Servicio Radial Online

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel
Disponible en Amazon Kindle - Presiona sobre la imagen

Translate This Blog

Técnicas para hablar en público. Superar el miedo con conocimiento, preparación y buena actitud


La organización y tener claro el objetivo de lo que queremos exponer y el conocer el público al que nos dirigimos son las claves del éxito al hablar en público

Consejos para hablar sin miedo en público. Tener éxito en nuestra exposición

Las palabras y los gestos hay que saberlos utilizar de forma apropiada

Hablar en público pueda que sea, casi con toda seguridad, una de las cosas que más asusta a la mayoría de la gente. Pero no debe dar tanto miedo cuando se siguen algunos consejos básicos.

Hablar en público no es una tarea fácil para la mayoría de las personas. Requiere tener los nervios bien templadosdefinir bien los objetivos, ser claro, conciso, organizado y saber determinar el público al que nos dirigimos. Incluso, cumpliendo estos requisitos, el miedo sigue existiendo.

Si consultamos una de la muchas encuestas que existen sobre el tema, obtenemos casi siempre el mismo resultado: las respuestas reflejan que muchas personas tienen miedo al hablar en público o sienten ansiedad e inseguridad cuando tienen que hablar en público. En la mayoría de las ocasiones se debe a una falta de confianza en la preparación previa para un discurso, conferencia o reunión. Para superarlo, sigamos estos métodos y técnicas que nos permitirán ganar confianza y seguridad en nosotros mismos.

Debemos poner un límite a nuestra exposición. No debe ser un límite muy extenso para no "cansar" a los oyentes. No se deben decir más de unas 150 a 175 palabras por minuto, para que la gente pueda seguir correctamente su disertación. Tampoco es bueno que digamos menos palabras haciendo un discurso lento, para que la gente no se distraiga o pierda interés por el tema.

Los puntos que debe tener claros una persona para ser un buen orador son:

1. El Público al que se dirige

Quién va a ser nuestra audiencia, estudiantes, profesionales, empresarios... esto nos ayudará a enfocar nuestra exposición de forma correcta. No es lo mismo dirigirse al público general que a un público especializado o profesional, la edad, el nivel de conocimiento del tema expuesto, bien que sean estudiantes o profesionales experimentados, y el objetivo del orador, esto es, presentar un producto, exponer una nueva idea, una teoría, captar clientes o formar profesionales.

2. Organización de los contenidos a exponer

Exponer de una manera organizada todos los temas nos permite que sea más fácil seguir el "hilo" de nuestra charla. Debemos esquematizar en partes la conferencia, empezando la misma con una presentación personal que incluya la cualificación que nos conceda alguna autoridad sobre el tema expuesto, continuando con una iniciación ligera al asunto para profundizar después, y finalizar con las conclusiones de nuestro objetivo.

3. Extensión de los temas

Debemos exponer solamente lo fundamental del tema. No queramos extendernos hasta agotar el tema. Acabaríamos cansando al público y perdiendo su atención. Ser conciso, claro y directo es una regla infalible para hacer llegar nuestro mensaje al público.

4. Objetivos que desea conseguir

Debemos concretar bien y de manera definida los objetivos de la charla, ponencia o conferencia. Tenemos que "tener claro" cuál es el mensaje que queremos transmitir a nuestra audiencia, sin repetirnos en interminables palabras que no nos conducen a ninguna conclusión clara. Si nuestra exposición es comercial, profesional, educativa, promocional, no tendrán el mismo tono y el público que asista no será el mismo. Tratemos a nuestro público con respeto y no presupongamos que ignoran o desconocen de lo que se está hablando.

5. Ayudas para hacer más clara y amena la exposición

Es aconsejable contar a nuestro lado, con todo tipo de ayudas que hagan comprender mejor la exposición que estamos realizando: proyectores, ordenadores, diapositivas, gráficos y cualquier tipo de documentación que podamos facilitar a los oyentes. Ahora bien, sin abusar de los mismos, marginando totalmente al orador.

