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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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Los tipos de emprendimiento que existen y debes conocer


Los diferentes tipos de emprendimiento que existen son como la liga y la cancha de juego donde se disputarán los partidos. El juego es el mismo, pero las condiciones competitivas y los escenarios varían y definen las acciones.

Existe el riesgo que el emprendedor esté más consciente de sus propios actos que del escenario donde estos se desenvuelven. Y ello puede afectar sus perspectivas de estabilidad y crecimiento.

No es lo mismo un emprendimiento novedoso que uno de imitación. O uno de carácter social y otro tecnológico. Conocer las particularidades del supra-sistema donde se desarrollan las acciones es indispensable.

Estos son, en general, los tipos de emprendimiento que existen:

1.- Emprendimiento escalable.-

Estos proyectos están definidos por algo fundamental: la posibilidad que tienen de crecer sustancialmente en el mediano y largo plazo. Los negocios escalables reúnen las condiciones necesarias para convertirse (eventualmente), en operaciones de mercados geográfica y demográficamente distintos.

La “eventualidad” de que esto suceda depende del carácter de la gestión. Sin embargo el potencial está allí. Saberlo condiciona la ruta estratégica que tiene que adoptarse, especialmente en el corto plazo.

Los tipos de emprendimiento escalable no necesariamente demandan grandes inversiones y recursos en su origen, pero lo harán a medida que la posibilidad de crecer se manifieste. Entonces será indispensable contar con sólidas estructuras de gestión. Visión sistémica. Recursos financieros. Ssocios que apoyen e inteligencia comercial.

Mientras más temprano se tenga en cuenta esto, mayor probabilidad habrá de escalar exitosamente.

Ejemplos de negocios escalables son casi todos los que pueden ajustarse a mecánicas de franquicias, licencias de uso de marca, alianzas para la explotación de “know-how”, “joint-ventures”, etc.

Los proyectos digitales se brindan bien a ello, pero también los convencionales, como lo atestiguan las historias de McDonald´s o Starbucks.

Hay un requisito fundamental para el emprendedor que ingresa en un negocio potencialmente escalable: dominar, perfeccionar y proteger el “know-how” que sostiene sus operaciones. En tanto esto se haga bien desde el principio, existirán las condiciones para escalar el negocio cuando las oportunidades se presenten.

La gestión de todo lo relacionado al “alter-ego” del emprendedor es indispensable para ser exitoso en estos proyectos. El equipo de trabajo debe ser solvente en la gestión de las operaciones cotidianas y permitir que el emprendedor mantenga clara la visión del futuro.

2.- Emprendimiento social.-

Estos proyectos buscan generar un impacto importante en la Sociedad. Posiblemente no tengan un grado muy significativo de alcance “horizontal”, pero de hecho lo tienen a nivel “vertical”. Afectan positivamente la vida de muchas personas.

Los emprendimientos sociales no buscan necesariamente un objetivo financiero (al menos como prioridad), pero tienen importante implicación económica. No es lo mismo. La rentabilidad de carácter económica no es igual a la financiera.

Estos tipos de emprendimiento buscan resolver problemas éticos, ambientales, sanitarios, educativos o de derechos humanos. Sin ellos el mundo no podría transformarse positivamente.

Aunque muchos no lo entienden, detrás de estos proyectos, y a lo largo de toda la historia, siempre ha existido un emprendedor.

Asociar el emprendimiento solo a parámetros financieros o de riqueza individual es un error conceptual. Es cierto que por definición todas las actividades humanas pueden inscribirse en el ámbito etimológico de lo que es un Negocio, pero sus objetivos no son los mismos en todos los  casos.

Los emprendimientos sociales definen el desarrollo general de la humanidad, y en ése sentido establecen las condiciones para el progreso universal.

3.- Emprendimiento novedoso.-

Hacer algo “nuevo” es una característica esencial del emprendimiento. La innovación es una de las particularidades que lo distinguen.

Cuando el emprendedor trabaja en un escenario de esta naturaleza debe tomar en cuenta varias cosas, pero entre ellas una es fundamental: el riesgo. La novedad y el riesgo tienen una relación directamente proporcional. El éxito de lo emprendido puede ser tan resonante como el fracaso.

Pocas cosas caracterizan un emprendimiento de la manera en que lo hace la innovación. Pero el riesgo involucrado demanda importante enfoque de recursos y el apoyo de inversiones que puedan neutralizar las contingencias.

Nadie sabe con exactitud qué pueden presentar los nuevos senderos. No existen guías o mapas que lo describan. En esta tarea el emprendedor se desenvuelve en un grado significativo de soledad. Su visión establece el norte, y la tenacidad que tenga define el resultado.

4.- Tipos de emprendimiento de imitación.-

En este caso se tratan de replicar modelos exitosos de negocio. La experiencia existe, y el objetivo es optimizar y maximizar lo que convenga.

