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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel
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¡Cometa errores por favor! Deje atrás sus prejuicios


 

El miedo a cometer errores es un poco el miedo a la vida misma.

Como no se puede conocer el futuro, nadie está seguro de las consecuencias que pueden tener acciones o decisiones que se tomen en el presente. La vida no es solo un devenir, es principalmente un por-venir, y esto es lo que más temor provoca.

En la mentalidad humana las cosas más importantes son las que sucederán mañana, no las que sucedieron ayer. Con referencia a éstas últimas se alcanza consuelo, sin embargo con lo primero existe una sensación intensa de responsabilidad.

Curiosamente, el condicionamiento de lo que sucederá adelante se gesta en decisiones y acciones presentes. La inacción deja los hechos por venir a merced del azar y las circunstancias. Esto es lo que debiera provocar temor, sin embago usualmente pasa lo contrario: el miedo se centra en actuar y equivocarse hoy.

Tomar decisiones es la única forma de no ser víctima de las circunstancias y trascender, con un mínimo de control, los minúsculos portales de espacio-tiempo que presenta la vida.

Actuar es un imperativo humano y tomar decisiones una consecuencia natural. Por ello la posibilidad de cometer errores es un hecho. Nadie está exento de esto.

Los errores califican la acción, a ello le deben su virtuosismo, ni más ni menos. Son una bienaventuranza porque acompañan la dinámica que explica el desarrollo de la vida.

Donde hay una historia de evolución y progreso hay una historia de errores. Donde existe una historia grandiosa, hay un registro de errores grandiosos. La evolución humana concluye por ser una historia de cuantiosos errores y unos tantos aciertos.

Evitar la comisión de errores tiene dos consecuencias grandes. Por una parte la inacción que deja todo a merced de las circunstancias y por otra el riesgo de no conseguir un acierto.

En la falta de acción existe estancamiento e involución, y sin aciertos no existe progreso.

La extendida cultura de aversión al riesgo es precisamente una extensión del atávico temor que se tiene de cometer errores. Desde tierna edad se enseña a las personas a “cometer la menor cantidad de errores posibles”. A “pensar media docena de veces” antes de decir o hacer algo.

Se mistifican los aciertos al costo de cometer los menores errores posibles. Por lo tanto son pocos los errores y escasos los aciertos.

Los niños son el grupo ideal para aplicar correctivos ante el error. Los adolescentes son quienes “mayor riesgo corren de cometer errores”. Los jóvenes (menos mal) “están aprendiendo a cometer menos errores”. Y a los adultos les está permitido cometerlos en tanto “no los repitan”.

Culturas que reprenden el error y mistifican el acierto.

¿Se pueden tener muchos aciertos al mismo tiempo que se minimizan los errores?

¡Pensar de esta forma es un error! Aplicar criterios de eficiencia en esta dinámica, es una receta que conduce al atraso y postergación. La dinámica del crecimiento necesita los errores para que se produzca el aprendizaje, y de allí el progreso.

Por otra parte, es grave lo que esta forma de pensar provoca en la ética del trabajo.

Queda sobreentendido que mejor trabaja quien menos errores comete. En ello se fundamenta el análisis de la productividad y se asientan los sistemas de control. Ése es el concepto rector sobre el que “deben” edificarse las carreras profesionales y las historias de éxito.

Pero en tanto se asocie el “buen trabajo” a la menor comisión de errores, toma vigor la lógica de sustituir al hombre por la máquina, y eliminar así toda ética laboral.

Estas líneas son, efectivamente, una apología a la comisión de errores. Sin embargo no pueden asociarse a la justificación de “lo malo”. Entender la virtud de cometer errores no conduce a la aceptación de aquello que no está bien. El producto final del proceso de cometer errores concluye siendo el acierto. El error es un medio, no un fin.

La virtud del error es que precisamente crea el vehículo por medio del cual se llega al acierto: el aprendizaje.

Se aprende mucho más de un error que de cien aciertos.

