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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel
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Establezca su residencia en la “zona de incomodidad”

 

No solo es cierto que nada bueno crece en la “zona de confort”, también es verdad que los grandes logros solo se consiguen operando en la orilla opuesta: la “zona de incomodidad”. Éste es el campo donde se juega la liga más competitiva del quehacer personal y profesional.

La “zona de incomodidad” se encuentra en los límites del desenvolvimiento habitual de las personas, sea cual fuese la actividad que estén desempeñando. Allí se exhibe el potencial de cada quién, la madera de la que está hecho y el tamaño que puede alcanzar. Si se opera y trasciende en la “zona de incomodidad”, todo es evolución.

El progreso no consiste en construir “mejores condiciones” o más comodidad, en realidad es una consecuencia del trabajo en situaciones difíciles. Ningún acto de creación disruptiva o innovación ha sido fácil, basta conocer la historia de Charles Goodyear, los hermanos Wright, Alexander Fleming, Nicola Tesla, etc, etc, etc.

Y eso por citar casos mayores, porque es igual para todas las personas, independientemente del tamaño de sus logros. Quién no se sienta “incómodo” haciendo lo que hace, poco o nada alcanzará. De esto se trata finalmente la diferencia entre “trabajo” y descanso (si quieren tomarse los extremos). Uno representa incomodidad (de todas maneras), y el otro comodidad.

Ahora bien, es importante entender a qué hacen referencia las operaciones en “zonas de incomodidad”, porque no se trata tampoco de complicarse la vida.

La “incomodidad” está relacionada al trabajo en asuntos ajenos al “área de seguridad” en la que buscan desenvolverse todas las personas. La tan mentada “zona de confort” es en los hechos una “zona de seguridad”.

A esta conclusión conduce la naturaleza de la mente humana y la historia de su evolución. Todo se trata de seguridad, desde las ya lejanas cavernas hasta nuestros días. La premisa básica de los circuitos cerebrales es situar al ser humano en condiciones seguras.

Todo acto o intención que atente contra las condiciones que el cerebro vincula a seguridad, está sujeto a oposición y fricción.

El espectro de esas “condiciones seguras” puede ser muy amplio, no se trata de entenderlos como un deporte extremo. El cerebro triúnico del ser humano y su complejo reptiliano, trabaja cada instante condiciones de seguridad que pueden parecer irrelevantes o incluso absurdas. ¡Esa es su función!

Levantarse de la cama puede convertirse en un acto sujeto a fricción, no se diga hacer un mínimo de ejercicio o sostener una agenda disciplinada de trabajo. El cerebro primitivo puede entender muchos de estos actos como innecesarios e inseguros.

La “zona de confort”, por lo tanto, termina siendo un área grande de factores y eventos que el cerebro considera básicamente seguros.

De allí para afuera, todo terreno de conquista es pleno en recompensas. Mientras más lejos se opere de las zonas de seguridad, más importante es la promesa de victoria y éxito. O visto desde el otro lado de la moneda: mayores los logros mientras más incómodas las tareas.

Operar permanentemente en la “zona de incomodidad” no es sencillo. Aquí radica la clave para volver esto una efectiva ventaja competitiva. En realidad todas las personas, de una u otra forma y en algún momento, operan fuera de su “zona de confort”, porque en caso contrario sería muy difícil la supervivencia.

Lo importante es, sin embargo, ser a la vez efectivo y eficiente en estas tareas. Y eso se consigue incorporando el criterio de “incomodidad” en los objetivos de la vida y, por otra parte, respecto a las tareas cotidianas.

Esto es parecido al acercamiento científico de la definición de felicidad. Ésta se trata, dice, de que “estés feliz CON tu vida y EN tu vida”. Lo primero tiene que ver con objetivos y lo segundo con las tareas rutinarias.

Lo mismo aplica con el criterio de incomodidad. Para ser efectivo, los objetivos de vida (personal o profesional), deben estar fuera del área de confort o seguridad. Y para ser eficiente, las tareas de cada día (que precisamente conducirán al objetivo),deben tener la misma cualidad.

