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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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Reglas de etiqueta para una tarde de té. Consejos para comportarse correctamente en un té de tarde


La hora del té, que en muchos sitios como en España suele ser la hora de la merienda, es el tiempo en el que se toma esta bebida. Puede tomarse el té solo o en compañía. Es lo que nosotros hemos llamado una tarde de té

Redacción Protocolo y Etiqueta

 

El 'ceremonial' para tomar un té por la tarde con amigos

El té, junto con el café, es una de las bebidas más populares en todo el mundo. Pero el té es la bebida por excelencia en el Reino Unido, aunque se tome en muchos otros países del mundo.

No vamos a entrar en detalles sobre su origen, pero a título de resumen diremos que el té de las 5 fue un 'invento' de Ana Russell, duquesa de Bedford, a mediados de la década de 1840. Le parecía que pasaba mucho tiempo entre la hora de la comida y la cena, por lo que pensó en una especie de merienda a media tarde. Así surgió la hora del té.

Empezamos a tomar el té como en cualquier otra comida. La servilleta se coloca en el regazo, doblada por su mitad. La servilleta solo que retira del regazo para levantarnos de la mesa o al terminar.

La postura correcta para estar sentados es bien derechos, pero sin llegar a apoyar la espalda en el respaldo de la silla. Es suficiente con dejar una distancia aproximada del puño de la mano entre nuestra espalda y el respaldo de la silla. Las piernas no se cruzan, se juntan y si se quiere se ladean ligeramente. Es decir, las piernas se juntan en una ligera diagonal.

Los utensilios necesarios para el té

Los cubiertos necesarios son tan simples como: un tenedor, un cuchillo y una cucharita. Como en el caso de las comidas, los cubiertos utilizados no deben volver a ponerse sobre la mesa.

La taza de té debe ir sobre su correspondiente platillo. Hay dos formas de tomar la taza de té. Cuando se está en una mesa de comedor o similar, solo se levanta la taza de té. Si estamos en una mesa baja de salón o una mesa baja de estilo similar, se levanta el platillo con la taza de té. Por favor, no debemos levantar el dedo meñique -ni cualquier otro dedo de la mano- a la hora de tomar la taza de té por su asa.

¿La leche o el limón primero?

Sí, se suelen poner primero, pero por esta razón. En la época de la reina Victoria las tazas eran de porcelana o de materiales poco resistentes que al contacto con un líquido muy caliente podían romperse o resquebrajarse. Por eso se vertía primero la leche o el limón para hacer de refrigerante.

El azúcar debe ir al gusto de cada comensal. Se revuelve de forma circular sin hacer ruido con la cucharilla. Aunque hay libros que indican que se mueve de arriba a abajo, es mucho más fácil salpicar y la mezcla del azúcar o edulcorante se hace mucho peor. ¿Cómo trabaja una batidora, robot de cocina, etcétera? De forma circular que es la más efectiva. Es una cuestión de ciencia no de modales.

Hay muchos tipos de 'tardes de té' según lo que se vaya a servir: Cream tea, Afternoon tea, Royal tea, High tea, Light tea, Full tea... pero esto lo vamos a dejar para otro artículo.

El orden para comer suele ir de lo salado a lo dulce, pero cada persona puede tener sus propios gustos. No hay por qué seguir este orden.

Los scones o pequeños bollitos no se cortan con el cuchillo. Se trocean con la mano, como el pan, y se le pone crema y mermelada al gusto. Si hay tarta o algún dulce similar se debe trocear con el tenedor.

Las conversaciones habituales en para una tarde de té son cuestiones generales de actualidad y alguna información personal que se desea compartir. Como en los restaurantes, el teléfono celular-móvil no debe estar en la mesa. Mejor apagado o en modo silencio.

Los anfitriones son los encargados de servir el té a sus invitados. El té se prepara por tazas. Es decir, se llena la tetera con agua suficiente para X tazas, más una taza para la tetera como mandan las normas. Después, se esperan entre 3 y 6 minutos de reposo para empezar a servir el té a los invitados.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/reglas-de-etiqueta-para-una-tarde-de-te-consejos-para-comportarse-correctamente-en-un-te-de-tarde.html

 

Deudas en el emprendimiento. Una asignatura vital


Las deudas certifican la propia existencia del emprendimiento. Todas las iniciativas de este tipo generan obligaciones financieras, bien sea con el emprendedor en su rol de inversor u otros que hubieran capitalizado o financiado el proyecto.