Testimonio mayor de esto lo puede dar la meticulosa industria de la aviación. Dado que capitaliza precisamente esta lógica para alcanzar un estado que cada vez se supera a sí mismo.

El aprendizaje conduce al conocimiento, y forma ese reservorio precioso de capacidad que es la experiencia. La suma de conocimiento y experiencia garantiza desarrollo y competitividad. Esta última es justamente el producto más preciado del aprendizaje que emerge de los errores. Porque más competitivo es quien mejor se ha desenvuelto en ésa lid.

Las empresas tienen un desafío grande para revertir ésta cultura de mistificación del acierto.

Esperar que lo hagan las familias u otras organizaciones involucradas en la formación de las personas es difícil. Las condiciones jerárquicas que dominan el desenvolvimiento institucional, sumadas a la necesidad que tienen de ser eficientes y competitivs, las convierte en vehículo idóneo para promover una cultura que incentive la acción, las decisiones y dinámica de modelación del futuro.

Y no es que en ello tengan una responsabilidad social. Porque finalmente no la tienen más allá de lo que determine el interés del negocio. Más bien que en ello existe una oportunidad de destacar en el medio.

Frente a una cultura que mistifica el acierto y castiga el error, la empresa que promueva la comisión natural de errores alcanzará, por fuerza, mayores aciertos. Y esto es finalmente lo que distingue al negocio.

¡Cometa errores por favor! Esta es la medida de las acciones y decisiones. Del interés por aprender y acumular experiencia.

Es la forma de responsabilizarse por el futuro y no ser sólo un accidente del azar o las circunstancias. Es también prueba de que se está trabajando en algo que no podrá ser reemplazado por una máquina.

Y a no perder de vista que si se está trabajando en un ambiente que mistifica el acierto y castiga el error, posiblemente se esté en el lugar equivocado.

¡Debe olvidarse el miedo de cometer errores! ¡Dejar el prejuicio atrás!

En los errores se explica la búsqueda del éxito. Cometiéndolos se vive más porque se llega más lejos.

Y en el escritorio o la oficina, allá donde se pase más tiempo, coloque sin ninguna discreción un cartel que diga: “…disculpe, en este lugar se cometen muchos errores porque estamos obsesionados por alcanzar el éxito”.

Fuente: https://elstrategos.com/cometa-errores-por-favor/


Recursos Humanos y Estrategia: ¡Mire hacia abajo!


 

En la gestión de Recursos Humanos, la Estrategia se fundamenta en criterios objetivos y prácticos, no recurre a nada sofisticado para abordar el tema. Por el contrario, recomienda algo muy simple:

La gestión eficaz de Recursos Humanos consiste en identificar individuos idóneos para lo que se precisa hacer.

Jack Welch, ése fabuloso STRATEGOS norteamericano plantea un imperativo para el mejor ejercicio estratégico en esto, dice: “contar con la persona adecuada en el puesto adecuado antecede el planteamiento y ejecución de cualquier estrategia”. 

Y si él lo dice es porque lo sabe bien. Welch no es un representante del “cosmos teórico” que tantas veces opina desde la comodidad reflexiva. Es uno de los más talentosos STRATEGOS que el mundo de los negocios ha conocido. Desde el puesto de comando de General Electric, Welch dejó lecciones invalorables en la lógica estratégica.

Quienes exploran con ansiedad y gozo en las aguas profundas de la Estrategia, propenden a creer que en ella se inician y terminan muchas explicaciones. Quieren pensar que sus alcances son ilimitados. Y esto no es verdad. La Estrategia es tan vulnerable como cualquier cosa que emerge del discernimiento humano.

No sirve ninguna Estrategia sin certeza previa de la CALIDAD de los Recursos Humanos y la DISPOSICIÓN que se efectúe de los mismos.

A esto se refiere Welch cuando demanda “el hombre apropiado en el puesto apropiado”.

Ahora bien, es importante entender los dos elementos de este binomio. El individuo adecuado, por un lado, y la asignación del puesto correcto, por el otro.

