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We live in a world of dramatic and unpredictable change that is wiping out time-honored businesses and long-standing institutions while ushering in unprecedented opportunities for creative individuals and entrepreneurial organizations. The job is no longer figuring out how to win at the game of work and life; the job is figuring out the new rules of the game. Alan M. Webber's Rules of Thumb is a guide for individuals in every walk of life who want to make sense out of these confusing, challenging, and compelling times. If you're looking for practical advice on how to win at work without losing your self, if you want to change your life to meet the challenge of change, or if you want to learn from some of the world's most interesting and creative people, let Alan M. Webber take you on a remarkable journey toward greater personal understanding and, ultimately, greater personal success. About the Author:Alan M. Webber is the cofounding editor of Fast Company, and was the editorial director and managing editor of the Harvard Business Review. He's worked in federal, state, and local government, writing speeches and focusing on innovative policy initiatives. He's married to Frances Diemoz, an architect and furniture maker; his son and daughter, Adam and Amanda, are his two favorite children in the world.
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LA EDAD IDEAL PARA SER EMPRENDEDOR



No existe una edad ideal para ser Emprendedor. Hay dos verdades incuestionables en el mundo del emprendimiento: no todas las personas tienen la capacidad para emprender y no existe edad definida para ser Emprendedor.

Para emprender no se necesitan aptitudes excepcionales, se precisan actitudes extraordinarias.

El concepto lo dice todo: actitudes ajenas a lo ordinario, diferentes y poco comunes. Los emprendimientos están relacionados primero con el carácter, luego con las habilidades y finalmente con el conocimiento.

El cierto que el Emprendedor es alguien que trata de vivir sus sueños despierto y posee una visión que trasciende las fronteras que se imponen otras personas. Es correcto que tiene habilidad para identificar oportunidades y hacer posibles cosas improbables. Todo esto es cierto y lo particulariza, pero NADA de ello determina que finalmente sea un Emprendedor.

Esto es parecido a lo que pasa con las personas a las que les gusta el futbol. Una cosa es practicarlo, mirarlo, disfrutarlo o vivirlo intensamente. Pero otra diferente es ser un profesional que hace del juego una forma de sustento y vida.

El jugador profesional vive de y para ése deporte, se desenvuelve en márgenes exigentes de resultados y desempeño. No le basta solo talento, disposición o conocimientos, debe ajustar cada aspecto de su vida a la profesión.

Precisa adoptar una estricta disciplina para guiar cada acto. Sacrificar muchas cosas de valor en beneficio de su carrera. Requiere capacidad para encajar, procesar y superar la derrota, la adversidad, la crítica impiadosa, el adulo interesado, el olvido intencionado. Debe apretar los dientes para ocultar el dolor mientras todos le exigen a gritos que siga corriendo. Estas pruebas solo pueden superarse con CARÁCTER.

Es cómoda la participación del resto en la función, bien desde el anonimato de la grada o del cuarto de TV. Es sencillo juzgar, divertido criticar, todo es finalmente parte del “show”. Pero la diferencia es clara: unos son jugadores profesionales y el resto aficionados.

Sucede lo mismo en el mundo del emprendimiento: existen profesionales, aficionados y todos los demás.

Los primeros deciden hacer del emprendimiento su VIDA, los segundos juegan con la posibilidad y el resto mira, disfruta, contribuye y se beneficia de la dinámica. ¡Pocos tienen el CARÁCTER para entrar en las grandes ligas!

Los diccionarios dicen de carácter más o menos lo siguiente:

“Conjunto de cualidades psíquicas y afectivas que condicionan la conducta de cada individuo”. “Condición, índole, naturaleza de algo o alguien que lo distingue de los demás”. “Firmeza, energía, genio”. “Señal espiritual que queda en una persona como efecto de un conocimiento o experiencia importante”.

En el mundo del fútbol la edad ES una limitante que el carácter no puede superar en determinado momento. Sin embargo no existe una edad ideal para ser Emprendedor. La edad no limita el carácter nunca. Por el contrario: lo enriquece, fortalece y lo lleva al límite.

La definición “el carácter es una “señal espiritual” que queda en una persona como efecto de su conocimiento y experiencia”, es una alusión directa a la riqueza con la que contribuye la edad al desenvolvimiento profesional.

El carácter no se pierde con los años, de ninguna forma. Más bien cobra solidez con el tiempo y con las pruebas a las que es sometido.

Es cierto que la juventud proporciona energía, pero el carácter la utiliza y procesa con sabiduría. La aplica y contiene en función de lo que conoce.

El nombre del asiento donde reposa el carácter se llama paciencia. Los brazos de la silla mansedumbre, y el espaldar tiene inscrito en dos grandes caracteres la palabra fe. Todas estas son cualidades que se desarrollan con el tiempo, eso que los seres humanos llaman edad.

