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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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Protocolo invitados: no tomarse al pie de la letra lo de sentirse como en casa. Alojar invitados en nuestra casa


Cuando invitamos a alguien a pasar unos días en nuestra casa debemos encontrar un equilibrio entre ofrecer un buena atención y el hacer respetar algunas normas o reglas fundamentales de la casa. Tanto el anfitrión como el invitados están 'obligados' a respetar estas reglas de convivencia

Redacción Protocolo y Etiqueta 

Hacer sentirse como en casa a los invitados, también tiene sus límites

Los anfitriones siempre quieren que sus invitados se sientan como en casa. Pero, ¿hasta qué punto debemos tomarnos este ofrecimiento de forma literal? ¿Podemos usar los artículos del baño de nuestro anfitrión? ¿Podemos cambiar el sitio del rollo de papel higiénico? ¿Podemos fisgonear por toda la casa? Estas y otras preguntas las vamos a responder a continuación.

Consejos de buenos modales para los anfitriones

Cuando nos invitan a pasar un fin de semana o unos días a una casa, es común que nos animen a sentirnos como en casa. Este generoso ofrecimiento no significa que debamos abusar de la hospitalidad de nuestros anfitriones. Ni mucho menos, tomarnos ciertas libertades con respecto a la comida y otros elementos y espacios de la casa. Si obramos de esta manera, nuestro comportamiento será inaceptable y es muy posible que no nos vuelvan a invitar.

Cosas que no debemos hacer cuando nos alojamos en una casa que no es la nuestra

1. Si no tenemos un baño propio, preguntaremos a nuestros anfitriones si podemos utilizar algunos de los productos que hay en el baño. Lo normal es que en nuestro neceser tengamos todo lo necesario. Pero si nos hace falta algo, pedir permiso, no usarlo sin pedir el permiso correspondiente.

2. 'Asaltar' la nevera. Si vamos a tomar algo de la nevera, es apropiado pedir permiso. Puede que tomemos algo que tengan reservado para ellos o para preparar alguna comida.

3. No reorganizar. Aunque sea en nuestra propia habitación, los muebles y el resto de enseres deben permanecer en su sitio. Si movemos algo, antes de irnos todo debe quedar todo en su sitio. En las zonas comunes, no debemos cambiar nada de sitio.

4. Respetar la privacidad. Si hay habitaciones o estancias que no nos han enseñado, no debemos 'visitarlas' por nuestra cuenta. Hay que respetar la privacidad de nuestros anfitriones. Si vamos a entrar al salón o cualquier otra 'zona común' y la puerta está cerrada, lo correcto es llamar antes a la puerta.

5. Los horarios son para algo. Los invitados deben adaptarse a los horarios de los anfitriones. Pueden darnos algún pequeño margen, pero es mejor seguir sus horarios para no trastocar su día a día.

6. Cuarto de baño. Aunque nos asignen un cuarto de baño para nosotros solos, después de utilizarlo hay que dejarlo todo lo más limpio y ordenado posible. Aunque haya personal de servicio, estamos en una casa, no en un hotel. Podemos dejar nuestro neceser en el cuarto de baño hasta que nos marchemos, cuando el cuarto de baño es para nosotros solos.

7. Críticas al orden y limpieza de la casa. Aunque la casa no esté demasiado a nuestro gusto en cuanto al tema de la limpieza y el orden, mejor callarse. No hacer comentarios al respecto. Mucho menos, ponernos a limpiar o a ordenar.

8. Invadir espacios. Cuidado con ocupar espacios comunes con nuestra ropa u otros objetos -libros, ordenadores, etc.-. Para eso tenemos nuestra habitación. Tampoco debemos ocupar un asiento o espacio que sepamos, que es el que suelen usar nuestros anfitriones de forma habitual.

9. Fin de la estancia. Al irnos de la casa debemos dejar la habitación con un aspecto limpio y ordenado. Si queremos retirar las sábanas, dejar las toallas sucias en el cuarto de la lavadora, etc., mejor preguntamos a nuestros anfitriones. No lo hagamos por nuestra cuenta sin preguntar. 

