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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel
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Tarás Bulba – Nikolái Vasílievich Gógol – 1834


Gógol, nació en Sorochintsky, Ucrania en 1809; murió en Moscú en 1852, era descendiente por la línea paterna de una familia de cosacos; estudió bachillerato en el liceo de Niezhin y fue funcionario público en San Petersburgo con un perfil muy bajo.

Gógol, es considerado como el fundador del realismo ruso e iniciador del movimiento literario en esa nación.

Tarás Bulba, es una obra escrita en forma lineal, y describe a los aguerridos hombres que habitaron las regiones plasmadas en las escenas de esta obra maestra de Nikolái.

Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

11 diferencias entre Amateurs y Profesionales

Muchas veces se olvida que las diferencias entre amateurs y profesionales trascienden el oficio que se practica. No importa si se trata de la persona que barre las calles o quién diseña trajes espaciales. Tampoco es una cuestión de aptitud, más bien de actitud.

Se puede ser una persona mediocre aun teniendo muchos conocimientos y experiencia, por otra parte, se puede destacar tremendamente incluso con poca formación de base. La diferencia es un asunto de mentalidad.

“Lo profesional” no es un estado, es una cualidad. Una forma de entender y actuar en el oficio que se tiene. El mejor heladero del mundo no es pobre simplemente porque imprime mucho valor a lo que hace. De esto se trata la profesionalidad.

Estas son las 11 diferencias esenciales entre las personas que trabajan para vivir y las que viven su trabajo:

Los amateurs se dejan llevar por los eventos del día, los profesionales tienen una rutina

Los mejores exponentes, de cualquier oficio, comparten un rasgo en común: tienen una rutina, y la siguen disciplinadamente.

En realidad, la mayor parte de lo que se llama grandeza es simplemente el resultado de pequeñas acciones bien hechas cada día, una y otra y otra vez.

Para que esto sea posible, los profesionales establecen rutinas. Así toman control de las dinámicas del día. Eliminan preguntas y sorpresas controlando los acontecimientos.

También se dan cuenta que una rutina es inútil si el entorno no es el adecuado para seguirla, por eso crean su entorno, no solo existen en él.

En resumen, establecen los términos.

A los aficionados les encanta el premio, a los profesionales el proceso

Pocas veces se alcanza el objetivo si la vista en la cima es lo único que motiva el escalamiento.

Es absolutamente necesario que la carrera sea tan emocionante como el hecho efímero de cruzar la meta.

Puede sonar como un cliché, pero los profesionales realmente se enamoran del proceso.

Los amateurs hacen que los procesos parezcan difíciles, los profesionales hacen que parezcan fáciles

Esta es la “paradoja del esfuerzo”: hay que esforzarse más para que algo parezca fácil.

Los profesionales reconocen que esos desempeños que se ven “elegantes” y sencillos, son solo el resultado de mucho esfuerzo y práctica.

Porque ésta es una verdad que el Universo no esconde nunca: las cosas pequeñas nutren la grandeza.

Los aficionados culpan a los demás, los profesionales se hacen responsables de sus actos

Cuando se produce un fracaso o un error, hay dos tipos de interpretaciones:

  • El amateur mira hacia afuera y los atribuye a mala suerte, circunstancias injustas, alguien que hizo trampa, etc.
  • El profesional mira hacia adentro y reconoce falta de preparación, fallas en la rutina, irregularidades en la intensidad, etc.

Los individuos del primer grupo se estancan y marchitan, los segundos crecen.

Los amateurs atribuyen el éxito a la habilidad y el fracaso a la mala suerte. Los profesionales, por otra parte, también reconocen el papel de la habilidad y la suerte en cada resultado, por eso se enfocan en los factores controlables y crean un entorno en el que es más probable que la fortuna los encuentre.

La responsabilidad personal siempre genera progreso.

Los amateurs son como una luz centelleante, los profesionales son un faro

Muchas personas son capaces de generar ráfagas de energía, sin embargo, pocas consiguen producir flujos constantes, día tras día.

Quienes “resplandecen” intermitentemente pueden llamar la atención, pero las personas que iluminan el entorno con sus actos, son siempre un referente.

A los profesionales les enorgullece “marcar el reloj”, estar allí todos los días. A eso conduce la constancia, sumada a una sólida disciplina y una gran resiliencia.

