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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel
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El Mundo del Cine en Nuestras Manos


Imagen de imageproject en Pixabay


Primero tuvimos la televisión con acceso de recepción vía antena aérea, lo que consistía en un dispositivo colocado en los techos de las viviendas o edificios, más tarde surgirían las que traían los mismos aparatos receptores de televisión o las que se podían adquirir en las tiendas del ramo; en fin, lo que sí produjo esto fue que las antenas descendieran de los tejados y permanecieran a nuestra accesibilidad y calor de nuestros hogares; luego arribó la moda del uso de las famosas y monstruosas en tamaño «antenas parabólicas» unos elementos que se conectaban a los satélites y por medio de ellos podíamos disfrutar programas de diferentes partes del mundo; pero sin doblaje alguno, debíamos disfrutarlos en sus idiomas originales y, para quienes no tuviesen conocimiento o dominio de los tales, les era asunto de adivinanza los conceptos que estaban viendo como espectadores.

A este punto es bueno recordar el advenimiento de la televisión por cable, así como, las versiones de recepción satelital directas y más económicas que el hacerse de una antena parabólica; estás modalidades sí traían su programación debidamente doblada al idioma del país en que se contratara el servicio, y algunos sistemas traían controles de operatividad tenían funciones que permitían el cambio de idiomas a conveniencia.

En todas las anteriores versiones de recepción y disfrute de la televisión existía la limitante en las producciones cinematográficas, si usted se encontraba viviendo en Europa, usted iba a recibir las obras de películas y series pertenecientes a esa zona geográfica de influencia; por otro lado, si usted vivía en América, recibía las producciones artísticas que eran mayoritariamente producidas en esa región.

El caso es que, si usted quería disfrutar por ejemplo de películas francesas, debía esperar que a alguien se le ocurriera crear un festival de cine francés, los cuales eran pautados por un tiempo limitado, en horario de trasnochos y los mismos eran considerados como una actividades dirigidas a un público intelectual y elitista. De esta misma anterior forma se comportaba las actividades del séptimo arte ofrecidas en Europa.

A finales de la década de los 2000, se popularizó la oferta, contratación y uso de la televisión por medio de streaming, esto es, utilizando la poderosa herramienta comunicacional que brinda el internet.

El servicio de televisión por medio de streaming, ha traído consigo que podamos disfrutar de las distintas propuestas de países y culturas que nos resultaban distantes. Así podemos ver desde la comodidad del sitio en donde nos encontremos: casa, trabajo, oficina etc., películas, series, documentales, programas interactivos, por decir lo menos, producidos muchos de ellos por las mismas empresas de streaming en países como: Arabia, Polonia, Islandia, Dinamarca, entre otros, que, de no ser por esta tecnología, no tendríamos acceso a ellos.

Lo provechoso de esta realidad, es que se genera y promueve el trabajo histriónico de individuos que de no ser de esta manera permanecerían en el anonimato, y por otro lado, se activa la economía de esos países al necesitarse y emplearse toda la parafernalia que rige la actividad del espectáculo como: camarógrafos, dobladores de idiomas, técnicos electricistas, especialistas en efectos especiales, diseñadores de vestuario, actores dobles para escenas extremas, musicalizadores y en fin, todo un mundo laboral que es beneficioso para el desarrollo y promoción cultural y económico de esos gentilicios y, en donde los espectadores consumidores ganamos con el enriquecimiento que trae el hacernos poseedores del conocimiento que estas producciones introducen en nuestras vidas. Por todo lo anteriormente expuestos, debemos reconocer que hoy en día, la televisión por streaming ha puesto el mundo del cine en nuestras manos.

Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

Los Hijos Egoístas: Corta Reflexión para la Vida

Foto de Ron Lach en Pexels


¡Lo que uno tiene que escuchar en esta vida!; un hijo le dice a su madre «mamá ya no te ocupes ni preocupes por los abuelos, ya ellos vivieron su vida, ahora ocúpate de la tuya» ante lo que la madre le respondió, «es verdad, tienes razón hijo».

