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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel
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Relaciones conflictivas: aplique la PAUSA


La gestión adecuada de las relaciones conflictivas condiciona la estabilidad mental y emocional de todo individuo. Así mismo su nivel de productividad y competitividad.

Las relaciones interpersonales determinan la forma en que el ser humano se inscribe y desarrolla en su medio social. Su importancia es fundamental en la calificación del desenvolvimiento y el tránsito por la vida.

(Temática abordada en el libro: “Cómo enfrentar problemas en los emprendimientos y en la vida“, de Carlos Nava Condarco)

Las habilidades de carácter social no son “adornos” de la personalidad, son un requisito indispensable del comportamiento. El medio social es el entorno primario del ser humano, y el desempeño “en sociedad” define la calidad de vida.

Las relaciones interpersonales pueden clasificarse así: relaciones satisfactorias, intrascendentes o conflictivas.

Si bien existen grados en la escala, el resultado tiene, como parámetro de evaluación, alguno de estos formatos.

Las relaciones personales satisfactorias se miden en términos de su beneficio; en ellas solo cabe maximizar el carácter positivo de los resultados. Este es un tipo de relación que en el peor de los casos debe conservarse y en el mejor, desarrollarse.

Las relaciones intrascendentes constituyen motivo de alarma, principalmente porque no son productivas, y deben invertirse esfuerzos sustanciales para que otorgan beneficio.

Las relaciones conflictivas son otra cosa, porque de hecho constituyen un problema.

Las personas pueden tener un conjunto importante de relaciones satisfactorias o intrascendentes y considerarse en buena situación. Pero incluso un número pequeño de relaciones conflictivas lo desvirtúa todo. La razón es simple: el conflicto afecta emocionalmente y desestabiliza.

El ser humano es una entidad,  y aunque tiene capacidad de procesar estímulos diferentes y dar respuestas distintas, es incapaz de construir “compartimentos estancos” que condicionen su conducta de acuerdo al entorno o situación que enfrente.

Un hombre que tiene conflictos en determinado ámbito de su vida, los traslada a otro en mayor o menor medida. La discriminación perfecta de hechos no existe, de la misma forma que el hombre perfecto tampoco.

Ése “hombre de diferentes sombreros”, que actúa con propiedad en cada situación, forma parte de un ideal y es poco práctico.

Las relaciones personales conflictivas afectan las satisfactorias, porque condicionan el estado emocional del individuo que en ambos casos es su protagonista.

¿Cómo se identifica una relación personal conflictiva?

Hay diferencia entre ellas y otras que pueden calificarse como difíciles. Las relaciones conflictivas tienen efectos negativos en las personas, alteran su estabilidad emocional, condicionan sus respuestas y generan estados de ánimo negativos por periodos largos de tiempo.

Por otra parte, estas relaciones tienen un ingrediente adicional: personas que actúan premeditadamente para afectar los intereses ajenos. Si habitualmente la vida presenta adversidades aleatorias, aquí son planificadas. Los protagonistas de estas relaciones mantienen situaciones hostiles que lesionan abiertamente.

Hay que actuar para que el grado de conflictividad no sea extremo y se lleve la relación a escenarios controlables.

Las medidas preventivas deben activarse el momento preciso en que la interacción corre riesgo de convertirse en un problema. Las relaciones conflictivas tiene un momento de inicio.

Existe un acto, una palabra, un gesto que condiciona el grado que el conflicto alcanza posteriomente.

La forma en que se trata ése “punto de quiebre” determina el “grado” de la pendiente que la interacción toma luego.

Es natural que las relaciones interpersonales se deterioren o concluyan. Pero es recomendable evitar el drama, de forma que la propia labor de controlar sus efectos o cambiar su estado, sea una labor más sencilla.

Todo depende de lo que suceda “ése” momento crucial que enfrenta a las personas en determinadas coyunturas.

Ahora bien, “ése” momento, ese “punto de quiebre” tiene sus particularidades:

  • Puede presentarse de manera inesperada
  • No está bajo control de nadie
  • Incorpora dosis elevadas de emotividad

Por otra parte, a “ése” momento llegan personas: seres con una intrincada estructura de emociones. Cada cual con la vastedad y complejidad del universo, y son “universos” los que colisionan en un momento dado. Y en tanto que las circunstancias constituyen el material explosivo, el ego de las personas es el detonador.