Estos son, posiblemente, los emprendimientos más inteligentes y prácticos que hay. El riesgo es menor. El camino se conoce. Es cuestión de hacer las cosas mejor que los demás. Y esto siempre es posible, porque la optimización no tiene fronteras reconocibles.

Detrás de los emprendimientos de imitación se encuentra un factor vital para el desarrollo de los mercados y la sociedad: la evolución. En la medida que las cosas van mejorando y los procesos se perfeccionan, la calidad de vida aumenta. Y estos son méritos que todo emprendedor que adopta esta ruta puede atribuirse.

El requisito fundamental aquí es calidad. Hay que hacer las cosas muy bien. De esto se trata la optimización. La imitación no quiere decir, bajo ningún punto de vista, hacer las cosas igual que otro, más bien mejor, aprovechando que se parte de un hito conocido.

Los japoneses son eximios en el arte de emprendimientos de imitación. Lo han llevado a niveles insuperables, y de esta forma han contribuido grandemente al progreso de la humanidad.

Bien se afirma que “no es necesario inventar la pólvora para decir que se está haciendo algo nuevo”. Y por otra parte, acota apropiadamente esto otra sentencia: “si te subes a los hombros de un gigante podrás ver más lejos”.

5.- Emprendimiento oportunista.-

Hay una sutil diferencia entre este tipo de emprendimiento y esos que de manera genérica se fundamentan en la existencia de oportunidades.

Evidentemente, todo emprendimiento aprovecha las oportunidades que presenta la realidad, pero los de tipo “oportunista” buscan satisfacer una necesidad urgente.

En la medida que surge algún imperativo en el mercado o la sociedad, pueden activarse estos modelos de negocio con mucho éxito.

Sus perspectivas en términos de tiempo pueden ser en limitadas, pero el alcance “vertical” y la rentabilidad de corto y mediano plazo es muy prometedor. Un ejemplo típico de esto son los emprendimientos para vender equipo y material sanitario en tiempos de pandemia.

El emprendedor “oportunista” es una persona hábil en la observación de la realidad que lo rodea. Necesita poseer visión estratégica, porque es bien cierto que “mirando se pueden ver muchas cosas”.

Las únicas oportunidades que existen son las que se aprovechan. El mundo puede llamar a esto “oportunismo”, pero el emprendedor de cepa sabe que se trata de un sentido común para el oficio.

6.- Emprendimiento pequeño.-

Estos no están relacionados estrictamente al tamaño o alcance, más bien al hecho de asumirlos inicialmente como un trabajo individual, una tarea eminentemente personal.

Los profesionales que deciden ejercer su oficio de manera independiente son un claro ejemplo de estos tipos de emprendimiento. Es un vehículo de transición entre los sistemas de trabajo que exigen dependencia de otros y los que pueden ejercerse con autonomía.

Su beneficio fundamental es que generan una dinámica virtuosa en la economía. En primer lugar por la calidad de la oferta que ponen a disposición y en segundo, por sus posibilidades de crecimiento.

Entre los sistema de trabajo que sostienen las economías, el que menos aporta a título personal es el empleo. El auto-empleo es, de todas maneras, un eslabón superior en la cadena de valor. Y tiene además, todo el potencial de constituirse en un emprendimiento mayor con el tiempo.

7.- Los tipos de emprendimiento “incubador”.-

Estos son proyectos de alto riesgo y con posibilidad de grandes ganancias.

La mayoría de las “startups” se incluyen en esta categoría. Estas empresas tienen algunas de las siguientes características:

  • Una idea y modelo de negocios muy fuertes
  • Una posibilidad de crecimiento grande y de corto plazo
  • La posibilidad de escalar rápidamente.

Sin embargo, detrás de cada una de las “posibilidades” enunciadas se encuentra la enorme probabilidad de fracasar en el intento.

El emprendedor que desarrolle un negocio “incubador” debe estar muy consciente de las probabilidades que tiene de ser exitoso. La experiencia y las estadísticas sostienen que éstas son bastante pequeñas.

Ahora bien, el término “incubador” alude a esto mismo, porque para minimizar los riesgos, o maximizar las probabilidades de éxito, hay que sostener y proteger el proyecto con mucho cuidado en su nacimiento y crecimiento primario. Sostener el negocio involucra recursos, y protegerlo exige habilidad.

Si un emprendimiento “incubador” alcanza éxito, puede constituir una victoria para toda la vida.

8.- Emprendimiento tecnológico.-

Habitualmente requieren bastante investigación y suelen estar financiados tanto con fondos privados como públicos.

Como su nombre lo indica, se relacionan con la tecnología o la ciencia. Habitualmente pueden combinarse con el emprendimiento novedoso, pues los productos o servicios desarrollados son muy innovadores y generan un gran impacto en el mercado.