A la hora de hablar no debe olvidarse estos puntos fundamentales

1. Colocar el micrófono a la altura correcta y comprobar que el sonido llega a toda la sala.

2. Organizar bien la introducción, desarrollo y conclusión de la charla.

3. No abusar de los gestos y la expresión corporal.

4. En la medida de lo posible, interactuar con los oyentes, para hacer la exposición más amena.

5. Hablar como si nos dirigiéramos a una sola persona.

6. Si vamos con retraso, resumir o prescindir de las partes menos importantes.

7. Evitar cualquier tipo de distracción: ruidos, móviles, música, etcétera.

Fórmula de 4 puntos: SPAM

Uno de los modelos más conocidos para una correcta exposición hablada es el modelo Situación - Propósito - Audiencia y Método (SPAM) . Este nos da 4 puntos básicos

1. Situación

Tener en cuenta la hora y el lugar donde se va a celebrar el acto.

2. Propósito

Las metas u objetivos que el orador espera obtener con su charla.

3. Audiencia

A qué personas va destinada nuestra charla. El público objetivo.

4. Método

Qué método vamos a utilizar para dar nuestra charla.

Principales métodos para ofrecer una charla de éxito

1. Informativo

Lo que se expone es nuevo para la audiencia. Se expone de forma clara y precisa, para que la información expuesta sea de utilidad al público asistente.

2. Persuasivo

El orador trata de explicar características de un producto o servicio. Trata de convencer de la conveniencia del mismo.

3. Entretenimiento

El motivo de la exposición suele tener una finalidad de entretenimiento. Son charlas amenas y divertidas.

Con independencia del método elegido para la conferencia, charla o exposición, debemos tener en cuenta ciertos puntos básicos comunes a cualquier tipo de exposición pública de un tema.

Sugerencias a tener en cuenta para ofrecer una buena charla

1. Ser breve en los agradecimientos y reconocimientos previos a la charla.

2. Mantener la cabeza elevada, mirar al frente y a la audiencia, siempre que podamos.

3. Cuidar la voz. Emplear un tono adecuado, una vocalización correcta y un volumen adecuado.

Lo mejor que podemos hacer antes de una "actuación" en público es practicar

1. Leamos la ponencia en alto varias veces para escucharnos. E incluso, la podemos grabar y escuchar. También e suna idea contar con alguien para que opine sobre qué le parece.

2. Utilicemos nuestro lenguaje corporal y sus gestos, como si estuviésemos delante del público. Lo mejor es practicar delante de un espejo.

3. Procuremos memorizar las partes fundamentales del texto, para evitar una continua lectura del mismo y estar demasiado tiempo con la cabeza baja - cabizbajo-.

Resumiendo, la seguridad para hablar en público no solamente la dan unos nervios bien templados, sino una buena preparación y profundo conocimiento del tema a tratar.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/conversar-hablar/hablar-en-publico-tecnicas-para-hablar-en-publico.html

Los errores que el Emprendedor debe evitar


Al Emprendedor, como a cualquier profesional, no solo le aprovecha conocer lo que debe hacerse, igualmente, o en mayor medida, le beneficia entender los errores que debe evitar. Dicen que es de sabios aprender de errores y experiencias ajenas.

Se aprovecha más entendiendo lo que NO debe hacerse que lo contrario. De la primera forma se evitan errores, en tanto que de la segunda es “probable” conseguir aciertos.

La primera etapa de los emprendimientos es habitualmente frágil. Se encuentra dominada por emociones intensas, poca experiencia, recursos escasos, débil estructura de gestión e incertidumbre respecto a muchas variables del entorno.

En esta etapa el Emprendedor precisa una guía sencilla de errores a evitar y  obstáculos que eludir.

A medida que el emprendimiento se desarrolla, la experiencia de ésas primeras vivencias se vuelve una guía, aumenta la confianza y capacidad para enfrentar contingencias. Llega luego el momento de la consolidación y el crecimiento. De una situación en la que existe mucha dependencia del Emprendedor, se pasa a otra en la que es el Negocio quien protege los intereses de aquellos que lo han concebido.