La evaluación de opciones para financiar el emprendimiento es muy importante. Muchas ideas y proyectos no se llevan a la práctica por este factor, y otro número concluye teniendo corta vida.

(Extracto del libro: “Emprender es una forma de vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora“)

Una responsabilidad vital del emprendedor está relacionada a entender, planificar y concretar el financiamiento para su proyecto. Esta habilidad es indispensable cuando el emprendimiento es solo una idea y muy importante cuando se encuentra en marcha y debe consolidarse.

Las decisiones respecto al financiamiento son iguales o más importantes para el futuro del proyecto que la propia idea del negocio.

Los recursos financieros o deudas para poner en marcha un emprendimiento pueden provenir de las siguientes fuentes:

  • Capital propio
  • Aportes de socios particulares
  • Endeudamientos institucionales
  • Endeudamientos con terceras personas
  • Una mezcla de lo anterior

Al margen de sus diferencias, todas estas opciones tienen una característica común: generan una deuda del emprendedor hacia alguien. O bien consigo mismo o con un tercero, sea éste una persona o institución.

Para administrar el asunto, el emprendedor debe tener clara su disposición respecto al propio hecho de endeudarse, y en esto existe un complejo entramado de condicionamientos mentales.

Cuando una persona trabaja para otras (empleo), adopta una sutil actitud de “acreedor”. El empleado, de forma inconsciente (y muy consciente en otros casos), calcula que siempre “se le debe” algo como efecto del servicio que está prestando. O bien es una deuda monetaria, reconocimiento o gratitud. Colocarse en posición de “acreedor” es relativamente sencillo para quién se emplea al servicio de otros, y su concepto de deuda es, por supuesto, más prosaico.

Sin embargo, la disposición mental cambia cuando se trata de deudas en el emprendimiento.

Porque la persona se coloca inmediatamente en la posición de deudor. Y aunque éste es un requisito natural del trabajo que se inicia, detona un torbellino de emociones.

En la mayoría de los casos, la educación que las personas reciben en el seno familiar, el círculo de relaciones próximas y las instituciones educativas, plantea un modelo adverso al endeudamiento y la “inseguridad” que ello provoca.

Las personas están esencialmente programadas para evitar situaciones así, o al menos condicionadas para no buscarlas. Al igual que en otras cosas, la educación temprana falla al no incorporar el necesario criterio de “relatividad” para tratar el tema. La afirmación: “la deuda es mala y punto”, condiciona las actitudes de las personas a lo largo de su vida y resulta costosa.

El “modelo mental” respecto a las deudas construido desde edad temprana, echa raíz en ése campo que la gente interpreta como seguridad.

Es el mismo modelo que entiende que el empleo es “más seguro”, que la jubilación proporciona “garantías en el futuro”, que la formación universitaria es la mejor forma de aprender un oficio, etc. Para éste “modelo mental” la deuda atenta contra la seguridad.

El culto a la “seguridad”, cualquiera sea su carácter, genera incertidumbre y temor. Todas las personas que desarrollan su vida sujetas a estos preceptos terminan siendo individuos de visión corta y estrictas rutinas. Apóstoles del orden y de actitudes conservadoras.

Nada de esto fuese reprochable si la dinámica de la vida permitiese que funcione, pero no es así. El hombre, en su  genética básica, en su entendimiento antropológico, es un ser que anhela explorar y descubrir cosas nuevas.

Las personas que inician un emprendimiento “rompen” con esfuerzo este “modelo mental” y salen de sus zonas de seguridad.

El sólo hecho de tomar la decisión de emprender enfrenta preceptos atávicos y consignas generacionales. Las premisas del modelo no se superan con facilidad, muchas acompañan largo tiempo al emprendedor. Y uno de esos “acompañantes” es el concepto formado sobre las deudas.

Es posible que la premisa esté referida a las “deudas de dinero”, pero como todo esfuerzo educativo, concluye por influir en la formación de otros valores y actitudes, trascendiendo sus objetivos particulares.