Resumiendo, cuando vamos a convivir unos días en la casa de nuestros anfitriones, debemos saber comportarnos de forma apropiada, sin alterar, al menos de forma importante, su día a día. Aunque el anfitrión haga todo lo posible por complacernos, nosotros debemos adaptarnos al 'ritmo' de la casa y de sus habitantes.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/protocolo-invitados-no-tomarse-al-pie-de-la-letra-lo-de-sentirse-como-en-casa-alojar-invitados-en-nuestra-casa.html

¿Dejarás un legado en este mundo?


Hay mucho en juego en la evaluación de esta pregunta, principalmente porque en ella se refleja esa inquietud innata de todos los seres humanos: el sentido de la existencia. El legado constituye una forma de trascender los estrechos márgenes de tiempo que se viven en esta tierra, una manera de coquetear con la inmortalidad. Solo un intento, una aspiración, y probablemente un engaño…

En especial esto último, el hecho que el tratamiento del legado constituya un falso afán, es sostenido por muchas personas ciertamente razonables. Ellas dicen:

Finalmente vas a morir. En 200 años, nadie recordará que alguna vez estuviste aquí. No te preocupes por tu legado, porque no tendrás uno. Por esto mismo, ¡haz lo que quieras!, persigue el placer y diviértete tanto como puedas.

Un argumento lógico y fácil de comprobar. Efectivamente moriremos todos, y es poco probable que alguien se acuerde de nosotros el año 2250.

Algunos, producto de méritos extraordinarios, posiblemente registren su existencia en los libros imperecederos de la historia, como lo hizo un Newton o un Pasteur. Pero serán los menos. Para todos los demás parece un hecho que la cita con el anonimato eterno empezará a partir del último aliento.

También hay razón en quienes dicen que cosas como la reputación o el prestigio no constituyen ningún legado (aun cuando se les dedica enorme energía y tiempo en la efímera vida que se tiene sobre la tierra).

El propio Marco Aurelio se suma a este criterio. En su libro “Meditaciones” (que en realidad era su diario), dice al respecto: “¿Es tu reputación la que te preocupa? Pues te equivocas, simplemente mira lo pronto que somos olvidados. El abismo del tiempo sin fin se traga todo… Pronto solo serás cenizas o huesos”.

Haciendo referencia a muchos emperadores que le precedieron recuerda: “destruyeron tantas ciudades, mataron miles de infantes y caballos en batalla y fueron rápidamente olvidados”.

Tu memoria se perderá con la evaporación del tiempo. No te preocupes.

Alex Hormozi, un destacado empresario, cuenta que su tatarabuelo fue gobernante en Irán. “Tenía toda la riqueza y el estatus que puedas imaginar. Pero, ni siquiera puedo recordar su nombre. La idea de crear un legado es absurda…”

Al mismo punto parecen dirigirse los inocentes comentarios de un joven aventurero (con muchas ganas de aprender), a partir de su experiencia en el museo del Louvre en París:

“Hace unas semanas, estaba parado afuera del Louvre en París. El edificio está magníficamente ornamentado, seguramente porque fue construido como residencia para el rey de Francia. En la parte superior de las paredes se encuentran cientos de estatuas de tamaño natural de los grandes músicos, artistas y escritores de la ciudad. Mientras estudiaba el edificio me di cuenta que estos hombres eran lo suficientemente impresionantes para ser recordados en mármol y decorar el museo más famoso del mundo. Sin embargo, apenas reconocí un nombre. (¿Voltaire?)”.

La conclusión hasta aquí es obvia: las opiniones de los demás no importan. La reputación, el prestigio y la memoria que intentan trascender el tiempo, no tienen gran valor. Suena más lógico adherirse a ese otro consejo: “haz lo que te haga feliz”. Vas a morir, tus días llegarán a su fin y todo será arrastrado por el río del tiempo.

Sin embargo, toda la lógica y solidez de estos argumentos oculta, peligrosamente, una verdad trascendental.

Porque en realidad, ninguno de nosotros será completamente olvidado. La verdad es que todos tendremos un legado, uno que marcará irremediablemente el porvenir.

¡Nuestras acciones serán ese legado! Las decisiones que tomemos, y las personas que ellas afecten, construirán la herencia que dejaremos para la eternidad.