Como bien lo atestigua la historia de Charles Goodyear: “nunca apuestes contra alguien que simplemente sigue apareciendo, una y otra vez”

Los aficionados realizan cien movimientos mediocres, los profesionales ejecutan uno perfecto

“No temo al hombre que ha practicado 10.000 golpes una vez, más bien a quién ha practicado un golpe 10.000 veces”. (Bruce Lee)

Los profesionales saben que la ventaja principal se alcanza estableciendo las pautas y desenvolviéndose en el juego que dominan.

Por ello son:

  • Conscientes de sí mismos para determinar su ventaja principal.
  • Estratégicos para alinear las situaciones y los eventos a esa ventaja.
  • Despiadados para explotarla.

Se preocupan menos en trabajar sus debilidades y más en aprovechar sus fortalezas.

Los amateurs temen al fracaso, los profesionales lo aceptan

Existe otra evidente paradoja, la del fracaso: en tanto más se falla, más aciertos se consiguen.

Los “tiros a puerta” son necesarios si se quiere marcar, porque de hecho ¡se pierde el 100% de los tiros que no se hacen!

Por esto es cierto que el crecimiento más significativo a menudo proviene de los mayores fracasos.

Los profesionales no aceptan la derrota como algo inevitable, pero tampoco la temen.

Por esto, es bueno recordar siempre que uno es falible y que eventualmente fallará. Luego, hay que abrazar el hecho y fracasar de forma inteligente y rápida.

Los amateurs temen equivocarse, los profesionales lo disfrutan

Ante su propia incompetencia:

  • El amateur se agita para distraerse e ignorar sus falencias.
  • El profesional solicita apoyo para superar debilidades y reorganiza las cosas para evitar exposición.

Los profesionales entrenan sus mentes para aceptar información nueva que conduce a cambios de puntos de vista y mejoras estratégicas.

Ven cada “actualización de software” como una versión que mejora la anterior y no como una incomodidad.

Porque finalmente, son las mentalidades abiertas las que gobiernan el mundo.

Los aficionados son impacientes, los profesionales pacientes

Los amateurs son pacientes con las acciones e impacientes con los resultados, en tanto los profesionales son impacientes con las acciones y pacientes con los resultados.

Los profesionales pueden retrasar las gratificaciones (su baja preferencia temporal les permite actuar a largo plazo de manera más efectiva), pero al mismo tiempo entienden que el futuro se construye a partir de pequeñas acciones diarias.

Los amateurs esperan buenos desenlaces, los profesionales los crean

Los aficionados entran a la arena con los dedos cruzados, mientras que los profesionales lo hacen con un plan. Se dan cuenta que eso que se llama suerte es el resultado grande de miles de acciones pequeñas.

Los profesionales multiplican la suerte.

Los aficionados presionan, los profesionales esperan

Cuando los niveles de tensión y estrés aumentan:

  • El aficionado se siente incómodo y presiona en un esfuerzo por avanzar rápidamente hasta el final.
  • El profesional está cómodo, observa situaciones y oponentes esperando el momento oportuno para actuar y golpear.

El aficionado se mueve constantemente, creyendo que avanzar hacia adelante constituye progreso.

El profesional, en cambio, se mueve lentamente, hace constantes pausas para pensar y actúa en consecuencia.

Esta es la paradoja de la velocidad: hay que reducir el ritmo para acelerar. La lentitud y la velocidad son estados que se trabajan con la misma suavidad.

Conclusión

El desempeño profesional es producto de una mentalidad bien definida de excelencia y distinción. No importa el oficio que se practique, en tanto se lo haga “mejor que nadie”.

Lo anterior responde ciertamente a conocimientos, habilidades y destrezas, pero es un asunto esencialmente relacionado a la ACTITUD. No hay ningún título o diploma que pueda clasificar a alguien como un profesional. Ésta es una distinción que se alcanza a partir de la forma en la que se hacen las cosas. La función define al sujeto, no aplica lo inverso.

“Toda persona que desee triunfar profesionalmente en la vida debe aspirar a ser “el mejor del mundo en lo que hace”. No el mejor de la empresa, del barrio, de la ciudad o del país, sino el mejor de todos. Éste es un individuo al que el destino le tiende mesa para que se sirva lo que desee”.

Fuente: https://elstrategos.com/amateurs-y-profesionales/

Discursos: ¿Los medios audiovisuales?

 Usted se preguntará ¿Por dónde debemos empezar? Apelando a mi experiencia aconsejo seguir la siguiente secuencia: redactar un esquema, investigar y documentarse, apuntar lo más relevante y escribir el borrado...

