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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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La publicidad y el emprendimiento. Una asociación vital


La simbiosis de la publicidad y el emprendimiento debe ser bien entendida por todo hombre de negocios. Porque uno de los mayores desafíos del emprendimiento radica en que el mercado conozca la oferta que se coloca a su disposición. Si esto no sucede el negocio no se perfecciona, más allá de todas las virtudes que posea.

Cuenta Ted Turner el empresario norteamericano fundador de la cadena de noticias por cable CNN, que el consejo de negocios (y de vida), más importante que recibió de su padre fue el siguiente: “early to bed, early to rise, work like hell and advertise” (acuéstate y levántate temprano, trabaja arduamente y haz publicidad).

Este consejo resume muchas cosas:

  • La importancia de la disciplina personal como condicionante del desenvolvimiento profesional
  • La necesaria cultura de trabajo
  • La importancia de “comunicar” a los demás lo que se hace

“Acostarse y levantarse temprano” es una premisa de órden que define el carácter del trabajo que debe desarrollarse.

El consejo “acota” incluso horas para la actividad. Es un claro mensaje para quienes creen en las virtudes del “esfuerzo bruto”.

El consejo de “trabajar arduamente” es una alusión a la productividad.

No existe profesional más eficaz que el que alcanza sus objetivos desarrollando sus tareas en periodos determinados. El “tiempo extra” en el trabajo no es una virtud, es la representación de que algo está mal en la Organización o con la persona que realiza la tarea.

Por otra parte, cuando el consejo recomienda hacer publicidad, sitúa éste requerimiento a la altura de los otros.

El trabajo ordenado y productivo no tendrá fruto si nadie lo conoce y está en disposición de “comprarlo y pagarlo”.

El emprendedor puede haber planificado todo: el desarrollo del producto o servicio, la producción, mecánicas de venta,  soportes administrativos, etc. Pero si la oferta no es conocida en el mercado, todo se vuelve un circuito cerrado. El negocio solo se activa cuando se producen transacciones entre la oferta y la aceptación de la misma por parte del consumidor.

La publicidad es él vehículo de comunicación entre el negocio y los clientes que se ha dispuesto contactar.

Por su importancia, la publicidad está clasificada como un recurso independiente en la Estrategia. Y el STRATEGOS la considera un “arma no convencional” por el alcance que posee.

La publicidad no debe estar incluida en las consideraciones de Marketing. Esencialmente porque no es una técnica que pueda sumarse a otras para construir un “enfoque comercial”. Es más bien el mecanismo que hará conocer al mercado la naturaleza de dicho enfoque.

La publicidad no vende, la Estrategia lo hace.

Por sí sola la publicidad no vende, porque el carácter del mensaje que debe transmitir al mercado no lo genera ella misma. Éste obedece a la Estrategia.

Es razonable afirmar que sin publicidad no se vende. Pero es incorrecto afirmar que es la publicidad la que vende.

Los esfuerzos publicitarios no tienen la misma regularidad que las tareas cotidianas de ventas. Cuando el mercado “conoce” la oferta del negocio, la publicidad ha cumplido su tarea y son otros recursos de la organización los que deben concretar, sostener y consolidar los intereses comerciales.

Hay que tener presente que el negocio, o la empresa en su caso, transmiten siempre mensajes que condicionan las decisiones de compra. Aún el esfuerzo de un agente de ventas en su contacto con el cliente debe ser entendido como publicidad, de igual forma que una campaña en medios de comunicación o la actitud de una secretaria respondiendo llamadas telefónicas.

Cuando el negocio se está “comunicando” con el mercado, está haciendo publicidad.

El control de todo esto se encuentra fuera del alcance de la publicidad. Por eso no es responsable de las ventas. El control lo ejerce la Estrategia, definiendo el comportamiento de TODOS los elementos que existen en la Organización.

La publicidad es un elemento muy sensible cuando el emprendimiento inicia sus actividades.

Ése momento el reto es conseguir que el mercado conozca la oferta que se está planteando, porque sin esto ninguna de las otras virtudes ayudará a perfeccionar el negocio.

Si “nadie conoce” lo que se está ofreciendo, automáticamente pierde valor todo lo que se está haciendo.

La idea que da forma el emprendimiento, el trabajo para desarrollarlo, las bondades del producto y el valor general del negocio no tendrán utilidad sin que todo se dé a conocer.

