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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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¿Qué es el orgullo? Tipos de orgullo. Las personas orgullosas (con vídeo)

 

El orgullo es el sentimiento de satisfacción que sentimos por algún logro obtenido, por un objetivo cumplido... pero sin convertirlo en un sentimiento exagerado que puede llegar a hacer de menos a los demás

Sentirse orgulloso. Cómo se comportan las personas orgullosas.

El orgullo es una emoción, un sentimiento que tiene mucho que ver con cómo nos sentimos hacia nosotros mismos. Como sucede con otros aspectos de una persona, hay varios tipos de orgullo. Los clasificaremos en dos tipos de orgullo:

1. El orgullo positivo. Es el orgullo que sentimos cuando tenemos una gran satifacción por algo que hemos logrado, que hemos hecho bien. O bien, cuando hemos conseguido una meta u objetivo que nos habíamos propuesto. También, nos podemos sentir orgullosos por los logros de otra persona, como puede ser de un hijo, de un amigo o de cualquier otra persona allegada a nosotros.

2. El orgullo negativo. Es aquel sentimiento que va más asociado a la soberbia, al complejo de superioridad, a la envidia, a creerse más que los demás.

El orgullo positivo es beneficioso porque nos ayuda a querernos más a nosotros mismos. Nos ayuda a valorarnos, pero siempre haciéndolo en su justa medida. Nos ayuda, incluso, a descubrir nuevas fortalezas.

'No bajarse del burro' por orgulloso

Las personas que no suelen dar 'su brazo a torcer', aquellas a las que le falta humildad, suelen ser los prototipos de personas orgullosas, que se creen que siempre tienen la razón porque son superiores a los demás. Las personas con un orgullo negativo exagerado suelen tener una gran falta de empatía. No saben ponerse en el lugar del otro, ni tan siquiera tratan de comprender el punto de vista del otro.

Las personas orgullosas con cierto aire de superioridad tienen problemas para relacionarse con los demás, porque es complicado establecer vínculos con ellas. Hablan y se muestran superiores; creen tener siempre la razón o estar en posesión de la verdad. Son, como dice Laura, personas cansinas. Agota tratar con ellas, porque más que una relación es una 'lucha' la que se mantiene con este tipo de personas.

No debemos confundir que sentirse orgulloso por algo que nos ha costado mucho conseguir, un objetivo duro y complicado, con hacer de menos a alguien. Hay que ser orgullosos pero humildes a la vez. Nos sentimos orgullosos, muy orgullosos de nosotros mismos, pero eso no nos hace superiores a los demás. Recordemos la conocida frase:

"Hay cientos de cosas que nos pueden hacer mejores que los demás. Pero no hay ni tan siquiera una que nos haga superiores a los demás".




Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/que-es-el-orgullo-tipos-de-orgullo-las-personas-orgullosas.html

 

Protocolo fallecimiento. Ceremonia entierro. Trámites y costumbres en torno a al fallecimiento de un familiar o ser querido

 

Afrontar esta situación, sobre todo si somos la parte afectada, en estos momentos de intenso dolor, es una cuestión muy personal e íntima

Reglas de etiqueta ante el fallecimiento de un familiar o ser querido

El protocolo social: del pésame al entierro

A lo largo de nuestra vida, mantengamos o no una vida social, debemos toparnos con la muerte de un amigo, familiar o compañero de trabajo. Afrontar esta situación, sobre todo si somos la parte afectada, en estos momentos de intenso dolor, es una cuestión muy personal e íntima. No obstante, tenemos que aceptar un protocolo social para actuar en estas situaciones, en cualquiera de los lados que estemos.

Acudir al tanatorio local o casa del fallecido -cosa cada vez menos habitual- suele ser el principio de este protocolo social para cumplir con nuestro círculo familiar y de amistades.

Costumbres y usos locales en torno al fallecimiento de una persona

Al igual que indicábamos para las bodas, los funerales y los entierros tienen un componente costumbrista muy marcado. Las pautas a seguir suelen ser muy distintas en determinadas comunidades o regiones. Sobre todo en la parte del velatorio, las costumbres suelen ser muy locales. En determinadas comunidades es un auténtico acto social en el que se puede tomar una bebida o un bocado (pues se sirven bebidas y comida), nosotros vamos a dar las reglas generales y más comúnmente conocidas por todos.