La persona que opera efectiva y eficientemente en sus “zonas de incomodidad” trabaja su potencial como lo hace un escultor con la piedra que dará forma a su obra de arte. Con cada golpe lo acerca a la consagración.

Esto fortalece el perfil competitivo de cualquiera, porque pocos enfocan su energía al trabajo permanente en “zonas de incomodidad” o de “menor seguridad”.

Y las comillas valen mucho en esto último, porque el criterio de inseguridad aquí planteado nada tiene que ver con peligros o riesgos insensatos. La “seguridad” no es un asunto de vida o muerte, es simplemente la aversión a lo desconocido y al esfuerzo que ello representa.

Ahora bien, la persona que decide orientar su vida a extraer los premios que ofrece la “zona de incomodidad”, debe estar consciente que enfrentará dura oposición. En primer lugar de él mismo. El cerebro desarrollará una fuerza gravitacional que atraerá toda acción hacia zonas de confort. Cada momento, durante toda la vida.

La única forma de vencer esta fuerza de manera eficiente es creando hábitos productivos que trabajen desde el inconsciente. Solo un conjunto de virtuosos hábitos permite fluir en la “zona de incomodidad”, porque si cada acto tuviera que ser conscientemente planificado, la tarea sería imposible. La consciencia en realidad debe ocuparse del planteamiento de los objetivos de vida.

Por lo tanto, quien hace de la “zona de incomodidad” el área de su desempeño, alcanza efectividad con el planteamiento consciente de sus objetivos de vida y eficiencia con el desarrollo de hábitos virtuosos para sus tareas cotidianas. En lo primero se juega la visión, inteligencia y el sentido de trascendencia, en lo segundo participa la fuerza de voluntad, disciplina, perseverancia, etc.

Sin los dos ingredientes no puede alcanzarse la victoria. Pesa tanto el sentido de visión como la fuerza de voluntad para operar exitosamente en la “zona de incomodidad”.

Establezca por lo tanto objetivos ambiciosos para su vida, en todo sentido. Sea atrevido. Desafíe al destino. Nada de esto comulga con la comodidad o la seguridad, pero estos conceptos son sólo construcciones humanas, y muchas veces planteadas inconscientemente.

Es preferible tratar con gente que bordea la fantasía en la previsión de sus propósitos, que con personas completamente ancladas “al suelo”.

Una vez que se haya planteado “objetivos incómodos” para su vida, opere congruentemente, y cada día, en su “zona de incomodidad”. Haga cada jornada alguna cosa que lo atemorice, algo que esté postergando injustificadamente, y en general, cualquier acto que encuentre tan pertinente como incómodo.

Si su cerebro expone 20 razones para que no se ponga las zapatillas y salga a correr de acuerdo a lo que tenía planificado, emita UNA SOLA ORDEN a su cuerpo, vístase y salga a correr. Esta es la forma de decirle a la mente quién está al mando de la “nave”. Si practica esta lógica todos los días, la “zona de incomodidad” se volverá más familiar que su barrio.

La mente necesita repetidos recordatorios que le indiquen quién está al mando, porque de lo contrario toma las riendas y conduce por donde quiere. Esto no es cómodo, obviamente.

Pero finalmente se trata de esto: operar en la incomodidad con tal solvencia y familiaridad, que lo incómodo se torne cómodo.

Fuente: https://elstrategos.com/zona-de-incomodidad/

“No hacer nada” es una gran inversión

 

Las personas se ocupan de estar ocupadas. Ese es uno de los dramas humanos que no ha hecho otra cosa que empeorar con el tiempo. El “no hacer nada” está mal visto y no parece un acto responsable, no se diga que pueda considerarse una “gran inversión”.

Todos reconocen y se duelen de la intensidad y el vértigo con el que viven. Sin embargo, responden el frenetismo de sus vidas con más frenesí, como si así pudiese ser contrarrestado. Combaten el fuego con más fuego, a pesar que la intención sea sofocarlo.

