandes pensadores orientales en temas de guerra y
Estrategia (Sun Tzu, por ejemplo), son partidarios extremos de que la mejor
Estrategia es aquella que permite ganar una batalla sin necesidad de luchar.
Con todo el beneficio que involucra el concepto, ello
no excluye en nada el hecho que la Estrategia se fundamente en el uso de la
fuerza. Sea que en última instancia se use o no.
La interpretación y entendimiento del término
conflicto completa la descripción básica de lo estratégico.
Sin la existencia de un conflicto, el hombre
organizado puede recurrir a un conjunto diverso de medios para alcanzar sus
objetivos sin tener que acudir a lo estratégico.
En esencia, cuando lo estratégico se estudia desde sus
orígenes en el mundo militar, se asocia intrínsecamente al conflicto. Los
“medios militares” que menciona Hart o los “instrumentos de guerra” de Brodie
tienen como destino final su utilización para “dirimir los conflictos”.
Hacer uso del concepto y de la mecánica de lo
estratégico para resolver problemas o alcanzar objetivos en los que no medie la
existencia concreta de un conflicto, no se justifica.
La palabra conflicto significa “lo más recio del
combate. Punto en que aparece incierto el resultado de la pelea”.
En términos sociológicos se entiende así: “enfrentamiento
entre dos o más personas o grupos que se suelen manifestar de diferentes modos:
luchas de clases, revoluciones, etc.”
En su diccionario militar, estratégico y político,
Fernando de Bordeje dice de conflicto: “vulgarmente se toma como sinónimo de
guerra. No obstante, un conflicto puede desencadenarse en otra esfera que la
militar. Bien sea en el campo laboral, político o diplomático, cuando se
produce un choque de intereses”.
La mención de los términos combate, pelea, lucha y
choque de intereses alude a dos o más protagonistas que sostienen posiciones
encontradas, cuya dinámica busca anulación o destrucción mutua.
El conflicto establece el imperativo para que una u
otra de las posiciones prevalezca. Su resolución es, por lo tanto, una cuestión
de supervivencia para las partes.
Cuando la lógica del conflicto tiene carácter
sistemático, evoluciona de lo que puede considerarse un problema a un estado
específico del “ser de las cosas”. Un problema tiene carácter puntual en
términos de esencia, tiempo y espacio. Esto es diferente, en alcance, al
concepto del conflicto. Porque éste genera de forma ordenada y sistemática, un
conjunto sostenido de problemas para los intereses propios.
Normalmente, en un conflicto las partes pueden
personalizar o particularizar las fuerzas antagónicas. Estas desarrollan un rol
similar en el enfrentamiento. Están, de igual forma, organizadas para ello. El
desenlace de esto es un combate, una lucha de posiciones e intereses entre
partes antagónicas.
En estas situaciones, en este medio, emerge el
concepto y la mecánica de Estrategia y lo estratégico.
Es importante establecer este contexto porque se
propende a utilizar el concepto en situaciones o hechos cuya envergadura no lo
justifica. O cuya esencia se encuentra apartada de las premisas que justifican
el esfuerzo estratégico.
Un problema, en su particular dimensión de espacio y
tiempo, no necesariamente amerita la utilización de la lógica estratégica. Para
ello el problema debe formar parte de un esfuerzo organizado y sistemático de
alguna persona o grupo que se enfrenta a los intereses de otro.
En este sentido, y más allá del campo militar, pueden
existir estrategias (y Strategos, por supuesto) en el campo diplomático y en el
campo político.
En el caso de los negocios, la existencia de lo
estratégico debe asociarse fundamentalmente a la existencia del conflicto que
se genera a partir de un competidor.
La alusión a lo estratégico para la resolución de
aspectos internos se aleja de la utilidad que representa el uso de lo estratégico.
La definición de Lo Estratégico, queda
pues sometida a los siguientes conceptos:
1.
Organización, o supra-estructura a efectos del
Strategos y de la Estrategia.
2.
STRATEGOS, o agente que define la existencia de la
Estrategia.
3.
Estrategia, como función del
STRATEGOS
4.
Conflicto, como campo de acción de la Estrategia o
elemento estructural de la función.
La organización define la necesidad de la existencia
del STRATEGOS, quien a partir de una dialéctica de voluntades hace prevalecer
la Estrategia propia para dirimir el conflicto. La interacción de estos
factores define Lo Estratégico.