Algunas de los errores que el Emprendedor debe evitar en las instancias primarias de desarrollo del emprendimiento son los siguientes:

1.- No debe prestar atención a los “consejos” que buscan desanimarlo con respecto a lo emprendido.

Una vez que la decisión de emprender ha sido tomada, sólo sirve poner en marcha las ideas previstas. En el momento oportuno quedará establecido si el emprendimiento funciona o no. Pero cuando se ha dispuesto el inicio de la marcha no debe existir vacilación alguna.

Es conveniente recordar siempre esa valiosa consideración que tenía Napoleón:

“No hay hombre más pusilánime que yo cuando preparo un plan militar; aumento todos los peligros y todos los males posibles según las circunstancias. Me hundo en una agitación penosa. Soy como una joven que da a luz. Sin embargo, esto no me priva de aparecer bastante sereno ante las personas que me rodean. Cuando he tomado mi decisión, todo queda olvidado, menos lo que pueda hacerla triunfar”.

2.- No debe pensar que se “está jugando la vida”.

Emprender no es una decisión fácil, pero en el fondo no es diferente a otras decisiones relevantes que se toman en la vida profesional. Si las cosas salen bien, ¡fantástico! Y si no lo hacen, existirá SIEMPRE otra oportunidad.

Un daño que se hace a la actividad “entrepreneurial” es asociarla siempre a un nivel extraordinario de riesgo. Es cierto que quién emprende toma una decisión trascendental, pero en ello no se juega el destino más allá de los márgenes normales de cualquier actividad profesional.

Todas las personas evalúan con seriedad la decisión que deben tomar ante la perspectiva de un empleo. Pero nadie lo hace con el criterio de estarse “jugando la vida” si algo sale mal. No tiene que ser diferente en el caso del emprendimiento.

Así como una mala experiencia con un empleo no representa el final de la vida de nadie, tampoco una eventual experiencia negativa en el emprendimiento. El Emprendedor ES más que las experiencias transitorias que tenga, sean buenas o malas. El Emprendedor NO ES lo que le pasa, y entender las cosas de otra manera es uno de los errores que se debe evitar.

3.- No debe trabajar “sin descanso”.

Suponer que el emprendimiento constituye ése punto en la vida profesional en la que debe trabajarse “en serio” es sólo un ardid mental. La intensidad del trabajo debe ser la misma que se aplicaría a cualquier otra actividad profesional. Y si alguna diferencia existe, probablemente sea la necesidad de no desgastar aceleradamente energía.

En su inicio, la mayor parte de los emprendimientos tiene estructuras ligeras. Por ello se hace necesario “colocar hombros” para sostener las tareas. Esta realidad debe conducir a dosificar esfuerzos, no a multiplicarlos.

El Emprendedor es el factor indispensable del proceso, y el que menos puede exponerse a situaciones límites de cansancio y fatiga.

4.- No debe pensar y actuar en función del largo plazo.

El emprendimiento se desenvuelve estrictamente en el corto plazo por un periodo significativo de tiempo. Lo que menos se piensa cuando se tiene un bebe es en la carrera universitaria que tendrá.

El nivel de desarrollo integral de un emprendimiento en su etapa primaria es mayor que en cualquier otro momento de su ciclo de vida.

Un emprendimiento vive sus primeros días como mil de aquellos que eventualmente tendrá cuando haya crecido. Cada uno de estos días tiene su propio afán, y punto.

En vez de pensar en el día de mañana, bien haría el Emprendedor en adoptar esa consigna de las fuerzas especiales de la marina estadounidense: “the only easy day, was yesterday” (el único día fácil fue el día de ayer).

5.- No debe pensar que está manejando una empresa.

Este es uno de los mayores errores que el Emprendedor debe evitar. El emprendimiento es un NEGOCIO, no es una empresa. El Negocio es una actividad no una estructura.