El ego es el factor sensible de la ecuación.

Las personas se entienden en términos del “Yo”, y cuando calculan que éste se encuentra amenazado, reaccionan instintivamente. Cuando se trata de un “ego lastimado”se desconectan de sus fuentes de raciocinio y actúan por impulso. Activan ésa lógica básica de “autoprotección” que tanto los acerca a los animales elementales. El ego difícilmente otorga algo. Habitualmente quiere dominar, y al sentirse amenazado reacciona sin proporciones.

El ego puede convertirse en enemigo duro e insensible de uno mismo. Es causa de una cantidad importante de dificultades y problemas, principalmente en el desenvolvimiento social.

Los hombres grandes triunfan primero sobre su “Yo” y tienen un ego pequeño, humilde y propenso a entenderse con los demás.

Sin embargo el hombre promedio se sujeta a un ego grande como lo hace el náufrago a la tabla de salvación.

El hombre grande tiene un ego firme pero es flexible. Sabe quién ES más allá de sus circunstancias. Ante la adversidad su ego es dúctil, soporta el golpe y retoma progresivamente su estado original, sin haber quebrado nada propio o ajeno.

La vida no es una justa de “egos”, es un torneo en el que se miden las competencias de las personas.

El individuo seguro de sí mismo no considera nunca que su ego se encuentre amenazado como producto de relaciones conflictivas.

El “Yo” es algo interno y se encuentra aislado de cualquier elemento externo, nada puede alcanzarlo “desde afuera”, en tanto que uno mismo no franquee la entrada. Ante situaciones difíciles los hombres grandes mantienen un “Yo” intacto.

Al “punto de quiebre” en las relaciones interpersonales se llega por efecto de egos que se sienten lastimados. Las respuestas apropiadas deben establecerse ése preciso momento. En la génesis de la relación afectada, en el instante que surge el punto de inflexión.

La respuesta apropiada protege el ego y evita el conflicto. Posibilita que la razón tome gobierno de las cosas y transforme la relación.

La respuesta en el momento más crítico del conflicto con otra persona consiste en establecer una profunda y prolongada PAUSA.

Una PAUSA determinante, un silencio total, un completo “no hacer nada”. Un NO REACCIONAR de ninguna manera (ni bien ni mal), solo detener todo.

Este momento es vital, de la misma forma que lo es una bocanada de aire fresco para quién se encuentra en medio de humo denso. Una PAUSA mental, una PAUSA física. Un momento de “suspensión” y absoluta levedad.

Este momento condiciona  el carácter que toma la interacción. “Marca y sella” el conflicto.

La PAUSA le quita combustible al fuego, reduce el ímpetu de las energías adversas y brinda una oportunidad a la razón.

Y esto es todo lo que el hombre inteligente precisa: la posibilidad de hacer prevalecer la razón para tratar un conflicto.

Esta PAUSA no es muestra de debilidad, porque permite activar una sólida respuesta, una que emerge del cerebro y no del estómago.

Esta PAUSA no otorga, cede o debilita nada, ¡todo lo contrario! Permite fortalecer una respuesta, un futuro argumento. El ego propio, entre que elástico y flexible, soporta el golpe, lo “absorbe”, pero al mismo tiempo toma energía para volver con ventaja al punto de partida, de la misma forma que lo hace el elástico de una onda. Nada hay más sólido que un cuerpo flexible.

La naturaleza y dinámica de los conflictos (con mayor razón entre las personas), es compleja. Pero el ejercicio sencillo de esta recomendación la simplifica enormemente.

En un conflicto con otra persona NO DEBE REACCIONARSE NUNCA sin haberse meditado una respuesta. Menos aún si se recibe un ataque.

Establecer la PAUSA permite jugar el resto de la partida con control y dominio de los movimientos.

Esta PAUSA es una representación de poder igual al que proporciona el control remoto de un televisor: con él se establece el curso de los hechos a discrecionalidad. Esta PAUSA permite adueñarse del devenir de las cosas y no ser títere de las circunstancias y los demás.