No parece muy inteligente, pero así se vive.

Tomando en cuenta que la consigna de mantenerse ocupado no sea solo un convencionalismo, tendría que suponerse que es útil y constituye una buena inversión. Porque finalmente, parece ilógico “no hacer nada” mientras una tormenta de eventos sucede alrededor.

Pero esto aplicaría siempre que se tratase de un evento extraordinario, es decir, que la “tormenta” sea poco corriente y perturbadora. Pero si ella está presente siempre, ya no es extraordinaria. Se convierte en algo “normal”.

Y esto pasa en la dinámica de la vida. La velocidad con la que suceden las cosas, las exigencias, los problemas y eventualidades son una constante. No hay nada especial.

Este tampoco es un fenómeno estrictamente contemporáneo, en realidad es una particularidad de la vida social y su evolución. Cada generación de seres humanos ha tenido que gestionar sus propias dinámicas, con una sensación de vértigo similar.

La persona que hoy ve asombrada la posibilidad inminente de colonizar el planeta Marte, y tiene la experiencia de innumerables eventos creados electrónicamente, siente lo mismo que el hombre de principios del siglo anterior que miraba perplejo los primeros automóviles y aparatos telefónicos.

La dinámica es siempre igual, lo mismo que el ser humano. Solo son distintas las circunstancias y los conocimientos disponibles.

Ante este vértigo de la vida, el “no hacer nada” constituye un sabio retorno a las capacidades humanas fundamentales, y es desde todo punto de vista, una “gran inversión”.

Esencialmente porque estas capacidades no pueden ser reemplazadas por ningún sistema. Son condiciones privativas del ser humano.

En reposo y contemplación las personas pueden soñar, reflexionar, observar, pensar, aprender. Tienen la posibilidad de elaborar visiones útiles del futuro y concebir caminos para alcanzarlo.

Nada de esto puede ser hecho por una computadora o un robot, y lo que es más intimidante, TODO el resto puede ser hecho mejor por ellos.

Al salir conscientemente del círculo vicioso de la “ocupación”, surge el espacio para sostener las relaciones que importan, abrazar la vida y mostrar gratitud. Puede aprenderse algo más de lo que demanda la dinámica habitual, maravillarse con la existencia y recargar la indispensable energía que se necesita para la “ocupación”.

Es en este escenario de “ocio” donde se construyen las capacidades para operar eficazmente en el frenesí cotidiano y volverlo, así, una gran inversión.

Sin posibilidad de soñar, visualizar, reflexionar, aprender y mantener relaciones de calidad, no es posible interactuar bien con la vida, al menos no con un sentido mínimo de control sobre el destino.

Quién argumenta que “no tiene tiempo para aprender” o para maravillarse con la existencia, no vive, sobrevive. Es como un pez que lleva la corriente.

Decía Herman Melville en su maravilloso Moby Dick: “hablan de la dignidad del trabajo. Bah. La dignidad está en el ocio”. ¡Y así es!

En tanto la dignidad se entienda como “la cualidad del que se hace valer como persona, quién se comporta con responsabilidad, seriedad y respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden”, entonces emerge de las condiciones que plantea la quietud y no el trabajo.

La ocupación que puede calificarse como productiva, siempre es consecuencia del ocio bien entendido y del reposo apropiado.

Ahora bien, el “no hacer nada” (con todo lo que ello representa), debe ser un acto consciente, no se trata de una respuesta inercial al cansancio. Si fuese así, se convertiría en consecuencia, no en causa. Dejaría de ser una gran inversión y se volvería un acto inercial.

La tarea más importante de la persona competitiva es la construcción apropiada de sus labores de ocio. Del carácter de aquello que hace cuando “no hace nada” depende la calidad de su oficio cuando está “muy atareado”.

Lo anterior demanda consciencia.

No es sencillo “construir” el ocio. “No hacer nada” es un arte que dominan pocos, aunque parezca ridículo. Es algo que está tan lejos de la pereza y del mero hecho de languidecer, como la propia ocupación.