La razón primordial para que esto constituya una carga costosa radica en el simple hecho que las deudas son inevitables. Están estrechamente relacionadas al carácter social del ser humano.

La formación respecto al tema no debiera fundamentarse en el absoluto de que “toda deuda es mala”. Más bien en el  entendimiento del asunto y el desarrollo de habilidades para manejarlo. El maniqueísmo NO FUNCIONA con las deudas, mucho menos en el emprendimiento.

La deuda no es ni buena ni mala, simplemente es más o menos necesaria. La virtud se encuentra en establecer dominio sobre ella.

En el caso del emprendedor la deuda es indispensable. Sin ella el emprendimiento no existe.

El capital propio o las deudas con uno mismo.-

En el entendimiento “popular”, el emprendimiento que se desarrolla con inversión propia elude las deudas, pero  ¡esto es falso! El emprendimiento con capital propio genera deudas con uno mismo. Y éstas son muchas veces las más impiadosas de las obligaciones. Este tipo de deudas activa dos reacciones importantes:

1.- El cálculo del “costo de oportunidad”:

El capital propio invertido en el emprendimiento es, a la vez, un recurso que deja de invertirse en otra cosa. Mientras más importante sea éste “costo de oportunidad”, más carga emocional representa para el emprendedor, al menos a lo largo de la etapa de recuperación del capital. Y si eventualmente éste capital llega a perderse (lo cual es una posibilidad concreta), el costo tiene efectos prolongados en el tiempo.

2.- El miedo a “perderlo todo”:

Existe diferencia de grado entre el temor y el miedo. Y son precisamente estos límites los que se tocan cuando el emprendedor calcula que puede perder todo lo invertido. El miedo paraliza, afecta la toma de decisiones y daña la confianza. La inseguridad y la actitud conservadora son las hijas bastardas del miedo. Y ambas son pésimas compañeras en actividades de negocio.

Las inversiones con capital propio son como un péndulo que oscila entre el fracaso costoso y el éxito “barato”. Porque cuando efectivamente ayudan a que el emprendimiento llegue a buen puerto, la nave no siempre arriba en buen estado (y su capitán tampoco).

En términos prácticos los emprendimientos con capital propio pueden provocar demoras o establecerse con precariedad.

Los aportes de socios o las deudas internas en el emprendimiento.-

Más allá de la buena fortuna en la elección de socios, lo que sí se genera de inmediato es una deuda interna. El emprendedor no solo está obligado consigo mismo, también con los socios. A ellos “les debe” obtener éxito y cumplir objetivos. Si bien es cierto que en las sociedades se comparten responsabilidades, no por ello desaparece el sentido de obligación de unos para con otros.

En el marco del emprendimiento la deuda interna genera presión. Y dependiendo de particularidades y circunstancias, puede provocar problemas en la toma de decisiones, en la seguridad y en la confianza.

Administrar las relaciones en una sociedad no es cosa sencilla. Y si ellas están condicionadas por un entendimiento imperfecto de obligaciones y compromisos, pueden afectar sensiblemente el emprendimiento y al propio emprendedor.

Tampoco es extraño que en caso que los resultados fuesen satisfactorios, el emprendedor tenga una sensación de “pérdida” por aquello que tuvo que “sacrificar” para hacer efectivo el emprendimiento por medio de una sociedad. Y por otra parte son comunes las relaciones dañadas y enemistades cuando las cosas no salen como estaban previstas.

Un problema en el caso del financiamiento interno es que las sociedades están muchas veces constituidas por personas que comparten la educación conservadora y limitante respecto a deudas y pérdidas. Y esto, obviamente, no establece un escenario idóneo para los negocios.

Las deudas institucionales.-

Hay consideraciones prácticas en el análisis del financiamiento por parte de instituciones. Pero a efectos de la obligación surge una característica fundamental: las deudas institucionales carecen de flexibilidad.

El carácter impersonal de este tipo de deudas impide, en buena parte de los casos, que sus condiciones acompañen las particularidades de evolución del negocio.

Los elementos legales y aspectos de trascendencia pública suman sensibilidad a su manejo. Las instituciones financieras no están llamadas a entender los imponderables y dificultades por las que pueda atravesar el negocio. Y en este sentido se convierten en un costo fijo importante.