Ante el enojo ajeno o propio: PAUSA.

Frente a la provocación: PAUSA.

A la afrenta o el insulto: PAUSA.

Ante la agresión: PAUSA.

La PAUSA es una forma de manejar el tiempo, y éste debe ser un aliado.

Los conflictos son como un rio brioso, y cruzar sus aguas impetuosas solo lleva a ser arrastrado por la corriente.

Imagínese, por otra parte, que se tiene el poder de detener las aguas y vadearlas con tranquilidad, con absoluta seguridad. Eso se consigue con la PAUSA. Después, cuando la razón toma control de las circunstancias, se evalúa la respuesta.

Y cualquiera que ésta fuese, nace con una ventaja, porque parte desde una posición de victoria. Dado que ejercitar y sostener la PAUSA, ya es un triunfo que pocos conocen.

Fuente: https://elstrategos.com/como-enfrentar-relaciones-conflictivas/ 

Los Invictos - William Faulkner



William Faulkner nació en New Albany - Mississippi, Estados Unidos de América, el año 1897; falleció en Oxford – Mississippi, en 1962. En su obra «El Sonido de y la Furia» de 1929, usó por primera vez la técnica del soliloquio interior. Miembro de una familia venida a menos por causa de la guerra de Secesión, se desarrolló en un ambiente sureño influenciado por los recuerdos de la guerra.

En 1949 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. «Los Invictos» forma parte del grupo de novela que escribió al final de su vida retirada y apacible que nunca abandonó, en ella refleja con sencillez y maestría los problemas y preocupaciones de los habitantes del añejo sur de los Estados Unidos de América.

Una obra muy recomendada para quienes desean ahondar en las vivencias de los hombres y mujeres inmersos en el ambiente de la Guerra de Secesión.

Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

 

El desayuno de trabajo. Actos de empresa


El desayuno de trabajo es un acto de empresa cada vez más habitual en el mundo de los negocios y profesional. Poco utilizado en el pasado cada vez cobra mayor protagonismo

Redacción Protocolo y Etiqueta 

Comienza la jornada: el desayuno de trabajo

Uno de los actos de empresa que cada vez cobra más importancia es el desayuno de trabajo. Cuando una empresa quiere ofrecer algún tipo de reunión informal con los medios de comunicación o con algún otro tipo de asistentes -empresarios, empleados, estudiantes, etc.- organiza un desayuno de trabajo en sus instalaciones o fuera de ellas -en el salón de un hotel, es lo más frecuente- .

Horario del desayuno de trabajo

El horario más habitual, en España, suele ser desde las 8 - 8,30 de la mañana hasta las 10, aproximadamente. En otros países europeos se suele adelantar un poco el desayuno y el horario puede ir de 7 - 7,30 de la mañana hasta las 9 - 9,30.

¿Cuánto dura un desayuno de trabajo?

La duración de un desayuno de este tipo no debería superar los cuarenta y cinco minutos, llegando como tope a los sesenta minutos -todo depende cuántas personas intervengan-.

¿Dónde se celebra o tiene lugar un desayuno de trabajo?

El lugar de celebración de un desayuno de trabajo puede ser en la propia empresa, en una sala de reunión, en un comedor de empresa, etc. o bien en una dependencia externa a la empresa, como una cafetería, un salón de hotel, etc.

El desayuno ofrecido (1) puede ser continental, americano, tipo buffet o simplemente se puede ofrecer un café o té con unas pastas o algo de bollería. Todo depende del criterio seguido por los organizadores y de los objetivos que quieren conseguir.

Si hay invitados especiales -por ejemplo invitados extranjeros- es posible que el desayuno se adapte, como muestra de cortesía, a los gustos propios de estos invitados especiales.

Las personas que participan de forma activa, o los protagonistas de estos desayunos de trabajo deben medir sus tiempos de intervención para no alargar el acto más de la cuenta. Si se admiten preguntas, también hay que estar atentos al tiempo transcurrido.

Tipos de desayuno más internacionales

·         Desayuno continental

·         Uno de los más clásicos: zumo, café o té, rebanadas de pan tostado, mermelada y mantequilla.