Todo Negocio que se desarrolle apropiadamente podrá convertirse algún día en una empresa. Pero ello corresponde con el porvenir de las cosas, no con el devenir que plantea el presente.

Por otra parte toda empresa está formada por un negocio. Y el Emprendedor tiene responsabilidad con Él en ésta instancia.

Dos son las actividades específicas que conforman un negocio: producción y ventas, por intermedio de ellas se perfecciona.  El resto de actividades constituyen un apoyo a éstas dos esenciales. El Emprendedor debe enfocarse en producir y vender, porque esto es lo que en definitiva condicionará la supervivencia y éxito del negocio.

Y como se supone que no producirá nada que eventualmente no pueda venderse, entonces son las actividades de ventas las que tendrá que priorizar.

6.- El Emprendedor no debe ponerse al final de la lista de prioridades.

Entregarlo todo por el negocio y ser el último que “experimente” los beneficios que éste proporciona no es el procedimiento recomendado para darle futuro al emprendimiento, y es uno de los errores que el Emprendedor debe evitar.

El Emprendedor debe ser “quien se pague primero”.

Existe una dosis importante de energía en esta premisa. Por una parte el efecto de la “recompensa”. Por otra el hecho que él mismo extremará esfuerzos para garantizar que lo demás esté cubierto y la “recompensa” se replique en el tiempo. La frustración del Emprendedor con su propio negocio es el camino más corto para que éste desaparezca.

Esta no es una convocatoria al desorden o la inequidad, porque en definitiva  el Emprendedor tiene la responsabilidad final de todo. Es un llamado a la dinámica extraordinaria que puede generar un sistema de recompensas inteligente.

7.- No debe compararse con la competencia.

Corresponde hacer esta labor luego. En los primeros pasos del emprendimiento no existen condiciones técnicas para sostener una comparación, y hacerlo conduce a frustración o vanagloria.

La medida de su desenvolvimiento en el mercado es exclusivamente la capacidad de ingresar y permanecer en él hasta consolidar una posición. Solo una vez que ésta posición ha sido establecida será razonable hacer comparaciones.

8.- No debe pensar en el Marketing.

El enfoque debe ser estrictamente hacia las ventas.

Hay una diferencia esencial entre ventas y marketing, aunque la confusión sea casi universal.

Las ventas son la función básica del negocio, el marketing es un conjunto de herramientas de apoyo a las mismas. El Emprendedor debe ser un experto en su negocio y en las ventas que lo perfeccionan.

Ser un experto en marketing, o no, es cosa accesoria. Las labores de marketing pueden ser externalizadas, el conocimiento y la gestión del negocio no.

Un carpintero no puede llamarse tal solo por el conocimiento que tenga de su caja de herramientas. Estas carecen de valor si no conoce el oficio.

No es el marketing el que determina la existencia de las ventas. Son éstas las que eventualmente recurren al marketing con propósitos específicos. Una mala interpretación en este sentido es un error que el Emprendedor debe evitar.

Todo emprendimiento nace con un determinado perfil de negocio. Éste es el que establece su potencial competitivo y hace posible que se perfeccionen las ventas. No hay emprendimiento sólido y sostenible que se lance al mercado fundamentado en una técnica de marketing.

9.- El Emprendedor no debe creerse sus propias historias.

El emprendimiento es una labor profesional en la que cuesta mucho ser objetivo.

El Emprendedor concibe y establece el negocio como una franca manifestación de fe y confianza en su visión. Durante buen tiempo éstas variables son las que constituyen el sustento de la actividad que se lleva a cabo y construyen una relación íntima entre Emprendedor y negocio. Una relación emotiva en la que se mezclan deseos y convicciones, el creer con el poder, el fracaso y la perseverancia.

Estos hechos conducen a que el Emprendedor construya escenarios imaginarios que expliquen lo que sucede con el Negocio. Estas consideraciones se nutren y fortalecen de dosis importantes de convicción, pero no siempre responden a la realidad, o la interpretan subjetivamente.