El binomio permite suponer que una Organización cuenta con el individuo apropiado pero esto no le es de provecho porque no se le asigna el puesto adecuado. Y por otra parte, que se tengan los puestos apropiados (es decir una buena estructura organizacional), pero no se encuentren individuos idóneos.

¡Difícil tarea en la gestión de Recursos Humanos!, y por ello mismo factor clave para la construcción de ventajas competitivas.

Existen muchas formas de resolver el dilema, pero la Estrategia plantea algo simple: ¡mire hacia abajo! 

La Estrategia es un sistema de gobierno que alimenta sus procesos de discernimiento y decisión “de abajo hacia arriba”.

No se gesta en la comodidad de la reflexión o del plan. Es una tarea de campo, y su dínamo esencial es la acción.

No hay forma más inteligente de lidiar con el conflicto (determinado esencialmente por la competencia), que la Estrategia. Y esta alcanza perfección en la realidad que plantea el “campo de batalla”. Para la Estrategia todo circula de “abajo hacia arriba”. Desde los puestos de trabajo más cercanos al competidor y al cliente, a las oficinas de la Alta Gerencia.

En ésta lógica, la Táctica determina la Estrategia porque se encuentra más cerca del punto de contacto. Y cada Táctica concluye por ser la Estrategia del nivel inmediatamente inferior. El centro de gravedad se encuentra en la base.

Peter Drucker recomendaba como política para la gestión de Recursos Humanos, (un poco en serio y un poco en broma), que un miembro de la Alta Gerencia reemplazara a un vendedor cuando éste tomaba vacaciones. Decía que con este sencillo acto podía optimizarse el perfil competitivo de la Organización. Y esto por una razón sencilla: las mejores respuestas siempre están “allá abajo”, cerca de la acción y la realidad del Mercado. Allá donde termina el plan y toda reflexión se transforma en un acto.

La “salud” de una Organización de negocios se mide “de abajo hacia arriba”.

Su capacidad competitiva se fundamenta en el hecho de hacer bien las cosas desde los puestos operativos y en dirección a la cúspide de la Organización. La solidez de una pirámide no se halla en su ápice superior, se encuentra en la base.

Dicen bien que la cabeza poco puede hacer sin miembros que cumplan lo que dispone, pero poco ha hecho si los miembros son incapaces de cumplir lo dispuesto. La acción virtuosa demanda un cuerpo.

En materia de Recursos Humanos (el Recurso Estratégico más importante en la Organización), la respuesta se encuentra ¡mirando hacia abajo!

La premisa de Welch para que exista “el hombre adecuado en el puesto adecuado” pasa por evaluar la estructura de “abajo hacia arriba”. ¿Dónde se encuentra la persona idónea para cubrir un puesto superior?: abajo, en el puesto inmediatamente inferior.

Si esto no es así, sucede una de dos cosas:

1.- La Organización no cuenta con la calidad de Recursos Humanos que debiera.

2.- La estructura organizacional es inadecuada.

O visto de otra manera, no existen hombres adecuados ni puestos adecuados.

En función de las exigencias que plantea la dinámica competitiva, NO EXISTE justificativo para que la Organización no pueda recurrir al “hombre de abajo” y cubrir así puestos superiores.

Los Principios Estratégicos demandan que la preparación y capacidad de personas que interactúan con el conflicto, permita alternabilidad o sustitución en cualquier momento, y a todo nivel de la estructura.

Cuando la Organización no puede recurrir al “hombre de abajo”, o bien ha fallado al optar por ése hombre o ha establecido “distancias muy amplias” entre los diferentes puestos de trabajo. En ambos casos existe debilidad competitiva.

Para la Estrategia, los conceptos de “holismo” y “sinergia” son indispensables en la disposición de la estructura organizacional y los Recursos Humanos.

Los puestos de trabajo y los hombres en la Organización conforman un todo aglutinante. Una sola “masa”. No funciona el criterio de “columnas vertebrales”, pilares o ejes. En organizaciones sujetas a grados altos de competencia, la solidez de la estructura debe ser uniforme en toda la masa.