Cuando se le preguntó a David Senra, presentador del podcast Founders, sobre lo más amable que alguien hizo por él, respondió:

“Lo más amable que alguien ha hecho por mí sucedió décadas antes de que yo naciera. Mi abuelo vivía en Cuba. Tenía 38 años, una esposa y un bebé recién nacido cuando ocurrió la Revolución Cubana y Castro tomó el poder. Él no entendía inglés, no tenía dinero ni educación, pero tomó el enorme riesgo de huir de Cuba a Estados Unidos para brindar mayores oportunidades a su familia. Esa decisión cambió toda la trayectoria de mi vida.

Ninguno de mis intereses o pasiones harían una pizca de diferencia si creciera en la Cuba de Castro en lugar de Estados Unidos. Este es un ejemplo de cómo nuestras decisiones no solo afectan a los seres queridos ahora, también repercuten a través de generaciones.

Si lo piensas, no en el contexto de lo que sucederá en tu vida este año o el próximo, sino en cómo las decisiones que estás tomando afectarán a las personas que aún no han nacido, las tomarías de manera diferente.”

Es posible que tus tataranietos no recuerden tu nombre, y que sus propios padres sepan muy poco sobre ti. Pero las decisiones que tomes en tu tiempo, definitivamente les habrán afectado.

El legado no radica en que tu nombre baile en la punta de la lengua de las personas durante milenios, o que se conmemoren días festivos en tu honor. Tampoco se trata de estatuas o monedas con tu cara estampada en ellas.

Tu legado está simplemente definido por las decisiones que tomas durante tu corto tiempo de estadía en este mundo.

Pero esto mismo, con ser simple no es poco. Porque en el proceso tienes el poder de afectar profundamente la vida de cientos o miles de seres humanos. No solo aquellos que interactúen con tu descendencia directa, también los hijos, nietos y tataranietos de las personas que te conocieron en vida y se vieron influenciados por tu existencia.

Tienes el poder de definir el destino de muchos. Ni tu vida, ni la de ninguna otra persona es insignificante. No se trata de establecer si tendrás o no un legado, se trata de que éste sea uno que contribuya con un mundo mejor que aquél al que llegaste perfeccionando un milagro.

Porque tu vida es eso: un milagro. Las probabilidades de que no hubieras nacido son astronómicas. Y de un evento de esta naturaleza no puede esperarse esterilidad o fruto vano.

¡Lo que haces importa! Tus decisiones cambian el mundo, y tu legado es una obra en la que trabajas todos los días.

Inspirado en el artículo “Leaving a Legacy” de Thomas Dixon

Fuente: https://elstrategos.com/legado/

Mi Compañero – Alexis Maxímovich Péshkov (Maxím Gorky) – 1897



Maxím Gorky nació en Niyni Novgorod (ciudad cuyo nombre fue cambiado por el del escritor), en 1868; murió en Moscú, en 1937, según los críticos, muchas de sus obras mostraban decadencia y realismo en otras. Su autoridad literaria y moral, le permitieron imponer sobre las multitudes los valore precedentes a la revolución soviética.

Gorky echó mano de sus evocaciones infantiles para hacerlas obras notables de la literatura.

El cuento «Mi Compañero» me ha mostrado cómo el autor sabe llevar al lector la tipología y psicología de cada personaje. Se muestra al personaje de la clase noble con los vicios que se producían en su desarrollo conductuales, no sé si hoy en día, como los son: Falta de motivación e interés por las labores manuales; el considerar siempre a quien crea un súbdito, como un ser de inferior naturaleza con la obligación divina de servirle en toda ocasión. En fin, muy recomendable esta breve historia.

Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel

 

Consejos de etiqueta válidos para hacer y recibir llamadas telefónicas tanto personales como profesionales


Gestionar las llamadas, tanto personales como profesionales, conlleva conocer alguna reglas básicas de cortesía y buenos modales

Redacción Protocolo y Etiqueta

 

Reglas de etiqueta social para manejar las llamadas personales y profesionales

Los teléfonos celulares - móviles han cambiado el mundo de las tradicionales llamadas telefónicas. Ahora no hay que esperar a llegar a casa, entrar en una cabina telefónica en la calle, entrar en un bar, etcétera para poder llamar por teléfono. Millones de personas en todo el mundo tienen acceso a un teléfono, pero desconocen muchas de las reglas de etiqueta para hacer y recibir llamadas telefónicas. Una llamada puede ser tan inoportuna al hacerla como al contestarla.