Ahí arrancó mi reflexión de mínima lógica aplicada y pensé «esa madre, ¿no piensa que cuando llegue a la edad de la indefensión, su propio nieto va a sugerir al hijo aplicar la misma conseja? Y quien inició tan perversa idea, ¿piensa que podrá escapar de tan fatídico invento?».

He conocido hijos, que pareciera que la relación con sus padres fuese de tipo unidireccional, y ¿por qué esto? Bueno, estos hijos “ejemplares” siempre están esperando algo de parte de sus papás; ya sea cariño, consejos, regalos y sobre todo dinero, no importa la edad que estos “hijos” tengan, ah, pero ellos jamás ni por iniciativa propia ni por ninguna otra, sacan sus manos del bolsillo para siquiera comprar un caramelo y dárselos espontáneamente, y basta que algún de los viejos tengan alguna necesidad o carencia, para que esos manganzones no aparezcan por algún tiempo por la casa paterna, a seguir comiendo como de costumbre, la escasa comida que los pobres ancianos tienen en su humilde despensa.

Será, pienso yo, que estos miserables no recuerdan todo el sacrifico que abnegadamente tuvieron que hacer sus padres para llevarlos al tamañote que tienen hoy en día.

A veces digo que, tal vez estás personas nacieron sin el circuito mental de la responsabilidad y conciencia.

Luego digo no, eso no es, ya que esos mismos negligentes, se vuelven un carnaval con las personas de la tercera edad que se encuentran diariamente en la calle. Los padres de los vecinos, los padres de su novia de turno, los padres de quien aparezca en su cotidianidad.

Con los extraños se vuelven como locos, les regalan de todo sin que se lo pidan, si la persona está enferma, son los primeros en ofrecerse a dormir en el piso de cualquier hospital, no sé; pero es toda una locura, como el mundo invertido.

Dijera mi madre: «son claridad para la calle y oscuridad para su casa".

Estos hijos egoístas, son duros de conciencia, duros de corazón y su final nunca podrá ser sobre un lecho de rosas, porque ahí está un Dios que no sufre de tortícolis y siempre ve hacia abajo.

Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel


El Llanto de Tu Desnudez (El Poema Adeudado)


Imagen de Khusen Rustamov en Pixabay


El Poema Adeudado… en el Día de tu Cumpleaños, Esposa mía.

 

El Llanto de Tu Desnudez


Me miras fijamente al corazón

y mi corazón se fija en tus ojos,

¡cómo dulcemente se desarropa tu cuerpo!,

al igual que con timidez lo hace tu alma.

Así, se inquietan mis lágrimas de verano,

así, se desbordan mis trémulas entrañas.

 

Me sorprendes con tu belleza

Y pienso con incrédula presencia:

«¡¿cómo estoy vivo aún para ver tu desnudez?!».

Le doy gracias a Dios que existas, y que,

al caer tus vestidos al suelo, prorrumpa en llanto eterno;

ahí, en un instante, el Señor me dicta al oído que te amo.


 Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel



Memento Mori: Vive Y Actúa Hoy, El Mañana No Te Pertenece

 

Imagen de Gordon Johnson en Pixabay


“Recuerda que morirás”, éste es el significado de la expresión latina “Memento Mori”. Y nada hay más cierto y útil que tenerlo presente cada momento. El final que espera a todo ser no es ningún misterio, es algo inminente. Sin embargo, ¿cuántos pueden decir que tienen su propia vida como protagonista de la existencia?

En los momentos apoteósicos del triunfo, cuando los gobernantes de la poderosa Roma recibían los vítores de la población, pocos se detenían a observar que detrás del comandante caminaba un humilde personaje que le susurraba al oído: “recuerda: eres mortal”. Esa era la manera de evitar que se envaneciera con el aroma seductor de la victoria.

¡Cuánto valor y significado tiene ése pequeño acto! Recordar, en el momento de mayor gloria, que todo hecho es pasajero cuando se contrasta con el inevitable fin. Igualmente en la dificultad, porque ella es también intrascendente ante la certeza final.

¡Vive y actúa hoy, el mañana es ajeno! Ésta debiera ser la premisa del individuo inteligente. En ella se incluyen perfectamente ambición y paciencia, deseo y contención. Si uno está sanamente consciente que un día morirá, no se brinda al desenfreno, ni tampoco a la parsimonia.