No existen “los hombres importantes” o imprescindibles. Todos son importantes, imprescindibles y deben marcar diferencias. El todo debe ser mayor a la suma de las partes.

El STRATEGOS es un animal de equipo. Y esto no es una cualidad, es algo que responde a la dinámica del conflicto.

¡Mire hacia abajo!, allá está la solución del problema. Por otra parte, si llega a la conclusión que no es posible encontrar las soluciones abajo, el problema es usted mismo.

En la lógica de gestión de Recursos Humanos, bien resume ése viejo adagio:

“Si el mensajero no hace bien su trabajo, despidan al gerente”.

Fuente: https://elstrategos.com/recursos-humanos-y-estrategia/

 

Protocolo social. Fiestas y eventos sociales. Tipos de fiestas. Reglas de comportamiento para participar en una fiesta


Las reuniones formales o informales con amigos y familiares se organizan cada vez con mayor frecuencia en casa. Es una forma de ahorrar dinero y de disfrutar de la compañía de amigos y familiares en la intimidad

Redacción Protocolo y Etiqueta 

Organizar una fiesta en casa: encontrarse con amigos, familiares...

Reunirse con amigos y familiares en una casa

Una excelente manera de divertirse con amigos y familiares es organizar una fiesta en casa. No tiene por qué haber una razón o motivo, aunque casi siempre sea por alguna razón especial el celebrar algo en casa. Para organizar una buena fiesta en casa, hay que controlar bien, desde el espacio disponible hasta el presupuesto con el que contamos para aprovisionar bien la fiesta.

Una fiesta en casa no implica poner la casa patas arriba. Se puede organizar algo más tranquilo como, una simple cena con amigos. Una celebración para disfrutar de una buena comida y una agradable conversación en un ambiente relajado. Una celebración en casa nos permite evitar la multitud de un lugar público, y tener la música, la bebida y la comida que más nos guste.

Las celebraciones con amigos y familiares no siempre tienen que organizarse fuera de casa. Las razones económicas, la comodidad o cualquier otra razón puede llevarnos a organizar un estupendo encuentro en nuestra casa. Es cierto, que este tipo de encuentros se suelen hacer cuando es un grupo reducido de personas -salvo que tengamos una gran mansión y mucho dinero-.

Organizar una fiesta en casa, cualquiera que sea el motivo, es un pequeño reto a nuestras dotes como "anfitriones". Aunque en los países más mediterráneos y latinos -en estos países se prefiere salir más fuera de casa- no es una costumbre tan extendida como en otros países de Europa, las fiestas en casa van ganando terreno poco a poco.

Cualquier motivo es bueno para organizar una reunión de amigos:un ascenso, un cumpleaños, un premio recibido, la retransmisión de un evento deportivo, etcétera. Además de este tipo de fiestas 'improvisadas', tenemos las fiestas marcadas por nuestro calendario y nuestras creencias: Navidadesdía del Padre o de la MadreHalloween , etcétera.

Las fiestas y las reuniones de amigos son actos sociales

Aunque se pueden considerar similares en cuanto a organización y desarrollo, las fiestas en casa y las reuniones de amigos son actos sociales. Hemos querido hacer una pequeña diferencia entre la 'fiesta' propiamente dicha -día en que se celebra alguna solemnidad civil, religiosa o nacional-, de las reuniones o encuentros sociales espontáneos no marcados en el calendario, sino 'marcados' por otro motivo particular, como por ejemplo, simplemente para charlar con los amigos.

Como hemos comentado anteriormente, son celebraciones en las que se reúnen un grupo de amigos y familiares para celebrar algo -un ascenso, un premio...- o simplemente se organizan para verse y charlar de las cosas cotidianas.

La organización de una fiesta o reunión de amigos, dependerá en gran medida del lugar donde se celebre, la época del año, la hora, el motivo y otros factores. Todo ello influye en el resto de "componentes" de la fiesta: el tipo vestuario, la comida a servir, la bebida a ofrecer, los elementos decorativos, etcétera.