Fíjese en lo siguiente: todas duermen, pero pocos sueñan; las personas miran, pero no todos observan; todos descansan, pero pocos saben cómo relajarse; los cerebros humanos están repletos de pensamientos permanentes, pero pocos saben encontrar quietud y silencio. ¿Cuántas personas existen que pueden meditar completamente inmóviles al menos 15 minutos al día? ¡No es fácil!

Lao Tzu decía: “No hacer nada es mejor que estar ocupado sin hacer nada”.

Ahora bien, cuando el tema se aborda desde la perspectiva de la generación de energía, termina de comprenderse. Pasa de ser un asunto importante y se convierte en algo vital.

Sin energía nadie puede hacer nada. Todo el Universo es una maravillosa manifestación de ella, igual que la vida. El tiempo mismo, ése concepto para medir el discurrir de las cosas, está condicionado por energía, porque de otra forma no existiría el factor que permitiese que las cosas efectivamente sucedieran.

La energía se aplica, se gasta y agota en la ocupación, y sin espacios de “no hacer nada”, no se la podría reponer. Por esto, conocer el arte asociado al ocio es la única manera de ser productivo y vivir con plenitud.

Así la premisa se entiende como una gran inversión. Porque en la medida que mejor se maneje el ocio, mejor retorno existirá en la ocupación.

Estas son algunas “tareas” que pueden y deben practicarse en reposo, quietud y  silencio:

  • Soñar. ¿Se ha dado cuenta que las grandes ideas emergen cuando se conduce, se está en la ducha o se camina sin premura? Es más probable tener un momento de “eureka” cuando se está relajado y se permite que las ideas se filtren en la parte posterior del cerebro. Por esto hay una recomendación para todas las personas que almuerzan en su escritorio: ¡tomen un descanso!
  • Reflexionar. Las personas hacen cosas sin sentido a cada momento, por eso alejarse de las situaciones que tienen que abordarse regularmente proporciona una perspectiva valiosa.
  • Observar. A veces, la mejor respuesta está delante de las narices pero se está demasiado ocupado para verla. Si la mayoría de las respuestas parecen simples en retrospectiva, tal vez no se esté dedicando suficiente tiempo a buscar lo obvio. Tener la capacidad de identificar lo simple es siempre una gran inversión.
  • Vínculos. Despeje su calendario. Pase una noche tranquila con su cónyuge, cene en familia o con amigos en lugar de tomar comidas sobre la marcha. Escuche a sus hijos hoy y sea parte de lo que harán mañana.
  • Relajarse. La gente trabaja todo el año solo para tomarse unos días libres.  Esto quiere decir que solo en vacaciones propende a disfrutar de la vida simple: se relaja en la playa, camina por el bosque o ve una hermosa puesta de sol. ¿Por qué esperar? Posiblemente lo único que impide relajarse es uno mismo. En lugar de agregar actividades a la agenda, intente eliminar algunas y luego… relájese.
  • Abrazar la vida. Cuando pasa el tiempo contando cada minuto, está perdiendo momentos preciosos. Y tome en cuenta que son los momentos, no el calendario, lo que recordará algún día.
  • Mostrar gratitud. ¿Está muy ocupado para demostrarles a las personas que quiere que son importantes en su vida?
  • Pensar. Pero no con el piloto automático que condiciona los procesos mentales rutinarios, más bien trascendiendo lo superficial y meramente utilitario.
  • Aprender. Quítese los zapatos y aprenda algo diferente. Explore nuevos territorios. Cambie su enfoque. Abra su mente. Deje el territorio familiar. Salga de la rutina. Vea la imágen completa. Conecte los puntos. Cambie su perspectiva.
  • Recargar. Tómese un tiempo para rejuvenecer, ¿le parece poco significativo? Tranquilice su mente. Desenchufe. Medite. Tome una buena siesta. Vuélvase, en resúmen, un experto en tomar vacaciones de cinco minutos.
  • Deambule. Olvide sus aspiraciones por un momento. Salga a caminar para despejar la cabeza. Pasee sin propósito. Piérdase dentro de sí mismo. Quién sabe lo que encontrará…

¿Todo esto parece poco? Pues no es así. ¡Es una gran inversión! Una en el negocio más importante que tiene: su propia vida.

