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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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Consejos de etiqueta para relacionarse con buenos modales con personas con alguna discapacidad. ¿Comenzamos entablando una buena conversación?

 


Las relaciones sociales pueden llegar a ser muy complejas porque cada persona tiene sus propias 'características'. Cuando hablamos del tema de la discapacidad, las relaciones sociales deben ser igual de correctas y respetuosas aunque haya algunas limitaciones físicas o mentales

Redacción Protocolo y Etiqueta

 

La discapacidad: conversaciones y temas de conversación

A diario nos relacionamos con personas muy diversas. Socializar con personas con discapacidad puede causarnos algunas dudas. Las interacciones cotidianas con las personas con alguna discapacidad pueden representar ciertas dificultades para nosotros. Un simple gesto como hacer un saludo, mantener una conversación o cualquier otra acción similar nos puede incomodar cuando no sabemos cómo debemos actuar de forma correcta. Veamos cómo podemos aprender a manejar este tipo de situaciones.

1. ¿En qué consisten las reglas de etiqueta de la discapacidad?

La denominada 'etiqueta de la discapacidad' son una serie de reglas o consejos que tratan sobre la forma de comportarse y poner en práctica los buenos modales, manteniendo una actitud respetuosa, cuando se interactúa con una persona que tiene una discapacidad. Debemos relacionarnos de forma natural, tratando de ser respetuosos e intentar hacerlo lo mejor posible -aunque algunas veces, cometamos algunos errores-. Es importante ser conscientes del entorno en el que estamos y de las personas que nos rodean para obrar en consecuencia. No está de más, si es necesario, pedir consejos a alguna de las personas que tienen más experiencia.

2. ¿Por qué es importante seguir unas reglas de etiqueta con las personas con alguna discapacidad?

Cuando las personas tienen una determinada discapacidad es fundamental mostrar respeto y tratar de 'acomodarse' a sus necesidades. Es conveniente saber cómo relacionarse y tener buenos modales adaptados al tipo de discapacidad que tenga cada persona. Cada tipo de discapacidad requiere poner una mayor atención a unos u otros aspectos. Lo importante es no cerrarse a un contacto con esa persona por miedo o temor a hacer algo mal.

3. Cómo entablar conversaciones con personas con alguna discapacidad.

Todo depende del tipo de discapacidad que tenga cada persona en concreto. No es lo mismo una discapacidad visual, que una auditiva o fonológica. Dependiendo de cada caso podemos proceder de distintas maneras.

Entablar una conversación con personas con alguna discapacidad visual o física no suele representar un problema. Cuando la discapacidad es auditiva, solo hay que hacer un pequeño esfuerzo. Hablar despacio, un poco más alto, gesticular y, si es necesario, escribir las palabras -si ambos conocen el lenguaje de signos mejor-.  Si la discapacidad es fonológica debemos conocer el grado de afectación que tiene en su habla. Si es alto, nos podemos comunicar por escrito o por gestos.

4. Temas de conversación para charlar con una persona con alguna discapacidad

Salvo que la persona saque el tema, no es apropiado hablar sobre su discapacidad. Cómo se siente. Cómo hace tal o cual cosa. Qué le ocurrió. O alguna pregunta de este estilo.

Los temas de conversación pueden ser los más comunes. Los que tratamos en cualquier otra conversación. Lo mismo que los temas de conversación a evitar. Salvo casos especiales, no hay razón alguna para no tener una conversación de lo más común con una persona que tiene una discapacidad.

Para terminar, podemos relacionarnos y comunicarnos con las personas que tienen alguna discapacidad con total naturalidad. Solo hay que ser considerados, amables, comprensivos y respetuosos. Aunque no lo creamos, no todos necesitan nuestra ayuda. Somos propensos a ofrecer, algunas veces, una ayuda que no han solicitado. Esta forma de proceder puede ocasionar algunas molestias o dar lugar a situaciones incómodas.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/consejos-de-etiqueta-para-relacionarse-con-buenos-modales-con-personas-con-alguna-discapacidad-comenzamos-entablando-una-buena-conversacion.html

No se ofenda, saque conclusiones


 

Cuando se pierde el autocontrol, el pensamiento estratégico no da sus mejores frutos, o si quiere verse de otra forma, la victoria está más cerca de quién consigue “descontrolar” al oponente. Por esto, para mantener el equilibrio y sus ventajas competitivas, “no se ofenda, saque conclusiones”.