La mayoría de los textos, sin embargo, concentra su
atención en el tratamiento de Estrategia en perjuicio de los intereses vitales
del conjunto. Existe el entendido que Lo Estratégico se fundamenta, o al menos
gira, alrededor del criterio conceptual de Estrategia.
Y ello no es así. La Estrategia es únicamente el
producto final del circuito, del proceso puesto en práctica por el STRATEGOS
para dirimir un conflicto en beneficio de la Organización.
En todo caso, y si de centro de gravedad se trata, el
circuito gira alrededor del STRATEGOS.
Esta personalización del proceso genera dificultades
importantes en el esfuerzo histórico por describir Lo Estratégico. Por ello
probablemente la Estrategia ha cobrado mayor valor explicativo. Porque llegado
el caso resulta más sencillo referirse a la obra que al autor.
Los estudios sobre el STRATEGOS se han limitado a la
identificación de grandes representantes históricos.
El STRATEGOS, sin embargo, no es un producto de
accidentes de la historia. Es un agente de la dinámica organizacional que debe,
por fuerza, identificarse, formarse y desarrollarse.
Si se entiende que Lo Estratégico es indispensable
para alcanzar objetivos organizacionales, igualmente lo es la participación del
STRATEGOS. El rol del STRATEGOS en términos de Lo Estratégico, no es
sustituible por ningún esfuerzo colectivo, ni por la participación improvisada
de alguien que asuma la función.
Si bien esto parece estar mejor entendido entre los
militares (porque en última instancia la idea del General es muy sólida), en el
mundo de los negocios, las interpretaciones continúan equivocadas. Aún se realizan
esfuerzos de naturaleza colectiva como forma de establecer y administrar Lo
Estratégico. Este es el caso de los planes estratégicos. Se asume que ellos
pueden cumplir la función reservada al STRATEGOS, y esto no es así.
Los procesos de planificación y los planes no están
habilitados para sustituir los esfuerzos básicos de dirección que exige un
proceso estratégico.
No existen planes estratégicos, dirección estratégica
o administración estratégica que no este íntimamente asociada a la función del
STRATEGOS. Este no es un asunto de elección o predilección, sin el STRATEGOS,
lo estratégico no existe.
Si se desarrolla un “continuo” del proceso que inicia
una Organización para tratar un conflicto, la variable de explicación más
importante sería el contacto. Mientras más cerca se encuentre la Organización
de hacer contacto con el conflicto, la naturaleza de lo estratégico cobra mayor
valor. Mientras más lejos se encuentre, más cerca se halla del plan.
Un plan, por sí solo, no dirime un conflicto. En
cambio una Estrategia, aun cuando no esté bien planificada, puede hacerlo.
No es fácil comprender por qué, en el proceso de
evolución del estudio de lo estratégico, se ha vinculado tanto (hasta el punto
de hacerlos indiferentes), el plan con la Estrategia.
El plan como concepto tiene tal riqueza que su
utilización, para invadir el territorio de la Estrategia, no cobra sentido. El
plan es una “supra-función” organizacional. Su empleo es indispensable a todo
nivel y en todo momento de la vida organizacional. No es un esfuerzo que pueda
reservarse a una particularidad, ni uno que precise apoyo conceptual para
explicarse.
Con los planes no se alcanza todo, y sin ellos no se
consigue nada. El plan tiene su parte en los esfuerzos humanos y
organizacionales. El plan es el plan, y la Estrategia es la Estrategia. Ninguno
precisa recurrir a la explicación conceptual del otro para establecer su propio
valor.
El STRATEGOS debe planificar sus acciones para
enfrentar el conflicto, y si algo puede llamarse Plan Estratégico, es esto. Cualquier
otro esfuerzo que pretenda merecer el título y se encuentre lejos del
conflicto, desmerece la esencia de lo estratégico.
El plan por lo tanto, como esfuerzo colectivo, no
reemplaza de forma alguna al STRATEGOS.
¿De qué otra forma puede evaluarse la conocida
afirmación entre los militares de que “todo plan termina con el primer
disparo”?
Tampoco pueden reemplazar al STRATEGOS los esfuerzos
individuales espontáneos e improvisados. Este es el caso de los llamados
Estrategas.