·         Desayuno europeo

·         Es muy similar al desayuno continental, pero se le suele añadir algunas piezas de bollería tipo croissant -cruasán-, media noche, palmera, mini ensaimada, etcétera.

·         Desayuno americano

·         Zumo natural de naranja, café o té, tostadas -pan tostado-, mantequilla, mermelada, huevos fritos, revueltos o pasados por agua y bacon. Algunos hoteles añaden algún otro tipo de carne como unas salchichas o varios tipos de fiambre.

·         Desayuno buffet

·         Además de todos los alimentos servidos en los desayunos mencionados anteriormente, se suelen ofrecer más opciones: alguna variedad de queso, fiambres diversos, cereales, pastas, algún tipo de tarta, bizcocho o cake, rosquillas, frutas variadas, yogur o algún producto lácteo similar, etcétera.

Un desayuno que no se suele servir en muchos hoteles, al menos fuera del Reino Unido, es el desayuno inglés que se parece mucho al americano pero en el que no suelen faltar las salchichas y los "baked beans" -una especie de alubias con tomate-.

Fuente: https://www.protocolo.org/laboral/empresarial/el-desayuno-de-trabajo-actos-de-empresa.html

Valores Humanos: fundamento para la buena vida


Los valores humanos son una de las pocas cosas en que las personas coinciden con carácter universal. Igualmente en el hecho que su práctica conduce a una buena y próspera vida.

En relación a la conducta de las personas, poco puede inscribirse en una fórmula específica o en la aplicación de una “receta”. La complejidad del ser humano impide pensar que existan remedios sencillos para resolver los problemas que lo aquejan.

La idea de lo simple no pertenece al pensamiento contemporáneo. La dificultad es parte de la arquitectura mental que condiciona la forma de hacer y ver las cosas en este mundo. Los problemas, conflictos y adversidades siempre se consideran complejos, y las soluciones sencillas, “sospechosas”.

No hay falla en destacar las evidentes dificultades que presenta la vida, pero asumir que no existe lo simple, sano y puro, es un error. Es razonable plantearse que la vida no es fácil, pero absurdo suponer que toda solución deba ser difícil.

¡Existen fórmulas y “recetas” maravillosamente simples para prevenir y actuar sobre la adversidad!

Hay ejemplos concretos de formas de vivir que evitan problemas: el hombre que no cae en vicio o tentación, elude contrariedades en su vida. Así de sencillo. ¿Alguien podría objetar esto? ¿No es verdad que la conducta recta tiene menos probabilidades de enfrentar dificultades que la vida disipada?

Lo simple no sólo existe, es además muestra de belleza y efectividad.

La muestra mas representativa de ello son los valores humanos. Condicionamientos morales profundamente arraigados en el espíritu.

No hay atisbo de complejidad en ellos como elementos directrices de los actos en la vida, no tienen doblez. Su aplicación previene la adversidad.

Posiblemente el único aspecto débil relacionado a los valores humanos es que su determinación tiene correspondencia con la libertad de los individuos. Ellos son quienes pueden equivocarse.

Puede argumentarse que estos valores responden a consideraciones de cultura, ambiente, tiempo, dogma, filosofía aplicada, psicología social, etc. Pero ante ello también corresponde ser práctico, dado que responden primero a una íntima consideración personal. En lo profundo de la conciencia, el llamado a ciertos valores alcanza respuesta natural. El mismo Ser reconoce su validez.

El conjunto de valores humanos descrito a continuación ha pasado las pruebas de la historia. Todos los rigores del tiempo, circunstancias y eventualidades. Su eficacia permanece incólume, su sabiduría poderosa, su poder inalterable, más allá de consideraciones de dogma o fe.

Hace más de dos mil años, Pedro, el apóstol y piedra angular de la futura iglesia cristiana, le planteaba a la humanidad estos valores humanos: fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal, amor.

1.- La caminata exitosa por la vida precisa, primero, fe.

El hombre victorioso debe tener CERTEZA de aquello que espera y CONVICCION por el resultado que aún no ve. Debe CREER más allá de las circunstancias y tener seguridad por aquello que aguarda.

En medio de acontecimientos inciertos, la fe en la tarea y las posibilidades no debe menguar.