Wilfredo Pérez Ruiz

Docente, comunicador y consultor en protocolo, ceremonial, etiqueta social y relaciones públicas. http://wperezruiz.blogspot.com

 

Utilizar los medios audiovisuales para los discursos

Al elaborar una exposición requerimos utilizar, en determinadas circunstancias, medios audiovisuales que constituyen valiosos elementos de soporte y complemento con la finalidad de dinamizar la transmisión de conceptos y propuestas. Bajo ninguna circunstancia deben sustituir u opacar al conferencista.

Usted se preguntará ¿Por dónde debemos empezar? Apelando a mi experiencia, aconsejo seguir la siguiente secuencia: redactar un esquema, investigar y documentarse, apuntar lo más relevante y escribir el borrador de cada lámina de ppt. Asimismo, deberán guardar coherencia con lo tratado, crear interés en el público y utilizarse con moderación.

En innumerables disertantes subsiste el frecuente error de empezar con la confección del ppt: estos deben hacerse después de formular la estructura y definir el orden temático. Es decir, es la última actividad al preparar una charla. Tenga presente la enorme importancia de adecuar la asistencia audiovisual al tiempo, mensaje y público; jamás inicie su presentación leyendo, proyectará inseguridad, pánico escénico y ausente dominio; no aprenda todo de memoria, solo los primeros minutos. Tampoco empiece con una diapositiva o video sin antes realizar una introducción de su contenido.

Es pertinente considerar varias ventajas sobre su uso: transmiten mayor información en menor tiempo; despiertan la motivación de la audiencia; favorecen la comprensión de lo que se está revelando; mejoran e ilustran el conocimiento; refuerzan la comunicación, destacando aspectos esenciales; aportan datos, números y estadísticas. Igualmente, tengo múltiples observaciones: procure mostrar concordancia entre lo anotado y el argumento expuesto; confirme su buena calidad; coloque una sola idea por diapositiva; utilice frases sintéticas; diseñe el material con antelación.

Del mismo modo, insinúo tomar en cuenta que la orientación horizontal facilita la lectura; sitúe una sola idea por diapositiva; apóyese en dibujos, diagramas, esquemas; aprópiese de la regla "6×6" (seis líneas máximo por diapositiva, seis palabras máximo en cada línea); use fondos simples y claros; decline abusar de los colores y respete los matices naturales (por ejemplo, no existen plátanos azules); asegúrese que las personas de la última fila de la sala alcance a leer su texto; elija una letra legible y apropiada (esquive una inferior a los 20 puntos); evite errores ortográficos, tonalidades llamativas o diseños extravagantes; exhiba correspondencia con su estilo personal o institucional; incluya fotografías de óptima calidad.

Existen diversas opciones multimedia a nuestro alcance. Las diapositivas con sonido pueden resultar convenientes, pero también incómodas, dependiendo de la exposición y auditorio; las multi-imagen muestran dos figuras fijas u oscilantes de forma simultánea junto con acompañamiento de voz y/o música; el video interactivo combina instantánea y movimiento, textos, gráficos, voz y música mientras el participante tiene surtidas opciones de respuesta. Incluye retroalimentación.

Unas anotaciones con relación al lugar. Trate de familiarizarse con el espacio físico en que expondrá e indague con anticipación acerca de pequeños y significativos asuntos como la temperatura; las luces artificiales o naturales; la forma de la sala; la visibilidad de los asistentes; la acústica; la colocación del cañón, computador, podio, micrófono y mesa de honor.

Durante su disertación revele inalterable certeza, aplomo, actitud serena y afabilidad. Estos pormenores pueden ser más transcendentes de lo imaginado. A continuación, unos cuantos y eficaces aportes de valía: mirar a la audiencia; conocer y practicar el manejo de los mecanismos audiovisuales; consistencia en lo expuesto; muestre capacidad de improvisación ante deficiencias y desperfectos; emplee un puntero; no juegue con objetos en sus manos; indague las características, motivaciones e intereses de los asistentes.

Preste atención a incontables cuestiones de forma y fondo. Asegurar su éxito incluye percatarse de detalles inadvertidos cuya omisión puede tener serias repercusiones en la receptividad y entendimiento del público: ensaye, grábese y estudie las respuestas sobre las más complejas interrogantes; luzca atuendo adecuado, sobrio e impecable; conciba una sobresaliente imagen ejecutiva; inicie su intervención con un saludo cordial y acompañado de una sonrisa; recurra a la automotivación positiva. En tal sentido, prepárese, organícese, evidencie seguridad, saludable estado anímico y talante de comunicador.