El teléfono como herramienta de comunicación

No hay ninguna duda de que el teléfono sigue siendo una de las herramientas de comunicación más utilizadas tanto en los negocios como en cualquier otro tipo de ámbito social o personal. La comunicación por voz es ahora más importante que nunca. Llegar a cualquier parte del mundo con una llamada es ahora mucho más fácil que en cualquier otra época de la historia. Pero su uso puede que no sea el más apropiado en todas las ocasiones. Veamos por qué.

Hay unas premisas generales válidas para todas las llamadas: usar un tono de voz adecuado -no gritar-, ser respetuoso, no interrumpir y evitar usar un lenguaje inapropiado o incomprensible. A partir de aquí vamos a ver algunas cuestiones relativas a la etiqueta telefónica.

Cómo tener una buena conversación telefónica

La conversación por teléfono es ahora muy distinta. Para empezar, en la actualidad muchas llamadas se hacen con vídeo -videollamadas- con lo que entra en juego una parte muy importante de la comunicación, el lenguaje gestual. Ya no podemos hacer gestos raros, dejar de prestar atención, etcétera, porque nos verán. Debemos pensar que estamos hablando frente a una persona que nos está viendo y eso limita nuestros movimientos y gestos que pueden delatar nuestra falta de atención o de interés. También, el poder verse facilita mucho la comunicación. Los gestos aportan una gran cantidad de información a una conversación.

Cuando hablamos con otras personas, si no es una videollamada, debemos tener en cuenta que no podemos ver expresiones faciales, gestos, reacciones a nuestras palabras... ni podemos ver lo que está haciendo la otra persona. Por esta razón, es muy importante estar atentos a la conversación y cualquiera de sus matices. Puede haber algunas palabras, sonidos, ruidos de fondo, etcétera, que nos pueden aportar cierta información sobre si alguien nos está prestando atención o no. Pero no es tan fácil detectarlo como en una videollamada.

No solo tenemos que tratar de entender a la otra persona, sino que también debemos hacernos entender. Dar una buena explicación y todos los detalles que sean necesarios para hacer llegar nuestro 'mensaje' y que este mensaje sea comprensible para la otra parte es muy importante. Es esto lo que hace más efectiva una buena comunicación.

Cómo hacer llamadas telefónicas con más éxito

Si somos diestros, un sencillo consejo: colocar el teléfono a nuestro lado izquierdo para dejar la parte derecha libre para poder tomar notas, apuntar algo o consultar algún manual, agenda, calendario, etcétera.

Si hacemos una llamada profesional y queremos que nos pongan con la persona que queremos hablar, preguntaremos por el señor ... -su apellido- o por don ... -su nombre-. Si no puede ponerse al teléfono o no está la persona indicada para ayudarnos, podemos pedir que nos pasen con alguien que nos pueda resolver nuestras dudas o solucionar algún problema. Debemos mantener en todo momento un tono de respeto y amabilidad con la persona que contesta.

Si tenemos que dejar un mensaje, debemos decir de una forma clara y exacta lo que necesitamos. Debemos dejar nuestros datos de contacto y decir cuál es el mejor horario para comunicarse con nosotros. Hay que ser todo lo específicos que podamos. En la medida de lo posible, debemos evitar frases vagas como 'llámame lo antes posible', 'espero tu llamada', etc.

Si dejamos un mensaje o recado a una persona y no a un contestador, es aconsejable pedirle a esa persona que nos repita el mensaje que le hemos dictado para asegurarnos que lo entendió y lo apuntó bien. No hay que ser muy imperativo con esta petición. Simplemente podemos decir: "¿Le importaría volver a repetirme el mensaje que le he dado?" En la mayoría de los casos nos encontraremos con una respuesta positiva.  

Cómo devolver una llamada telefónica

Debemos recopilar información sobre el motivo por el cual nos hicieron esa llamada, antes de proceder a devolver una llamada telefónica. Saber si es un tema personal o profesional puede clarificar la situación.

