La sal y la
pimienta se suelen poner juntas en la mesa al igual que se hace con el aceite y
vinagre. Pero, ¿de dónde
viene esta costumbre?
Redacción Protocolo
y Etiqueta
La sal y la pimienta. Una pareja
inseparable en la mesa
¿Cuál
es el origen de poner juntas la sal y la pimienta en la mesa?
En
las mesas de muchos casas y restaurante podemos ver dos
'matrimonios' muy comunes:
1.
La sal y la pimienta.
2.
El aceite y el vinagre.
El
aceite y el vinagre ya sabemos que se colocan en la mesa para facilitar el
aliño de verduras y ensaladas, principalmente. Pero, ¿la sal y la pimienta?
La
sal y la pimienta, ¿se deben poner juntas? Su origen
Michelle
Donatto, directora y propietaria de The Southern Etiquette Society sugiere que pensemos en la sal y la pimienta como una pareja casada. Veamos por qué.
En
la época medieval, una gran variedad de guisos y platos eran
condimentados con todo tipo de especias como el azafrán, la canela, el
clavo o el jengibre. Incluso el azúcar era un condimento más que se utilizaba
en los platos salados.
¿Y
la pimienta? Por aquel entonces era una
especia que únicamente las clases altas podían permitirse. Por este
motivo, lo usaban las familias más pudientes para diferenciar algunas
preparaciones que se condimentaban con esta especia.
Luis XIV consideraba vulgar condimentar la comida.
Por eso, sus cocineros se pusieron manos a la obra y empezaron a separar lo
dulce de lo salado. De hecho, se les atribuye a ellos, que empecemos a comer
los platos salados para terminar con un postre dulce. Separaron los platos
dulces de los salados e 'impusieron' ese orden en la mesa.
Pero
la realidad es que más que considerar vulgar condimentar la comida, sus
ciudadanos decían que el rey Luis XIV era muy quisquilloso con la
comida y no le gustaba que los condimentos con especias dominaran el sabor de
su comida. Por este motivo, en una ocasión sus cocineros le condimentaron
la comida únicamente con pimienta. ¡Chapeau! Comprobaron que este 'maridaje'
había resultado un rotundo éxito. La pimienta era la única especia que
complementaba perfectamente a la sal y no dominaba el sabor en la comida.
Dada
la conocida hegemonía francesa en cuestiones gastronómicas y de
etiqueta, pronto se extendió esta costumbre, primero por Europa, luego por
América y otras partes del mundo.
A
partir de ese 'histórico' momento, surge el matrimonio de la sal y la
pimienta que perdura hasta nuestros días. La costumbre de colocar la
sal y la pimienta juntas en las mesas de casi todo el mundo sigue bastante
vigente en la actualidad.