Si bien es un tipo de emprendimiento que precisa un gran capital, regularmente es apoyado por instancias gubernamentales o importantes fondos privados, quienes se encargan de dotar todo lo necesario para que el producto o servicio salga al mercado lo más pronto posible.

Tipos de emprendimiento que existen. Conclusión.-

Emprender es un verbo. Como tal aplica al hecho de actuar y poner en práctica una operación. Esto es lo primero. Sin embargo, una vez que se ha tomado la decisión de ingresar en el juego, ayuda mucho contextualizar el escenario donde se desarrollarán las actividades.

No todos son iguales, y el emprendedor que esté consciente de ello y se ocupe de conocerlos a profundidad, tiene mejores probabilidades de triunfar.

(Tipología extraída del artículo ¿Cuál de los 10 tipos de emprendedores eres tú? ¡Utilízalo a tu favor! De la publicación HubSpot)

Fuente: https://elstrategos.com/tipos-de-emprendimiento/

 


Sea un coleccionista de los NO que ha recibido en la vida

 

Un coleccionista es alguien que reúne, clasifica y guarda algo esencialmente por interés o gusto. En ese sentido, puede parecer extraño coleccionar los NO recibidos en la vida, pero hacerlo tiene una enorme ventaja estratégica.

Hay enseñanzas muy importantes detrás de cada NO que se presenta en el viaje personal o profesional en esta tierra. Lecciones que nunca proporcionan el éxito o los objetivos alcanzados. Las experiencias más valiosas no se encuentran en los SI, más bien en las negaciones, por muy frustrantes o dolorosas que estas sean.

Se sabe bien que problemas, dificultades y adversidades son grandes maestros. Y la realidad es que cada uno de estos representa un NO a deseos, expectativas, intereses y planteamientos. Las cosas suceden como uno quiere o no. Es una dicotomía simple.

Ahora bien, en este punto todo se vuelve interesante. Porque gran parte de las personas propende a descartar rápidamente experiencias negativas y se esfuerza en borrarlas de la memoria. Ello parece coherente con el afán humano de echar raíz en las energías positivas.

Pero algo muy importante se pierde con este rechazo (el no al NO): justamente la capacidad de multiplicar los aciertos.

¡Siempre consigue más aciertos quién menos se equivoca!

Hay de los que piensan que las victorias tienen su propio sino y trabajan arduamente para ello, pero esta tarea demanda mucha energía y enfrenta probabilidades adversas.

El coleccionista de los NO, por otra parte, sabe bien lo que debe evitarse y lo que se tiene que aprovechar. Al tener conocimiento preciso de lo que no hay que hacer, entiende lo que debe hacerse. Y esto representa, finalmente, un ahorro de energía.

Muchos llaman a esto “experiencia”, y en cierto sentido es correcto. La vida da lecciones cada momento, y en la medida que más son y mayor tiempo transcurre, mucho mejor.

Sin embargo, hay un error sutil en el entendimiento de las “experiencias” que se acumulan y el supuesto beneficio que proporcionan. Porque “experiencias” finalmente tendrán todos, y eso no garantiza nada favorable.

Para que las experiencias sean positivas, se tiene que haber aprendido algo de ellas y convertido en condicionantes de acciones futuras. Así se trasciende de la sola experiencia a la experticia.

Tener consciencia de problemas y adversidades vividas no es suficiente, puesto que ello no garantiza el aprendizaje. La experiencia positiva no emerge de la acumulación inercial de los eventos negativos. Mucho menos si ellos se tratan de olvidar o descartar.


El coleccionista de los NO que ha recibido en la vida, tiene bien presentes los eventos negativos. Los identifica y registra claramente en su memoria. Los guarda como bienes preciados y los contempla con cariño. ¿Parece absurdo? ¡Pues no lo es!, porque detrás de éste proceso SI existe una experiencia genuina y favorable.

Ahora bien, ¡no hay que confundir las cosas! Esto no se trata de coleccionar problemas, adversidades, disgustos y sinsabores. Es cuestión de identificar y clasificar los factores que originaron todo. Allí está el NO. En esos elementos que provocaron el fracaso y la derrota.

No se guardan en la memoria los detalles del camino que se debe evitar, se recuerda la señal que dice “NO tomar esta senda”. Detrás de ella se encuentran los pormenores, pero es el cartel de NO el que define nuevos rumbos para el viaje.

Es posible que en muchas circunstancias no se sepa qué hacer, pero ya hay trecho ganado si se sabe lo que NO debe hacerse. ¡Y el coleccionista está perfectamente familiarizado con esto!

Saber qué hacer determina la probabilidad de conseguir un acierto, en tanto que entender lo que NO debe hacerse, EVITA un desacierto. Y en el balance general del desenvolvimiento (especialmente si éste se mide con la vara de la Estrategia), lo segundo es más valioso que lo primero.