Cuando el Emprendedor concluye por creer en “sus propias historias” y se aleja inconscientemente del dictamen de los hechos, pone en riesgo el emprendimiento.

Así como es vital una enorme dosis de fe para llevar adelante las tareas, es indispensable ser objetivo. Tener una mente abierta a la realidad, ser capaz de aceptar críticas y recomendaciones. Y por sobretodo tener la capacidad, cuando llega el momento, de aceptar los errores y enmendarlos.

10.- No debe ser impaciente.

Hay distancia importante entre ser paciente y ser impaciente. La primera es una virtud que no se encuentra al alcance de cualquiera, la segunda es un defecto que se debe evitar a cualquier costo.

La impaciencia es estadísticamente la causa mayor del fracaso de los buenos emprendimientos. Es homicida de proyectos y obstáculo principal para su éxito. La impaciencia supera  a la vacilación, falta de fe o aversión al riesgo como factor de fracaso del emprendedor.

Convertirse en una persona paciente se alcanza en la batalla diaria con la impaciencia.

Sin paciencia se hacen viajes cortos, se navega en superficie, se coquetea con la seducción de “lo promedio”, aquello que se halla tan cerca de lo mediocre. Sin paciencia no se gestan ni se desarrollan buenos planes, no se cautiva a los clientes. No se enamora al mercado ni se vence al competidor. Y, por sobre todo no se supera la soledad que acompaña el trayecto emprendido.

La paciencia tiene la virtud de alinearse con ése médico infalible que tiene la naturaleza: el tiempo. Éste es quien al final remedia y resuelve todo.

Fuente: https://elstrategos.com/los-errores-que-el-emprendedor-debe-evitar/

10 consejos para ser un auténtico gentleman

 

Hay hombres muy elegantes, no solamente en su forma de vestir, sino en sus modales y en su forma de relacionarse con los demás

¿Qué es un gentleman? Decálogo para ser un auténtico gentleman

Un gentleman es un hombre de aspecto elegante, de cuidados modales, de caminar distinguido, con una exquisita educación y un gusto especial por la estética.

Una persona es un auténtico gentleman, no solo lo es por su forma de vestir -como cree la mayoría de la gente-. Un hombre es un verdadero gentleman cuando además de cuidar su imagen tiene otra serie de valores que le hacen más atractivo y carismático.

10 características que debe tener una  persona para ser un auténtico gentleman

1. Amabilidad. Un gentleman es una persona que se comporta con educación y con afecto hacia los demás. Que sabe tener un gesto correcto con cualquier persona. Sabe complacer a los demás de forma agradable y cordial.

2. Elegancia. El gusto por la estética hace que un verdadero gentleman sepa qué vestir en cada momento y para cada ocasión. Sabe imprimir personalidad a su vestuario tomando de la moda, lo imprescindible, para mantener su estilo.

3. Cosmopolita. Un auténtico gentleman 'tiene mundo'. Ha viajado mucho a diferentes países del mundo, conoce otras culturas. Se mueve por cualquier lugar del mundo de forma desenvuelta. Se relaciona bien con las personas de otras culturas y creencias.

4. Nobleza. Su vida se rige por valores que tienen que ver con actuar de buena fe, sin maldad o doble intención. No necesita de un título nobiliario para tener 'nobleza'.  Ejerce su nobleza en cada gesto y en cada acción de su vida. Es leal, honesto y fiel a su amigos.

5. Empatía. Conoce y sabe ponerse en el lugar del otro. Interpreta de forma acertada los sentimientos de la otra persona, actuando de forma apropiada en cada momento. Participa de forma sensible y emotiva en la realidad de la otra persona. Esta es una de las razones por las que un auténtico gentleman suele caer bien a casi todo el mundo.