Gran proporción de los fracasos se explican por abandono.

El éxito no se alimenta del tiempo, vence al tiempo, lo domina. El éxito no es una prueba de velocidad, es una carrera de fondo. La capacidad de resistir adversidades, la fortaleza para caminar en medio de ellas, convencido de las posibilidades de vencer, sólo puede encontrarse en una fe inquebrantable.

Y ésta no debe confundirse con esperanza. La fe establece completa seguridad en el empeño. Tampoco debe confundirse con falta de flexibilidad o sentido práctico, puesto que esto ya es algo funcional.

La fe debe estar puesta en el objetivo.

Este primer ingrediente es insustituible. La persona que no tiene fe en sí misma, en lo que hace y puede conseguir, no supera pruebas. Y la victoria le está vedada.

2.- El camino se encuentra añadiendo a la fe, virtud.

La virtud es una cualidad personal. Se demuestra en la buena conducta y en un comportamiento ajustado a normas y leyes morales.

El hombre debe ejercer acción virtuosa y recto modo en su proceder. Sin esto la fe no se consuma. Porque como consecuencia se presentan caminos tortuosos, llenos de obstáculos y contrariedades.

Muchos dejan de tener fe ante la magnitud de los problemas que enfrentan. Pero la propia fe no puede evitar el surgimiento de problemas si el hombre que la profesa no hace de lo virtuoso un código de conducta.

3.- Las dificultades del camino se evitan añadiendo a la virtud, conocimiento.

Esta es la facultad de comprender y juzgar las cosas.

El conocimiento es entendimiento, inteligencia. Aquí se premia el esfuerzo por aprender y saber, por experimentar y crecer. Cuando el conocimiento se suma a la fe y la virtud, trasciende la erudición.

Es conmovedor apreciar cuántas personas fundamentan su recorrido por la vida solo en su capacidad intelectual. Ello es muestra de pobreza. Pero también es triste ver gente de fe y virtud sin alcanzar fruto precisamente por carecer de conocimiento.

Por ello esta receta sabia “añade” valores humanos. Los suma unos a otros, puesto que sólo en su sinergia y combinación se alcanza beneficio.

Si el ser humano no se entiende de forma integral, poco aprovecha el afán de conocerlo. El hombre es criatura de complejidades fantásticas y no ocupa una sola dimensión.

Los apologistas del conocimiento, la técnica y la ciencia como elementos que sostienen el bienestar humano, no están habilitados para entender al hombre. Tienen un complejo de inferioridad ante los elementos y fenómenos que rigen el universo. Y como el humilde ser que hace un par de siglos sintió alivio al presenciar las primeras máquinas de vapor, se reconocen más seguros encomendando su destino al conocimiento.

Pero el destino humano se encuentra en la capacidad de entender y aplicar valores a la vida, de los cuales el conocimiento es solo uno.

4.- La libertad procede de añadir al conocimiento, dominio propio.

¡Cuántas  personas eluden la victoria por carecer de dominio propio!

El problema mayor del ser humano lo constituye él mismo, la pelea principal se desarrolla en su interior. No existe enemigo más peligroso, juez más inflexible, o carcelero más eficaz.

El dominio propio le exige al hombre templanza, control de sus emociones, miedos y angustias. Serenidad de quien posee fe en sus posibilidades, virtud para sostenerlas y conocimiento para llevarlas a buen fin.

El dominio propio es indispensable para el ejercicio de todo acto en la vida.

El control de las emociones es factor de equilibrio vital para enfrentar la adversidad, pues ella llega con intensidad.

Cuando los problemas no son tratados con dominio propio, desaparece el equilibrio, se combate fuego con fuego, y se avivan las llamas.

Si el hombre no tiene capacidad de controlarse a sí mismo, entonces no tiene capacidad de tomar control sobre sus problemas.

En la lid cotidiana con las contrariedades la razón debe imponer buenos argumentos. Sin ello no existe posibilidad de victoria. La  convocatoria se dirige a la razón porque la lid está plagada de emotividad. Y si bien el objetivo no es eliminar emociones o desconocerlas, es imperativo impedir que dominen los actos.