La vida no es una prueba de velocidad, es una carrera de resistencia. No alcanza éxito quién se mueve más rápido, sino quién lo hace mejor. Esto bien puede traducirse en que el individuo exitoso es, finalmente, aquel que menos errores comete, no el que alcanza más aciertos.

¿Hasta qué punto esto define una actitud conservadora hacia la vida? Pues bien, la respuesta emerge de una precisión que hay que tener presente. No es lo mismo actuar con el afán de cometer menos errores que tener miedo a equivocarse.

El coleccionista de los NO opera sin temor. Precisamente porque tiene mayor conocimiento de los obstáculos que deben evitarse. Conoce mejor la ruta. Ha invertido esfuerzo y tiempo en registrar y clasificar las señales de precaución. Atesora los carteles de alerta, no los olvida ni les tiene aprehensión, no intenta descartarlos de la memoria porque puedan considerarse reservorios de energía negativa.

No se “coleccionan” los NO porque se les tenga temor. Todo lo contrario. Se lo hace porque se entiende que cada uno de ellos contiene lecciones invaluables.

Cargar por la vida una mochila llena de fracasos, dolor y amargura es otra cosa. Eso no tiene nada que ver con el entendimiento positivo de las “experiencias”. Hacer carne del NO tampoco. El coleccionista se encuentra lejos de esos sinsentidos. Él hace aquello que explica en buena forma una mente sana y productiva: observa impersonalmente los problemas. Lo hace como quién guarda en una vitrina una colección de autos en miniatura.

La colección de los NO permite trascender de la experiencia a la experticia. De la lección a la proposición.

Por otra parte, también ayuda a fortalecer una actitud positiva ante la vida, porque solo puede llamarse “positivo” quien alcanza dominio de las fuerzas negativas que pueblan este mundo. Para estas personas, los NO son celosos centinelas del acierto. Primero lo han conducido a él y luego evitan que otros tomen el premio.

Dice el budismo que “el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”. Pues bien, los NO de la vida también son inevitables, pero hacer de ellos una piedra de tropiezo o fundamento depende de cada quién.

¡Sea un coleccionista de los NO que ha recibido en la vida! Ésa es la forma de tenderle invitación al éxito y decirle SI a la existencia.

 

15 definiciones de Estrategia para la vida y los negocios

 

Existen innumerables definiciones de Estrategia. Las hay desde tiempos inmemoriales. Este es posiblemente uno de los conceptos de gestión más difíciles de aprender y “aprehender”. Sin embargo, hacer el esfuerzo es una valiosa inversión. La Estrategia es el sistema de gobierno orientado a dirimir conflictos y resolver problemas para beneficio propio. Y pocas veces se ha necesitado esto con tanta urgencia como hoy.

Acá van 15 definiciones de Estrategia muy poderosas. Diferentes todas entre sí, pero a la vez completamente acertadas y correctas. No es posible resumir Estrategia en un solo concepto, porque eso sería igual que tratar de contener la corriente de un rio con las manos.

Lo más apropiado es apreciar el rio entendiendo que las aguas nunca son las mismas y que solo el cauce lo define, luego corresponde meter las manos en la corriente y habilitar la experiencia.

1.- “La estrategia es un conjunto de elecciones congruentes para lograr un fin deseado”. — Scott Anthony, asesor estratégico, autor y orador sobre crecimiento e innovación.

El aspecto vital de esta definición es: “conjunto de elecciones congruentes”.

En realidad, negocios y personas toman decisiones a cada instante para alcanzar los objetivos que desean. Pero muy pocas veces ellas son congruentes entre sí. Muchas elecciones no soportan a las otras, más bien las anulan o sustituyen.

Si se quiere actuar estratégicamente, todas las decisiones que se tomen para alcanzar un fin, deben ser sinérgicas entre sí. Como pequeños riachuelos, deben alimentar el curso principal. Ninguna decisión puede ser ajena o contrapuesta a las otras.

Conseguir esto no es tan sencillo como parece, pero ello determina que se esté actuando estratégicamente o no.

2.- “La estrategia es un concepto central e integrado de cómo vamos a lograr nuestros objetivos”. — Rita McGrath, profesora de la Escuela de Negocios de Columbia.

¿Qué es un concepto central e integrado? Simplemente la idea fundamental que está guiando todas las acciones.

Si la definición anterior se enfocaba en las “elecciones congruentes”, ésta lo hace en la idea central que condiciona dichas elecciones.

Todos tienen eventualmente una “idea” para encarar o resolver alguna contingencia, y la Estrategia se trata, simplemente, de tenerla presente para todo el desenvolvimiento posterior. Las personas que no actúan estratégicamente no se preocupan de encontrar una idea central o cambian de parecer con frecuencia.

