Muchos
lo consideran el mejor inversor de todos los tiempos y uno de los
hombres más sabios en la historia de los negocios. Warren Buffet es
un ícono en términos de lo que ha alcanzado, un paradigma en sí
mismo. De este hombre grande surge un pequeño pero poderoso consejo
para quién desea emular sus logros: invierta
en
usted mismo.
El
acto de invertir puede entenderse de manera simple: dedicar
recursos.
De esto se trata finalmente: destinar y asignar ciertos valores con
el propósito de obtener otros mayores.
La
complejidad del acto se presenta cuando debe elegirse el objeto de
inversión, cuando hay que medir la cuantía de los recursos y
definir el tiempo que tomará el proceso. La calidad con que se hace
esta evaluación diferencia a los inversores entre sí. Allí
convergen el arte con la ciencia.
Hay,
sin embargo, un tipo de inversión en la que los factores de cuantía,
destino y tiempo no necesitan cuidarse. Una que siempre tiene retorno
positivo, crecimiento compuesto y ningún riesgo: la inversión que
se hace en uno mismo.
“Invierta
en usted mismo, dice Buffet, y verá los beneficios multiplicados por
diez, sin que nadie pueda gravarlos o robarlos”.
Se
trata de que dedique los recursos más importantes que tiene:
energía, tiempo, enfoque, dinero, cuidado, cariño, etc., a su
desarrollo personal, al vital objetivo de sentirse y estar bien. Y se
trata de hacerlo como una prioridad en su vida, no como una
“responsabilidad” más.
Entender
el beneficio de un acto así, emerge de una lógica sencilla: uno
mismo es su activo principal, el que sustenta la capacidad de
producción, la “tarjeta madre” de todo el circuito, el “equipo”
central del sistema. Si uno funciona bien, todo lo demás también.
Si
se cuida el árbol, la calidad de los frutos está garantizada.
Ahora
bien, ¿a qué se deben dedicar los recursos para optimizar esta
inversión?: a todo aquello que agregue valor como persona y
profesional.
El
orden es importante: primero la persona y luego el profesional.
Porque al final de la historia, el segundo siempre es una
consecuencia del primero.
Cuando
se habla de invertir en el desarrollo personal, hay una inclinación
a pensar en habilidades, destrezas, conocimientos y experiencia. Y
aunque esto es positivo, no alcanza para el propósito final, porque
una dedicación de recursos planteada así prioriza al profesional,
no a la persona.
Invierta
recursos en sentirse bien con usted mismo.
Si
no se siente cómodo en su propia piel, no se sentirá básicamente
bien con nada ni con nadie. Es así de simple. Y esta “comodidad”
involucra en proporciones similares al cuerpo, la mente y el
espíritu. Porque sin la fundamental homeostasis de estos tres
elementos, no emerge el producto deseado.
Decían
que la famosa actriz Marilyn Monroe se sentía extremadamente cómoda
con su cuerpo. Algo excepcional, incluso al nivel de estas personas
constantemente expuestas al escrutinio público. Contaban que en esto
Marilyn era tan natural que se parecía a un animal en estado de
conciencia pura. Pero ella no tenía ni la mente ni el espíritu en
igual forma, y por eso sufrió toda su vida, hasta el punto que
decidió terminarla.
Es
que el “bien-estar y bien-sentir” deben emerger del interior de
la persona, porque de lo contrario se vuelven estados de vida corta.
Si se depende de las circunstancias externas para sentirse bien, se
es un esclavo de los acontecimientos y no
se posee control de nada.
La
construcción de ese estado interno demanda algunas cosas que son
mucho más sencillas de lo que se piensa:
1.-
Dedique recursos para verse básicamente bien, por muy profano que
esto parezca.
Pararse
delante del espejo y sentirse cómodo no es algo común para las
personas. Y asumir que esto no tiene importancia es un error
fundamental, porque lo estético no es nada banal. El ser humano
tiene una capacidad natural para apreciar la belleza, por mucho que
esto no tenga un estándar definido. Y poder hacerlo delante de un
espejo y con uno mismo, es algo poderoso.
Invierta
recursos en la ropa que le guste, en la dieta que le acomode y en el
ejercicio físico que le resulte conveniente.
Estos
no son “gastos insulsos”, son inversiones
de
clin a cola, porque conducen a un estado de “bien-sentir” y
“bien-estar” que condiciona favorablemente otras actividades.
2.-
Invierta recursos en su relacionamiento social.
Esto
es indispensable. La vida siempre se manifiesta a partir de un
balance delicado de energías. Y dado que el ser humano es un animal
de naturaleza social, allí encuentra energía vital para “cargar
sus baterías”.
Ahora
bien, invertir recursos para el relacionamiento social involucra
esfuerzo y sacrificio. Porque sin lo primero las relaciones quedan
sujetas al azar, y sin lo segundo carecen de valor. Encontrar
personas que contribuyan con el crecimiento personal no es fácil,
demanda esfuerzo. Construir y mantener esas relaciones tampoco es
sencillo, requiere sacrificios.
Por
esto las buenas relaciones son producto de una gran inversión,
porque piden que se dé mucho antes que se reciba algo.
3.-
Invierta en sus hobbies y aficiones.
Hágalo
sin ningún tipo de pesar. Estos no son gastos que deben considerarse
con criterio marginal, son inversiones que consolidan su “bien-sentir
y bien-estar”. Y a partir de ello la atención a todas las otras
responsabilidades queda garantizada.
4.-
Conozca el mundo.
Viaje,
comparta con otras culturas y gente diferente. Lea sobre ellas,
investigue. Muchas veces se piensa que esto tiene que apoyarse en
grandes presupuestos, pero no es así. Las vías por las que puede
transitarse el mundo son de todo tamaño y costo, y todas conducen a
experiencias positivas.