Sugerencias para hacer una buena fiesta o encuentro

Independientemente del tipo de reunión que organicemos, hay unos conceptos básicos válidos para todas las fiestas o reuniones que organicemos.

Calcular correctamente el número de invitados. Es fundamental para establecer una provisión correcta de bebidas, canapés, cubiertos, cristalería... El espacio del que disponemos es un factor importante para evitar 'aglomeraciones' e incomodidades a los invitados.

Informar si el encuentro va a ser formal para informar a los invitados del vestuario requerido, y que no haya sorpresas o 'looks' fuera de lugar. Aunque siendo una celebración en casa, aunque el vestuario sea un poco extravagante, lo van a ver muy pocas personas.

Las fiestas son la base esencial de las relaciones sociales. Procuremos que ninguno de nuestros invitados se sienta desplazado o no participe en ninguna conversación o actividad.

Tipos de reuniones y fiestas 'señaladas'

Aunque hacer una clasificación completa, sería casi imposible por la gran variedad de reuniones que se pueden organizar -desde invitar a tomar a los amigos una copa hasta una fiesta mucho más formal con nuestros jefes-, vamos a dar una relación de las más comunes:

1. Cumpleaños.

2. Aniversarios.

3. Día del Padre/Madre.

4. Navidades.

5. Otras reuniones sociales.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/celebraciones/fiestas-y-eventos-sociales-tipos-de-fiestas-reglas-de-comportamiento.html

Protocolo para hacer una bienvenida. Reglas de etiqueta y cortesía para recibir invitados o clientes


La bienvenida es una forma de recibir a los invitados o clientes con amabilidad y cordialidad. Un buen recibimiento es la mejor forma de comenzar una visita personal o profesional

Redacción Protocolo y Etiqueta 

Todos los invitados debe sentirse bienvenidos

Es muy importante recibir a los invitados o clientes con alegría, con amabilidad y con una sonrisa. De esta forma generamos actitudes positivas. El diccionario de la Real Academia Española que bienvenida o bienvenido es: "dicho de una persona o de una cosa, recibida con agrado o júbilo".

Cuando alguien entra por la puerta de nuestra casa o de nuestro negocio, algunas veces es posible que no sepamos qué hacer o decir. Una de las maneras más sencillas de dar la bienvenida a alguien es saludarle con una cálida sonrisa. El invitado o cliente tiene que notar que estamos encantados y agradecidos por su visita. Un recibimiento amable y cordial, es un estupendo comienzo para tener un grato encuentro y predispone positivamente a nuestros invitados o clientes.

Es muy importante tener en cuenta que la persona que recibe debe ser la primera en saludar. Debemos saludar antes de que nos salude la persona que llega. Si nos saludan primero, ya hemos sido descorteses con la persona que recibimos. Primero, saludoamos. El resto de gestos de cortesía vendrán después -ceder el paso, ofrecer un asiento, ofrecer algo para tomar o beber, etc.-. Dar la bienvenida a quien llega es un gesto de cortesía en todo el mundo.

Aprender desde pequeños a relacionarnos

Desde que somos muy pequeños a todos nos enseñan a saludar. Saluda a este señor, saluda a esta señora. También nos enseñan a ser educados cuando viene una visita a casa. Pues, a pesar de todas estas enseñanzas, es curioso comprobar que, en algunas ocasiones, cuando se recibe a una visita o a un cliente, le tratamos como si fuese una molestia. Este comportamiento genera muy malas actitudes y predispone a un encuentro tenso y poco cordial.

Los buenos modales deben servir para recibir a todo el mundo con respeto y amabilidad. A tratar a todas las personas con igualdad. Da lo mismo que sea un amigo de nuestra familia que nos cae mal o un competidor de nuestro negocio. Saludar es un acto de cortesía que no debemos negarle a nadie. Puede resultar molesto e incómodo que alguien no salude a otra persona. Además, de ser un maleducado. Si se nos ha pasado saludar a alguien por un despiste o porque estamos un poco nerviosos, debemos ofrecer una disculpa.