La relación del emprendedor con este tipo de deudas no es equilibrada, y los intereses del negocio deben subordinarse a las premisas del financiador.

Muchos emprendedores consideran que las fuentes “impersonales” de financiamiento son prácticas y presentan menos problemas en la administración cotidiana. Sin embargo son también las menos flexibles y obligan a encarar la situación desde una posición más débil.

Las deudas con terceras personas.-

Los compromisos con terceras personas que nada tienen que ver con el negocio representan una gran carga emotiva. Habitualmente éstas son personas que sostienen una relación familiar o de amistad con el emprendedor y lo apoyan en consideración de ello.

Fallar en el cumplimiento de estas obligaciones tiene efectos que van más allá del negocio.

Las personas externas no tienen por qué entender los avatares del emprendimiento a lo largo del tiempo. Y cuando se producen pérdidas o contratiempos se afectan las relaciones.

Las experiencias negativas con este tipo de deudas son las que pueden dejar mayor secuela en el emprendedor, afectando sus decisiones cuando emprende de nuevo.

¿CÓMO DEBEN ENTONCES ENCARARSE LAS DEUDAS EN EL EMPRENDIMIENTO?

1.- El emprendedor debe partir de una premisa básica: el endeudamiento es para el negocio, no para él.

El negocio es una entidad independiente desde el momento que es formado, no es una “extensión” de sí mismo. Los intereses del negocio deben prevalecer sobre los personales el momento de considerar la deuda.

2.- El pago de las deudas debe efectuarse de acuerdo al rendimiento que tenga el negocio.

Por esto es importante hacer una evaluación apropiada de las fuentes de financiamiento. Cuando el negocio se obliga a pagar deudas cuya proporción no es razonable con su rendimiento, lo único que consigue es ponerse en riesgo a sí mismo y por ende a la deuda.

Muchas personas asumen la posición de “pagar las deudas a cualquier costo” para evitar problemas. Estas medidas resuelven situaciones en el corto plazo pero tienden a agravar el cuadro general.

Si el rendimiento del negocio (asumiendo que esté bien administrado), no cubre las exigencias de la deuda, las medidas que deben tomarse son (en estricto orden de importancia) las siguientes:

a) Refinanciar la deuda.

b) Postergar o suspender los pagos de la deuda.

c) Propiciar mayores rendimientos en el negocio.

No es conveniente activar el proceso comenzando por el fin. El negocio es más importante que la deuda porque es quien debe solventarla.

3.- Los negocios pueden ser exitosos o no.

El momento de considerar el origen de la deuda debe prevalecer un análisis cuidadoso de éstas probabilidades, y en función de ellas definirse el tipo de deuda. Para proyectos que tienen mayores grados de riesgo las opciones de endeudamiento propio o interno son más adecuadas.

4.- Si el negocio no puede pagar las deudas y el emprendedor ha invertido sus mejores esfuerzos para evitar perjuicios, allí terminan las obligaciones.

El capítulo tendrá que cerrarse como un negocio fallido. No existe beneficio para nadie en llevar las cosas más allá de éste punto. El emprendimiento es una experiencia en la vida, no es la vida misma.

Las deudas tienen implicaciones tan sensibles que una afirmación como la anterior parece de poca ayuda. Pero es una verdad incuestionable. Puede tomarse cualquier camino para resolver el problema, pero más  temprano que tarde se llegará al mismo punto: si un negocio fracasó, las pérdidas son inevitables.

Es el propio emprendedor quien a veces “aumenta” el costo de la experiencia por no aceptar que si el negocio fracasa también falla el pago de las deudas.

5.- El emprendedor debe evitar, hasta donde sea posible, que las deudas involucren intereses que vayan más allá del negocio.

Cuando la vinculación de las deudas trasciende el negocio, las consecuencias afectarán también el patrimonio del emprendedor. A veces es difícil conseguir un financiamiento que limite las obligaciones al negocio, y el emprendedor tiene que garantizarlo con bienes personales.