La publicidad, entonces, NO debe posicionarse al final del proceso. Es una consideración que debe hacerse al mismo tiempo que se concibe la idea del emprendimiento. El emprendedor debe poseer al menos un criterio general de la forma en que comunicará su idea al mercado al mismo tiempo que la está trabajando.

El emprendimiento precisa variados recursos para ponerse en marcha. Y entre ellos debe colocarse protagónicamente a la publicidad.

Muchos emprendedores se ponen en marcha sin considerar los recursos para comunicar sus actividades al mercado. Así fracasan buenas ideas de negocios, simplemente porque no se toman en cuenta esfuerzos para comunicarlas.

A medida que el negocio se desarrolla cambia la forma de hacer publicidad.

Una vez que el mercado CONOCE la oferta, otras variables entran en juego: calidad, servicio, valor integral de la oferta, experiencia de compra, etc.

Por otra parte, las organizaciones empresariales también recurren a la publicidad para comunicar realidades institucionales y construir su Posicionamiento. Pero nada tiene la importancia vital de “ése” primer esfuerzo para “hacer conocer” el negocio que se ha formado.

Estas son algunas recomendaciones para que ello se alcance en buena forma:

1.- En las etapas tempranas del emprendimiento, la publicidad debe ser una inversión no sujeta a los ingresos del negocio.

2.- La inversión en esfuerzos publicitarios debe ser SUSTANCIAL. No puede adoptarse un criterio marginal o “complementario”.

La inversión en publicidad puede ser costosa, pero ello está justificado para hacer conocer la oferta.

La curva de inversiones en publicidad debe ser mayor al ritmo  de crecimiento del negocio.

Si bien se justifica planificar un crecimiento progresivo del negocio, no se debe hacer lo mismo con la publicidad. Ésta debe ser sustancial y sostenida, al margen de lo que establezca el crecimiento del negocio.

3.- En lo posible, se debe recurrir a medios masivos de comunicación para efectuar la publicidad.

Los medios masivos comunican el mensaje a un conjunto grande de personas. De esta manera ahorran tiempo. Aun cuando el emprendimiento esté dirigido a un segmento o “nicho”, la publicidad por medios masivos debe privilegiarse.

Los segmentos o nichos están incorporados en el mercado. Y toda comunicación que llegue a éste, alcanza aquellos.

La relación costo/beneficio en la etapa de nacimiento del negocio no debe medirse en términos de dinero-impacto. Debe incluir también el criterio de tiempo. Mientras menos tiempo se invierta para que el mercado conozca la oferta, mayores los beneficios del proyecto en corto, mediano y largo plazo.

Estos beneficios no solo son financieros. Existe también la oportunidad de un ingreso ràpido al mercado y lo que ello significa para el competidor, la experiencia en el manejo del negocio, etc.

El tiempo es factor fundamental y debe administrarse al ritmo de la campaña publicitaria. En esto ayudan los medios masivos.

Si el costo de estos medios no se encuentra al alcance, deben evaluarse opciones de éste punto “para abajo”, teniendo como elemento de medición el mayor alcance posible de los medios.

4.- La publicidad al inicio del emprendimiento debe tener mayor alcance horizontal que vertical. Debe privilegiarse la llegada al mercado general antes que al segmento o nicho.

Las medidas dirigidas al segmento específico deben efectuarse después de los “esfuerzos horizontales”.

Incluso en el caso de emprendimientos “especializados”conviene seguir la regla anterior.

5.- La comunicación publicitaria en este punto debe ser exclusivamente descriptiva.

No es necesario ni conveniente hacer esfuerzos de Posicionamiento. El objetivo es presentar el emprendimiento para que a partir de esto se active la dinámica general.

6.- Debe ponerse énfasis en los que significan las contribuciones del emprendimiento. Diferenciación, innovación, distinción, exclusividad, etc.

Una contribución es lo que el emprendimiento hace de forma distinguida con referencia a los demás.

7.- No hay que olvidar que la publicidad NO VENDE. Esta interpretación es incorrecta y puede ser costosa.

La publicidad comunica al mercado la naturaleza de la oferta y así activa una reacción en el consumidor. A partir de este punto es la ESTRATEGIA la que debe capitalizar la medida.

