Permítase esta analogía: el sistema capitalista que
gestiona las economías de libre mercado es como un cuchillo de cocina. Si se lo
maneja bien es una herramienta muy útil, pero en caso contrario es peligrosa.
Pues bien, si quieres que el capitalismo sea un sistema que te beneficie, AHORRA.
Éste es el mecanismo que conduce a la prosperidad en las economías libres.
Es un hecho estadístico: la mayoría no consigue
beneficiarse del sistema capitalista, más bien sucumbe ante él. Empuña el
cuchillo por la hoja y se lastima.
Estas líneas no tienen el objetivo de cuestionar el
sistema, más bien la forma en que los individuos se comportan en él. Todos los
sistemas tienen sus particularidades. Y entre ellos el capitalismo es
posiblemente uno de los mejores para la gestión de la riqueza y el desarrollo
de los pueblos. Pero concluye siendo implacable para quienes no saben conducir
por sus caminos.
Ahorra y conviértete en un consumidor inteligente.-
En buena parte, el capitalismo es una enorme fábrica
de consumismo y consumidores. Su objetivo es tratar que todos los individuos
consuman la mayor cantidad de bienes y servicios. Ése es el lubricante del
sistema. Ése y no otro es el factor que dinamiza los mercados y permite el
rendimiento del capital.
Dicha lógica no amerita un juicio ligero, positivo o
negativo. Es simplemente así. Tiene el mismo carácter de un cuchillo de cocina.
No es bueno ni malo en sí mismo, su funcionalidad solo puede evaluarse de
acuerdo a su uso.
El capitalismo se vale de un sinfín de medios para
convertirte en un destacado consumidor. Invierte copiosamente para que gastes
tu dinero. Seduce y convence. Luego te atrapa y transforma en un peón del
tablero.
Pero hay una buena noticia. Éste es un juego de
seducción y conquista, no hay nada obligatorio.
En el capitalismo todos somos jugadores con poder y
capacidad de eludir las trampas que se presentan. Esto diferencia al sistema de
otros: tenemos la posibilidad de ser la ficha del tablero que deseemos ser.
Muchos elevarán el grito al cielo y rasgarán sus
vestiduras en éste momento. Preguntarán ¿cómo es posible afirmar que alguien
puede ser lo que quiera en el opresivo mundo capitalista?
Pues bien, sí se puede. Esencialmente porque existe
libertad, pero también porque pueden aprenderse los trucos que lo permiten. Y
uno de esos “trucos”, uno de los consejos más simples y trascendentales es
éste: AHORRA.
El ahorro permite empuñar el cuchillo por el mango. Te
sitúa en el asiento del conductor. Te saca del compartimiento de equipaje y te
devuelve el control sobre tu vida y tu destino.
Escapa del circuito opresivo de las deudas.-
La deuda es un gran invento de la humanidad, pero lo
es fundamentalmente cuando se destina a la construcción de ACTIVOS. Cuando está
asociada a formación de patrimonio o al consumo corriente, es una concreta
calamidad.
Cuando te endeudas
para construir Activos, son éstos los que eventualmente pagan las
obligaciones y generan un circuito virtuoso. Pero cuando lo haces para
comprarte un carro, una vivienda, costear un viaje o financiar el ocio, la
deuda ataca directamente tu bolsillo y genera dependencia.
El sistema se nutre de personas endeudadas, porque de
ésa forma se multiplica el dinero circulante. Así puede producirse más y
obtenerse mejores rendimientos para el capital.
¿Cómo te atrapa el sistema en el círculo vicioso de
las deudas? Acudiendo a tu sentido inmediatista de satisfacción.
¿Para qué esperar 3 o 4 años por un automóvil si lo
puedes tener hoy mismo y pagarlo “cómodamente” en ése mismo tiempo? ¿Por qué
privarse de ésa “casa de los sueños” si puedes comprarla hoy y pagarla “con
tranquilidad” los próximos 25 años?
La mayoría toman ésas promesas e ilusiones. Lo hacen
así hace muchísimos años. Y por ello mismo, suman tradición a la lógica y la
convierten en una idiosincrasia.