Para concluir, recuerde: un discurso siempre es una magnífica coyuntura para irradiar ideas, generar espacios de reflexión, compartir conocimientos, persuadir conciencias e involucrar a su audiencia. Comprométase con intensidad y naturalidad con el tópico que abordará; demuestre su pleno convencimiento; hable con ímpetu, entrega e inequívoca manifestación de querer propagar su sapiencia.

Aproveche el privilegio de hablar ante sus espectadores, no todos tienen esa posibilidad. Es un hermoso y apasionante desafío frente que debemos estar habituados y cuyas implicancias redundarán en nuestro desarrollo integral y, consecuentemente, en el ámbito profesional. Viene a mi mente la sabia expresión anónima: "El que habla siembra, el que escucha recoge". 

Fuente: https://www.protocolo.org/laboral/empresarial/discursos-los-medios-audiovisuales.html

“El drama de una vida sin vacaciones”


Hay que decirlo con firmeza: vincular la lógica de las “vacaciones” con el carácter de la vida no es un simple enunciado, es una gran verdad.

Es un triste despropósito asociar el tiempo de “vacaciones” a regocijo y el “otro tiempo” a obligación y pesar. En el peor de los casos si lo primero es correcto, lo segundo es un error. Y en interpretación rigurosa, ambos son criterios equivocados.

La vida es una sola, y de muy corta duración. Asumir, por tanto, una breve existencia de regocijo y largo tiempo de pesar, es absurdo. Y la clave para entender esto pasa justamente por el equívoco de “asumir” el hecho.

¿Que provoca que la gente asuma la existencia de una dualidad entre trabajo y vacación? ¿Y por qué asocia lo primero a obligación y lo segundo a bienestar?

Ninguna de estas presunciones refleja la verdad.

Está tan mal planteada la ética del trabajo que éste siempre se relaciona con esfuerzo, sacrificio y pesar. Por eso cuando hay una pausa (aunque sea breve), emerge un regocijo natural.

Pero, ¿dónde está escrito que el trabajo deba ser un sacrificio que cause pesar?

El trabajo puede proporcionar, perfectamente, alegría y gozo, dado que es un sacrificio positivo y un sano esfuerzo. Es en esencia un acto liberador consustanciado con la naturaleza humana y su necesidad de aportar y realizarse.

Y dado que esto es así, por supuesto que no hay tal cosa como “vacaciones” para la naturaleza humana. Es absurdo. Porque si se aceptara esta dualidad, entonces sería entendible que los seres humanos busquen un estado de vacaciones perpetuas y erradiquen el trabajo definitivamente.

Pero esto no es posible.

Sí podría anularse el criterio de las “vacaciones”, pero nunca el del trabajo. El primero es solo un concepto “contestatario”, en tanto lo segundo forma parte de la esencia biológica y social del ser humano.

Las personas que sobrevaloran las vacaciones y rechazan (aunque sea inconscientemente), las realidades de su trabajo, tienen un serio problema: no son libres, y por lo tanto tampoco dueños de su vida o su destino.

Responden a valores que les han hecho ver (desde muy temprano), que la responsabilidad está vinculada al sacrificio negativo, es decir, a la necesidad de sustituir lo gratificante por algo que no lo es.

Si alguien dice que se siente feliz con su trabajo y no extraña vacación alguna, será incomprendido o considerado un petulante.

Porque en esa ética equivocada del trabajo, responsable es quién labura hasta quedar exhausto, al punto de caer desplomado sobre la cama como parte de un merecido descanso. Finalmente, el mismo convencionalismo dice: ¿qué sentido tiene “descansar” si uno no se ha agotado antes en justa lid?

¡Conceptos absurdos!

En esa lógica, “estar ocupado” es una medalla de honor, y quitarle horas a la noche y a seres queridos, un sacrificio que debe entenderse.

Ahora bien, dado que la naturaleza humana es inmutable y todo lo anterior una falacia, llega un momento en que la psique y el cuerpo demandan a gritos “vacaciones”. Luego se programa esa pausa, solo para garantizar efectividad cuando se reanuda el ciclo.

