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We live in a world of dramatic and unpredictable change that is wiping out time-honored businesses and long-standing institutions while ushering in unprecedented opportunities for creative individuals and entrepreneurial organizations. The job is no longer figuring out how to win at the game of work and life; the job is figuring out the new rules of the game. Alan M. Webber's Rules of Thumb is a guide for individuals in every walk of life who want to make sense out of these confusing, challenging, and compelling times. If you're looking for practical advice on how to win at work without losing your self, if you want to change your life to meet the challenge of change, or if you want to learn from some of the world's most interesting and creative people, let Alan M. Webber take you on a remarkable journey toward greater personal understanding and, ultimately, greater personal success. About the Author:Alan M. Webber is the cofounding editor of Fast Company, and was the editorial director and managing editor of the Harvard Business Review. He's worked in federal, state, and local government, writing speeches and focusing on innovative policy initiatives. He's married to Frances Diemoz, an architect and furniture maker; his son and daughter, Adam and Amanda, are his two favorite children in the world.
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La fórmula de 2500 años para el éxito en los negocios

 

Habría que ser más preciso y afirmar que ésta es una fórmula para el éxito en los negocios y la vida. Nada menos. Porque finalmente nadie tendrá los resultados que espera en su desenvolvimiento profesional si no ha vencido las asignaturas que demanda una vida equilibrada y feliz.

La fórmula en cuestión le corresponde a Buda, ése ser iluminado que nació aproximadamente 600 años antes de Cristo. Él decía lo siguiente:

“El mundo está lleno de sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el apego a las cosas. La felicidad consiste precisamente en dejar caer el apego a todo cuanto nos rodea”

Es necesario tener algunas cosas claras en este punto. En primer lugar,  es necesario reconocer que la felicidad es el éxito definitivo. Porque si no fuese así, ¿qué sentido tendría?

Se puede clasificar el éxito de muchas maneras, pero si ellas no conducen a un estado de equilibrio y felicidad de poco sirven.

En segundo lugar, reconocer que el sufrimiento es el antónimo de la felicidad no debería conducir a mucho debate. Nadie podrá afirmar que se siente exitoso si efectivamente sufre. Ése es un contrasentido monumental.

En tercer lugar, admitir que el apego es raíz del sufrimiento, no demanda gran esfuerzo intelectual. Porque cuando se vincula paz y felicidad a estados, cosas o personas que se encuentran en el exterior, se genera dependencia. No existe control de nada, se pierde libertad y se sufre.

Y por último, cuando se anula el apego a externalidades, emerge la fortaleza interior y el éxito es un estado de vida. Ya no se trata de alcanzarlo, más bien de gestionarlo.

El deseo irreflexivo conduce al apego. John D. Rockefeller, el hombre más rico de la historia moderna decía: “Si lo único que deseas en la vida es ser millonario, nunca lo conseguirás”. Porque finalmente, el apego al dinero solo lo ahuyenta. ¿Y cuál es el motivo? Sencillo: el apego produce miedo. Uno básico y fundamental: el temor de no conseguir lo que se quiere o perder aquello que se ha conseguido.

Si existe miedo no hay ningún éxito en los negocios (y tampoco en la vida). El apego y el miedo son hermanos siameses.

Por lo tanto, el desapego es la fórmula para triunfar. Una que tiene más de 2500 años de antigüedad. Una tan evidente como elusiva.

Imagínense a un hombre de negocios sin miedo a las circunstancias y eventualidades. Perfectamente equilibrado y alineado con el proceso y no con el carácter específico de los resultados. Si las cosas salen bien, pues bien, y si salen mal, pues bien también. No hay drama. Éste es un ser que alcanza sus objetivos por mera fuerza gravitacional.

Ahora bien, ¿cómo se alcanza el desapego a personas, cosas o eventualidades? Es un asunto de entendimiento e interpretación. Nada más (y tampoco nada menos, porque es una verdad universal que elude prácticamente a todos los seres humanos).

¿Qué se debe entender?

Primero que la frustración, el desasosiego, la rabia, el dolor, los resentimientos, la culpa, etc., son sentimientos que alcanzan a cualquiera. Forman parte de la naturaleza humana y no deben ser ignorados ni resistidos. Bien lo decía Carl Jung: “lo que resistes, persiste”.

Para tener éxito en los negocios y la vida, hay que tomar CONTACTO con esos sentimientos negativos en cuanto emerjan. Hay que reconocerlos y tener paciencia. En este momento están allí pero luego pasarán. No hay necesidad de hacer carne de ellos. Todo pasa finalmente en esta vida.

En segundo lugar, debe entenderse que esos sentimientos están en uno y en ninguna parte más. No tiene sentido echar culpas o maldecir a nadie ni a nada. La realidad es la que es, y siempre está bien. El sentimiento negativo sobre las cosas es un asunto netamente personal. Si uno choca la rodilla con una mesa, el dolor está en la rodilla, no en la mesa. Ésta es la que es y está donde está, nada más. El mundo no conspira de ninguna forma contra uno.

En tercer lugar, NUNCA y de ninguna forma hay que identificarse con los sentimientos negativos. Es distinto reconocer que la frustración o la ansiedad están allí, que entender que uno está frustrado o ansioso. Éste es el mantra: “yo no soy lo que me pasa”. Desde el momento que uno se identifica con el sentimiento negativo, la batalla está perdida.

La conciencia del ser humano le permite entender que las eventualidades son una cosa y la naturaleza de uno otra. Perder algo dista mucho de considerarse un perdedor. En el primer caso existe un evento que puede cambiar, en el segundo se reconoce la existencia de una “fábrica” que puede producir más derrotas en el tiempo.

Y en último lugar, CAMBIAR la forma de interpretar las cosas que suceden. Acá se perfecciona la fórmula para tener éxito en los negocios y la vida. En este punto se anula el apego.

Para el individuo que interpreta positivamente lo que le sucede, todas las cosas le aprovechan para bien. Todo ocurre para beneficio. Esto es lo que han dicho desde hace miles de años todas las personas iluminadas que han transitado este mundo. A quienes están involucrados en la dinámica de negocios, les gustaría decir: “nunca existen problemas, solo oportunidades”.

Si ahora hay lo que se quiere, perfecto. Y si mañana no hay, perfecto. El individuo continúa camino en uno u otro caso. Porque los eventos son una cosa y el ser otra.

Que el mundo juzgue a quién quiera por los resultados que observa. Esa es una nimiedad. Una medida de latón. Si usted se mide exclusivamente por los resultados que la gente considera “positivos” (vaya a saberse en términos de qué), prepárese para sufrir. Porque habrán tantos o más eventos “negativos” que auspiciosos, y el proceso concluirá por disminuir sus capacidades y lo convertirá en un fracaso estructural.

El éxito en los negocios y la vida se mide por la felicidad. Nada menos. En este sentido sí corresponde ser ambicioso (como buen individuo de negocios).

La felicidad no es una utopía. Ése es un cuento barato que las mentes simples le han vendido mucho tiempo a quienes deseaban mantener bajo dominio y en mediocridad. La felicidad es un estado que todos tienen incorporado desde que nacen. Un estado bloqueado por el apego a cosas y personas, condicionado por “zonas erróneas” que se deben trabajar y se pueden superar.

Ser feliz es por otra parte, el mejor negocio que puede emprenderse, pues como bien lo decía el propio Buda:

“La felicidad, por mucho que la compartas, jamás acortará la tuya”

Fuente: https://elstrategos.com/exito-en-los-negocios/

 

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