Los conflictos están revestidos de sentimientos intensos, las emociones se filtran por todas partes, por cada resquicio que establece la adversidad.

Las emociones deben controlarse. Es necesario equilibrar su impulso con una fuerza que modere sus efectos y  encauce sus energías. Eso es la razón. Ella llega con un vasto instrumental de lógica, sentido común, urgencia, conveniencia y convicción. Todo esto se antepone a la emoción desbocada en la forma de pensamientos y argumentos claros.

El afán de hacer prevalecer la razón ante la adversidad, se convierte luego en una emoción que sostiene el proceso. Construyendo con ello cauce útil para el flujo de energía.

Napoleón confesaba que el momento de sus aprontes militares, se hundía en agitación penosa. Parecía una joven que da a luz. Pero ello no le privaba de mostrarse sereno ante la gente que lo rodeaba. Y cuando tomaba una decisión todo quedaba en el olvido, menos lo que era necesario para alcanzar la victoria.

Esto es dominio propio. Uno de los grandes valores humanos. Sentir ardientemente, allí en lo profundo, y sin embargo tener la capacidad de mantenerse sereno ante los demás. Luego, el momento de actuar, olvidarlo todo, menos el pensamiento claro y el argumento que conduce a lo que se quiere.

De esta forma el ser humano trabaja como esas máquinas de ebullición interna que canalizan energía a un punto preciso para generar movimiento. En el hombre la ebullición se consigue por las emociones. Pero el control permite que ésa fuerza se dirija a un punto preciso y mueva lo dispuesto para alcanzar los objetivos.

Si este “vapor interno” no es controlado, sale por cualquier lado. No mueve nada, quema todo a su alrededor y termina por hacer una víctima de su creador.

5.- Los frutos que depara la caminata se alcanzan añadiendo al dominio propio, paciencia.

La mejor definición que existe de Paciencia es “tranquilidad para esperar”.

Sin embargo, ¿hay algo más difícil que eso?

Una cosa es por supuesto esperar, pero una diferente hacerlo con tranquilidad. Esto último es solo posible en la serenidad de espíritu que otorga la fe. La seguridad de estar haciendo lo correcto. La confianza de saber lo que se está haciendo y el sosiego que otorga el control de las emociones.

La paciencia es uno de los valores humanos que se encuentra en riesgo de extinción.

Los sinónimos de eficiencia son hoy la premura, sentido práctico y agilidad.

Los niños se forman en una cultura que ensalza “lo fácil e inmediato”. La dinámica del entorno ha convertido a la gente en seres “reactivos” que tienen poca posibilidad de hacer prevalecer su propio ritmo. Mafalda, el hermoso personaje del dibujo, pedía que se “pare el mundo para poder bajar…”

Parece que existen pocas condiciones para la paciencia.

Sin embargo, es precisamente la “enfermedad” la que da valor al remedio. Y la paciencia es hoy más que necesaria para enfrentar el conflicto y la adversidad.

Quien ejercita estos valores humanos es alguien seguro de sí mismo, no un producto de las circunstancias. Sabe qué esperar, y puede hacerlo con la tranquilidad de quien tiene certeza que a la penumbra de la noche SIEMPRE le sigue la luz del nuevo día.

Un hombre seguro es un hombre tranquilo; un hombre tranquilo encuentra paz en la espera.

6.- La compañía en el camino se consigue añadiendo a la paciencia, piedad.

Entre los valores humanos, éste y el posterior, se vinculan al carácter social del individuo.

La piedad está inspirada en la consideración a los demás, y se manifiesta en actos de abnegación y compasión. Es el marco grande de la empatía.

A veces resulta más productivo entender éste valor como aquel que establece la necesidad de dar.

En tanto que el hombre no está concebido como una criatura que se perfeccione en soledad, su relacionamiento con los demás debe estar condicionado por la máxima de dar aquello que quiere recibir. Sembrar en los demás lo que de ellos quiere cosechar, invertir en otros lo que desea para él. Esta regla es completamente determinística, pero muy subestimada. Ha sido reemplazado por una compleja red de relaciones humanas fundamentada en el interés individual y el egoísmo.

La persona de visión entiende que las fronteras del “yo” son estrechas, y la perspectiva de vivir en ellas no es diferente a la que tiene un roedor en su madriguera.