1. Dar el pésame. De forma presencial o mediante una nota escrita -correo, WhatsApp, etcétera-.

2. Enviar unas flores o una corona (opcional).

3. Asistir a la ceremonia. Religiosa o no.

Los trámites legales después de un fallecimiento

En muchos casos, nos pilla por sorpresa y además no contamos con experiencia sobre los pasos a seguir (confección de la esquela, publicación, pésame, etcétera). Una de las mejores opciones es dejarse asesorar por el servicio de pompas fúnebres (funeraria) que nos indicará la mejor manera de proceder. También, otra opción puede ser, recurrir a familiares mayores o personas que ya hayan pasado por esta experiencia.

En cualquier caso, nosotros vamos a darle algunas pautas y formas de actuar para estos casos, y por ello, hemos dividido el tema en varios capítulos para su mejor comprensión, especificando en cada uno de ellos, todos los detalles principales y secundarios que le puedan servir de ayuda.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/celebraciones/fallecimiento-entierro-tramites-y-costumbres.html

Consejos para los padres. Cómo deben actuar y comportarse cuando sus hijos utilizan las redes sociales

 

Las redes sociales son fuentes de información y de entretenimiento, muchas veces puestas en entredicho. El uso que los menores hacen de ellas puede ser peligroso si no se vigila

Caminar de la mano en las redes sociales

Por muy poco que les guste a los padres, los chavales son unos de los grandes 'clientes' de las redes sociales. La mayoría están deseosos de tener una cuenta en alguna de las muchas redes sociales que existen. Los jóvenes se decantan por Instagram y Tik Tok. Redes como FacebookPinterestTwitter, etcétera, suelen ser las preferidas por los adultos.

Lo primero que hay que aclarar es que las redes sociales en sí, no son malas. Lo malo es el uso que se puede hacer de ellas. Las redes sociales posibilitan estar en contacto con amigos y familiares, tanto cercanos como lejanos. Las redes sociales pueden ser una estupenda fuente de inspiración y creatividad, como en el caso de Instagram, donde hay verdaderos artistas de la fotografía, del dibujo, del vídeo, etcétera. O en YouTube, donde se pueden ver vídeos de personas con un gran talento para cantar, hacer magia, cocinar, etcétera.

La importancia de la edad y las redes sociales

Lo primero que debemos saber es, que aunque las redes sociales tratan de 'cribar' la edad de sus 'clientes', no siempre es posible hacerlo de forma acertada. La veracidad de los datos está muchas veces en entredicho.

Si miramos algunas cifras podemos quedar horrorizados por los datos que nos ofrecen algunos medios. Un estudio realizado en el Reino Unido en el año 2022 aseguraba que un 33% de los niños entre 5 y 7 años contaba con al menos una cuenta en redes sociales, según el propio testimonio de sus padres.

Si subimos la franja de edades, las cifras se disparan. Los niños entre 8 y 11 años que tienen, al menos, una cuenta en una red social sería algo mayor del 60%.

Los padres deben ser conscientes que si sus hijos tienen una cuenta en alguna red social, deben estar muy al tanto de lo que hacen. Además de una fuente de inspiración y una forma de estar en contacto con otras personas, también es una fuente de información falsa, de acoso, de contenido inapropiado, etcétera.

La edad adecuada para tener una cuenta en una red social no está muy bien definida. Hay muchas discrepancias a este respecto. Desde luego, a más edad mayor criterio y conocimiento, se supone.

¿Qué hacer cuando usan las redes sociales? Algunos consejos

1. Sin lugar a dudas, supervisión.

No dejar que 'caminen' solos. Incluso, es bueno sacar el tema de las redes sociales a la conversación durante una comida, cuando están todos juntos en el sofá o en el coche cuando van de viaje. Es una manera de 'sondear' qué hacen, qué leen, qué comentan, etcétera, los chavales según se expresen sobre ciertos temas.