Mejor, al devolver una llamada, empezar con una actitud positiva que dando una serie de excusas. Podemos comenzar con un "gracias por llamar esta mañana, ayer, la semana pasada... en qué le puedo ayudar" mejor que empezar con un "lo siento, lamento, etcétera".

Si hay un problema, no debemos culpar a los demás ni poner excusas. En cambio, asumamos la responsabilidad y tomemos la iniciativa de hacer todo lo posible para resolver el problema lo más rápido posible o darle solución a la consulta o situación.

Cómo contestar el teléfono de manera efectiva

Aunque parezca una tontería, sonriamos antes de contestar la llamada. Eso se reflejará en nuestro tono de voz y en nuestra actitud que será mucho más positiva. La persona que llama también se sentirá mejor atendida y más positiva. Es un gesto que no se ve, salvo que sea una videollamada, pero que tiene un efecto positivo en la comunicación.

Al saludar, podemos decir nuestro nombre, el de la empresa o contestaremos según la costumbre de nuestra casa o de nuestra oficina, dependiendo de si es una llamada personal o profesional.

La persona que llama es la que debe terminar la conversación y la primera en colgar el teléfono. Es la forma que tenemos de saber que nos ha dicho todo lo que tenía que decir. En definitiva, es la que tiene la última palabra.

Si una llamada se corta, debe volver a llamar la persona que hizo la llamada. Es habitual, que ambas partes intenten hacer de nuevo la llamada y les dé, que la línea está ocupada. El que recibió la llamada debe esperar a que le llamen de nuevo.

Para terminar, es aconsejable revisar de forma periódica los mensajes del buzón de voz o del contestador. Tenemos que devolver esas llamadas almacenadas. Si no devolvemos las llamadas, es muy posible que estemos perdiendo clientes o relaciones personales y familiares. Además, demostraremos que somos muy poco educados y amables

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/consejos-de-etiqueta-validos-para-hacer-y-recibir-llamadas-telefonicas-tanto-personales-como-profesionales.html

Todo empleado debe ser un emprendedor en el trabajo


Todo empleado debe ser un emprendedor en el trabajo que hace. Un individuo propositivo que maneja sus intereses para maximizar los beneficios de su capacidad de producción puesta al servicio de terceros.

La mayoría tiene entendido que emprendedor es quién identifica una oportunidad en el mercado, concibe una idea alrededor de ella y forma un negocio para aprovecharla. Esto es válido desde el momento que se incorpora el concepto de Negocio, pero es una afirmación equivocada cuando se la asocia exclusivamente a la creación de una “estructura”.

Emprender es un verbo y como tal califica una forma de pensar y actuar.

Hay emprendedores que no gestionan una estructura, más bien desarrollan alguna tarea que no se caracteriza por la existencia de algo físico. Y existe también la “mentalidad emprendedora”, que constituye denominador común para todas las actividades que se gestan a partir del verbo.

La manera conveniente de apreciar las diferencias pasa por el entendimiento preciso de lo que es un Negocio.

Por definición negocio “es una actividad que genera utilidad, interés o provecho para quien la pone en práctica”.

TODAS LAS PERSONAS hacen algún negocio a lo largo de la vida, pues son muchas las actividades que generan “utilidad, interés o provecho”.

Son dos las tareas específicas que perfeccionan un Negocio: las de producir y vender algo. Estas dos actividades materializan el beneficio para quién está desarrollando un negocio.

Y TODAS LAS PERSONAS producen y venden algo.

Quienes tienen un empleo y hacen un trabajo para terceras personas, producen y venden algo que les genera beneficio, sostienen un negocio, como cualquier emprendedor.

El empleado produce y vende sus conocimientos, habilidades y experiencia a quién hace uso de ellas para sostener, a la vez, otro negocio. Como retribución de ésos servicios recibe un pago que le proporciona “utilidad, interés o provecho”.

El empleado es responsable por los resultados de su trabajo de la misma forma que el emprendedor lo es por los de su negocio. Los “jefes” son “clientes” del servicio que proporciona.

Es posible que no haga buen negocio con los servicios que brinda al cliente que tiene, pero posee también el poder de prescindir de éste el momento que lo considere conveniente. Una palabra lo desvincula por completo: ¡Renuncio!