Una vez endeudados, el sistema hace lo suyo. Genera
dependencia de empleos insatisfactorios y ansiedad por generar ingresos que
sostengan la “calidad de vida obtenida”. Si no hay aquello, la deuda muestra su
peor cara y simplemente despoja.
No es popular quién hoy te dice: AHORRA para comprarte
el automóvil que quieres o la casa con la que sueñas. ¡Nada popular! Incluso
puede verse como un pusilánime o víctima de la (siempre mal entendida),
mentalidad de pobreza.
Los “cantos de sirena” del sistema son la música de
moda. Tienes, entonces eres. Tienes más, entonces eres más. Punto final. Si en
ello la deuda ayuda, pues ¡bienvenida!
Pero algo básico ignoran ésas pobres almas que se
dejan llevar por la corriente: el ahorro es justamente capital. Y
éste es, por esencia, el combustible del sistema.
El genuino capitalista es quien ahorra.-
Es una de las fórmulas básicas de Economía: ahorro es
igual a inversión. Igualmente la esencia de una frase de moda: “cash is the
King”.
El ahorro ordena la vida, genera disciplina, permite
madurar y desarrollar habilidades incomparablemente valiosas para navegar en
las economías de mercado. Quién ahorra obtiene siempre los mejores precios,
elude intereses financieros y “surfea” cómodamente los periodos difíciles de la
economía.
Ingenuo (por no decir otra cosa) es quién compra una
casa pagando 25 años una deuda y sus respectivos intereses. Igualmente el que
paga 3 veces el valor de un automóvil por financiarlo en 5 o 7 años. Esto no
tiene nada de sagacidad financiera, ni siquiera de sensatez aritmética. Y
justificarlo con la lógica banal de la “retribución inmediata” es aún más
absurdo.
Son muchos los que critican a la ligera a la persona
que privilegia un
alquiler sobre la compra de una casa a crédito, o los que compadecen al que toma
un servicio de transporte público en lugar de beneficiarse de la comodidad de
un automóvil financiado.
Eso no solo es ignorancia financiera, también
incapacidad de sumar y restar. Quién ahorra para efectuar esas compras es el
genuino capitalista, y el que finalmente emplea y hace trabajar a los demás.
¿Es tan difícil apreciar esto?
Bueno. Es algo muy sencillo de ver. Pero si la mayoría
no lo consigue, es simplemente porque el sistema ha hecho bien su tarea. Por
otra parte, es también una enorme oportunidad para el que desea distinguirse
del rebaño y comandar su destino.
Ahora bien, el ahorro no es tampoco tarea fácil. Es
algo notablemente sofisticado. Posiblemente por ello mismo se elude. No es
cómodo ahorrar, todo lo contrario. Y en esta cultura de inmediatismos y
facilismos, no es el camino que escogen los que privilegian las rutas del
mínimo esfuerzo.
El “ahorro pasivo”, que muchos asociarán con lo que
aquí se dice, NO es la referencia. No se trata de acumular billetes en una
cuenta de banco o debajo del colchón. Así no se ahorra inteligentemente. Se
trata de dominar el AHORRO ACTIVO, de gestionar bien los gastos, los ingresos, los
objetivos de vida y el conjunto de las dinámicas sociales e interpersonales.
Ahorrar es una técnica compleja. Por eso beneficia a
pocos. Pero esos pocos son precisamente quienes dominan el sistema capitalista
y definen la evolución del mundo. Estudia y aprende de esto. Tómate el tiempo
necesario. Invierte esfuerzo en dominar todas las técnicas posibles. Hazlo con
la misma dedicación que te demandan las compras y el consumo.
Ahorra y pon el capitalismo a tus pies. Disfruta de la
verdadera calidad de vida. Experimenta la libertad de quién es dueño de su
destino, y no de aquel que duerme cada noche con el desafío de activarse en la mañana
para pagar las deudas que le permiten tener un techo sobre su cabeza, cuatro
llantas bajo sus pies y la ilusión de hacer un viaje para conocer, en lugares
lejanos, gente que vive igual que él.
Fuente: https://elstrategos.com/