Y cada vez resulta más difícil resignar vacaciones para retomar el trabajo.

De esa forma pasa buena parte de la vida. Posiblemente hasta que llega el descanso obligatorio o la “vacación final”, porque ¿puede entenderse de otra forma eso que los convencionalismos llaman “jubilación”?

Ninguna de estas creencias es correcta o necesaria, por muy convincente que parezca.

Mejor lo hace el poeta al afirmar que la vida se trata de un “programa de vacaciones” o el novelista que grita: “hablan de la dignidad del trabajo. ¡Bah! La dignidad está en el ocio”.

Hay que modificar criterios.

Es importante entender la respuesta que cada individuo debe plantear a este drama.

Y la solución radica, sencillamente, en el ejercicio del valor humano fundamental: la libertad.

Porque cualquier hecho o evento que afecta la básica libertad de vivir como uno quiere, genera las distorsiones descritas. En tanto dependiente o condicionado, el ser humano no tiene la capacidad de ser básicamente feliz y alcanzar su potencial.

Esta libertad irrestricta no está reñida con el respeto al otro o al interés común. Básicamente porque quién entiende la libertad, la hace extensiva a todos.

Si el trabajo no es una manifestación de la libertad de cada quién para aportar y realizarse como quiere, entonces es pesada obligación y un sacrificio negativo. De ese tipo de laboriosidad sólo puede esperarse mediocridad, más temprano que tarde.

Afirmar que la solución al drama de una vida sin vacaciones radica en arrogarse la libertad de vivir como uno quiere, frunce muchos entrecejos. Es entendible. ¿Qué tanto pueden saber de esto personas que durante generaciones han sido formadas entre ceñidos convencionalismos sociales?

Si el niño dice temprano que quiere ser bombero, genera una sonrisa, y si lo dice un poco más tarde provoca sincera preocupación. Si manifiesta su intención de ser peluquero genera pesar, al menos de inicio. Todos estos hechos coartan sutilmente la libertad, y es precisamente en esa sutileza donde radica el mayor peligro.

El empleo, como una forma de trabajo (no la única ni la mejor), se idealiza desde temprano, al son del enaltecimiento de abogados, doctores, ingenieros y licenciados. Poca resonancia merecen las intenciones de trabajar por cuenta propia o emprender. Esta es otra forma de conculcar la libertad de elegir cómo vivir, aportar y realizarse.

Quien no es libre ¡no controla su vida!, y si no la controla danza al son de la música ajena, aspirando siempre unas “merecidas vacaciones” y suspirando cuando terminan. Si no se puede construir el sueño propio, entonces se ayuda a construir el sueño de otro.

De esta forma la ética vigente del trabajo esculpe mentes, conductas y destinos.

El mejor remedio para el drama es renovar votos. Reconocer el valor de origen.

Ésa es la palabra: reconocer.

Porque, ¡es falso que una persona carezca de valor por no plegarse a las creencias y convencionalismos imperantes! Porque es absolutamente cierto que se puede tener una vida plena y satisfactoria como bombero, peluquero, ingeniero, violinista o lo que se quiera ser y hacer. La vida es un amplio y fértil jardín donde pueden florecer todos.

Y la libertad de ser y hacer está siempre sustentada en el amor, porque difícilmente se opta por lo que molesta o lastima. La excelencia, por otra parte, es una consecuencia del amor, y así se perfecciona el circuito.

Un mundo de personas excelentes en lo que son y hacen no es uno en el que se viva hoy, pero es uno perfectamente posible.

Todos pueden vivir en vacaciones permanentes. ¡Absolutamente! Pueden disfrutar el ejercicio del trabajo igual que un paseo a orillas del mar. Tienen toda la capacidad de afirmar lo que Gene Simmons: “nunca he tenido el deseo de tomar una vacación, mi trabajo y el placer son para mí una sola cosa”.

¿Qué hace falta para esto? Ejercitar la libertad de trabajar en lo que se desea y como se desea. Confiando plenamente en la capacidad de alcanzar el éxito haciendo lo que se ama.

Hay muchos por allí que no creen en esto para nada. Exigen que se “tengan los pies en la tierra” y se asuma la intrínseca dificultad de la vida.

Ellos olvidan que al ser la mediocridad el camino de menor resistencia, es también el más competitivo.