Ofender es uno de los oficios más antiguos y lucrativos que existe. Registra la historia que fueron ofensas las que determinaron el destino de la pareja bíblica en el jardín del Edén, igualmente la condena a muerte de Sócrates, el incendio de Roma por Nerón, los acontecimientos incontenibles que culminaron en las guerras mundiales, etc. Agravios, escarnios, injurias y oprobio definieron el destino del mundo desde el inicio.

Las ofensas son muy antiguas, definitivamente, pero ¿también son lucrativas?, ¿por qué?

Porque es la trampa en la que más caen los incautos, la herramienta menos costosa en poder del oponente, y el anzuelo preferido del pensador estratégico para romper el equilibrio en la gestión del conflicto.

Las ofensas tienen “mil caras”. En esto se diferencian de los insultos y las agresiones verbales. Llegan envueltas en sutilezas y pueden ser interpretadas de muchas maneras.

Quien ofende siempre puede argumentar que “ésa no fue su intención”, o que “alguien se sintió ofendido sin motivo alguno”.

Por otra parte, cuando las ofensas son recurrentes, gestan una “ofensiva” hecha y derecha, lo cual ya es un ataque organizado.

Por esto la gran escritora inglesa Agatha Christie decía: “La gente inteligente no se ofende, saca conclusiones”.

¿Inteligente por qué?

Pues bien, la ofensa se fundamenta en la capacidad de dañar la dignidad o el amor propio de otro, y la gente inteligente no somete estos valores a la consideración de los demás.

Valorarse como persona, comportarse con responsabilidad, seriedad y respeto, no es algo que pueda depender del juicio y las acciones ajenas. Porque si fuera así, nunca podría sostenerse. Pasa lo mismo con el amor propio, que si estuviera sujeto a la consideración de otros, no tendría nada de “propio”.

Las personas que dependen de externalidades para establecer su valor actúan con poca inteligencia, porque no solo están muy expuestas ante las dinámicas de la vida, también se encuentran inhabilitadas para el ejercicio exitoso de la resolución de conflictos y la práctica estratégica.

La Estrategia es, en buenas cuentas, el sistema de gestión del conflicto, la disputa de intereses y deseos antagónicos. Y en este campo, las susceptibilidades sobran.

Ahora bien, la segunda parte de la afirmación de la escritora inglesa, es aún más importante: “no se ofenda, saque conclusiones”.

No darse por ofendido responde a inteligencia, pero pretender (o suponer), que nadie trate de ofender, es una ingenuidad. Las personas toman el camino de la ofensa con frecuencia, de manera intencional o no. Y en ambos casos hay conclusiones, lecturas y lecciones valiosas.

La primera conclusión: cuando alguien ofende premeditadamente, expone una debilidad (a no ser que se trate de una intencionalidad estratégica, como se verá más adelante). Algo en la otra persona molesta y perturba a quién ofende, por esto lo hace. No encuentra mejor forma de alterar la situación.

Ésa es otra particularidad de la ofensa: se trata de algo personal. Cuando ya no existen argumentos, posiciones, ventajas situacionales, fortalezas naturales, etc., se opta por el agravio.

Tome buena nota de esto y no lo olvide: quién intenta ofender es débil. No le alcanzan otros recursos, precisa revertir (muchas veces desde una posición desesperada), el curso de las cosas.

Desde este punto y en adelante, el pensador estratégico puede identificar, incluso, los factores y elementos que definen la debilidad.

Porque quién ofende se vuelve un libro abierto, justamente porque demuestra que no tiene más opciones.