Cuando se adopta el término STRATEGOS no se lo hace
como sinónimo de Estratega.
El STRATEGOS es producto de un proceso largo y
continuo de formación profesional. Un entendido en materia de lo estratégico.
De todo lo que ello involucra: la naturaleza y dinámica organizacional; el liderazgo
como elemento motriz de las voluntades humanas; el campo de batalla, el
enemigo, la naturaleza del conflicto, etc.
El Estratega en cambio, es la persona que de manera
eventual o circunstancial, puede atribuirse la práctica de alguna acción
estratégica.
No debe perderse de vista que la Estrategia es
producto del “arte de dirigir”, y en función de ello se presta a la habilidad,
astucia o maña que en determinado momento puedan ejecutar diferentes personas.
A ellos, en ése determinado momento y circunstancia, se los puede llamar
Estrategas, en cuanto están ejecutando acciones consistentes con lo
estratégico. Pero un Estratega no es necesariamente un Profesional de la
Estrategia, y por ello no puede confundirse con el STRATEGOS.
El concepto del plan y la idea de los Estrategas
emergen, en muchos de los casos, de la confusión que genera el entendimiento de
Estrategia y Táctica.
En muchos casos, lo que es eminentemente estratégico
su asume como táctico, y allí se incorporan los conceptos del plan para
sustituir los de Estrategia. La dirección táctica se asume como estratégica, y
allí termina el entendimiento de la participación vital del STRATEGOS.
Fernando de Bordeje, dice de Táctica:
“Es el arte o ciencia que estudia el empleo y
conducción de la maniobra de las fuerzas en el combate”.
Véase bien: “…la maniobra de las fuerzas en el
combate”. La maniobra como tal, o el proceso de efectuar maniobras con las
fuerzas y los recursos disponibles, es UN elemento de lo estratégico, no es la
Estrategia en sí misma.
Von Clausewitz da un salto más grande para establecer
la diferencia:
“La táctica es el arte de utilizar tropas en la
batalla, la estrategia es el arte de utilizar las batallas para ganar las
guerras”.
Esta definición tampoco coloca a la Estrategia en la
esfera exclusiva del plan, dándole por ello a la Táctica la responsabilidad de
la dirección de las acciones en el Conflicto. La Táctica dice Clausewitz, es el
arte de utilizar tropas. Con ello se acerca a la definición de Bordeje en el
uso y maniobra de fuerzas y recursos. La Estrategia, dice, es al arte de
utilizar batallas para ganar las guerras, luego, ¡hay que ganar las batallas!,
y esto último sólo se consigue con la dirección adecuada de las acciones en el
conflicto, la cual recae en la función del STRATEGOS, materializada en la
Estrategia.
La Táctica no sustituye a la Estrategia, y tampoco la
coloca en un nivel alejado que pueda hacer que se la interprete solo como un
plan. En el punto y en el momento que se aplican acciones tácticas, se aplican
en los hechos, conceptos estratégicos.
Como concepto Estrategia y Táctica se diferencian
solamente en alcance. La Estrategia involucra la dirección y el dominio de
todas las acciones en el conflicto, la Táctica se limita a algunas de ellas,
pero allí aplica el sentido estratégico que de forma general se está utilizando
para tratar el conflicto.
La Táctica, por supuesto, nace de la Estrategia, pero
no proyecta esta última hacia arriba, por el contrario se proyecta a sí misma
hacia abajo, de forma de alcanzar los límites puntuales, en espacio y tiempo,
de contacto con el conflicto.
Por ello es cierto que las tácticas apropiadas tienen
mayor probabilidad de definir a favor los resultados de un conflicto, que la
sola Estrategia. Si existen errores en las definiciones estratégicas pero
aciertos en las definiciones tácticas la probabilidad de éxito se mantiene. Si
existen errores en las definiciones tácticas, por mucho que se cuente con la
mejor Estrategia, el éxito está en riesgo.
Esta es la importancia del elemento táctico.
Gerald Michaelson, en su tratado sobre Sun Tzu, hace
algunas apreciaciones interesantes sobre la lógica de Lo Estratégico y lo
táctico:
“La estrategia, dice, determina la orientación. La
auténtica ejecución del plan para lograr unos objetivos recibe el nombre de
Táctica y comienza en el contacto”.