No son tiempo, dinero o energía los bienes más valiosos que se poseen, es la propia vida. Ésta sustenta todo lo demás. Quién está vivo es dueño de la mayor fortuna del universo: LA POSIBILIDAD. La muerte es el final, en tanto cada día de vida es solo un nuevo comienzo.

En los dulces momentos de la victoria, “Memento Mori”.

Esto otorga significado al éxito. Así queda incluido en un contexto de genuino valor, para uno mismo y los demás. De otra forma se convertiría en un fin en sí mismo. Y como tal, tendría sabor amargo.

Vivir es más importante que ser exitoso. Y recordar que uno es mortal cuando todo parece positivo, es la mejor forma de valorar los pequeños momentos, los seres queridos y la necesidad de compartir las bendiciones. Esto no solo es lógico, también es receta eficaz para alcanzar nuevos triunfos.

Es probable que cómo a los comandantes romanos, la fragancia de la victoria genere una sensación equivocada de invulnerabilidad, arrogancia y fatuidad. Y nada de esto ayuda para mantener la buena fortuna.

Son muchos y muy equivocados los conceptos sobre la muerte en este mundo, especialmente en las sociedades occidentales. Hablar de ella no se considera útil o de buen gusto, menos aún en momentos de parabienes. Pero esto es un error. Sólo el entendimiento sensato de la mortalidad, permite disfrutar apropiadamente del éxito y la fortuna.

Nadie puede vivir a plenitud si no tiene consciencia de lo inevitable que es la muerte. Y no se puede medir el valor del éxito sin contrastarlo con esta realidad.

Bien lo decía Michel de Montaigne“practicar la visualización de la muerte es practicar la libertad. Un hombre que aprende a morir ya no aprende a ser esclavo”.

La idea de la muerte no ata, más bien suelta los lazos que mantienen cautiva la vida, y esto es indispensable para capitalizar el éxito.

En los momentos amargos del fracaso y la derrota, “Recuerda que vas a morir”.

La muerte es el “gran igualador”, pero no es el único. Hay otros elementos que alcanzan a todos: el dolor, la tribulación, el fracaso. No hay un ser en este mundo que sea ajeno a ellos en determinado momento o circunstancia.

Por ello, bueno sería dejar de pensar ¿por qué a otros les va mejor que a mí? La respuesta a esto es la expresión más contundente de la relatividad que gobierna este universo. Están previstas dosis de cal y arena para unos y otros. Solo el final será idéntico para todos, “Memento Mori”.

Si algo proporciona la vida es LA POSIBILIDAD. Y en tanto ella esté presente, todo puede y debe cambiar. No es triste y de mal gusto la idea de la mortalidad, más bien el hecho de estar muerto aun cuando se goza plenamente de vida.

Para no parecer banal es mejor evitar la demanda de una “vida plena” como objetivo de existir, puesto que muchos dirán que eso es “vender espejitos”. Pero exigir que se viva plenamente en tanto se pise esta tierra, no es algo superficial, es lo más lógico que hay. Así como la luz existe para iluminar, la vida está para vivirse. Cualquier otra cosa es un sinsentido.

Si estás vivo, entonces ¡vive! Es así de simple. Solo la muerte es irremediable. Lo demás cambia siempre, mejora y empeora. No hay ninguna fatalidad en esto. Porque finalmente nada sería el placer sin la existencia del dolor; el amor sin desamor, o el triunfo sin el fracaso. Todos estos factores forman parte del vivir y son comunes para la humanidad entera.

Es absurdo esperar que la realidad sea siempre como uno la quiere, y estúpido sentirse mal cuando no es así. Estar vivo significa ser feliz algunas veces e infeliz otras. Recuerda: eres mortal, no una figura de porcelana incapaz de sentir, y tampoco un dios mitológico capaz de abstraerse de las vivencias humanas.

Al arribar la muerte, fortunas e infortunios desaparecerán. Lo que viene luego es un misterio, por eso no es sensato asumir que el fin es solo un comienzo. Eso nadie lo sabe.