Para el Pingüino Amarillo, arribar a una “conclusión” respecto a la situación del oponente, vale un montón, porque elimina la incertidumbre y posibilita respuestas contundentes. Esto siempre es un regalo en el juego estratégico.

Por lo tanto, no se ofenda, saque conclusiones.

Sentirse ofendido lo lleva por el camino que determina el ofensor, mientras que sacar conclusiones al respecto, le permite actuar ventajosamente con quien intenta agraviar. Lo difícil está en superar la primera barrera, porque lo segundo es tan sencillo como recoger manzanas maduras en el campo.

Ahora bien, ¿el camino opuesto le está permitido al pensador estratégico?, es decir, ¿puede considerarse apropiado tratar de ofender a otros para que pierdan el equilibrio?

La respuesta honesta es sí.

La Estrategia como tal, está más allá del bien y del mal. Pueden ser reprochables (y en este caso estar sujetos a juicio), los objetivos que ella tenga, pero la dinámica de trabajo es un hecho meramente técnico.

La Estrategia es un instrumento poderoso en los afanes de gobierno, pero no tiene vida propia. Es igual que un martillo, que bien puede usarse para sumir clavos o romper brazos. Eso depende de los fines que tenga quien lo usa.

El Pingüino Amarillo tratará de usar la ofensa para perturbar a su oponente, y si éste no es inteligente en la medida que recomienda Christie, habrá perdido la partida.

Bajo esta lógica emerge otro hecho conclusivo: el riesgo de encontrarse con algún pensador estratégico y no estar preparado o a la altura del desafío.

Convertirse en un “Pingüino Amarillo” es ser consecuente con la naturaleza que tiene este mundo. Uno lleno de obstáculos, conflictos, dificultades y desafíos. El pensamiento lineal no alcanza para salir airoso, hace falta conocer y practicar las artes de la Estrategia, que, por otra parte, es el sistema de gobierno más antiguo que ha desarrollado la humanidad.

El pensador estratégico no se ofende, ¡no puede hacerlo! Esto sería igual que sentirse agraviado cuando la otra persona hace determinado movimiento en una partida de ajedrez, ¿qué sentido tendría?

Piénselo mejor: no se ofenda y saque conclusiones.

Fuente: https://elstrategos.com/no-se-ofenda-saque-conclusiones/

7 consejos para organizarnos mejor y gestionar bien nuestro tiempo. Tenemos tiempo para todo (con vídeo)


Cuando no somos muy organizados puede resultar difícil gestionar bien nuestro tiempo. Por lo general, tenemos tantas cosas que queremos hacer que nos parece que tenemos muy poco tiempo para hacerlas todas. Patricia Ramírez nos da unos cuantos consejos para ser más organizados y mejorar la gestión de nuestro tiempo

Redacción Protocolo y Etiqueta

Consejos para gestionar mejor nuestro tiempo  y organizar mejor nuestro día a día

Es habitual escuchar la frase "no tengo tiempo para hacer todo lo que tengo que hacer". O bien "no me llega el tiempo para todo". El principal problema es que no sabemos organizarnos bien y por eso no es que no tengamos tiempo para todo, sino que perdemos demasiado tiempo en realizar ciertas actividades.

7 consejos de Patricia Ramírez para ser más organizados y aprovechar mejor nuestro tiempo

1. Establecer prioridades. Es fundamental saber qué cosas son más importantes y cuáles debemos hacer antes. Debemos saber qué cosa tenemos que hacer cada y organizarlas por prioridades. En algunas ocasiones, como indica Patricia, somos demasiado optimistas con la planificación de nuestro tiempo.

2. Hablar con nosotros mismos en alto. La falta de concentración y de atención son los mayores 'ladrones de tiempo'. Hablarnos en alto supone una mejora de nuestra memoria, de nuestra atención y de nuestra concentración, con lo que lograremos perder menos tiempo haciendo nuestras tareas y actividades.