2. Establecer horarios.

El uso de las redes sociales debe estar limitado. Se debe establecer un plan de horarios, que pueden ser un poco más amplios los fines de semana. Dependiendo de la edad del niño, estos horarios deben contar con la presencia de algún adulto cuando vaya a interactuar con las redes sociales.

3. ¿Privado o público?

La incursión en las redes sociales de nuestros hijos debería de ser gradual. Por esta razón, una buena opción es mantener la cuenta como privada. De esta manera se restringe quién puede seguir los contenidos y tener mejor 'controlados' los seguidores o contactos de esa cuenta.

4. Filtrar palabras y comentarios.

En las redes sociales se pueden hacer comentarios que pueden dañar y afectar de forma significativa a los niños y a su entorno. Hay que tratar de utilizar todas las herramientas disponibles para evitar este tipo de comentarios: filtros, bloqueos, denuncias, etcétera. Entre todos se puede ayudar a ir eliminando este tipo de usuarios tan ofensivos y crueles.

5. Evitar que tu hijo sea el 'malo'.

Hablamos de proteger a nuestros hijos, pero también hay que proteger a los demás niños. No podemos dejar que nuestros hijos insulten, acosen, intimiden, etcétera a otros niños. Estos comportamientos se deben cortar de raíz. No hay ninguna justificación válida para que se comporten de esa manera. Los mayores no deben justificar un comportamiento de este tipo de sus hijos. Además, hay que recordar que los mayores son los responsables de las acciones de sus hijos. Pueden acabar teniendo problemas legales.

Resumiendo, las redes sociales tienen su cara amable y su lado oscuro. Todo depende del uso que se haga de ellas. No es fácil, en muchos casos, separar el grano de la paja, pero hay que intentarlo. Más, cuando estamos hablando de personas tan vulnerables como los niños.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/netiqueta/consejos-para-los-padres-como-deben-actuar-y-comportarse-cuando-sus-hijos-utilizan-las-redes-sociales.html

Síndrome del impostor o síndrome del fraude ¿Qué es el síndrome del impostor? Quién padece el síndrome del impostor (con vídeo)


La persona que tiene este síndrome del impostor, cuando consigue un éxito laboral tiene la sensación de que está engañando a los demás

Defraudar a la gente aparentando ser otra persona distinta

No valorar lo que hacemos ni lo que valemos

El síndrome del impostor podemos definirlo como la sensación de que no eres lo suficientemente bueno, de que no estás a la altura y que en algún momento alguien va a descubrir tus debilidades y te va a dejar en evidencia.

Este tipo de personas creen que los éxitos profesionales son fruto de las circunstancias y de la buena suerte, pero no lo son de su propia valía, de su capacidad.

Este síndrome se empezó a estudiar en 1978 por dos psicólogas americana, Pauline Clance y Suzanne Imes, Definieron el síndrome del impostor como un sentimiento profundo de deshonestidad hacia las propias competencias, como si tú, te estuvieses engañando. Lo solían sufrir las mujeres de mayor éxito en el mundo de la empresa.

El éxito laboral y el síndrome del impostor

Socialmente, a casi todo el mundo nos importa lo que digan los demás de nosotros. La persona que tiene este síndrome del impostor, cuando consigue un éxito laboral, tiene la sensación de que está engañando a los demás. Pensamos que no somos tan buenos para estar en ese puesto. Los méritos que nos atribuyen no les damos valor porque creemos que no nos ha costado tanto conseguirlos.

Es decir, lo que los demás valoran, nosotros no lo valoramos tanto como los demás, Entonces, por ese motivo surge el sentimiento de estar defr
audando a los demás.

Los 3 motivos principales causantes del síndrome del impostor

1. Baja autoestima. No reconocemos nuestros méritos y, por lo tanto, tampoco disfrutamos de nuestros éxitos. Tenemos la sensación de que no somos nosotros los que 'provocamos' ese éxito.

2. Falsa humildad. Nos han inculcado eso de 'ser humildes'. No hay que ir alardeando de las cosas que tenemos, pero no es malo hablar y compartir los éxitos y las metas que vamos alcanzando.