Una cosa si es cierta sin embargo: la vida es sinónimo de POSIBILIDAD, y a partir de ello se puede actuar ahora mismo.

No pierda tiempo, “Memento Mori”.

¡Viva y actúe hoy!, el mañana no le pertenece. No haga apuestas insensatas con la existencia. La POSIBILIDAD está presente hoy, en este preciso momento, mañana ya no se sabe.

Diga ahora mismo eso que no se anima a decir, ame de la misma forma en que quiere ser amado. Dé el paso que se resiste a dar hace tiempo, y tome ésa decisión que lo tiene atragantado. Si se equivoca, pues bien, ¡no hay problema!, la POSIBILIDAD de enmendar está omnipresente en la vida.

El error es como el invierno que se disipa con la primavera, el arrepentimiento por no haberlo hecho es como un periodo glacial. Hay que aprender algo que es verdaderamente consustancial con la existencia: es muchas veces mejor pedir perdón que pedir permiso.

¡Actúe! La vida es movimiento, la parálisis es la esencia de la muerte.

La responsabilidad es una de las mejores cualidades humanas, esto es verdad. Pero es aún más cierto que uno es solo responsable por lo que hace hoy, el mañana es un albur.

Bien resumía Séneca el sentido profundo de “Memento Mori”:

“Preparemos nuestras mentes como si hubiéramos llegado al final de la vida. No pospongamos nada. Balanceemos los libros de la vida todos los días. … A quien da los toques finales a su vida cada día, nunca le falta tiempo”.

Fuente: https://elstrategos.com/memento-mori/

Twitter: @lecheriateve 

Comunicación estratégica: habla bajo, despacio y poco

Imagen de Sasin Tipchai en Pixabay

Para el Pingüino Amarillo la comunicación estratégica es ésa en la que se logra emitir y recibir favorablemente lo que se desea. Hay diferencia entre este tipo de comunicación y otras. Y precisamente la distinción es aquella que caracteriza en todo a la Estrategia: la obtención de ventajas competitivas.

Saber escuchar es, posiblemente, la mejor forma de establecer una ventaja en la comunicación interpersonal y colectiva. Pero tener la capacidad de decir apropiadamente lo que se quiere, es el complemento indispensable.

Con mucha cacofonía y propiedad lo decía el célebre John Wayne: “speak low, speak slow and don’t say much” (habla bajo, habla despacio y no digas demasiado).

Para el pensador estratégico pocas cosas son tan importantes como una buena comunicación. Ella es el punto de inicio de ése circuito que se necesita controlar: acto-pensamiento-emoción-acción. Las palabras son fundamentales porque son el acto que genera la reacción que se busca.

Si algo dicho puede producir efectos en cadena, cuánto más el conjunto que forma un mensaje o una conversación. Controlar eficazmente esto es tremendamente complejo.

¿Cuál es entonces la solución efectiva?

Sencillo: hablar bajo, despacio y poco. Esta es la lógica de la comunicación estratégica.

Hablar bajo es hacerlo con poco volumen, sin elevar la voz. Ciertamente el desenvolvimiento de la alocución podrá hacer propicio el énfasis de ciertas cosas, pero en general la comunicación debe realizarse en voz baja.

Hay un motivo práctico para esto: se consigue mayor atención y enfoque de quién escucha. Es simple, como todo lo que busca la Estrategia.

A mayor atención, mejor comprensión.

Puede suponerse en algún caso que una alocución con alto volumen en la voz puede conseguir igualmente atención de quién escucha. Pero hay una diferencia sustancial. La voz alta incomoda, intimida y puede provocar molestia. Y si nada de esto se encuentra entre los objetivos del pensador estratégico, entonces no aplica para bien.

La voz baja genera mejor ambiente, promueve comodidad y confianza. En ciertas ocasiones puede incluso transmitir una sensación de intimidad que disminuye el ruido y la resistencia. Todo esto es terreno fértil para quién desea establecer algo con claridad y precisión.