En muchas ocasiones se tiende a responsabilizar a la publicidad de problemas de ventas que están asociadas a las acciones generales del Negocio. La publicidad no tiene responsabilidad para perfeccionar las ventas. Solamente conseguir que las posibilidades para hacerlo se incrementen como producto de un mensaje bien transmitido.

8.- La publicidad no responde al marketing, y no es una herramienta más de éste.

Los esfuerzos publicitarios se definen a nivel de la Estrategia y responden a ella. Cuando la publicidad se subordina al marketing en el emprendimiento, su desenvolvimiento puede verse afectado por el desempeño de otras actividades que contempla éste.

Independientemente de cómo estén funcionando otras medidas comerciales, la publicidad debe finalizar las tareas que le han sido encomendadas desde la Estrategia.

9.- Publicidad no es lo mismo que Propaganda.

La publicidad intenta incrementar el consumo de un producto o servicio a través de determinados medios de comunicación. Persigue “hacer público algo” (en este caso la oferta del emprendimiento).

La propaganda es una forma de comunicación que tiene como objetivo influir en la actitud de las personas, los consumidores o el Mercado, presentando un lado o aspecto de un argumento.

Es una técnica que utiliza la publicidad cuando quiere comunicar algo cuya objetividad está relacionada estrictamente con los intereses propios, pudiendo ser  subjetivo desde un punto de vista neutral. La propaganda es siempre una comunicación tendenciosa.

Los esfuerzos publicitarios no necesariamente recurren a la propaganda para efectivizarse. En tanto que la propaganda concluye siendo publicidad.

En la etapa de nacimiento del emprendimiento lo que se precisa es una publicidad objetiva, descriptiva y clara. Esto, por ende, descarta la propaganda.

Fuente: https://elstrategos.com/la-publicidad-y-el-emprendimiento/

Reglas de etiqueta para una tarde de té. Consejos para comportarse correctamente en un té de tarde


La hora del té, que en muchos sitios como en España suele ser la hora de la merienda, es el tiempo en el que se toma esta bebida. Puede tomarse el té solo o en compañía. Es lo que nosotros hemos llamado una tarde de té

Redacción Protocolo y Etiqueta

 

El 'ceremonial' para tomar un té por la tarde con amigos

El té, junto con el café, es una de las bebidas más populares en todo el mundo. Pero el té es la bebida por excelencia en el Reino Unido, aunque se tome en muchos otros países del mundo.

No vamos a entrar en detalles sobre su origen, pero a título de resumen diremos que el té de las 5 fue un 'invento' de Ana Russell, duquesa de Bedford, a mediados de la década de 1840. Le parecía que pasaba mucho tiempo entre la hora de la comida y la cena, por lo que pensó en una especie de merienda a media tarde. Así surgió la hora del té.

Empezamos a tomar el té como en cualquier otra comida. La servilleta se coloca en el regazo, doblada por su mitad. La servilleta solo que retira del regazo para levantarnos de la mesa o al terminar.

La postura correcta para estar sentados es bien derechos, pero sin llegar a apoyar la espalda en el respaldo de la silla. Es suficiente con dejar una distancia aproximada del puño de la mano entre nuestra espalda y el respaldo de la silla. Las piernas no se cruzan, se juntan y si se quiere se ladean ligeramente. Es decir, las piernas se juntan en una ligera diagonal.

Los utensilios necesarios para el té

Los cubiertos necesarios son tan simples como: un tenedor, un cuchillo y una cucharita. Como en el caso de las comidas, los cubiertos utilizados no deben volver a ponerse sobre la mesa.

La taza de té debe ir sobre su correspondiente platillo. Hay dos formas de tomar la taza de té. Cuando se está en una mesa de comedor o similar, solo se levanta la taza de té. Si estamos en una mesa baja de salón o una mesa baja de estilo similar, se levanta el platillo con la taza de té. Por favor, no debemos levantar el dedo meñique -ni cualquier otro dedo de la mano- a la hora de tomar la taza de té por su asa.

¿La leche o el limón primero?

Sí, se suelen poner primero, pero por esta razón. En la época de la reina Victoria las tazas eran de porcelana o de materiales poco resistentes que al contacto con un líquido muy caliente podían romperse o resquebrajarse. Por eso se vertía primero la leche o el limón para hacer de refrigerante.