6. Buen gusto. Gusto.  Es una valoración personal en la forma de vestir y de lucir todo tipo de prendas y complementos; además, de ir acompañado de una forma de moverse y de actuar con gracia y buenos modales. Es una persona refinada en sus modales y en su forma de vestir. Pero no cae en la pedantería o en lo pretencioso.

7. Charme. Es una mezcla de elegancia, estilo y presencia. Si nos pidieran definir el concepto gentleman con una sola palabra, esta sería la más indicada. Porque en ella recoge, en cierta medida, todas las características de un verdadero gentleman: elegancia, estilo, personalidad, cordialidad, afabilidad, don de gentes, saber estar... es un maestro en el perfecto manejo de las habilidades sociales.

8. Colabora, no compite. La palabra competir no forma parte de su vocabulario. No tiene adversarios o rivales, porque no compite con los demás. Su espíritu es conciliador y colaborador. Puede ser apasionado, pero no rivaliza. No está interesado en ser el mejor.

9. Objetividad. No es apasionado o subjetivo en sus comentarios o en su forma de actuar. Mantiene una neutralidad en cualquier debate o conversación sin perder su propia opinión. Es abiertamente tolerante con todo tipo de opiniones y comentarios, aunque nos los comparta.

10. Sentido del humor. Disfruta con el ingenio y con la gracia de las personas con las que se relaciona. Ahora bien, no hay que confundir el sentido del humor con hacer el idiota o comportarse como un tonto. El verdadero gentleman sabe reírse de sí mismo sin ningún temor a perder su carisma.

Resumiendo, un auténtico gentleman es aquella persona que a su paso deja un cierto aire de gracia, elegancia y saber estar.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/10-consejos-para-ser-un-autentico-gentleman.html

El Alter Ego del Emprendedor y el equipo de trabajo

 

El Emprendedor no puede trabajar en solitario, precisa formar su Alter Ego y un equipo de trabajo. En el mundo de los negocios el adagio de “el ojo del amo engorda el ganado” no funciona. Es más bien una equivocación que provoca proyectos frustrados, deserciones, ineficiencia, deterioro de perfil competitivo, falta de crecimiento, etc.

(Contextualizado del Libro: “Emprender es una forma de vida. Desarrollo de la Conciencia Emprendedora”)

Son muchos los emprendedores que se dedican a hacer “casi todo” en su negocio bajo la lógica, en teoría virtuosa, del “hands-on”, o la premisa de garantizar que las cosas salgan bien “haciéndolas uno mismo”.

Esta idea no solo es una equivocación, también constituye un peligro para el emprendimiento. En el mundo de los negocios “el ojo del amo NO engorda el ganado”. Al menos si el término “ganado” involucra algo más que un triste vacuno.

El Emprendedor que actúa como el “amo del ganado” propende a pensar que el negocio puede permitirse “cómodos” periodos de tiempo para consolidarse y crecer. Tiende a suponer que está formando el patrimonio de las próximas generaciones familiares y que desarrollar el negocio es algo parecido a construir la “casa de sus sueños”.

¡Ninguna de estas premisas es coherente con el significado del Negocio!

Los negocios no son lo que hace cincuenta años. La consideración del tiempo no es la misma. Su estado no puede planificarse con visión muy extendida en el tiempo, su maduración debe alcanzar la misma dinámica que tienen los mercados.

El “tiempo” del negocio no es el tiempo del Emprendedor.

Considerar que se está formando el patrimonio de la familia para las próximas generaciones es un criterio subjetivo, y no responde (necesariamente) a los intereses del negocio. El futuro de éste no siempre está relacionado al del Emprendedor, y viceversa.

Por otra parte ¡el emprendimiento es un negocio!, no es la “casa de los sueños” y el Emprendedor no puede entender el negocio como una extensión de sí mismo.

El emprendimiento constituye una entidad que se explica a sí misma, tiene intereses propios e involucra responsabilidades que van más allá de su creador. El negocio es punto de partida de un ciclo económico que define el carácter económico y el bienestar de las naciones.