Esto no quiere decir que el Pingüino Amarillo se aferre siempre a una idea. En realidad puede cambiarla a conveniencia, pero no antes de haber concentrado acciones y recursos en ella.

Enfoque, congruencia y persistencia en una idea y las elecciones que emergen de ella, son rasgos que diferencian al Strategos de todos los demás.

3.- “La estrategia es el proceso de conciliar los dilemas comerciales más importantes”. — Fons Trompenaars, consultor y autor.

Todas las definiciones de Estrategia confluyen, de una u otra forma en el enfoque.

En tanto las dos anteriores exigían atención en “elecciones congruentes” e “idea central”, ésta pide “conciliar” los problemas que se enfrentan. Es decir, agruparlos. Volverlos una masa crítica identificando los factores comunes.

Lo peor que puede hacerse ante los conflictos y la adversidad, es dispersar recursos y esfuerzos. Se necesita identificar los elementos centrales del problema y actuar con enfoque sobre ellos. “Muchos problemas pueden y deben volverse uno solo”, ése es el criterio de la acción estratégica.

4.- “La estrategia es definir los objetivos correctos y la mejor manera de lograrlos”. — Rob Wolcott, profesor adjunto de Emprendimiento en Chicago Booth.

Esta es una de las definiciones de estrategia más útiles. ¿Sabía usted que la mayor parte de las veces no son las acciones las equivocadas? No es que se hagan mal las cosas, si no que los objetivos están mal definidos.

El pensador estratégico toma más tiempo evaluando y definiendo objetivos que actuando para alcanzarlos. Esa es la clave. Cuando los objetivos son de calidad, las acciones son mucho más fáciles.

Por lo tanto, ¡conviértase en experto para definir objetivos, no para alcanzarlos! Esto último será una consecuencia sencilla de lo primero.

5.- “La estrategia consiste en averiguar cómo maximizar el rendimiento de su organización”. — Lindsay McGregor, cofundadora de Vega Factor.

Para actuar estratégicamente no se esperan las condiciones ideales, se actúa maximizando el rendimiento de los recursos existentes y aprovechando las condiciones imperantes. La Estrategia se trata de músculo, no de volumen.

6.- “La estrategia es una visión. Es una técnica que se usa para cumplir esa visión”. — Vivek Wadhwa.

Algunas definiciones de Estrategia se alinean con el concepto de visión. Es una forma más “técnica” de establecer el concepto de “la idea fundamental” citado en el punto 2. No está mal. La visión siempre debe entenderse como un objetivo concreto que se desea alcanzar.

Sin embargo, el valor principal de la definición planteada en este punto se encuentra en la segunda parte: “técnica que se usa para cumplir la visión”.

La Estrategia es siempre un “puente” para conectar los objetivos con la acción inmediata. En ése sentido debe entenderse y manejarse como una técnica. Si no fuese así involucraría “cualquier” tipo de acción para alcanzar el objetivo.

7.- “La estrategia consiste en explotar las ventajas y desventajas para ser diferente del competidor”. — Michael Raynor, director general de Deloitte.

Esta es posiblemente una de las más bellas definiciones de Estrategia. Porque se orienta a la médula de su funcionalidad. La Estrategia se diferencia de otros métodos de gestión porque trabaja sobre escenarios competitivos que generan conflicto para los intereses propios.

Se dice, con propiedad, que si no existiesen fuerzas opuestas (competidores) que actúan para impedir que se alcancen los objetivos, un buen plan de acción sería suficiente para lograr lo que se quiere. Pero si la oposición organizada existe, entonces un plan no basta. Es preciso recurrir a la Estrategia. Y hacerlo explotando ventajas y desventajas (especialmente esto último), es un arte que dominan pocos.

8.- “La estrategia es responder a una serie de preguntas y dejar que surjan las respuestas concretas:

  • ¿Quiénes son sus clientes y qué necesidades de ellos se satisfacen?
  • ¿De qué manera la satisfacción de esas necesidades generaría dinero para los accionistas?
  • ¿Cuál es su ventaja competitiva ahora?
  • ¿Cómo crecería su capitalización de mercado?
  • ¿Está creciendo el mercado seleccionado?”

— Ram Charan, Consultor de Liderazgo y Negocios Globales

En tanto se plantean preguntas de este tipo y se exigen las respuestas, la Estrategia se convierte en ésa técnica planteada en el punto 6.

9.- “La estrategia es un conjunto de elecciones que se refuerzan mutuamente. Principalmente sobre dónde jugar y cómo ganar”. — David Duncan.

La presente y la número 1, son dos definiciones de Estrategia que expresan básicamente lo mismo. Acá se mencionan “elecciones que se refuerzan mutuamente” y en la número 1 “elecciones congruentes”. Ambas apuntan al mismo concepto.