El azúcar debe ir al gusto de cada comensal. Se revuelve de forma circular sin hacer ruido con la cucharilla. Aunque hay libros que indican que se mueve de arriba a abajo, es mucho más fácil salpicar y la mezcla del azúcar o edulcorante se hace mucho peor. ¿Cómo trabaja una batidora, robot de cocina, etcétera? De forma circular que es la más efectiva. Es una cuestión de ciencia no de modales.

Hay muchos tipos de 'tardes de té' según lo que se vaya a servir: Cream tea, Afternoon tea, Royal tea, High tea, Light tea, Full tea... pero esto lo vamos a dejar para otro artículo.

El orden para comer suele ir de lo salado a lo dulce, pero cada persona puede tener sus propios gustos. No hay por qué seguir este orden.

Los scones o pequeños bollitos no se cortan con el cuchillo. Se trocean con la mano, como el pan, y se le pone crema y mermelada al gusto. Si hay tarta o algún dulce similar se debe trocear con el tenedor.

Las conversaciones habituales en para una tarde de té son cuestiones generales de actualidad y alguna información personal que se desea compartir. Como en los restaurantes, el teléfono celular-móvil no debe estar en la mesa. Mejor apagado o en modo silencio.

Los anfitriones son los encargados de servir el té a sus invitados. El té se prepara por tazas. Es decir, se llena la tetera con agua suficiente para X tazas, más una taza para la tetera como mandan las normas. Después, se esperan entre 3 y 6 minutos de reposo para empezar a servir el té a los invitados.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/reglas-de-etiqueta-para-una-tarde-de-te-consejos-para-comportarse-correctamente-en-un-te-de-tarde.html

 

Deudas en el emprendimiento. Una asignatura vital


Las deudas certifican la propia existencia del emprendimiento. Todas las iniciativas de este tipo generan obligaciones financieras, bien sea con el emprendedor en su rol de inversor u otros que hubieran capitalizado o financiado el proyecto.

La evaluación de opciones para financiar el emprendimiento es muy importante. Muchas ideas y proyectos no se llevan a la práctica por este factor, y otro número concluye teniendo corta vida.

(Extracto del libro: “Emprender es una forma de vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora“)

Una responsabilidad vital del emprendedor está relacionada a entender, planificar y concretar el financiamiento para su proyecto. Esta habilidad es indispensable cuando el emprendimiento es solo una idea y muy importante cuando se encuentra en marcha y debe consolidarse.

Las decisiones respecto al financiamiento son iguales o más importantes para el futuro del proyecto que la propia idea del negocio.

Los recursos financieros o deudas para poner en marcha un emprendimiento pueden provenir de las siguientes fuentes:

  • Capital propio
  • Aportes de socios particulares
  • Endeudamientos institucionales
  • Endeudamientos con terceras personas
  • Una mezcla de lo anterior

Al margen de sus diferencias, todas estas opciones tienen una característica común: generan una deuda del emprendedor hacia alguien. O bien consigo mismo o con un tercero, sea éste una persona o institución.

Para administrar el asunto, el emprendedor debe tener clara su disposición respecto al propio hecho de endeudarse, y en esto existe un complejo entramado de condicionamientos mentales.

Cuando una persona trabaja para otras (empleo), adopta una sutil actitud de “acreedor”. El empleado, de forma inconsciente (y muy consciente en otros casos), calcula que siempre “se le debe” algo como efecto del servicio que está prestando. O bien es una deuda monetaria, reconocimiento o gratitud. Colocarse en posición de “acreedor” es relativamente sencillo para quién se emplea al servicio de otros, y su concepto de deuda es, por supuesto, más prosaico.

Sin embargo, la disposición mental cambia cuando se trata de deudas en el emprendimiento.

Porque la persona se coloca inmediatamente en la posición de deudor. Y aunque éste es un requisito natural del trabajo que se inicia, detona un torbellino de emociones.

En la mayoría de los casos, la educación que las personas reciben en el seno familiar, el círculo de relaciones próximas y las instituciones educativas, plantea un modelo adverso al endeudamiento y la “inseguridad” que ello provoca.