Cuando una persona no se siente bienvenida, seguramente le darán ganas de irse por donde ha venido. Por este motivo, si nos saludamos de forma correcta a nuestras visitas o clientes con afecto y cortesía, estamos siendo poco educados y demostrando una gran falta de educación. Además, es muy posible que nuestro invitado/cliente se sienta incómodo.

En definitiva, el buen anfitrión tanto en el mundo de la empresa como en el ámbito social tiene el deber de recibir y dar la bienvenida a sus clientes o invitados de una forma apropiada, acorde a los usos y a las costumbres del lugar. Debe mostrarse amable y servicial, que no servil. Estar atento a las necesidades de los invitados para que estos se sientan cómodos y bien valorados.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/anfitriones-e-invitados/protocolo-para-hacer-una-bienvenida-reglas-de-etiqueta-y-cortesia-para-recibir-invitados-o-clientes.html 

Los problemas miden el tamaño que tienen las personas


 

Los problemas miden el tamaño que tienen las personas, la “madera” de la que están hechos, el carácter que poseen para encarar la vida.

Las tribulaciones, contrariedades y conflictos, tamizan el género humano y lo dividen entre aquellos que salen fortalecidos y quienes emergen débiles y vulnerables.

A veces los problemas no tienen la solución que se busca o los resultados son adversos. Pero aún en estos casos el hombre de carácter emerge victorioso, porque aprende, no desmaya y crece.

(Tema abordado en el libro “Cómo enfrentar y resolver problemas en los emprendimientos y en la vida“, de Carlos Nava Condarco)

La vida no es benigna, no tiene por qué serlo. Los hombres son criaturas pequeñas ante la magnitud de los fenómenos naturales y sociales. Su historia es una crónica de sacrificios y batallas duras contra la adversidad. Lo fue siempre y lo será hasta el final.

Hay que arrancarle al destino cada beneficio y privilegio. Con sufrimiento. A fuerza de honrar el precio demandado. El ser humano es un sobreviviente, ése es su mérito principal.

Ante los problemas y la adversidad, el objetivo primario es precisamente ése: sobrevivir, salir íntegro. Esto ya permite participar de la próxima contienda, y otorga crédito para vencer.

Salir en pié de la prueba es el imperativo fundamental, y no rendirse es la primera y más importante victoria. Así las personas miden el mismo tamaño que sus problemas.

Lastimosamente esto no siempre se cumple, muchos bajan los brazos y salen derrotados.

Cada caída quita un puñado de plumas y daña ésas alas que sostienen el ánimo y la entereza. El fracaso las afecta al punto que “no sirven para volar”. Luego se “camina” por la vida con mayor dificultad. Apreciando todo desde la perspectiva de una criatura pequeña que siempre encuentra gigantes.

Por el contrario, es hermosa la visión del ave que ve todo desde las alturas. Libre, rodeada de claridad y paz. Desde allí todos los problemas se ven pequeños. Con ésa perspectiva no solo se mira la dificultad, también todo lo que la trasciende. Lo que el ave observa siempre es hermoso, aunque en medio de ello existan problemas y contrariedad.

A los seres humanos les ha sido otorgada la bendición de “volar”. De apreciar la vida desde arriba y medir las cosas desde las alturas. Para hacerlo solo deben cuidar sus alas. No rendirse ante la adversidad para no dañar el espíritu, que es aquel que remonta vuelo.

Ningún problema otorga el derecho de bajar los brazos.

Así lo demuestra la hormiga cuando en su caminar por la habitación choca contra un zapato. Ella rodea esa “montaña” o pasa por encima sin dudar. No le está reservado apreciar su entorno más allá de las estrechas paredes del recinto, pero un obstáculo, por inmenso que le resulte, no la detiene en su deseo de dominar sus circunstancias.

Cuánto más debe hacer el hombre, quién potencialmente tiene la capacidad de dominar incluso otros mundos.