Luego afirma:
“Mientras que los principios estratégicos perduran
inmutables, las tácticas cambian con el tiempo y las circunstancias”.
Finalmente dice:
“En cualquier nivel, las estrategias son las tácticas
del siguiente nivel inferior en la cadena de mando”.
Esta última afirmación es la más importante, porque en
ella se encuentra establecida la diferencia vital entre Estrategia y Táctica:
el alcance y la proximidad al contacto con el conflicto.
Por este hecho, que tiene naturaleza trascendental en
el tratamiento de Lo Estratégico, el STRATEGOS está obligado a rodearse del
mejor apoyo humano. El equipo comandará los esfuerzos tácticos, y de su
desenvolvimiento dependerán los resultados finales.
El equipo que apoye la labor del STRATEGOS tiene una
importancia definitiva en la dirección táctica, y es indispensable para que
pueda alcanzarse el éxito estratégico.
Mientras más próxima la labor de algunos miembros de
este equipo a la propia labor del STRATEGOS, más evidente el hecho de contar
con más de un STRATEGOS en la conducción de los intereses organizacionales. La
naturaleza del conflicto exige esto.
Un conflicto, sostenido en el tiempo, no puede
depender de la gravitación que tenga un sólo hombre. Los intereses mayores
exigen que la conducción estratégica se sostenga. Por ello, los miembros del
equipo más cercanos al STRATEGOS, deben tener la capacidad de reemplazarlo en
cualquier momento.
Esto define la importancia y el carácter del equipo,
la Táctica y su conducción en el marco de Lo Estratégico.
La Táctica, por último, es el factor que condiciona la
diferenciación infinita de las estrategias entre sí. No existen dos estrategias
idénticas, nunca. Esta aclaración es saludable, pues no siempre forma parte de
las consideraciones que se realizan cuando se trata de Estrategia.
La Estrategia no tiene nombre, o al menos no otro que
aquél que pueda atribuirle su autor. La afirmación de Michaelson es importante:
“…los principios estratégicos perduran inmutables, la táctica (entiéndase la
propia Estrategia, por lo dicho antes) cambia con el tiempo y las
circunstancias”.
Existe una diferencia vital entre lo que son los Principios
Estratégicos y lo que es la Estrategia.
Los Principios Estratégicos son premisas orientadoras.
Constituyen un producto de la evaluación técnica del desarrollo de las
estrategias a lo largo de la historia. Los estudiosos de Estrategia han
documentado, a lo largo del tiempo, la forma en que diferentes STRATEGOS han
concebido, planteado y puesto en práctica acciones en el conflicto. De todas
ellas se han obtenido conclusiones, positivas y negativas. A las primeras, en
tanto se hayan repetido como beneficiosas en el tratamiento del conflicto, se
las ha convertido en Principios Estratégicos.
Los Principios Estratégicos establecen orientaciones
para el planteamiento de la Estrategia. ¡No son la Estrategia!
El hecho, por ejemplo, de afirmar como recomendable la
concentración de fuerzas para superar en un determinado momento y lugar a las
fuerzas del adversario, no es un tipo de Estrategia, es un Principio
Estratégico. Cuando Napoleón decía: “el arte de la guerra es disponer de las
tropas de manera que estén en todas partes en el mismo momento”, no aludía a
ninguna Estrategia en particular, hacía referencia a un Principio Estratégico.
Los Principios Estratégicos son importantes para
llevar adelante con éxito cualquier Estrategia. Estos principios permanecen, de
alguna manera, inmutables en el tiempo. Ellos pueden tener, en ciertos casos,
nombres propios, la Estrategia no.
La Estrategia se forma a partir de estos principios
como una función del STRATEGOS. En este sentido nunca podrá clasificarse ni
etiquetarse más allá de los parámetros que establezca su autor. Cada Estrategia
es una obra particular.
En muchas ocasiones, estudiosos de Estrategia han
indiferenciado lo que son los Principios Estratégicos de lo que son las
estrategias, en un afán de consolidar aspectos estructurales de estas últimas y
hacerlas objeto de estudio en sí mismas. Al llevar adelante este proceso solo
pueden alcanzarse conclusiones útiles remitiéndose a los Principios
Estratégicos.
El estudio de la Estrategia por sí sola, termina
siempre como el estudio de una fotografía, ello no permite nunca llegar a
visualizar la película entera si este esfuerzo no pasa por el estudio del
autor.