Las personas están esencialmente programadas para evitar situaciones así, o al menos condicionadas para no buscarlas. Al igual que en otras cosas, la educación temprana falla al no incorporar el necesario criterio de “relatividad” para tratar el tema. La afirmación: “la deuda es mala y punto”, condiciona las actitudes de las personas a lo largo de su vida y resulta costosa.

El “modelo mental” respecto a las deudas construido desde edad temprana, echa raíz en ése campo que la gente interpreta como seguridad.

Es el mismo modelo que entiende que el empleo es “más seguro”, que la jubilación proporciona “garantías en el futuro”, que la formación universitaria es la mejor forma de aprender un oficio, etc. Para éste “modelo mental” la deuda atenta contra la seguridad.

El culto a la “seguridad”, cualquiera sea su carácter, genera incertidumbre y temor. Todas las personas que desarrollan su vida sujetas a estos preceptos terminan siendo individuos de visión corta y estrictas rutinas. Apóstoles del orden y de actitudes conservadoras.

Nada de esto fuese reprochable si la dinámica de la vida permitiese que funcione, pero no es así. El hombre, en su  genética básica, en su entendimiento antropológico, es un ser que anhela explorar y descubrir cosas nuevas.

Las personas que inician un emprendimiento “rompen” con esfuerzo este “modelo mental” y salen de sus zonas de seguridad.

El sólo hecho de tomar la decisión de emprender enfrenta preceptos atávicos y consignas generacionales. Las premisas del modelo no se superan con facilidad, muchas acompañan largo tiempo al emprendedor. Y uno de esos “acompañantes” es el concepto formado sobre las deudas.

Es posible que la premisa esté referida a las “deudas de dinero”, pero como todo esfuerzo educativo, concluye por influir en la formación de otros valores y actitudes, trascendiendo sus objetivos particulares.

La razón primordial para que esto constituya una carga costosa radica en el simple hecho que las deudas son inevitables. Están estrechamente relacionadas al carácter social del ser humano.

La formación respecto al tema no debiera fundamentarse en el absoluto de que “toda deuda es mala”. Más bien en el  entendimiento del asunto y el desarrollo de habilidades para manejarlo. El maniqueísmo NO FUNCIONA con las deudas, mucho menos en el emprendimiento.

La deuda no es ni buena ni mala, simplemente es más o menos necesaria. La virtud se encuentra en establecer dominio sobre ella.

En el caso del emprendedor la deuda es indispensable. Sin ella el emprendimiento no existe.

El capital propio o las deudas con uno mismo.-

En el entendimiento “popular”, el emprendimiento que se desarrolla con inversión propia elude las deudas, pero  ¡esto es falso! El emprendimiento con capital propio genera deudas con uno mismo. Y éstas son muchas veces las más impiadosas de las obligaciones. Este tipo de deudas activa dos reacciones importantes:

1.- El cálculo del “costo de oportunidad”:

El capital propio invertido en el emprendimiento es, a la vez, un recurso que deja de invertirse en otra cosa. Mientras más importante sea éste “costo de oportunidad”, más carga emocional representa para el emprendedor, al menos a lo largo de la etapa de recuperación del capital. Y si eventualmente éste capital llega a perderse (lo cual es una posibilidad concreta), el costo tiene efectos prolongados en el tiempo.

2.- El miedo a “perderlo todo”:

Existe diferencia de grado entre el temor y el miedo. Y son precisamente estos límites los que se tocan cuando el emprendedor calcula que puede perder todo lo invertido. El miedo paraliza, afecta la toma de decisiones y daña la confianza. La inseguridad y la actitud conservadora son las hijas bastardas del miedo. Y ambas son pésimas compañeras en actividades de negocio.

Las inversiones con capital propio son como un péndulo que oscila entre el fracaso costoso y el éxito “barato”. Porque cuando efectivamente ayudan a que el emprendimiento llegue a buen puerto, la nave no siempre arriba en buen estado (y su capitán tampoco).

En términos prácticos los emprendimientos con capital propio pueden provocar demoras o establecerse con precariedad.

Los aportes de socios o las deudas internas en el emprendimiento.-

Más allá de la buena fortuna en la elección de socios, lo que sí se genera de inmediato es una deuda interna. El emprendedor no solo está obligado consigo mismo, también con los socios. A ellos “les debe” obtener éxito y cumplir objetivos. Si bien es cierto que en las sociedades se comparten responsabilidades, no por ello desaparece el sentido de obligación de unos para con otros.