Quién posee un espíritu que privilegia la trascendencia, sabe que los grandes espacios se encuentran más allá del “yo”.

En el mundo amplio que habitan los demás.

Hacia allá tiende puentes. Y ésta lógica de considerar necesarios a los demás, lo obliga a sentirse necesario para ellos, practicando así actos de abnegación y compasión.

Sorprende que una lógica tan simple sea comprendida por tan pocos. Es posible que esta verdad sea la víctima más ilustre del paradigma de complejidad en que se vive.

Ocuparse de los demás es ocuparse de uno mismo. Cuidar de los otros es cuidar de uno. El hombre solo es un ser limitado. Quién tiene inteligencia superior, se sirve de los demás “sirviendo”, y así alcanza objetivos mayores.

7.- Las vicisitudes y alegrías del camino se comparten añadiendo a la piedad, afecto fraternal.

La forma de relacionarse con los demás debe manifestarse a través de afecto fraternal. Este es el valor fundamental para el hombre en su dimensión social.

El afecto está desprovisto de pasión, se traduce en cariño calmo y benigna simpatía.

En la vida todos son compañeros de viaje. Se comparten penas, alegrías y alcanzar un destino. Básicamente queda elegir si el viaje se lo efectúa en paz con los demás o sin ella.

8.- Para alcanzar el final del camino debe añadirse al afecto fraternal, amor.¡El más grande de los valores humanos!

Los valores humanos se perfeccionan así de manera grandiosa. La demanda de añadirle amor a la receta no es un postulado poético, es una reflexión profunda.

En realidad, el amor es el dínamo que genera toda la energía que se precisa para vivir. Amor por uno mismo, por lo que se hace, por los demás, amor por lo que se tiene, por lo que se quiere…

Sin amor, el tránsito por la vida pierde motor, la única guía es la inercia y el fin la parálisis.

La gente que transita la vida sin rumbo es gente que ha perdido amor. Sin amor no existe fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad o afecto fraternal. Sin amor el ser humano carece de valor.

Por fortuna, éste hecho se presenta pocas veces. La mayoría de la gente profesa amor por algo.

Otra cosa es que el amor sea mal entendido. Aquí el hombre se vuelve un ser incompleto. Porque calcula amar, pero no entiende lo que eso significa, y en ése proceso pierde, aun cuando quiere ganar.

Cuando se vive con amor y se hacen las cosas por amor, los resultados están garantizados. El ser entero se dinamiza y produce energía poderosa.

Los resultados parciales, los procesos incompletos, las victorias o derrotas “relativas”, tienen origen en el entendimiento equivocado del amor.

El amor no se perfecciona en las palabras. No ES porque se afirme que lo sea, o porque así lo entienda el ego.

El amor está lejos de las pasiones o la comodidad. No es reflexivo, actúa. No se cobija en dichos, gestos o impulsos.

El acto de necedad más grande es la manifestación equivocada del amor.

Para entender el significado profundo del amor, es bueno remitirse a otro gran apóstol, Pablo, quién en su primera carta a los Corintios lo describe con una conmovedora precisión:

El amor es sufrido, benigno. No tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece. El amor no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor. No se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. En esencia el amor nunca deja de ser…

¿Cuántos pueden inscribirse entre los que aman de verdad?

¿Cuántos tienen la dicha de saber que estas premisas rigen su vida?

La práctica de esta receta maravillosa de valores humanos garantiza una vida de victoria.

No existe justificación para transitar la vida en oscuridad, privación o derrota. La luz es regalo otorgado al hombre desde siempre. La vida está llena de personas que deciden ser “ciegas por elección”, eluden la luz colocando una venda sobre sus ojos, y luego se quejan de la penumbra que los rodea.

En la oscuridad se golpean unos a otros e intercambian culpas, caen de rodillas, se arrastran, reciben golpes mientras avanzan tanteando sombras. Acuden a cada gramo de energía para avanzar sin ver el camino.

Pero lo único que no hacen, es el pequeño esfuerzo de quitarse la venda y gozar de la claridad.

Fuente: https://elstrategos.com/valores-humanos/

Arreglado y productivo. ¿Influye la ropa en la productividad laboral?