El emprendedor debe adoptar siempre riesgos calculados, lo contrario es un acto de temeridad. Si se arriesga el patrimonio personal el análisis debe ser meticuloso. Antes de hacerlo es conveniente planificar un esquema mixto de fuentes de financiamiento.

En el mundo “entrepreneurial” existe una máxima llena de sabiduría:

“El negocio es más importante que la deuda, y el Emprendedor más importante que el negocio”

Si las deudas no se pagan y el emprendimiento sobrevive, finalmente aquellas concluyen por pagarse. Por otra parte, si las deudas no se pagan y el negocio no sobrevive, se puede volver a emprender. Pero si las deudas no se pagan, el negocio no sobrevive y se lleva consigo al emprendedor, el circuito llega a su fin.

6.- No debe olvidarse que las personas o instituciones que financian el emprendimiento igualmente están haciendo un negocio. Y en ese sentido también toman riesgos y pueden perder.

Dando por descontada la responsabilidad y el mejor esfuerzo, la incapacidad de pagar una deuda no es un pecado capital. Es un costo inherente a la decisión de emprender.

7.- Mucho cuidado con la generación de sentimientos de culpa o la asunción de veredictos morales.

Quién tiene problemas para pagar una deuda (o finalmente no lo hace),  ¡no es una mala persona, y mucho menos un delincuente! Sin emprendedores no existiría la estructura económica que sustenta las sociedades modernas, y por supuesto NINGUN negocio para los financiadores.

Dado que la imperfección es un hecho estadístico, existirán en el emprendimiento deudas con problemas de pago y deudas incobrables. Este es el precio de la dinámica.

8.- Cuando llega el caso que una deuda no se paga, la situación no es necesariamente como se temía.

Es más grave el temor previo que el hecho final. La preocupación por honrar una deuda que no puede pagarse es más destructiva que el hecho de no pagarla.

Parece aconsejable concluir la reflexión sobre este tema con uno de los pensamientos que más identifica al emprendedor. Pocas cosas se han escrito que describan mejor ése mundo difícil, solitario, fascinante y trascendental.

El pensamiento le corresponde a Theodore Roosevelt, el vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos:

“No es el crítico quien cuenta. Ni aquellos que señalan cómo el hombre fuerte se tambalea. O en qué ocasiones el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece realmente al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo, sudor y sangre. Al que se esfuerza valientemente, yerra y da un traspié tras otro pues no hay esfuerzo sin error o fallo. A aquel que realmente se empeña en lograr su cometido. Quien conoce grandes entusiasmos, grandes devociones. Y se consagra a una causa digna. Quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso. Y que en el peor de los casos, si fracasa, al menos caerá con la frente bien en alto. De manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni el fracaso.”

(Extracto del libro: “Emprender es una forma de vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora“)

Fuente: https://elstrategos.com/deudas-en-el-emprendimiento/

Reglas de etiqueta y buenos modales para alojarse en un hotel de 5 estrellas


Los hoteles de cinco estrellas son establecimiento donde disfrutar de experiencias inolvidables rodeados de todo tipo de atenciones e instalaciones increíbles

RTVE - Para todos la 2.

Consejos de etiqueta para disfrutar de la estancia en un hotel de cinco estrellas

La experiencia de alojarse en un hotel de 5 estrellas, sobre todo la primera vez, puede llegar a ser un poco intimidante. El lujo de las instalaciones, los espacios tan cuidados, la gran cantidad de personal dedicado a nuestro servicio, los detalles más cuidados, etcétera, etcétera. Tranquilos. No debe preocuparnos porque son profesionales que han visto 'de todo' en su hotel y estarán atentos a cualquier necesidad o pequeño 'error' que podamos cometer.

Vestir de forma apropiada en sus instalaciones

No es imprescindible, pero sí recomendable. Es una forma de causar una buena impresión a nuestra llegada. Pero como decimos, no suele haber un dress code definido, porque están acostumbrados a recibir personajes famosos, estrellas y gente de todo tipo de lo más extravagantes. No obstante, nosotros, mejor vamos a ir bien arreglados. Si vamos a visitar el restaurante del hotel para almorzar o cenar, es posible que tenga un determinado 'dress code' para usar estas instalaciones. También lo pueden exigir en cualquier otra instalación común del hotel: casino, lounge bar, discoteca, etcétera.