3. Concretar. Tener objetivos claros. Escribir de forma sencilla qué tenemos qué hacer y cómo podemos hacerlo mejor. Si tenemos unas tareas poco definidas o muy difusas, es posible que no las podamos hacer de forma eficiente y gastaremos más tiempo.

4. Puntualidad. Bien sea una actividad profesional o personal, debe tener un horario. Los tiempos de cortesía son tiempo que perdemos para hacer una tarea o actividad. Los retrasos generan un efecto dominó con el resto de actividades del día.

5. Atención plena y hacer una sola cosa a la vez. Tratar de hacer varias cosas al mismo tiempo suele llevarnos más tiempo y los resultados suelen ser menos eficaces. Es mucho más efectiva la monotarea. Poner atención plena a una sola cosa dará mucho mejor resultado.

6. Cumplir con fechas y tiempos. Los compromisos y las agendas están para cumplirse. Poner fecha y tiempo a nuestras tareas nos ayuda a ser más resolutivos y en menos tiempo.

7. Actuar sobre lo que toque. Sería algo similar a procrastinar. Debemos hacer cada actividad en su tiempo y en su forma.

El tiempo es un bien escaso que no podemos recuperar. Por esta razón, gestionar bien el tiempo es una forma de ser más efeciente tanto en nuestro trabajo como en nuestra vida personal.

Los 7 consejos de Patricia Ramírez para aprovechar mejor nuestro tiempo estando bien organizados

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/7-consejos-para-organizarnos-mejor-y-gestionar-bien-nuestro-tiempo-tenemos-tiempo-para-todo.html



La personalidad de un vendedor. 10 rasgos vitales


En pocos oficios son más importantes los rasgos y cualidades que configuran la manera de ser de un individuo y lo diferencian de los demás. Las ventas se corresponden con las relaciones humanas de la forma en que lo hace el hidrógeno con el oxígeno para formar agua. Por esto la personalidad de un vendedor es el factor elemental para identificar el éxito en las interacciones comerciales.

Los que pueden considerarse rasgos vitales de esta personalidad son los siguientes:

Encantador

¿Cómo puede describirse a una persona encantadora? Esencialmente como alguien muy agradable y que causa una grata impresión.

En las tareas de ventas no hay dos oportunidades para dar la primera impresión. Cuando el vendedor transmite buenas sensaciones, contribuye notablemente con la relación profesional. Ciertamente responde a otras variables la gestión misma de la relación, pero ésa primera impresión es vital.

¿Qué imagen debe transmitir el agente de ventas?: la de una persona seria, organizada y de buena actitud. En esto se resume el rasgo de “encantador” en la personalidad de un vendedor.

Bien lo afirma Maquiavelo, como claro soporte a lo anterior: “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”

Entusiasta

El entusiasmo se alcanza siempre que existe placer en lo que se hace. Cuando las acciones del vendedor responden solamente a responsabilidad o ética profesional, no existe, necesariamente, este ingrediente.

Por otra parte, cuando el entusiasmo se suma a capacidad y responsabilidad, se alcanzan éxitos notables.

Una persona entusiasta trabaja con igual ánimo incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Y como en el oficio de ventas es verdad que a cada triunfo le preceden diez fracasos, el entusiasmo vale oro.

Ahora bien, el tema no tiene nada de cosmético. El buen ánimo, genuino y sostenido, es producto de un minucioso trabajo interior y no se sujeta a condiciones externas.

Una persona entusiasta ha conciliado afición, afección y acción en lo que hace. Está haciendo algo que ama, y lo hace bien, porque finalmente, es cierto que la excelencia es una consecuencia del amor.

La personalidad de un vendedor se enriquece tremendamente con el entusiasmo, porque sin él, cuesta mucho vencer la fuerza gravitacional del promedio y de la mediocridad.

Analítico (el rasgo “técnico” de la personalidad de un vendedor)

El análisis es un antídoto contra las presunciones y el juicio ligero. Pero a diferencia de lo que usualmente se piensa, es una capacidad que emerge de la actitud apropiada antes que de la razón. Por esto se incluye entre los rasgos de la personalidad de un vendedor.