Ignore los cantos de sirena, no se encadene nunca a una vida en la que se “anhelan” vacaciones y se suspira con pesar la víspera de cada lunes. No crea que por “tener los pies en la tierra” está obligado a tener la cabeza a la altura de los pies. Sea y haga lo que quiere ser y hacer.

¿Que la vida es difícil? ¡Quién sabe! La relatividad es una fuerza que gobierna el Universo.

Una cosa es, sin embargo, absolutamente cierta: esta es SU vida. Y nadie puede darle más valor a ella que usted mismo.

Fuente: https://elstrategos.com/vacaciones/

Consejos de etiqueta para que los hombres se relacionen de forma apropiada con las mujeres en su trabajo y en el ámbito laboral

Consejos de etiqueta para que los hombres se relacionen de forma apropiada con las mujeres en su trabajo y en el ámbito laboral

La progresiva incorporación de las mujeres al mundo laboral ha cambiado de forma importante la forma de relacionarse con los hombres compañeros de trabajo. Los cambios sociales han repercutido en estos cambios laborales

Redacción Protocolo y Etiqueta

 

Sugerencias de comportamiento y reglas de cortesía para tener buenas relaciones laborales con las compañeras de trabajo

Las mujeres y sus relaciones en el ámbito laboral

 

Cuando hablamos de interactuar con las mujeres en el ámbito laboral, siempre es mejor ir a lo seguro para evitar incidencias y situaciones no deseadas. Se debe tener mucho cuidado con las cosas que dicen y cómo se dicen. Aunque hay que ser amables y considerados unos con otros, los hombres tampoco tienen que exagerar su comportamiento con las mujeres.

La dinámica del entorno laboral actual, tanto para las mujeres como para los hombres, ha cambiado de manera significativa. No únicamente en el plano de la igualdad de oportunidades, sino en la valoración que del trabajo de la mujer tienen sus propios compañeros de trabajo. 

El comportamiento de los hombres con sus compañeras de trabajo se ha vuelto, por decirlo de alguna manera, algo más cauteloso y consciente. Ahora, un hombre se lo piensa dos veces antes de decir algo o de tener algún gesto o comportamiento poco apropiado.

La inter actuación entre hombres y mujeres en el ámbito laboral se rige por unas estrictas normas de respeto que son la base sobre la cual se cimenta la generación de un buen clima laboral.

Cumplidos, los justos. Piropos, ninguno

 

Cuidado con hacer ciertos 'cumplidos', halagos, piropos y otras 'cortesías verbales'. Por muy amables o considerados que puedan parecer, mejor abstenerse de decir este tipo de 'cortesías verbales'.

Salvo que sea una persona de mucha confianza, tampoco es muy apropiado hacer comentarios sobre la forma de vestir o la imagen de una compañera de trabajo -ni de un compañero tampoco-. Si es una persona cercana, se puede hacer un comentario en privado, basado en esa confianza mutua.

Si queremos felicitar a una compañera de trabajo se debe hacer de forma verbal. No es necesario añadir ningún tipo de calificativos -que pueden ser malinterpretados- ni de llegar al contacto físico.

El lenguaje gestual o la comunicación no verbal son muy importantes en el ámbito laboral. En ocasiones, se puede decir mucho más con un gesto que con las palabras. Cuidado con hacer gestos poco adecuados, y menos a espaldas de una persona.

3 consejos para mejorar el ambiente laboral

Respeta el espacio personal. Las palabras pueden intimidar, pero invadir el espacio personal intimida aún más. Cada persona tiene su propio espacio personal que se debe respetar. Por lo tanto, no es correcto acercarse demasiado a una compañera de trabajo. Hay que respetar los límites que cada persona tenga establecidos.

Cuidado con las 'señales'. Puede crear un grave problema en la empresa, malinterpretar 'señales' que no son tales. La imaginación de algunas personas 'crea historias' que no existen en la realidad. Pero, algunos, se las creen. Eso puede ser fuente de problemas y malos entendidos.

Ideas equivocadas. No prejuzgar a compañeras de trabajo que no conocemos por comentarios previos y rumores infundados. 

Resumiendo, hay ciertas conductas que se tienen con respecto a las mujeres que son claramente estereotipadas. Por esta razón, es importante valorar el trabajo de una persona, con independencia de su género.

Fuente: https://www.protocolo.org/laboral/relaciones-laborales/consejos-de-etiqueta-para-que-los-hombres-se-relacionen-de-forma-apropiada-con-las-mujeres-en-su-trabajo-y-en-el-ambito-laboral.html