Los empleados son personas

Debemos hablar con educación a todo el personal, desde el botones al director del hotel. Que sea un hotel de 5 estrellas no quiere decir que tengamos que ser fríos y distantes. Una sonrisa no se le puede negar a nadie y genera actitudes positivas. Tampoco, los empleados son nuestros 'colegas'. Todo tiene un límite. Hay que guardar una 'distancia social' que mantenga un 'equilibrio' entre ser muy distantes o demasiado cercanos.

Dar o no dar propina

En cada país la costumbre puede variar. Pero, una buena propina siempre es agradecida -en los países donde se admite-. Seamos generosos. No se deben dar importes que sean 'ofensivos', como las típicas monedas sueltas. Para eso, es mejor no dar. Eso generará una imagen pésima de nosotros.

Peticiones 'especiales' al personal

Los hoteles de 5 estrellas tienen fama de conseguir 'casi todo' lo quiere el cliente para que su experiencia sea lo más satisfactoria posible. ¡Cuidado con qué tipo de peticiones hacemos! No hay que ser muy listos para saber dónde están los límites. Ahí lo dejamos. No se deben confundir las necesidades con los caprichos.

Habitaciones contiguas. Los vecinos de habitación

La experiencia excitante de estar en un hotel de 5 estrellas por primera vez puede ponernos un poco eufóricos. Estupendo. Pero no podemos ni debemos convertir nuestra habitación en una discoteca o en un sarao en el que no se para de hablar a voces, se canta en alto, se grita, etcétera. Seguramente, nos acabarán llamando la atención. Incluso, llegados al extremo, nos pueden invitar a marcharnos del hotel.

Respetar la intimidad de las personas

La moda de los selfies y de los vídeos para contar todo lo que pasa a nuestro alrededor debe tener unos límites. La privacidad del resto de las personas. Cuidado con sacar en estas fotos y vídeos a las personas que están a nuestro alrededor, tanto alojados en el hotel como empleados.

Cuidado con los 'recuerdos'

Los hoteles de lujo tienen accesorios y complementos muy 'atractivos'. Pero no son souvenirs. Si queremos llevarnos alguno de los productos de tocador o algún otro detalle similar, ok. Son de uso personal e irán a la basura después de nuestro paso por la habitación. Pero, ese es el límite. Ni albornoces, ni toallas, ni almohadas... ni nada por el estilo. El equipamiento del hotel no es un souvenir. A eso se le llama sencillamente robar. El hotel puede tomar las medidas oportunas. Además, dice bien poco de una persona un comportamiento tan despreciable e incluso delictivo.

Por último, es importante saber que en este tipo de establecimientos de lujo es bastante habitual encontrarse con personas famosas o personas relativamente importantes del mundo de la economía, la cultura, etcétera. No es muy correcto 'asaltar' al famoso para pedirle un autógrafo, un selfie, etcétera. Mucho menos si está tomando una copa o comiendo. Nada de acercarse a la mesa. Puede ser muy incómodo para esta persona y para sus acompañantes. Si queremos intentarlo, lo podemos hacer a través de un tercero, enviando una nota con esa petición por medio de un camarero u otro personal del hotel.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/reglas-de-etiqueta-y-buenos-modales-para-alojarse-en-un-hotel-de-5-estrellas.html

El arte de la Sugestión en la Estrategia y el liderazgo


A través de la Sugestión, el pensador estratégico siembra una idea, un concepto, una intención o un pensamiento en otras personas. Esa semilla echa raíces por sí sola, toma forma y da el fruto que se espera. La obra la hace otro, pero a la medida del líder. Sin imposiciones ni fricciones, con mucha sutileza y tangencialidad.

Se puede entender la Sugestión como el hecho de plantear, insinuar, proponer o recomendar algo. Ése es el acercamiento convencional. Sin embargo, la Estrategia lleva el tema más allá, porque el objetivo que tiene es que la otra persona quede efectivamente “sugestionada”.

Hay diferencia entre ambas consideraciones, porque “sugerir” algo no es lo mismo que buscar sugestionar a otra persona.

Y el factor que determina la diferencia es simplemente la intención.