Es bueno apreciar la enseñanza que dejan algunas personas. Conmovedoras historias de victoria ante el infortunio, dramáticas oportunidades para celebrar la vida. Individuos a quienes el destino privó de algún miembro o facultad. Quienes nacen y crecen en condiciones extremas de pobreza o son víctimas de enfermedades que no se pueden curar. Cuesta imaginar el tamaño de la adversidad que viven, en muchos casos desde la cuna. Sin culpa ni opción.

Estas hermosas criaturas miden el tamaño de los problemas que enfrentan y superan día a día. Son grandes entre los grandes.

Son también un regalo para los demás. Porque a la sombra de sus proezas solo se puede sentir agradecimiento con la vida. Humildad y sana vergüenza por la debilidad propia y la queja omnipresente.

Dicen que la valentía no está representada por la ausencia de miedo, sino por la capacidad de controlarlo y superar la prueba. Ése valor se precisa para no desmayar ante la adversidad. Porque existe el derecho de sentir miedo, claro que sí, o al menos el sano temor que demuestra inteligencia.

Sin embargo, valioso tiempo pierde quién se ocupa de procesar el temor antes que dar cara a sus miedos.

Muchos se rinden ante los problemas por temor a sus consecuencias o a la tarea necesaria para resolverlos. Así se convierten en víctimas del miedo y no del problema en sí mismo.

Se precisan buenas dosis de valor para superar temores y no rendirse ante la adversidad. La fuente de éste coraje debe nutrirse de los motivos mayores, los objetivos de vida fundamentales y los sentimientos más profundos.

El coraje surge del amor del hombre por sus metas. El que lo relaciona con su familia y amigos. Y sobre todo el que siente por sí mismo. Cuando esto se ponen en riesgo por causa de la adversidad, emerge la fuerza para no rendirse.

Así los problemas miden el tamaño de las personas, porque ponen a prueba su amor.

Y cuando más grande éste, mayor el coraje que lo sostiene y más clara la visión para alcanzar soluciones.

El orgullo también es puesto a prueba en la adversidad. Un sano y genuino orgullo por lo que se ha alcanzado en la vida. Aquello que se quiere y tiene en alto precio. Eso que los guerreros griegos llamaban la “parcela conquistada a sangre y fuego”.

Es un hecho que la vida no regala nada. Todo se le debe arrebatar con esfuerzo, y nada puede resignarse sin sana pelea. Firme como el derecho que la sustenta.

A veces ésta pelea también debe sostenerse para demostrar a otros la calidad de madera con la que se está hecho.

En momentos de tribulación no todas las manos se tienden o son amigas. Muchas se disponen, más bien, para dar el empujón final que precipita la caída. Se dice sabiamente que existe “un poco de todo en la viña del Señor”. Y se pecaría de inocencia pensando que toda la gente solo desea el bien para los demás. ¡Suele ser lo contrario! La envidia, recelo, rencor y egoísmo habitan éste mundo desde siempre, y se fortalecen de la debilidad ajena. Se nutren de quienes capitulan.

Por último, se debe estar preparado para encarar la adversidad en soledad.

Los problemas miden también la naturaleza del compromiso que las personas tienen entre sí, especialmente si son cercanas. Constituyen útil factor para calificar las relaciones.

Pero a pesar que se tenga la bendición de contar con personas que brinden apoyo, una importante cantidad de problemas tienen vivencia estrictamente personal. El escenario donde se llevan a cabo es como la cumbre fría de una montaña, aislada de todo. Allí se siente la soledad aun cuando sean muchos brazos los que esperan abajo. Esta soledad solo se supera con fortaleza de espíritu, con la fe que se tenga en uno mismo.

Fea compañera es la soledad, socia siempre dispuesta de la adversidad.

En todo caso y siempre, cuando la tribulación llega, se necesita enfrentarla con firmeza. Con cada quilate del valor propio.

En esas situaciones ayuda mucho esa poderosa afirmación que distingue a los hombres entre sí:

“Las estrellas brillan cuando el sol se oculta”.

Fuente: https://elstrategos.com/los-problemas-miden-el-tamano-de-las-personas/