Fuente: https://elstrategos.com/no-hacer-nada-es-una-gran-inversion/

Petición de mano, clásica o no. Cómo hacer una pedida de mano


Los novios suelen hacer oficial su relación por medio la petición de mano, paso previo a los preparativos generales de la boda

La petición de mano - la pedida de mano

Cómo hacer una petición de mano: ¿pedida de mano formal o informal?

Cuando los novios quieren hacer "público" su compromiso, se lo comunican a sus amigos. También se lo comunican a sus respectivos progenitores. Cuando desean formalizar su relación es habitual que los padres de ambos se reúnan para realizar la correspondiente petición de mano y conocerse.

La etiqueta más clásica para una petición de mano indica que deben ser los padres del novio los que vayan a casa de los padres de la novia. Los padres de la novia serán los encargados de fijar una fecha para este encuentro y ejercer de anfitriones. De forma generalizada se suele optar por un almuerzo o una cena -aunque un sencillo té o café y unas pastas y pastelillos pueden ser suficiente-.

¿De qué hablar durante la pedida de mano - petición de mano?

Una vez que los padres están reunidos es habitual que se hable sobre sus hijos. Hablar sobre los planes que tienen para la boda e incluso que se trate de temas algo más pragmáticos o materiales, como los temas económicos.

En la actualidad es habitual que los padres del novio lleguen con el novio. En otros tiempos, era costumbre, según las reglas de etiqueta para una petición de mano, que los padres del novio llegaran solos y posteriormente se presentase el novio en la casa de sus futuro suegros. En cualquiera de los dos casos (vaya el novio con sus padres o llegue un poco después), si es bastante adecuado que el novio lleve un ramo de flores a la madre de su novia, como detalle de cortesía -o bien puede enviar unas flores por la mañana antes de la hora del encuentro-.

De la misma manera que ocurría con el novio, según las normas de etiqueta más clásica, la novia tampoco estaría presente en un primer momento, apareciendo con posterioridad al encuentro inicial entre los padres de ambos. Tampoco es una costumbre que actualmente se siga en muchos lugares. Todo lo que se tenga que hablar se puede hacer perfectamente delante de los novios que para eso son una parte interesada.

Los regalos para una pedida de mano

Durante el almuerzo (merienda, cena o lo que sea) se habla sobre los novios, sus planes de futuro, sus expectativas, etc. A los postres o durante la sobremesa es el momento en el que a la petición de mano se acompañan los tradicionales regalos de pedida -si no hay una comida "formal" se pueden entregar los regalos una vez que se ha charlado un rato y se han conocido mejor los padres de ambos- . Los más habituales son:

1. Para ella, un anillo de pedida.

2. Para él, un reloj de pulsera o unos gemelos.

Las parejas actuales optan, en algunos casos, por regalos menos tradicionales y más enfocados a gustos personales y aficiones. Artículos tecnológicos, deportivos, libros, etcétera.

Tanto el intercambio de regalos en la sobremesa, como el tipo de regalo puede cambiar en función de las tradiciones y costumbres de cada localidad, región o país.

Una costumbre, habitual en muchos lugares, consiste en devolver la invitación a los padres de la novia a los quince días, aproximadamente, por parte de los padres del novio con un almuerzo o cena similar al recibido.

Los novios que optan por no hacer una pedida de mano clásica si que suelen reunirse unas semanas antes de la fecha de la boda para que ambas familias se conozcan. Es un encuentro "informal" sin entrar en tantos detalles como en una petición de mano clásica.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/bodas/peticion-de-mano-clasica-o-no.html

La formación profesional del emprendedor

 

Se discute mucho acerca de la formación académica de una persona para ser emprendedor, el título profesional que lo habilita y  los conocimientos que debe poseer. La polémica surge debido a que existen emprendedores de diversa índole. En realidad los hay en la misma proporción de aquellos que tienen éxito a pesar de poseer escasa formación y los que triunfan gracias a vastos conocimientos.