En este sentido, el objetivo del pensador estratégico es “dominar” la voluntad de otros y condicionar de cierta forma sus acciones.

Esta intención puede ser objeto de debate, porque se puede asumir la existencia de intereses oscuros o mal intencionados. Pero eso es solo una presunción. En realidad, la Estrategia como tal está siempre más allá del bien y del mal, igual que un martillo o un cuchillo de cocina.

Aunque estas herramientas están diseñadas para facilitar tareas nobles, igualmente pueden destinarse a causar daño. Por eso los instrumentos nunca ameritan juicio, solo quién los utiliza. Y eso pasa con la Estrategia.

La sugerencia, insinuación o proposición, toma cuerpo en la mente del destinatario porque él mismo la procesa. Es él quien “riega” y hace germinar ésa semilla.

Pero cuando el resultado emerge, son dos los que han alcanzado su objetivo: la persona sugestionada, que se siente dueña del proceso, y el pensador estratégico, que ha “emitido” la Sugestión.

El tema de buscar el dominio de la voluntad ajena es un acto implícito en muchas interacciones sociales, especialmente las relacionadas a los equipos de trabajo y las organizaciones productivas.

Finalmente, conducir a otros para obrar de acuerdo a lo que se quiere es la esencia del liderazgo.

El general Dwight D. Eisenhower decía:

“El liderazgo es el arte de conseguir que otra persona haga algo que quieres hacer porque quiere hacerlo”

Por medio de la Sugestión, el líder que piensa estratégicamente consigue precisamente esto: que otras personas hagan lo que él busca “porque quieren hacerlo”. La “semilla” que se planta en la mente de los demás simplifica la tarea y ahorra energía.

El dominio de la Sugestión es un arte.

No hay preceptos ni procedimientos escritos. Todo depende de la habilidad del líder para evaluar situaciones y personas en el momento preciso.

Ahora bien, esta habilidad no es camino de una sola vía. Porque así como él líder se enfoca en la Sugestión de otros, así también estos buscan sugestionarlo. Este es el juego, y de allí proviene su carácter estratégico.

Es como una danza. Hay que bailar con otro al son de la música, marcando el paso y dejándose llevar, sin perder el ritmo y el control.

En general existen tres métodos para “sembrar” alguna idea en la mente de los demás:

1.- Repetir con autoridad y énfasis las afirmaciones o preceptos que se pretenden “sembrar”. Esto provoca una sólida impresión de aquello que se desea transmitir. Por efecto de la firmeza y repetición, la “semilla” queda grabada en la mente como una sentencia en el papel.

2.- Inducir una idea de manera indirecta y casual. Esta es la forma de abordar una mente desprevenida y evitar la resistencia instintiva. Ha sido el método predilecto de todos los grandes líderes de la historia.

3.- Asociar la premisa con factores externos que causen la impresión que se busca: apariencias, objetos, entorno, circunstancias, etc.

Para tomar un ejemplo: de acuerdo al primer método, el líder repite con autoridad que las personas deben ser “las mejores” en su oficio. Con el segundo insinúa que cada quién puede y debe ser el mejor. Y con el tercero recurre a un modelo externo o a la premisa de alcanzar el estado porque las “circunstancias” lo demandan.

Todos experimentan desde muy temprano la Sugestión por repetición, de esto se trata, en buena parte, la educación. Igualmente han sido sugestionados muchas veces por insinuaciones sutiles que han determinado decisiones y conductas. Por otra parte, ¿quién no ha sido también sugestionado por noticias, apariencias de otros o determinadas circunstancias externas?

Las sugestiones son cosa de todos los días. Pero es algo especial dominar este arte para actuar con los demás cuando así se ve conveniente.

Para lograr el dominio es útil conocer los cinco canales que pueden tomar los métodos de Sugestión señalados:

La Sugestión por autoridad.-

Esta se manifiesta por medio de manifestaciones orales o escritas que tienen signos de autoridad. Es una peculiaridad de la mente humana inclinarse a escuchar con respeto y credibilidad las palabras, escritas o habladas, de personas que asumen aires de autoridad y conocimiento.

Por ejemplo, si alguien que está a punto de decir algo asombrosamente falso, comienza su afirmación con “es un hecho reconocido que…”, verificará inmediatamente que la connotación de lo que dice cambia.