Por otra parte, hablar bajo es un acto que distingue a la persona dueña de sí misma y debe convertirse en un hábito. Las emociones pueden traicionar en cualquier momento, y nada hay más propicio para eso que una discusión. Y para buen entendedor, queda explicito que toda discusión está sazonada por interacciones en voz alta y gritos.

Para la comunicación estratégica, hablar bajo ayuda a construir el “control de la situación” que tan preciada es para el que busca obtener una ventaja competitiva.

Ahora bien, hablar bajo debe acompañarse con hacerlo lentamente. Esto otorga esteroides a la fórmula y maximiza los efectos positivos.

Cuando se habla despacio se cometen menos errores, se evitan los accidentes verbales y se asocia de mejor forma el pensamiento con la lengua. Atropellar a alguien con palabras no solo es de mal gusto, también constituye un gasto de energía y conlleva riesgos innecesarios.

El que habla demasiado se expone, y el que lo hace con rapidez, se expone rápidamente.

Un argumento es un conjunto de ideas y premisas que se exteriorizan por medio de palabras hilvanadas. Y ellas tienen campo fértil cuando el “timing” juega a favor y no en contra. Quién habla despacio “engrana” mejor los eslabones y fluye con más comodidad.

Cuando se habla bajo y despacio, la atención del interlocutor se incrementa doblemente. Luego todo lo demás forma parte de la calidad del mensaje que se desea transmitir. En la comunicación estratégica la forma vale tanto como el fondo, porque aquella es frecuentemente responsable del fracaso en la exposición de éste.

Hablar bajo y despacio nada tiene que ver con murmullos o susurros, puesto que la persona segura de sí misma y de lo que quiere decir, no necesita otra cosa. La seguridad, confianza e incluso la prestancia, están mejor representadas en el lenguaje sereno y pausado. Éste siempre tiene mayor probabilidad de ganar un argumento, entre otras cosas porque yerra menos.

Y por último, hablar poco. Esto completa y perfecciona la comunicación estratégica.

Siempre es mejor quedar en deuda respecto a lo que se expresa que convertirse en deudor de lo que se dijo. Hablar poco cuesta menos que hacerlo en demasía.

Muchos asocian la claridad de los mensajes con el volumen de las palabras. Pero pocas veces esto es cierto. Así como el énfasis en un editor de texto queda establecido con “negrillas o cursivas”, así también se establece mejor en un diálogo con repeticiones sutiles o entonaciones. No es necesario hablar más de la cuenta.

El pensador estratégico nunca es evidente en sus actos. Se asegura siempre de ser quien “cierra la puerta” luego que todos han entrado o salido. De esta manera consigue prevalecer sobre otros. Y un aliado valioso en este empeño, es decir poco y dejar pensando a los demás.

Las palabras son, para el Pingüino Amarillo, semillas que siembra en sus interlocutores. Su intención es que de ellas brote lo que desea, poco a poco, sin intromisiones o derroches de energía. Y esto no se consigue echándolas a diestra y siniestra, más bien con cuidado y puntillosamente, en cada uno de los surcos que se han trabajado en la mente de los demás.

Quién habla poco recuerda mejor lo que dijo, y esta es otra forma de construir progresivamente los argumentos, evitando errores y malentendidos.

¡No tenga temor de no ser suficientemente claro por no extenderse con la dialéctica! La claridad de los argumentos es muy parecida a la luz del día, no dura solo un momento, siempre hay más tiempo que se puede aprovechar. Y tampoco lo olvide: es más sencillo agregar que quitar. Esta es una máxima inmutable de la comunicación estratégica y del arte que representan las palabras.

Abraham Lincoln fue uno de los líderes que mejor cultivó el arte de comunicarse con los demás. Su dominio del lenguaje nos llega desde su remoto tiempo hasta la actualidad. Y con respecto al posible riesgo de ser austero con las palabras bien dijo lo siguiente: “mejor es callar y que sospechen de tu sabiduría que hablar y eliminar cualquier duda sobre ello”.

Tampoco olvide a John Wayne: “speak low, speak slow and don´t say much”. Hable bajo, despacio y poco. De eso se trata la comunicación estratégica.

Fuente: https://elstrategos.com/comunicacion-estrategica/

Twitter: @lecheriateve