En el marco del emprendimiento la deuda interna genera presión. Y dependiendo de particularidades y circunstancias, puede provocar problemas en la toma de decisiones, en la seguridad y en la confianza.

Administrar las relaciones en una sociedad no es cosa sencilla. Y si ellas están condicionadas por un entendimiento imperfecto de obligaciones y compromisos, pueden afectar sensiblemente el emprendimiento y al propio emprendedor.

Tampoco es extraño que en caso que los resultados fuesen satisfactorios, el emprendedor tenga una sensación de “pérdida” por aquello que tuvo que “sacrificar” para hacer efectivo el emprendimiento por medio de una sociedad. Y por otra parte son comunes las relaciones dañadas y enemistades cuando las cosas no salen como estaban previstas.

Un problema en el caso del financiamiento interno es que las sociedades están muchas veces constituidas por personas que comparten la educación conservadora y limitante respecto a deudas y pérdidas. Y esto, obviamente, no establece un escenario idóneo para los negocios.

Las deudas institucionales.-

Hay consideraciones prácticas en el análisis del financiamiento por parte de instituciones. Pero a efectos de la obligación surge una característica fundamental: las deudas institucionales carecen de flexibilidad.

El carácter impersonal de este tipo de deudas impide, en buena parte de los casos, que sus condiciones acompañen las particularidades de evolución del negocio.

Los elementos legales y aspectos de trascendencia pública suman sensibilidad a su manejo. Las instituciones financieras no están llamadas a entender los imponderables y dificultades por las que pueda atravesar el negocio. Y en este sentido se convierten en un costo fijo importante.

La relación del emprendedor con este tipo de deudas no es equilibrada, y los intereses del negocio deben subordinarse a las premisas del financiador.

Muchos emprendedores consideran que las fuentes “impersonales” de financiamiento son prácticas y presentan menos problemas en la administración cotidiana. Sin embargo son también las menos flexibles y obligan a encarar la situación desde una posición más débil.

Las deudas con terceras personas.-

Los compromisos con terceras personas que nada tienen que ver con el negocio representan una gran carga emotiva. Habitualmente éstas son personas que sostienen una relación familiar o de amistad con el emprendedor y lo apoyan en consideración de ello.

Fallar en el cumplimiento de estas obligaciones tiene efectos que van más allá del negocio.

Las personas externas no tienen por qué entender los avatares del emprendimiento a lo largo del tiempo. Y cuando se producen pérdidas o contratiempos se afectan las relaciones.

Las experiencias negativas con este tipo de deudas son las que pueden dejar mayor secuela en el emprendedor, afectando sus decisiones cuando emprende de nuevo.

¿CÓMO DEBEN ENTONCES ENCARARSE LAS DEUDAS EN EL EMPRENDIMIENTO?

1.- El emprendedor debe partir de una premisa básica: el endeudamiento es para el negocio, no para él.

El negocio es una entidad independiente desde el momento que es formado, no es una “extensión” de sí mismo. Los intereses del negocio deben prevalecer sobre los personales el momento de considerar la deuda.

2.- El pago de las deudas debe efectuarse de acuerdo al rendimiento que tenga el negocio.

Por esto es importante hacer una evaluación apropiada de las fuentes de financiamiento. Cuando el negocio se obliga a pagar deudas cuya proporción no es razonable con su rendimiento, lo único que consigue es ponerse en riesgo a sí mismo y por ende a la deuda.

Muchas personas asumen la posición de “pagar las deudas a cualquier costo” para evitar problemas. Estas medidas resuelven situaciones en el corto plazo pero tienden a agravar el cuadro general.

Si el rendimiento del negocio (asumiendo que esté bien administrado), no cubre las exigencias de la deuda, las medidas que deben tomarse son (en estricto orden de importancia) las siguientes:

a) Refinanciar la deuda.

b) Postergar o suspender los pagos de la deuda.

c) Propiciar mayores rendimientos en el negocio.

No es conveniente activar el proceso comenzando por el fin. El negocio es más importante que la deuda porque es quien debe solventarla.

3.- Los negocios pueden ser exitosos o no.