En lugar de ejercitar “el ojo del amo”, el Emprendedor precisa hallar temprano su Alter Ego en la gestión del negocio.

El Alter Ego es ése individuo, grupo de personas o estructura de dirección en quién se confía y se puede considerar sustituto de uno mismo”. El Alter Ego es el “otro yo”.

El desafío del Emprendedor, una vez que ha dado forma a su negocio, es replicarse en otras personas o estructuras. Conseguir que ellas vean y hagan las cosas como él mismo. Esto se ajusta a las necesidades del negocio y permite que el Emprendedor ocupe su espacio y trascienda.

Cuando el emprendimiento es joven, el Alter Ego puede ser una persona: un socio, empleado, asesor. A medida que se crece se convertirá en un equipo de trabajo o una estructura de gestión.

Lo importante no es quién, sino lo que ése Alter Ego representa. Una extensión de la visión y del quehacer del Emprendedor en el negocio.

En tanto que en el esquema del “director de orquesta” o “amo” la tendencia es que el Negocio constituya una extensión del Emprendedor, en la lógica del Alter Ego es el Emprendedor quien busca su extensión en otros.

El sentido de la confianza y la capacidad de ser “el otro yo” constituyen los fundamentos del Alter Ego y el punto a partir del cual el Emprendedor puede alcanzar objetivos que le están vedados a él solo.

El Alter Ego del Emprendedor no es elemento que lo complemente o sustituya. Es uno que lo replica. Si el Emprendedor podría “clonarse”, el producto de ello sería su Alter Ego.

Es cierto que el Negocio precisa capital, conocimiento, paciencia y tiempo, pero el Alter Ego es una necesidad que precede a lo anterior. Si se le ha de pedir al Emprendedor que tome cuidado de todos los intereses, de hecho tendrá que contar con apoyo idóneo en la gestión.

Pocas veces se da que un socio constituya el Alter Ego. Generalmente las sociedades apuntan al complemento, no necesariamente a la extensión. Es más probable que el Emprendedor encuentre su Alter Ego en las personas que dependen de él y forman el equipo de trabajo. Con ellas puede interactuar para transmitir su visión del negocio, filosofía de trabajo, ideas y formas de hacer las cosas. Luego, esta “célula” podrá convertirse en el embrión de una estructura que dependa de sistemas.

Existen cuatro dimensiones que explican la formación de las personas para actividades profesionales:

Educación.- Generalmente se desarrolla en el círculo familiar y en las instituciones educativas. Los negocios o las empresas no están convocadas a educar a las personas, más bien las reciben con un nivel de educación determinado.

Entrenamiento.- Negocios y empresas llevan adelante este proceso para familiarizar a las personas con la forma en que se hacen las cosas en la organización. El entrenamiento está relacionado a rutinas y procesos de trabajo.

Capacitación.- Por medio de ella se profundizan y optimizan conocimientos y habilidades de las personas.

Adoctrinamiento.- La “etapa superior” en la formación de los recursos humanos. Con el se consigue que las personas no solo hagan las cosas como se quiere, también que piensen como se desea que piensen. Que compartan la doctrina, en actos y en la forma de ver las cosas, presentes y futuras.

Para el Alter Ego, el Emprendedor debe recurrir a dos de las dimensiones de formación de los recursos humanos: adoctrinamiento y entrenamiento.

La capacitación es accesoria.

Primero debe adoctrinar a la persona o equipo, y luego entrenarlos minuciosamente, en cada tarea y proceso. De ésta forma conseguirá delegar actividades y compartir responsabilidad.

Identificar y desarrollar el Alter Ego no es tarea sencilla, pero lo peor que puede hacerse es postergarla y adoptar la lógica del “director de orquesta”. Esto afecta un rasgo de identidad del emprendimiento: el que exige que se alcancen los objetivos por medio de un sistema, es decir del trabajo de OTRAS PERSONAS.

El Emprendedor se diferencia del empleado y del auto-empleado porque desarrolla un sistema. Mientras que el empleado trabaja para otros y el auto-empleado para sí mismo, el Emprendedor desarrolla una estructura que trabaja para él.