Sin embargo, el aporte de la presente definición radica en precisar “dónde jugar y cómo ganar”. El “donde” es vital, porque la Estrategia, al privilegiar la practicidad, evita escenarios que presenten pocas probabilidades para la victoria. Escoge siempre la ruta más corta, la vía expedita.

La complejidad no es un atributo de la acción estratégica. Esta se orienta siempre a lo simple, lo pequeño, lo concreto. Y ésta no es una virtud de todos. La mayor parte de las personas y empresas actúan en absurdos contextos de complejidad. Calculan que así se distinguen y son más competitivos.

Sin embargo es todo lo contrario: “lo pequeño es bello”, y “lo simple es siempre más difícil de identificar y aplicar”.

10.- “La estrategia es elegir cómo ir desde allí hasta aquí”. — Robbie Kellman Baxter.

Otra bella definición. Una manera de entender qué debe hacerse ahora para llegar al punto que se desea. Si se tiene clara la visión, ella se convierte en un norte que orienta toda acción en el presente.

Llegar “desde allí hasta aquí” demanda organizar las acciones “en reversa”, condicionando las actuales por aquellas que son las únicas que pueden garantizar la victoria.

Por ejemplo, si se visualiza una carrera de 4 postas de 100 metros planos cada uno, los competidores saben que al final del último trecho se tendrá que ejercer la mayor velocidad para “rematar” la justa. Eso obliga a que se aplique un fuerte impulso en la primera etapa y se sostenga buen ritmo en la segunda y tercera. Los condicionamientos de la última etapa definen el carácter de las previas.

¡Esa es una buena forma de establecer las premisas estratégicas!, de adelante para atrás. Desde la visión en el futuro hasta las acciones de éste momento.

11.- “La estrategia es la cultura que construyes”. — Alex Osterwalder, cofundador de Strategyzer, coinventor de Business Model Canvas.

El pensador estratégico vincula todos los aspectos de su “ser” como persona y profesional a su “hacer”. La acción estratégica no es un “rol” que se adopta en determinado momento o circunstancia. No es cuestión de colocarse el “sombrero estratégico” cuando así se considere necesario.

Las personas y empresas que desean actuar estratégicamente edifican valores, premisas de conducta, estructuras de soporte, hábitos y equipos de trabajo bajo la sombrilla de la Estrategia. Esto se convierte en una cultura de trabajo, una manera de entender la vida y cómo desenvolverse en ella. Esto trasciende y permea todas las interpretaciones de la realidad y los actos propositivos.

12.- “La estrategia es tener la ambición para apalancar y aprovechar los recursos existentes de forma que sean más grandes de lo que su capacidad actual representa.” — Liz Wiseman.

Alguna de las definiciones de Estrategia tenía que tocar este punto: la “ambición”, el poderoso deseo de ser y conseguir más con lo que se posee.

La sola energía asociada al afán de aprovechar al máximo lo que hay, consigue que se sea más grande desde un inicio.

La Estrategia es el recurso principal, el Strategos el activo más importante. Todo lo demás es funcional a las circunstancias.

13.- “La estrategia es saber qué hacer y realmente hacerlo”. — Michael Tushman, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard.

Saber qué hacer en ciertas circunstancias no es fácil, pero es más difícil saberlo y hacerlo efectivamente. En esto radica el arte.

Una de las definiciones de estrategia más antiguas y apropiadas expresa que ella es “el arte de dirigir las operaciones militares”. Y el arte, por supuesto, no está relacionado directamente con el conocimiento. No es una ciencia. Se corresponde con habilidad, destreza, deseo, disposición.

A tal punto el Strategos sabe qué hacer y actúa en consecuencia, que la Estrategia se convierte finalmente en una función de lo que hace.

14.- “La estrategia es hacer que tu gente entienda cuál es tu verdadero norte. Lo que estás tratando de lograr”. — Tiffany Bova, evangelista en jefe de crecimiento en Salesforce.

La Estrategia es trabajo de equipo. Y uno de los desafíos fundamentales es conseguir que todos entiendan el espíritu y la lógica de lo que desea hacerse. El Strategos es, por fuerza, un líder que tiene que dominar los intrincados laberintos de la comunicación humana.

15.- “La estrategia es cualquier patrón sistemático de pensamiento o acción que aumenta la probabilidad de resultados favorables”. — Martin Reeves, director general y socio sénior de BCG.

Ninguna de las definiciones de Estrategia puede mantenerse sin el concepto de “cualquier patrón sistemático de pensamiento o acción…”.

La referencia a “cualquier patrón” deja claro que en esto no existen recetas.

No hay guiones ni libretos para actuar estratégicamente.

Todo pensamiento o acción puede adquirir éste carácter si se adopta de manera sistemática y tiene como objetivo aumentar las probabilidades de obtener resultados favorables.

