¿Cuál es el sentido de una queja? ¿Hacer conocer algo
que debe ser modificado o reparado? ¿Una exclamación sincera de dolor? Si no es
así, ¡no te quejes!, porque la queja no es solo vana, es
también una pérdida de tiempo, falta de consideración con los demás y muestra
de cobardía.
Reflexiona en estas diez argumentaciones:
1.- “No te quejes si no hay dolor”. Y si lo hay, no
olvides que la queja no lo resuelve.
La vida presenta situaciones difíciles e
imprevisibles. Esto es cierto. En determinadas circunstancias la queja puede encontrar motivos “razonables” para
existir o al menos ser entendible, (aunque igualmente sea de poca utilidad).
Pero, “quejarse sin motivo alguno” es un mal de otro
tamaño…
Si hay algo peor que una persona habituada a quejarse,
es una que lo hace sin motivo alguno o como un fin en sí mismo.
2.- No te quejes si algo fue mal, porque siempre pudo
ser peor.
Quién se queja no sólo ignora lo perfectos que son los
procesos de la vida, (porque finalmente todo sucede por algún motivo y para
buen fin), también interpone calificaciones arbitrarias a los eventos que
acontecen:
¿Quién puede asegurar que algún acontecimiento
“negativo” no pudo ser aún “peor”?
Bien lo dice el proverbio árabe: “Yo me quejaba porque
no podía comprarme zapatos, hasta que conocí a un hombre que no tenía pies”.
3.- Ninguna queja consigue evitar, disminuir o
facilitar la resolución de problemas, ¡ninguna!
Hay un motivo lógico para esto: toda queja está
fundamentada en energía negativa. Y la solución de inconvenientes,
contrariedades, problemas y adversidades demanda energía positiva.
La vida en su integridad se explica por el estado, el
flujo y el intercambio de energía. Y la queja es un agujero negro para ella.
4.- La queja debilita, nunca fortalece.
La queja genera debilidad justamente porque consume
energía. Hay personas que no son “débiles” por otra cosa, pero alcanzan esa
condición como efecto de la queja. Si ella evidentemente debilita a los
receptores, es un hecho que también debilita a quién la emite.
5.- ¡No te quejes! porque terminarás aislado y solo.
¿Qué nivel de confianza consigue quien se queja? Todas
las personas (es parte de su condición “animal”), buscan SEGURIDAD. La persona
que se queja no la transmite, por lo tanto, no es compañía que se busque o
desee.
¿Escuchaste hablar de esas personas “tóxicas” que
deben evitarse?, pues bien, la queja es precisamente la toxina.
6.- Quien da en la vida, recibe. El que se queja solo pide
para sí y nunca da, por eso no recibe nada.
Quejarse es muestra de falta de seguridad en uno mismo
y ausencia de autoestima. En la vida existen dos tipos de personas: las que
transitan “dando” de sí a los
demás y las que lo hacen “pidiendo” un poco de todo para sí mismos. Con
la queja no se da nada y, por el contrario, se pide la consideración de los
demás con la actitud de un mendigo.
7.- No te quejes, porque eso te coloca en una posición
parasitaria.
La queja conduce a una situación de dependencia. La
persona quejumbrosa precisa del aporte ajeno para solucionar sus asuntos o
sentirse mejor. Succiona energía de su entorno para sostenerse.
La dinámica del mundo y todo el universo no puede
funcionar basada solamente en personas que demandan, por eso el individuo que
se queja adopta un tipo de actitud parasitaria, puesto que depende de aquellos
que dan.
8.- La queja repetida y sin sentido conduce a la
mediocridad
Las actitudes parasitarias, por decir lo menos, son
mediocres: seres débiles al amparo de la fortaleza ajena.
La queja repetida y sin sentido conduce a la
mediocridad, por mucho que la persona pueda exponer grandes conocimientos y
experiencia no se escapa de ella, porque mediocre es el individuo más instruido si
carece de la actitud apropiada.
9.- El ser que se queja y el “pastorcito mentiroso”
que anunciaba falsamente al lobo, terminan en la misma situación: se vuelven
víctimas de la verdad.
Cuando la queja tiene un mínimo de fundamento, en la
boca del quejumbroso se vuelve un hecho dudoso.
Que las poquísimas veces que te quejes de algo, la
situación lo justifique al ciento veinte por ciento.
10.- La queja es una manifestación de pobreza.
¡Mucho cuidado! Porque esta muestra de pobreza tiene
un alcance integral, se irradia. Puede comenzar en el rincón “inocente” de la
queja y terminar en el lugar más profundo del bolsillo.
No hay ser exitoso y que goce de bienestar que tenga
en la queja un hábito de comportamiento.
¡No te quejes!