Sin la existencia del Alter Ego, el Emprendedor estaría haciendo de auto-empleado.

Con la diferencia poco sutil, de que un emprendimiento tiene alcances e involucra responsabilidades que exceden en mucho a las del auto-empleado.

Finalmente, es posible que todo se resuma en esto: responsabilidad. El Emprendedor no solo se debe a él mismo, también a su negocio, a las personas que trabajan para él, a quienes se benefician del trabajo que desarrolla y a la Sociedad donde se inserta.

Todos estos son motivos suficientes para no jugar el papel de “amo” y compartir la tarea con quienes pueden y deben colaborar.

Fuente: https://elstrategos.com/el-alter-ego-del-emprendedor/

10 reglas de oro para comportarse en sociedad

 

La buena educación es una materia que todo el mundo debe aprender desde pequeño para ponerla en práctica a lo largo de toda la vida

Buenas maneras en sociedad: reglas de oro

Es posible que diez reglas no sean suficientes para ver de forma exhaustiva todo lo que abarca el tema de la etiqueta social y los buenos modales. Pero son una importante base en la que situarse para quedar como una persona bien educada.

1. Saber saludar. El saludo es un gesto de cortesía que debe hacerse a todo el mundo, con independencia del grado de cercanía que se tenga. El saludo puede variar en función de esta "relación" de cercanía.

2. Saber presentar. Social o laboralmente es preciso hacer presentaciones de personas que no se conocen entre sí, bien sea en una fiesta o celebración, o bien sea en una reunión de trabajo.

3. Saber hablar. Las conversaciones son un eje importante en la relaciones sociales o laborales. Hay que saber cómo y de qué hablar.

4. Saber escuchar. Si es importante saber hablar, es tanto o más importante saber escuchar. Estar atento a lo que dicen los demás. Remarcamos, saber escuchar que no es lo mismo que oír.

5. Saber vestir adecuadamente. El vestuario es la mejor tarjeta de presentación de una persona. Cambiar un mala primera impresión es bastante difícil. Hay que saber vestir de forma correcta en función del qué, cómo, cuándo y dónde.

6. Ser puntual. La puntualidad dicen "es la cortesía de los reyes". Ser impuntual significa hacer esperar a otras personas, hacerlas perder un tiempo que no deberían malgastar en esa espera. Es una gran falta de cortesía y de educación.

7. Ser respetuoso. Las personas tienen sus ideas, sus creencias, sus formas de ver las cosas... y todo eso hay que respetarlo. El respeto también supone tratar a la gente acorde a su cargo, edad o jerarquía. El respeto supone no tutear a un desconocido. El respeto es el acatamiento que se hace a alguien (según definición del diccionario de la Real Academia Española R.A.E.)

8. Ser cordial y amable. Es importante tratar a los demás con amabilidad y cordialidad. No cuesta nada y se consigue mucho. Una frase mal dicha, un gesto grosero, un tono de voz inadecuado... son formas de actuar que no favorecen nada la buena convivencia entre las personas. En cambio, saber pedir las cosas "por favor", dar las "gracias", saber pedir disculpas... ayudan a mejorar nuestras relaciones con los demás y ayudan a tener una convivencia muchos más cordial y pacífica.

9. Saber despedir. Un saludo es un inicio. Una despedida, es un término, una conclusión. Hay que saber terminar una celebración, una reunión, una visita... de forma educada y cordial.

10. Ser cívico. Importante, aunque parece un término caído en el olvido. Tirar un papel al suelo, una colilla, una lata de refresco; dar los buenos días, respetar el mobiliario urbano, ceder el paso, sujetar una puerta, etc. son formas de actuar en la vida que deben inculcarse a todo el mundo; hay que enseñar estas reglas y formas de comportarse tanto en casa como en el colegio-escuela.

Fuente: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/10-reglas-de-oro-para-comportase-en-sociedad.html