La Estrategia es sujeto, no predicado. Quién piensa y actúa en función de Principios Estratégicos como los descritos, hace Estrategia. Esos principios son el “software” que hace funcionar la mente del Strategos, y lo que así emerja de ella tendrá que llamarse Estrategia.

Fuente: https://elstrategos.com/definiciones-de-estrategia/

 

“Amén”, el término que resume el pensamiento estratégico

 

“Amén” es un término habitualmente usado en la liturgia sinagogal y cristiana. Es una palabra que tiene origen en el idioma hebreo y su riqueza acompaña la evolución de la sociedad humana desde tiempos remotos. Hay pocas expresiones (en cualquier lengua), que tengan tanto significado y relevancia para la comunicación universal.

“Amén” en esencia significa “así sea”. Es una afirmación y a la vez una confirmación. Un veredicto sobre lo que es y lo que será.

Su significado también está asociado a:

  • en verdad
  • ciertamente
  • que conste

En el idioma hebrero es la misma palabra que se utiliza para el vocablo FE. La raíz del adverbio implica firmeza, solidez, seguridad.

Pues bien, no hay palabra que resuma mejor la esencia conceptual del pensamiento estratégico, ni mecánica más efectiva para interactuar con la realidad.

El pensamiento estratégico es una forma de tratar con un entorno que cambia contantemente. Consiste en responder a ése medio ambiente en formas que permitan alcanzar las metas propuestas y cambiarlo para beneficio propio.

Al ser parte del Universo que atinge a la Estrategia, los objetivos del pensamiento estratégico se orientan a la resolución de situaciones difíciles, conflictos y adversidad.

A diferencia del pensamiento convencional, el estratégico no tiene “procesos lineales” en su trámite deductivo. Presume siempre la presencia de factores exógenos orientados a interferir con el resultado de las deducciones propias. Quién piensa estratégicamente reconoce la existencia de elementos orientados a impedir que sus actos se cumplan.

Oposición, resistencia y adversidad son condiciones con las que el pensador estratégico interactúa siempre. De aquí su valor en la resolución de todos los conflictos humanos, desde las grandes y sangrientas conflagraciones bélicas hasta los relacionados con la competitividad profesional y empresarial.

Ahora bien, si hay que reducir a un factor todo el pensamiento estratégico, éste sería por fuerza la practicidad. Lo práctico es efectivo, simple, directo y poco costoso en términos de tiempo y energía.

El pensamiento estratégico es primero y siempre, razonamiento práctico.

En este sentido hay algo que se debe entender desde un inicio: nada hay más práctico que reconocer y aceptar LA REALIDAD. De esto parte todo criterio juicioso y en ello abreva cualquier intento de alcanzar sabiduría.

La realidad no amerita objeciones. Es lo que es. Negarla o desconocerla es punto de partida para un proceso que siempre finaliza en fracaso y frustración. Aceptarla, por otra parte, constituye el inicio de la transformación.

Ante la realidad solo existe una afirmación posible: “Amén”, así sea.

La inmensa mayoría de los seres humanos tiene un serio conflicto con esta premisa. Son funcionalmente incapaces de aceptar la realidad. Juzgan, resisten y rechazan lo que es. Y en este simple hecho siembran la semilla de una derrota inapelable.

Bien lo decía Carl Jung: “lo que resistes, persiste”. Por esto mismo, nada se puede cambiar si todo persiste.

En un sentido místico, la Realidad es la vida misma. En términos de fe, es  la materialización de Dios. Esto es lo que ES, lo que fue y lo que será.

Quién resiste, rechaza o reniega de la Realidad lo hace de la vida o de Dios (como quiera entenderse). Es una pelea que no se puede vencer, una que no tiene absolutamente nada de práctico.

Lo que determina la percepción o el carácter de la Realidad es la interpretación que las personas adoptan sobre ella. En sí misma, la realidad es neutra. Esencialmente siempre “está bien”. Es el lente con que se la observa e interpreta lo que define su entendimiento particular.

Un día de lluvia es solo eso. Si para alguien es algo desagradable y para otro no, es solo cuestión de interpretaciones.

Pues bien, éste solo hecho, la aceptación irrestricta y dócil de la realidad, es algo que no practica la mayoría de la gente. Y es el punto de partida para la ventaja que alcanza el pensador estratégico.

Para el Pingüino Amarillo todas las tareas comienzan con un “Amén”. Una sólida afirmación de ASÍ SEA, ante la Realidad y lo que dispone la vida. El no gasta energía en negaciones o cuestionamientos. Las cosas son como son. Ése es el punto de partida. De allí para adelante se justifican las proposiciones, pero no antes.

Pelear contra la realidad es pelear contra la vida. Y ésa es una justa que no se puede vencer. Por otra parte, decir “Amén” ante ello, constituye una forma inteligente de aprovechar la energía vital y trascender las circunstancias.