Analizar algo representa trabajar debajo de la superficie y del dominio de las formas. Esto es vital, porque la apariencia de las cosas engaña con frecuencia y no se sujeta a relaciones causales.

Ningún vendedor debe arribar a conclusiones sin evaluar con detenimiento y profundidad razones y motivos. Hay explicaciones lógicas para todo lo que sucede en una relación comercial, incluso para las reacciones que parecen completamente emocionales.

Los clientes quieren hacer tratos con vendedores que sean confiables, se fundamenten ​​en hechos, hagan preguntas y brinden respuestas inteligentes.

El factor que juega en contra de una personalidad analítica es la incapacidad de visualizar el conjunto. Esto es lo que se debe remediar. No se trata de llevar el análisis a un punto en que se conozca muy bien cada árbol, pero se ignore el bosque.

El buen vendedor analiza causas y razones, pero está consciente que las relaciones no pueden interpretarse a partir de fotografías y que es necesario reparar en toda la película.

Resiliente

Los resultados del trabajo en ventas son muchas veces adversos. Pero eso no desalienta a un buen vendedor. En lugar de desanimarse, reconsidera su plan de juego y vuelve a la línea del frente.

Las personas resilientes caen y se duelen como cualquiera, pero a diferencia de las demás, se levantan en cada caso y continúan la caminata con buen ánimo. Este es el rasgo distintivo. Muchas veces, la perseverancia y la propia tenacidad pueden ocultar problemas para tomar decisiones y ser flexible, pero la resiliencia es práctica y funcional, exactamente como las tareas de ventas.

Atento (el carácter bidimensional de este rasgo en la personalidad de un vendedor)

Los buenos vendedores entienden que cada cliente tiene necesidades y problemas diferentes, y al identificarlos, consiguen crear un trato valioso para todos.

Para lograr esto se necesita prestar mucha atención a lo que pasa y estar inmerso en el momento presente.

Ser una persona atenta tiene dos dimensiones, y ambas calzan perfectamente en la personalidad de un vendedor:

Por una parte, poner atención en lo que se hace, se escucha y se mira. Y por otra, ser cortés y amable.

Curiosamente, muy poca gente se inscribe en este comportamiento, y ello representa una sólida ventaja competitiva para quien lo hace.

Meticuloso

El diablo se encuentra en los detalles. Esto es algo que ningún profesional debe soslayar.

Dicen que el conjunto canta, pero el detalle grita. En una presentación comercial todo puede ajustarse a los objetivos y al plan, pero si existe algún detalle que no se ha trabajado bien, eso es lo que precisamente destacará. Y mucho más en tanto mejor se haya tratado el conjunto.

Esto es como la historia del novio que llega con un traje impecable a la ceremonia, pero con los zapatos sucios o la barba mal tratada.

El detalle define percepción, impresión, evaluación e incluso juicio. Por esto, el ser meticuloso es algo indispensable en la personalidad de un vendedor.

Empático

Cuando el vendedor tiene la capacidad de conectarse con las emociones de sus clientes, puede entender mucho mejor lo que ellos realmente quieren. Al apelar a sus sentimientos puede satisfacer necesidades de nuevas maneras.

Para perfeccionar una venta no es necesario ser “simpático”, es indispensable ser empático.

El vendedor sabe que la empatía no radica solo en el hecho de “ponerse en el lugar del otro”. Es necesario, además, “hacer saber al otro que uno se puede colocar en su lugar”. La empatía consigue sentir como siente el otro, y comprende los motivos de esos sentimientos aún sin aceptarlos, o discrepando completamente de ellos.

Dominando este arte se alcanza positivo dominio de los demás y control eficaz de la relación comercial.

Confiado

Esto puede parecer obvio. Pero, así como tener confianza en el producto o servicio puede conseguir que los clientes se sientan más seguros, así también, tener confianza en uno mismo permitirá que los demás confíen en uno.