Esto es algo similar, por ejemplo, al estudio de una
pintura de Picasso o un libro de García Marquez. La obra en sí misma no permite
ninguna clasificación o identificación que no pase por la de su autor. ¿Quién
si no él, puede darle nombre y lógica a su obra?
Es cierto que la obra hace al autor, pero el poder no
se encuentra en ésta sino en aquel. El autor puede generar muchas obras a medida
que algunas de ellas ya pertenezcan a la historia. Puede transformar su obra o
puede ponerle fin. La obra sobrevive al autor, pero jamás cobra vida sin él. La
Estrategia es la obra del STRATEGOS, y solo por él y a través de él, puede ser
identificada o clasificada.
Los Principios Estratégicos son también obra del
STRATEGOS, como el resultado histórico de sus acciones. Los Principios
Estratégicos no hacen al STRATEGOS, la relación es siempre inversa.
En el estudio de la Estrategia, los Principios Estratégicos
permiten orientar el ejercicio mental hacia los campos propios de la temática.
Pero sin la consideración y el estudio del STRATEGOS y del conjunto de Lo
Estratégico, el esfuerzo terminará como una experiencia similar a la del
aprendiz de pintor que transita una sala de exposición de pinturas tratando de
convertirse en autor de una de ellas.
En este sentido debe plantearse una fina duda sobre la
afirmación que los Principios Estratégicos sean inmutables. El STRATEGOS
siempre tendrá la capacidad de transformarlos. En última instancia, es él quien
les ha dado forma y vida. Y estos principios pueden cambiar porque, como dice
Michaelson, las tácticas se ajustan al tiempo y las circunstancias, y con ello
ajustan las premisas estratégicas y la labor del STRATEGOS.
Por ello la Estrategia no puede brindarse como objeto
de estudio estructural. La Estrategia es una función y como tal depende, para
su mejor entendimiento y aplicación, del estudio de un conjunto de parámetros,
hechos y variables precedentes a ella misma. Entre ellas, por supuesto, el
estudio del STRATEGOS.
La Estrategia como función y los Principios
Estratégicos como elementos orientadores, se ajustan más bien, al carácter del
conflicto. Existen para tratar con él y dirimirlo. Y él carácter del conflicto
es absolutamente circunstancial, aunque en esencia puedan entenderse en él
ciertas fenomenologías. Ello, en todo caso, lleva también a suponer que los
Principios Estratégicos no pueden permanecer inmutables en el tiempo. Porque
así no lo hace, necesariamente, el propio conflicto.
Ahora bien, si la Táctica se ajusta al tiempo y a las
circunstancias, y ello a su vez define la Estrategia, es factible suponer que
la Táctica determina la Estrategia.
Algunos dirán, y esto también es cierto, que sin las
definiciones mayores de Estrategia, la Táctica no forma parte de nada. Esta
polémica corresponde también al tratamiento de Lo Estratégico. Aún más que la
que establece diferencias entre los conceptos de plan y Estrategia.
Modular el énfasis de la Estrategia y/o de la Táctica,
es importante para quien desea abordar con éxito la conducción del conflicto.
Debe entenderse que la relación entre Estrategia y
Táctica es de carácter ontológica. Ambas se corresponden mutuamente en términos
de “ser” y de sus propiedades trascendentales. Ninguna de ellas se explica sin
la existencia de la otra.
La forma de llevar adelante la Estrategia y la Táctica
es la misma. El concepto y el ejercicio mental para plantearlas y
desarrollarlas es el mismo. Y ambas se determinan mutuamente.
El STRATEGOS es, por efecto de lo que representa la
dirección de operaciones en el conflicto, un agente táctico. Y por la
naturaleza del alcance de su función en la dirección del conflicto, un agente
estratégico.
Queda, con todo ello, claramente definido el concepto
de Estrategia y su diferencia con el STRATEGOS, Principios Estratégicos,
tácticas, conflicto, etc.
El estudio de todo ello se inscribe en la lógica lo
estratégico, es decir:
- La Organización
- El STRATEGOS
- La Estrategia
- El Conflicto
(Extracto del libro El STRATEGOS y 23 Principios Estratégicos para la lucha en el mercado.
Aclaraciones indispensables de los conceptos de Estrategia, Negocio y
competencia)
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