3. Atribución de éxito y fracaso. Cuando tenemos un talento para hacer algo, hay un criterio que es la facilidad. Como tenemos talento hay cosas que hacemos de forma fácil o sencilla. Al hacerlas de forma fácil no las valoramos. Para darle valor a algo, parece que tiene que costarnos más hacerlo, que tiene que tener un nivel de dificultad alto.

Consejos para vencer el síndrome del impostor

1. Atribución correcta del éxito y del fracaso.

2. Habla el idioma de las personas exitosas.

3. Acepta el error como forma de aprendizaje.

4. Comparte y habla de tus éxitos.

5. Rodéate de personas que te valoren de manera sincera.

La estupenda psicóloga y escritora Patricia Ramírez Loeffler, participa en el magnífico programa de RTVE "Para todos la 2" con el interesante tema del síndrome del impostor
Las personas que piensan o sienten que están defraudando a los demás.


Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/sindrome-del-impostor-o-sindrome-del-fraude-que-es.html

Establezca su residencia en la “zona de incomodidad”

 

No solo es cierto que nada bueno crece en la “zona de confort”, también es verdad que los grandes logros solo se consiguen operando en la orilla opuesta: la “zona de incomodidad”. Éste es el campo donde se juega la liga más competitiva del quehacer personal y profesional.

La “zona de incomodidad” se encuentra en los límites del desenvolvimiento habitual de las personas, sea cual fuese la actividad que estén desempeñando. Allí se exhibe el potencial de cada quién, la madera de la que está hecho y el tamaño que puede alcanzar. Si se opera y trasciende en la “zona de incomodidad”, todo es evolución.

El progreso no consiste en construir “mejores condiciones” o más comodidad, en realidad es una consecuencia del trabajo en situaciones difíciles. Ningún acto de creación disruptiva o innovación ha sido fácil, basta conocer la historia de Charles Goodyear, los hermanos Wright, Alexander Fleming, Nicola Tesla, etc, etc, etc.

Y eso por citar casos mayores, porque es igual para todas las personas, independientemente del tamaño de sus logros. Quién no se sienta “incómodo” haciendo lo que hace, poco o nada alcanzará. De esto se trata finalmente la diferencia entre “trabajo” y descanso (si quieren tomarse los extremos). Uno representa incomodidad (de todas maneras), y el otro comodidad.

Ahora bien, es importante entender a qué hacen referencia las operaciones en “zonas de incomodidad”, porque no se trata tampoco de complicarse la vida.

La “incomodidad” está relacionada al trabajo en asuntos ajenos al “área de seguridad” en la que buscan desenvolverse todas las personas. La tan mentada “zona de confort” es en los hechos una “zona de seguridad”.

A esta conclusión conduce la naturaleza de la mente humana y la historia de su evolución. Todo se trata de seguridad, desde las ya lejanas cavernas hasta nuestros días. La premisa básica de los circuitos cerebrales es situar al ser humano en condiciones seguras.

Todo acto o intención que atente contra las condiciones que el cerebro vincula a seguridad, está sujeto a oposición y fricción.

El espectro de esas “condiciones seguras” puede ser muy amplio, no se trata de entenderlos como un deporte extremo. El cerebro triúnico del ser humano y su complejo reptiliano, trabaja cada instante condiciones de seguridad que pueden parecer irrelevantes o incluso absurdas. ¡Esa es su función!

Levantarse de la cama puede convertirse en un acto sujeto a fricción, no se diga hacer un mínimo de ejercicio o sostener una agenda disciplinada de trabajo. El cerebro primitivo puede entender muchos de estos actos como innecesarios e inseguros.

La “zona de confort”, por lo tanto, termina siendo un área grande de factores y eventos que el cerebro considera básicamente seguros.

De allí para afuera, todo terreno de conquista es pleno en recompensas. Mientras más lejos se opere de las zonas de seguridad, más importante es la promesa de victoria y éxito. O visto desde el otro lado de la moneda: mayores los logros mientras más incómodas las tareas.

Operar permanentemente en la “zona de incomodidad” no es sencillo. Aquí radica la clave para volver esto una efectiva ventaja competitiva. En realidad todas las personas, de una u otra forma y en algún momento, operan fuera de su “zona de confort”, porque en caso contrario sería muy difícil la supervivencia.