El mundo del emprendimiento está poblado por personas con oficios diferentes, y de toda edad. Hombres y mujeres de diversas razas y culturas.

Parece no existir un patrón de formación que los distinga.

Y es que en realidad los conocimientos académicos convencionales no aplican en la formación profesional de un emprendedor. Por lo menos no son un requisito que garantice su éxito.

Si efectivamente pudiera formarse a un emprendedor (hecho que no está comprobado), algunos conocimientos que se le tendrían que impartir no coinciden con la ortodoxia imperante.

Por otra parte, las dimensiones del emprendedor como persona son tanto o más importantes que las profesionales, y no tienen referencia cercana en otros oficios.

La formación del emprendedor como persona tiene igual o mayor importancia que su formación como profesional.

Hay muchos emprendedores exitosos que no tienen “conocimientos técnicos de manual”. En los hechos un médico puede ser un excelente emprendedor, igual que un ingeniero o arquitecto. Y sin embargo una persona con importantes conocimientos de negocios puede fracasar.

Esto responde a lo siguiente:

Cuando el médico emprende es consciente que no tiene suficientes conocimientos en administración, mercados, contabilidad o finanzas. En cambio el profesional vinculado a ése saber supone que su entendimiento lo habilita de hecho para emprender.

Algunos “expertos funcionales” constituyen la mayor prueba de esto. Entre ellos quienes tienen conocimientos de marketing o los que han dedicado algún tiempo al mundo “entrepreneurial”. Los primeros creen que el marketing es casi una panacea, y  los segundos calculan que el estar vinculados con la dinámica de emprendedores los convierte en uno de ellos.

El surgimiento del emprendedor responde en realidad a otros factores:

1.- Un emprendimiento es un NEGOCIO.-

La palabra negocio proviene del vocablo latín negotium, que en esencia significa: “toda actividad que genere utilidad, interés o provecho para quién la pone en práctica”. En consideración de esta lógica se puede afirmar que todas las personas practican algún tipo de negocio, porque de alguna forma sostienen actividades que les generan “utilidad, interés o provecho”.

¡Y puesto que el emprendimiento es un negocio, entonces todos pueden desarrollar uno!

Las tareas que generan mayor “utilidad, interés o provecho” son básicamente las de producir y vender algo. Cuando se produce y vende satisfactoriamente un bien o servicio, se perfecciona el negocio. Como es lógico que nadie produzca algo que no pueda vender, entonces la función de ventas se convierte en el factor fundamental de la dinámica.

Por ello y en definitiva, la función de VENTAS perfecciona el negocio. O entendido de otra forma, perfecciona el emprendimiento.

En consecuencia, TODAS las personas que eventualmente tengan capacidad de VENDER algo en términos razonables, tienen las condiciones técnicas para ser un emprendedor.

Pueden existir profesionales buenos en marketing o administración que sean incapaces de “vender algo en términos razonables” y en ése sentido no están calificados para ser emprendedores. Por otra parte pueden existir médicos o ingenieros a quienes les pase lo contrario.

Quien posea una visión para vender algo, sumada a una básica capacidad para conseguirlo, está habilitado para emprender.

2.- La eficiencia en la tarea de VENTAS no depende únicamente de conocimientos técnicos.-

Vender en proporciones que justifiquen el emprendimiento no es tarea sencilla. Se precisan aptitudes y destrezas particulares. Por otra parte, hacerlo de manera sostenida involucra desarrollar sistemas que consideren demandas de los clientes, características del mercado y de la competencia. Los conocimientos que se precisan para gestionar estas variables no están incluidos ni en la Administración (como conocimiento académico convencional) ni en el marketing. Están insertos en LA ESTRATEGIA.

A diferencia del entendimiento popular, el marketing no determina cómo vender, la Estrategia lo hace.