El deseo de emprender es una criatura rebelde que se prende del espíritu del hombre como benigna garrapata a lo largo de toda su vida. Muchas veces tarda en manifestarse, pero siempre lo hace.

No hay una edad ideal para ser Emprendedor. Hay personas que desean emprender desde que tienen 10 años de vida y no lo consiguen hasta que pasan los 50. Para esto también se precisa carácter. Puesto que no es fácil vivir tanto tiempo con una criatura rebelde que patea desde el fondo del espíritu cada minuto, y debe ser contenida por un sinfín de consideraciones.

Hay personas que efectivamente emprenden desde los 10 años y deben pagar muchos peajes en el camino. Todos relacionados a la falta de experiencia, al ímpetu, la imprudencia, al sentido de “inmortalidad”, que es signo de toda vida joven. Estas pruebas también demandan carácter.

Por otra parte, no es Emprendedor quien alguna vez entró al ruedo y lo dejó ante la primera desventura. Tampoco aquel que practica buena mayordomía con lo que le ha sido asignado, o lo que ha heredado. Estas tareas demandan otras virtudes, no por ello menores, pero el Emprendedor siempre abre senda, transforma las cosas a su paso, crea realidades, esculpe el mundo.

No existe una sola idea, invento o descubrimiento que haya cambiado a la humanidad y no hubiese sido producto de una mente emprendedora.

La siguiente frase parece apropiada para explicar esto: “Los emprendedores son personas que cambian su futuro, cambian su entorno y hacen que la vida de otras personas sea mejor. Siempre hay un antes y un después del paso de un Emprendedor por este mundo”.

¿Es posible suponer que en el Universo del Emprendedor exista una edad ideal para activarse? ¡En absoluto! La edad es solo un matiz, una curiosidad, un adorno del espíritu Emprendedor.

Y si se trata de identificar una edad ideal para el Emprendedor, siempre habría que remitir la referencia hacia los que llevan canas. Porque allí los bríos se reúnen con la sabiduría, ésa hermana mayor de la experiencia. Porque nada es más valioso que todo lo visto por una persona madura. Aquello que ha escuchado en los caminos de la vida, los golpes que ha superado, las personas que ha conocido, las barreras sobre las que ha saltado.

Si por otro lado se presenta el joven inquieto con la duda de comenzar su vida en el mundo del emprendimiento o adoptar una actitud más conservadora, salvada la prueba para saber si tiene ésa criatura indómita aferrada al espíritu, el consejo inmediato sería que dé el paso al frente y comience. ¡Sin ninguna duda ni temor!

No solo es un privilegio poseer el carácter para emprender, es fundamentalmente una bendición.

Parece también una falacia asociar el emprendimiento (y de allí la edad ideal del Emprendedor) a la acumulación de dinero. El emprendimiento no es un sinónimo de fortuna financiera, si no de libertad financiera, que no es lo mismo.

Si en este mundo carente y difícil se da a escoger a la gente entre fortuna financiera o escasez, solo el tonto optará por lo segundo. Sin embargo esta simplificación de la realidad no es correcta. No hay recetas mágicas para la fortuna financiera, y entre ellas obviamente no se encuentra el emprendimiento.

¡Que Dios bendiga a los millonarios, por supuesto!, especialmente si han conseguido sanamente ésa condición. ¡Y que los guarde!, porque tampoco es fácil la vida en ése sitial, a pesar de todo lo que puedan pensar las mentes simples. Pero debe abandonarse la promesa de millones a quienes aguardan la señal propicia para Emprender.

Dirán muchos, con razón, que el emprendimiento es un camino más corto para alcanzar riqueza financiera, pero esto siempre es una consecuencia y no un objetivo del espíritu emprendedor.

No son pocos los emprendedores que han sacrificado fortunas por cumplir un sueño. O han muerto en la estrechez económica tratando de alcanzar una visión.

Y lo hicieron por dos razones: porque eran presas de una criatura rebelde que se abrazaba a su espíritu, y porque tenían carácter.

No cualquier persona puede ser Emprendedor, así como no todos llegan a jugar en el futbol profesional, por mucho que les guste y tengan aptitud.

¡Y no hay problema con esto!

Hay que ser crítico con aquellos que visualizan un mundo lleno de emprendedores o consideran menos a quienes no lo son. Está bien compartir la inquietud de animar esos espíritus que vibran y esperan una oportunidad. Pero el mundo es una paleta llena de colores entrelazados, no es un lienzo monocromático, por mucho que ése único color que se quisiera sea el del Emprendedor.

Y la edad ideal, por supuesto, no existe como condicionante para el Emprendedor. Así como no existe como fundamento para vivir. Porque el emprendimiento es precisamente eso: una forma de vivir.

Fuente: https://elstrategos.com/




 

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