El momento de considerar el origen de la deuda debe prevalecer un análisis cuidadoso de éstas probabilidades, y en función de ellas definirse el tipo de deuda. Para proyectos que tienen mayores grados de riesgo las opciones de endeudamiento propio o interno son más adecuadas.

4.- Si el negocio no puede pagar las deudas y el emprendedor ha invertido sus mejores esfuerzos para evitar perjuicios, allí terminan las obligaciones.

El capítulo tendrá que cerrarse como un negocio fallido. No existe beneficio para nadie en llevar las cosas más allá de éste punto. El emprendimiento es una experiencia en la vida, no es la vida misma.

Las deudas tienen implicaciones tan sensibles que una afirmación como la anterior parece de poca ayuda. Pero es una verdad incuestionable. Puede tomarse cualquier camino para resolver el problema, pero más  temprano que tarde se llegará al mismo punto: si un negocio fracasó, las pérdidas son inevitables.

Es el propio emprendedor quien a veces “aumenta” el costo de la experiencia por no aceptar que si el negocio fracasa también falla el pago de las deudas.

5.- El emprendedor debe evitar, hasta donde sea posible, que las deudas involucren intereses que vayan más allá del negocio.

Cuando la vinculación de las deudas trasciende el negocio, las consecuencias afectarán también el patrimonio del emprendedor. A veces es difícil conseguir un financiamiento que limite las obligaciones al negocio, y el emprendedor tiene que garantizarlo con bienes personales.

El emprendedor debe adoptar siempre riesgos calculados, lo contrario es un acto de temeridad. Si se arriesga el patrimonio personal el análisis debe ser meticuloso. Antes de hacerlo es conveniente planificar un esquema mixto de fuentes de financiamiento.

En el mundo “entrepreneurial” existe una máxima llena de sabiduría:

“El negocio es más importante que la deuda, y el Emprendedor más importante que el negocio”

Si las deudas no se pagan y el emprendimiento sobrevive, finalmente aquellas concluyen por pagarse. Por otra parte, si las deudas no se pagan y el negocio no sobrevive, se puede volver a emprender. Pero si las deudas no se pagan, el negocio no sobrevive y se lleva consigo al emprendedor, el circuito llega a su fin.

6.- No debe olvidarse que las personas o instituciones que financian el emprendimiento igualmente están haciendo un negocio. Y en ese sentido también toman riesgos y pueden perder.

Dando por descontada la responsabilidad y el mejor esfuerzo, la incapacidad de pagar una deuda no es un pecado capital. Es un costo inherente a la decisión de emprender.

7.- Mucho cuidado con la generación de sentimientos de culpa o la asunción de veredictos morales.

Quién tiene problemas para pagar una deuda (o finalmente no lo hace),  ¡no es una mala persona, y mucho menos un delincuente! Sin emprendedores no existiría la estructura económica que sustenta las sociedades modernas, y por supuesto NINGUN negocio para los financiadores.

Dado que la imperfección es un hecho estadístico, existirán en el emprendimiento deudas con problemas de pago y deudas incobrables. Este es el precio de la dinámica.

8.- Cuando llega el caso que una deuda no se paga, la situación no es necesariamente como se temía.

Es más grave el temor previo que el hecho final. La preocupación por honrar una deuda que no puede pagarse es más destructiva que el hecho de no pagarla.

Parece aconsejable concluir la reflexión sobre este tema con uno de los pensamientos que más identifica al emprendedor. Pocas cosas se han escrito que describan mejor ése mundo difícil, solitario, fascinante y trascendental.

El pensamiento le corresponde a Theodore Roosevelt, el vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos:

“No es el crítico quien cuenta. Ni aquellos que señalan cómo el hombre fuerte se tambalea. O en qué ocasiones el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece realmente al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo, sudor y sangre. Al que se esfuerza valientemente, yerra y da un traspié tras otro pues no hay esfuerzo sin error o fallo. A aquel que realmente se empeña en lograr su cometido. Quien conoce grandes entusiasmos, grandes devociones. Y se consagra a una causa digna. Quien en el mejor de los casos encuentra al final el triunfo inherente al logro grandioso. Y que en el peor de los casos, si fracasa, al menos caerá con la frente bien en alto. De manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni el fracaso.”

(Extracto del libro: “Emprender es una forma de vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora“)

Fuente: https://elstrategos.com/deudas-en-el-emprendimiento/