Existen quienes obtienen grandes beneficios con el empleo que tienen. Pero todos son casos en los que la premisa está clara: ¡se trata de un negocio! Se produce y vende un servicio por una retribución que genera beneficio.

Hay otras situaciones (posiblemente más numerosas) en las que el empleado no hace buen negocio. Más bien “entrega” el control de su carrera profesional a la institución que lo emplea. Y en ése momento convierte a su “cliente” en un amo. Y el amo, a diferencia del cliente, dispone con total discreción. Determina qué debe hacerse, paga lo que considera conveniente, invierte en el desarrollo del empleado de la forma que le parece. El patrón determina y el empleado obedece.

Esta situación se produce porque el empleado no está consciente que realiza un negocio al proporcionar su trabajo profesional, o dicho de otra forma, porque el empleado no actúa como emprendedor.

La mentalidad “emprendedora” no está reservada para quien emplea. Le corresponde a todo aquel que entiende que está haciendo un negocio y desarrolla su trabajo como un emprendedor.

El empleado que “delega” el control de su destino profesional no está pensando en los intereses del negocio que tiene (la producción y venta de sus servicios). Actúa por otro tipo de conveniencia. Esto mismo hace un emprendedor cuando sustituye o confunde los intereses personales con los del negocio que ha establecido.

Cuando el señor Juan Perez inicia una jornada laboral, debe convertirse en Juan Perez INC.

Una persona particular fuera del trabajo y quién maneja su propio negocio cuando está en él. Esto es ser empleado con mentalidad de emprendedor en su trabajo.

Este tipo de empleado se hace las siguientes preguntas:

¿Qué tan bien se está desenvolviendo mi negocio?

¿Estoy recibiendo un buen retorno por las inversiones que he realizado?

¿Existe un incremento interesante en los índices de éste retorno?

¿Qué inversiones estoy haciendo para desarrollar mi negocio?

¿Estoy invirtiendo en capacitación y adiestramiento?, ¿en desarrollo moral y emocional?, ¿en actualizaciones de mi productividad?

¿Cómo está comportándose mi negocio respecto a la competencia?, ¿otros “negocios similares” me están superando?

¿Puedo proveer un mejor servicio a menor costo?

¿Estoy gestionando tan bien mi negocio que realmente no tengo que preocuparme por la competencia?

¿Estoy cobrando un precio justo por la calidad del producto o del servicio que proporciono. O estoy “engañando” a mi cliente con la esperanza de que no se percate de ello?

¿Se está expandiendo o contrayendo el mercado que existe para mí negocio?  ¿Es prometedor o da motivos para ser pesimista?

¿Estoy haciendo un buen trabajo en el mercadeo de mi negocio? ¿Existen otros potenciales “clientes” que estén siguiendo mis acciones y pudieran estar deseosos de hacer negocios conmigo?, ¿Está mi nombre “activo” en el mercado?

¿Me gusta el negocio que estoy haciendo? ¿Me permite hacer un trabajo interesante? ¿Hago con él una contribución significativa a otras personas y disfruto de mi estilo de vida?

En el proceso de responder estas preguntas el Empleado-Emprendedor optimiza el desenvolvimiento de su negocio y contribuye al virtuosismo de la dinámica económica de la misma manera que lo hace un empresario.

El requisito de bienestar de una sociedad no es que todas las personas formen un negocio independiente y desde allí se inicie la carrera por formar la gran empresa. Lo importante es contar con gente que posea ésa actitud emprendedora que de manera tan fehaciente diferencia al líder del rebaño.

Para quién hoy es empleado y sueña con el negocio independiente ¡enhorabuena!. Para quien oriente su vocación a optimizar el negocio de vender sus productos o servicios personales con lógica emprendedora ¡fantástico!

Quién merece cuestionamiento es aquél que “delega” el control de su carrera en manos de otros y se queja de lo que le sucede. Ignorando la lógica elemental de que uno mismo es siempre responsable de lo que le pasa.

Probablemente la mejor calificación que merece la actividad emprendedora es precisamente ésta: asumir responsabilidad por la vida que uno tiene. Dejando a un lado ésa mezquindad de espíritu tan característica de quién siempre encuentra en otros la responsabilidad de sus infortunios.

Fuente: https://elstrategos.com/todo-empleado-es-un-emprendedor-en-el-trabajo/