Lo importante es, sin embargo, ser a la vez efectivo y eficiente en estas tareas. Y eso se consigue incorporando el criterio de “incomodidad” en los objetivos de la vida y, por otra parte, respecto a las tareas cotidianas.

Esto es parecido al acercamiento científico de la definición de felicidad. Ésta se trata, dice, de que “estés feliz CON tu vida y EN tu vida”. Lo primero tiene que ver con objetivos y lo segundo con las tareas rutinarias.

Lo mismo aplica con el criterio de incomodidad. Para ser efectivo, los objetivos de vida (personal o profesional), deben estar fuera del área de confort o seguridad. Y para ser eficiente, las tareas de cada día (que precisamente conducirán al objetivo),deben tener la misma cualidad.

La persona que opera efectiva y eficientemente en sus “zonas de incomodidad” trabaja su potencial como lo hace un escultor con la piedra que dará forma a su obra de arte. Con cada golpe lo acerca a la consagración.

Esto fortalece el perfil competitivo de cualquiera, porque pocos enfocan su energía al trabajo permanente en “zonas de incomodidad” o de “menor seguridad”.

Y las comillas valen mucho en esto último, porque el criterio de inseguridad aquí planteado nada tiene que ver con peligros o riesgos insensatos. La “seguridad” no es un asunto de vida o muerte, es simplemente la aversión a lo desconocido y al esfuerzo que ello representa.

Ahora bien, la persona que decide orientar su vida a extraer los premios que ofrece la “zona de incomodidad”, debe estar consciente que enfrentará dura oposición. En primer lugar de él mismo. El cerebro desarrollará una fuerza gravitacional que atraerá toda acción hacia zonas de confort. Cada momento, durante toda la vida.

La única forma de vencer esta fuerza de manera eficiente es creando hábitos productivos que trabajen desde el inconsciente. Solo un conjunto de virtuosos hábitos permite fluir en la “zona de incomodidad”, porque si cada acto tuviera que ser conscientemente planificado, la tarea sería imposible. La consciencia en realidad debe ocuparse del planteamiento de los objetivos de vida.

Por lo tanto, quien hace de la “zona de incomodidad” el área de su desempeño, alcanza efectividad con el planteamiento consciente de sus objetivos de vida y eficiencia con el desarrollo de hábitos virtuosos para sus tareas cotidianas. En lo primero se juega la visión, inteligencia y el sentido de trascendencia, en lo segundo participa la fuerza de voluntad, disciplina, perseverancia, etc.

Sin los dos ingredientes no puede alcanzarse la victoria. Pesa tanto el sentido de visión como la fuerza de voluntad para operar exitosamente en la “zona de incomodidad”.

Establezca por lo tanto objetivos ambiciosos para su vida, en todo sentido. Sea atrevido. Desafíe al destino. Nada de esto comulga con la comodidad o la seguridad, pero estos conceptos son sólo construcciones humanas, y muchas veces planteadas inconscientemente.

Es preferible tratar con gente que bordea la fantasía en la previsión de sus propósitos, que con personas completamente ancladas “al suelo”.

Una vez que se haya planteado “objetivos incómodos” para su vida, opere congruentemente, y cada día, en su “zona de incomodidad”. Haga cada jornada alguna cosa que lo atemorice, algo que esté postergando injustificadamente, y en general, cualquier acto que encuentre tan pertinente como incómodo.

Si su cerebro expone 20 razones para que no se ponga las zapatillas y salga a correr de acuerdo a lo que tenía planificado, emita UNA SOLA ORDEN a su cuerpo, vístase y salga a correr. Esta es la forma de decirle a la mente quién está al mando de la “nave”. Si practica esta lógica todos los días, la “zona de incomodidad” se volverá más familiar que su barrio.

La mente necesita repetidos recordatorios que le indiquen quién está al mando, porque de lo contrario toma las riendas y conduce por donde quiere. Esto no es cómodo, obviamente.

Pero finalmente se trata de esto: operar en la incomodidad con tal solvencia y familiaridad, que lo incómodo se torne cómodo.

Fuente: https://elstrategos.com/zona-de-incomodidad/