Exceptuando la ropa laboral condicionada por un trabajo físico determinado o reglamentado... ¿es la ropa un condicionante de la productividad laboral?

Redacción Protocolo y Etiqueta

¿Qué me pongo para ir a trabajar? Cada día la misma cuestión

Esa es la pregunta que se hacen millones de personas cada mañana. Salvo las que por su tipo de trabajo u obligaciones reglamentarias no tienen esa opción de elegir su vestuario laboral. En estos casos, está todo el pescado vendido. No hay opción.

Abrir el armario, echar un vistazo y decidir qué ponerse no es una tarea sencilla. Por eso, la mayoría de las personas optan por 'uniformarse' y vestir casi de forma idéntica cada mañana. Un traje o conjunto de chaqueta y pantalón, para ellos, y un vestido o traje de chaqueta para ellas. Pero con independencia del vestuario elegido de cada guardarropa ¿será más o menos productiva esa persona?

La imagen personal transmite, aunque no lo creamos, mucha información. Desde el estado de ánimo hasta la personalidad. Sin quererlo, cuando se eligen unas determinadas prendas, influye el estado de ánimo de la persona. Eso puede quedar reflejado en el color, en la hechura de las prendas elegidas, en su combinación, etcétera. Y todo esto, cómo se relaciona con la productividad. Ahora lo vamos a ver.

Empresa versus personas

Las empresas tratan de 'comunicar' unos ciertos valores, una identidad e imagen corporativa, bien sea de una manera reglamentada o de una manera tácita. Es decir, dejan a sus empleados 'libertad para vestir como quieran', pero pueden recibir una 'amonestación' si la indumentaria se sale de lo que se considera como 'apropiado': calzado con los dedos al aire, escotes pronunciados, colores chillones o demasiado llamativos, complementos demasiado 'originales'... por no hablar de tatuajes demasiado visibles, piercings, etcétera. ¿Es posible que este tipo de 'vestuarios' afecten al rendimiento de los empleados de una empresa? Veamos.

Estas obligaciones, reglamentadas o no, ejercen sobre los empleados una presión que puede ser más o menos intensa. Incluso, algunos profesionales de la psicología afirman que es una forma de subordinación o 'subyugación'. ¿En qué traduce? Simple. Un empleado 'presionado' e incómodo con su vestuario va a ser mucho menos productivo. Estas 'imposiciones' ejercen sobre las personas una merma en su capacidad para concentrarse al 100% en su trabajo. Lo que puede llevar a cometer errores y a una pérdida de productividad.

Las prendas de vestir tienen una función simbólica importante. Pero también, hay que saber 'relajar' ciertas disciplinas que ejercen un efecto negativo sobre la productividad de una empresa. Unos empleados descontentos no son una buena fuerza productiva para cualquier tipo de empresa.

¿Cuál es la solución?

Como ocurre en la mayor parte de los casos, no todo es blanco ni negro. Hay muchos matices y tonos de grises. De hecho, cada vez hay más empresas que comienzan a hacer concesiones a sus empleados en el tema del vestuario para acudir a trabajar. Y no nos referimos al famoso 'casual friday' -viernes informal, donde se relajan las reglas de vestimenta de los empleados de una empresa-. Uno de los ejemplos más claros lo tenemos en Google. Sus directivos afirman que si se da libertad a los empleados, trabajan más y mejor. Y no solo en el campo del vestuario de trabajo.

Buscar la individualidad a través del vestuario de una persona es mejor opción, en términos de productividad, que la uniformidad. Cuando la gente es más parecida a sí misma, a cómo es en su día a día, se sentirá mucho más cómoda y el trabajo será más fluido y preciso.

Resumiendo. Hay una clara relación entre el vestuario y la productividad. Solo hay que establecer un punto intermedio entre lo que se considera 'aceptado' y lo que se considera 'fuera de lugar'. Llegar a un acuerdo beneficia a las dos partes: empresario y trabajador. Ni rígidas imposiciones ni amplias concesiones. Hay que buscar un término medio.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/vestuario/arreglado-y-productivo-influye-la-ropa-en-la-productividad-laboral.html