Hay
muchos académicos, técnicos, profesionales y demás, que llevan su
oficio a los umbrales de la excelencia, pero conocen poco del mundo.
Por esto mismo no alcanzan el bienestar que quieren, y sienten un
vacío que los mantiene incompletos.
5.-
Aprenda algo siempre. Aprenda, aprenda, aprenda.
Éste
es el proceso que genuinamente lleva al conocimiento y la sabiduría:
aprender algo siempre. El aprendizaje es una función, no un estado.
Es como un río que fluye sin parar y riega la tierra que toca para
volverla fértil.
El
aprendizaje no debe limitarse a nada en particular, porque en ese
caso se convierte en una represa que acumula agua, ya no es un río
que fluye activando vida. Es cierto que hay cosas que llaman la
atención más que otras, pero esto no tiene que conducir a que se
desperdicie ningún aprendizaje.
De
los eventos y de las cosas agradables se aprende tanto como de
aquello que desagrada. Es cuestión de ecuanimidad reconocer y actuar
en consecuencia de esto.
Buffet
dice: “vaya
a la cama cada noche un poco más inteligente que cuando despertó en
la mañana”
6.-
Invierta en calidad.
Todas
las cosas que son de calidad cuestan, y seguramente mucho. Pero de
esto se trata precisamente el concepto de valor. Muchos propenden a
“sacrificarse” y toman para sí cosas de escasa valía. Este tipo
de sacrificio no es inteligente. No es una visión apropiada de la
vida.
¡Compre
cosas de calidad!, adquiera lo mejor que pueda para usted mismo, o al
menos aspire a ello siempre. Ese afán, ese deseo, condiciona
favorablemente sus acciones. Y cuando consigue lo que quiere,
perfecciona el circuito virtuoso del “sentir-bien y el estar-bien”.
Esto último proporciona combustible (también de calidad), para
conquistar nuevas cimas.
Reclame
servicios de calidad, atención de primera allá por donde vaya. No
hacerlo lo convierte en cómplice de la mediocridad estructural que
gobierna el mundo. Quién invierte en sí mismo no engrosa las filas
de esos que piensan
y viven en término del “así no más”.
La mediocridad solo se combate con una mentalidad de excelencia,
porque entre ésta última y la primera ¿qué estado intermedio
puede existir?
Ahora
bien, invertir en calidad no significa gastar irresponsablemente,
porque el concepto de valor no está relacionado con el precio, es
más bien, una premisa mental.
Bien
dice Warren Buffet en este sentido: “precio
es lo que usted paga, valor es lo que obtiene”.
7.-
Invierta en conocimientos, habilidades y destrezas para dominar la
ciencia y el arte del dinero.
El
dinero es un bien indispensable para vivir bien o no vivir mal, como
usted prefiera. Ignorarlo es un acto irresponsable y siempre conduce
a condenación. O bien se
domina al dinero o se vive dominado por él.
Invertir
en estos conocimientos es una de las mejores inversiones que se puede
hacer en uno mismo. No es nada complejo, por mucho que el
entendimiento popular crea lo contrario. La dinámica del dinero se
fundamenta en muy pocas reglas, y bastante elementales. Si su estudio
no se encuentra más extendido, es simplemente porque no es una
asignatura a la que el vulgo le dé importancia.
Se
enseña un poco de todo en el hogar, la escuela o la universidad,
pero casi nada acerca del dinero. Se le dice desde temprano al niño
que cuide su salud, pero nada sobre el cuidado que debe tener de su
bolsillo.
Por
eso hay que adquirir estos conocimientos y destrezas por cuenta
propia, y de manera urgente. Es una inversión que da réditos toda
la vida.
De
esta manera, y en algún momento, podrá inscribirse en el espíritu
de esa poderosa afirmación: “si
es un problema que puede resolverse con dinero, entonces no es
problema”.
8.-
Invierta tiempo, dinero y esfuerzo en hacer lo que ama para ganarse
la vida.
Según
un estudio de la consultora estadounidense Gallup llamado “El
Estado del mundo laboral 2023”, casi el 60% de los empleados en el
mundo se inscriben en un estado de “renuncia silenciosa”. Es
decir que permanecen en sus trabajos únicamente porque lo consideran
“el mal menor”.
Esto
se llama insatisfacción laboral. Y pocas cosas hay más tristes en
este mundo. Sentirse obligado a pasar más de un tercio de toda la
vida haciendo algo en lo que no se encuentra beneplácito es una
tragedia.
La
alternativa no es compleja. Porque hacer lo que uno ama para ganarse
la vida, es consecuencia de hacer inversiones inteligentes en uno
mismo, no es una utopía.
Invierta
tiempo (y dinero) en los oficios que le hagan sentir bien. Realice
sacrificios de corto plazo para obtener los retornos que espera
luego. De eso se trata una inversión. Si el oficio que le agrada no
paga hoy como otros, no importa, porque haciendo lo que le gusta
mañana alcanzará la excelencia, y ésta genera retornos
extraordinarios.
Nadie
destaca haciendo algo que le disguste, mucho menos si se “auto
obliga” a hacerlo por mucho tiempo. Porque por lo menos no podrá
competir con quién trabaje a gusto. El mejor
heladero del mundo no es pobre,
y no lo es por una simple razón: es el mejor en lo que hace. Y no lo
sería si no amara su oficio.
Invierta
tiempo, dinero y esfuerzo en hacer lo que ama para ganarse la vida.
Piense en ello… y mientras más temprano, mejor.
Fuente:
https://elstrategos.com/