Muchas afirmaciones falsas se aceptan cuando van precedidas de un “afirmo, sin miedo a la contradicción que…”, o “las autoridades en el tema admiten que…”, o “las mejores fuentes de información están de acuerdo en…”, etc. Y variaciones más sutiles de esto mismo también son muy efectivas: “como probablemente sepa, señor…”, etc.

El “aire de autoridad” sugestiona siempre.

La Sugestión por asociación.-

La ley mental de asociación hace que sea muy fácil vincular ciertas cosas con otras. Y cuando se recuerda una, llegan consigo las impresiones asociadas.

Por ejemplo, se tiende a asociar a un hombre bien vestido, de buenas maneras y con un automóvil caro, con alguien rico e influyente. Igualmente se asocia elocuencia con solvencia y adulación con reconocimiento o lealtad.

Para el que busca sugestionar, muchas de las asociaciones no son genuinas, pero cumplen un propósito específico.

Las apariencias importan.

Bien decía Maquiavelo“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”

Sugestión por hábito.-

Asombra darse cuenta del grado de hábito-acción y hábito-pensamiento desarrollado por las personas. Se hacen las cosas de cierta manera simplemente porque siempre se las ha hecho así, sin perjuicio de que las circunstancias hayan cambiado. Se mantienen pensamientos y opiniones por condicionamientos pasados a pesar de evidentes transformaciones del contexto.

Cuando más tiempo pasa o mayor edad se tiene, más propensión hay a someterse a ciertos hábitos de acción y pensamiento. Se acepta la sugerencia del hábito en lugar de aplicar iniciativa o pensamiento original.

Si el líder desarrolla hábitos de pensamiento y acción en el equipo, obtendrá la respuesta que espera como un producto del subconsciente de las personas. Y ése resultado es posiblemente el más avanzado que consigue el arte de la Sugestión.

Sugestión por repetición.-

En tanto el poder de la Sugestión por hábito radica en la reiteración del acto o pensamiento por parte del individuo, la de repetición toma fuerza por la reiteración insistente de algún hecho o afirmación exterior.

Una declaración repetida o la afirmación reiterada de un hecho, a menudo obtienen credibilidad sin poseer fundamento. Muchas supersticiones y nociones completamente ridículas se vuelven corrientes debido a la repetición.

Si se desea grabar algo en los registros de la memoria, se sabe que la repetición es uno de los métodos más efectivos. Cada reiteración profundiza la impresión del registro original. Y en la Sugestión por repetición, cada vez que se hace y se acepta la sugerencia, la impresión del registro se hace más profunda.

Sugestión por imitación.-

El ser humano actúa por imitación. A pesar de todas las pretensiones de individualidad, las sociedades organizadas plantean sutiles exigencias y convencionalismos que finalmente todos adoptan de una u otra manera: formas de vestir, comportamiento público, modas, premisas religiosas, étnicas o nacionalistas, opinión colectiva, etc.

La Sugestión por imitación es mucho más común que las otras formas, esencialmente porque las causas que operan en este sentido son más numerosas. Siempre hay una gran provisión de sugerencias de este tipo. La tendencia humana de “colocarse en fila”, “seguir al líder” y adoptar la “psicología de masas”, facilita caer en el hábito de aceptar las sugerencias “como todos los demás”.

Muchas veces, el líder solo precisa establecer las premisas en una persona o un grupo reducido para que desde allí trasciendan al colectivo.

Estos cinco canales de Sugestión están disponibles en todo momento, individualmente o combinados para generar sinergias. Su utilización es un arte que el líder debe dominar para actuar con todo el poder que le proporciona el pensamiento estratégico.

Evidentemente hay muchas formas de dirigir a las personas, pero la Sugestión tiene un poder que otras técnicas difícilmente alcanzan. No ha existido en la historia humana, ningún líder grande que no haya sido experto en utilizarla para sus propósitos.

Ahora bien, los objetivos son otra cosa, pero con respecto a ellos la Sugestión, como la Estrategia en general, o ése pequeño cuchillo de cocina, es inocente y se encuentra “más allá del bien y del mal”.

Fuente: https://elstrategos.com/sugestion/