Por lo tanto la Estrategia define los objetivos, la gestión de los recursos y las acciones necesarias para hacer prevalecer las ventas propias sobre las de la competencia. Orienta todos los esfuerzos de la organización hacia las ventas y recurre a cuanto conocimiento considere necesario para cumplir la tarea.

3.- La ESTRATEGIA no es un conjunto de conocimientos técnicos, es un arte.-

Existen muchas definiciones de Estrategia. Las coincidencias, sin embargo, son las siguientes:

La Estrategia es el arte de dirigir. En este sentido no es un plan, es acción. La estrategia está destinada a interactuar con el conflicto y se encuentra regulada por la aplicación de Principios Estratégicos. Todas estas conclusiones no conducen a un sistema,  se dirigen a un hombre.

No existe ninguna estructura que pueda “hacer arte”. Sólo un individuo puede hacerlo. Las estructuras no pueden aplicar Principios Estratégicos en su accionar. Solo las personas son capaces de hacerlo.

El hombre detrás de la Estrategia es el STRATEGOS.

La Estrategia es en realidad la función del STRATEGOS. La tarea de un hombre aplicando Principios Estratégicos para dirigir las VENTAS y hacer prevalecer los intereses del NEGOCIO sobre el competidor.

Al ser en esencia la función de un hombre (el STRATEGOS), la Estrategia se encuentra automáticamente vinculada a su personalidad, carácter, habilidades y aptitudes.

4.- El Emprendedor es un STRATEGOS.-

Evaluando las siguientes relaciones se llega al Emprendedor como STRATEGOS:

a) El emprendimiento es un negocio que se perfecciona a partir de las funciones de producción y ventas.

b) Las ventas se gobiernan a partir de la Estrategia.

c) La Estrategia es un arte asociado a un individuo y no un sistema.

d) La Estrategia es la función del STRATEGOS, por lo tanto éste es el individuo.

e) El Emprendedor es, por lógica, el hombre detrás del emprendimiento.

Por lo tanto el Emprendedor es el STRATEGOS.

Sin quererlo o saberlo el Emprendedor es el STRATEGOS. La persona que dirige los destinos del negocio. El objetivo principal de su trabajo son las ventas y el arma para gobernarlas la Estrategia.

En todo Emprendedor, y en cada emprendimiento, existe un Profesional de la Estrategia, un STRATEGOS.

Cuando se busca un factor común en todas las historias de éxito de la actividad emprendedora hay que remitirse a lo anterior.

5.- Fundamentos para la formación profesional del STRATEGOS (emprendedor).-

Si corresponde hacer un ejercicio sobre la formación profesional que debe tener el STRATEGOS (Emprendedor), éstas son las coordenadas:

CONOCIMIENTOS:

  • Principios Estratégicos
  • Dinámica organizacional
  • Procesos de formulación y preparación de la estrategia
  • Dinámica del conflicto (competidores/competencia)

HABILIDADES:

  • Interpretar y aplicar CONCEPTOS
  • Visualización
  • Lectura de movimientos opuestos
  • Anticipación
  • Estudio de los Strategos y las estrategias opuestas

APTITUDES:

  • Control de emociones
  • Memoria
  • Empatía
  • Negociación
  • Decisión

PERFIL PROFESIONAL:

  • Debe ser un individuo que asuma liderazgo, en definitiva más allá de la representación formal que exista sobre su autoridad.
  • Alquien que tenga aguda visión del negocio.
  • Una persona flexible, primero, después y siempre.
  • Un individuo que tome la iniciativa
  • Alquien que asuma y enfrente riesgos
  • Un ser coherente, entre su razón y su praxis, lo que postula y ejecuta, aquello que profesa y hace. Lo que constituye la persona y lo que representa el profesional.
  • Una persona consistente. Por lo tanto distanciado de vacilaciones y dudas. Firme para llevar adelante sus convicciones. Consciente de su capacidad y su causa.
  • Un individuo paciente y perseverante. Que por consiguiente no otorgue tregua ni pausa al cumplimiento de la tarea.

Fuente: https://elstrategos.com/la-formacion-profesional-del-emprendedor/