Éste es el circuito virtuoso que consigue la confianza, y es uno de los rasgos de la personalidad del vendedor que más tarda en consolidarse.

La razón es simple: la confianza en uno mismo, en lo que se hace y se puede conseguir, echa raíz en logros y victorias que se consiguen a lo largo del tiempo. El éxito es el lubricante de la confianza.

Ahora bien, para alcanzar éxitos deben procesarse muchos fracasos.

Esto es parte de la paradoja del fracaso, en tanto más se falla, más aciertos se consiguen.

Por esto, y para empezar, el vendedor debe confiar en el valor de sus propios fracasos y frustraciones. Porque detrás de esas experiencias se encuentran las victorias de calidad que lo esperan más adelante.

Adaptable (el alcance estratégico y táctico de este rasgo en la personalidad de un vendedor).

Las ventas son una profesión bastante volátil, y los buenos vendedores se adaptan a eventos y circunstancias. Ser capaz de modificar el enfoque y administrar los cambios son habilidades muy útiles en este campo.

La flexibilidad es un activo muy raro en la vida profesional.

Ahora bien, esta capacidad de adaptarse a las situaciones y los cambios tiene, al igual que la “atención”, dos dimensiones:

  • La estratégica y,
  • la táctica

La primera está relacionada a la flexibilidad mental (de pensamiento, visión, etc), y la segunda a flexibilidad de acción (comportamiento).

El vendedor necesita indispensablemente flexibilidad táctica, porque él mismo es el exponente más importante del trabajo profesional que involucra contacto directo con el cliente. Debe tener, por supuesto, capacidad de adaptarse mentalmente a los cambios (como cualquier persona), pero debe ser un experto en el desenvolvimiento táctico.

Comprometido

Los buenos vendedores no se dan por vencidos rápidamente. Es una profesión dura, pero aquellos que tienen hambre de éxito, se esforzarán por alcanzar sus metas.

Compromiso, ésa es la forma en que el individuo con mentalidad ganadora se relaciona con sus propósitos.

Es la idea de una obligación contraída la que lo anima e impulsa para alcanzar lo que quiere.

Comprometerse con algo o alguien no es un asunto de capricho u obstinación. Es simplemente la forma de alcanzar con eficacia lo que se quiere.

La persona que ha decidido hacer de la victoria “la única opción”, trabaja conscientemente sus objetivos y el abanico de rutas que lo pueden conducir a su destino. No es afecto a la lógica del “plan B”, más bien considera muchos “plan A” que le garanticen el resultado.

Sin compromiso, la personalidad de un vendedor sería como un cuerpo sin alma.

Fuente: https://elstrategos.com/la-personalidad-de-un-vendedor/

 

✍️Los Siete Ahorcados – Leonid Andréiev – 1908



Andréiev nació en Orel en 1871; murió en Helsingfors en 1919, considerado como procedente o surgido de la época más oscura del período de la primera revolución de 1905, se le atribuyen sus éxitos a su cercana amistad con Gorky, quien propugnaba una revolución en ciernes.

El cuento «Los Siete Ahorcados» es típico de la producción literaria de este autor. En el momento histórico en que se escribió, unos cuarenta años aproximadamente del inicio de la segunda guerra mundial, se consideraba horripilante el ahorcar a un ser humano, y más aún por un supuesto delito político; es necesario decir que el mundo intelectual ruso estaba impactado con los procedimientos penales sumarísimos que se realizaban por parte de los tribunales militares, interesados en aplastar las manifestaciones mínimas que fuesen de una posible revolución.

El cuento «Los Siete Ahorcados» me ha parecido una excelente descripción de las tipologías psicológicas ante la realidad de la muerte que se acerca. Lo considero un relato bastante psicológico, que nos muestra la naturaleza humana desnuda ante el hecho cierto de la condena a la pena capital. Un relato muy recomendado a los hacedores de justicia y, que se identifican afectos a la pena de muerte, en una civilización que ha alcanzado su adultez.

Autor: Miguel Ángel Moreno Villarroel