El pensador estratégico confía en la vida, se refugia y nutre en sus disposiciones. Sabe que “por algo” suceden las cosas y acepta con sabiduría sus designios. Por eso finalmente, todo lo que le pasa, le pasa para bien. No hay misterio ni fórmula mágica. Solo es cuestión de decirle “Amén” a la vida.

Recuerde que el adverbio “Amén” implica firmeza, solidez, seguridad. A esto se refieren desde siempre la sabiduría, la filosofía y la espiritualidad. Aceptar no implica rendir ni resignar nada, solo reconocer lo que ES.

Por otra parte, la palabra “Amén” es también un referente directo de la FE, y en este sentido es un nexo concreto con el futuro, con aquello que se espera.

Cuando el pensador estratégico establece sus objetivos y plantea sus propuestas, también las cierra con un “Amén”, porque así expone su confianza en que las cosas serán como las desea. Ésta es la doble virtud que posee el “ASÍ SEA”. Por una parte certifica lo que ES y por otra proclama en positivo lo que SERÁ.

La construcción del futuro que se quiere es algo más que un conjunto de deseos, obviamente. Es una cuestión de esfuerzo, conocimiento, habilidad e inversión general de recursos y energía. Pero si esto no viene acompañado de inquebrantable convicción, no cuenta con el soporte esencial de la vida. Porque ésta, como buena representación de Dios, se abona con FE.

La vida reconoce la aptitud, pero premia la actitud. Saber es importante, pero creer es indispensable. Hay una sutil pero fundamental diferencia en esto. Quien sabe y no cree, para nada sabe. Quien cree y no sabe, valora lo que desconoce.

Decir “Amén” con respecto al futuro, es reafirmar la confianza en sus designios y en el triunfo de las proposiciones que se plantean. Ambos son elementos fundamentales para el pensador estratégico.

En definitiva la vida es como un rio y todos los seres humanos se desenvuelven en sus aguas. La clave es fluir con la corriente, confiar en ella. Interponer un humilde “Amén” a sus disposiciones. Muchos no lo hacen. Resisten y pelean. Quisieran cambiar su cauce a fuerza de obstinación y necedad. No llegan lejos, se desgastan y ahogan. El pensador estratégico, por otra parte, tiene un objetivo práctico: convertirse en un marinero experto.

Sabiamente se ha dicho desde siempre: “el hombre propone y la vida dispone”. Pues bien, quién interpone un sincero Amén ante las disposiciones, tiene un poderoso aliado para sus proposiciones.

Fuente: https://elstrategos.com/amen/

 

De tu sentido del humor depende lo que alcances en la vida


Peter F. Drucker el padre del Management moderno decía: “corresponde tomarse el trabajo en serio, pero nunca te tomes muy en serio a ti mismo”. Esta apreciación debe extenderse al entendimiento general de la existencia, porque ciertamente corresponde tomar la vida con seriedad, pero vivir… eso es otra cosa. Y para ello no hay mejor lubricante que el sentido del humor.

En el afán de hacer una exposición simpática se podría decir que hay pocas cosas más tristes que una persona que carezca de sentido del humor. Pero esta sería una afirmación banal, porque el asunto es muy serio. Quién no puede ver el mundo con un mínimo de alegría, sufre tremendamente.

En realidad, todo se trata de una cuestión de ACTITUD. Nada más. Una manera de sentir y entender las cosas que suceden. No hay destrezas involucradas en esto. Están en lo cierto quienes dicen que “tomarse las cosas con humor es un privilegio de la inteligencia”, pero ello no alude a conocimientos particulares.

El sentido del humor, en su interpretación más profunda, consiste en reconocer “la gracia” que acompaña a todas las cosas que suceden.

“Gracia”. Este hermoso término tiene dos interpretaciones concurrentes.  Significa benevolencia, favor o beneficio que se recibe sin ningún tipo de merecimiento. Y también es el don que poseen algunos para divertirse y hacer reír a través de palabras o actitudes.

La existencia es, evidentemente, una gracia concedida. Nadie tiene efectivo control sobre lo que depara el futuro. Hoy se está aquí y mañana quién sabe. En tanto esto es verdad, la vida es simplemente una gracia. Un favor, una bendición recibida sin ningún merecimiento.

Ahora bien, muchas personas (lastimosamente no las suficientes), encuentran reconfortante esa benevolencia. La ven como una bendición “agradable y grata”. Y desde este punto todo discurre con facilidad, porque del entendimiento de lo “grato” procede la significación de lo “gracioso” (del  término latín “gratus”, proviene el vocablo “gratiotus”).

No es que lo grato “puede ser” gracioso, es que en realidad lo es.

El sentido del humor es coherente con la naturaleza de la vida.

Por lo tanto, encontrar y entender su gracia es un acto de básica inteligencia. Reconocerlo es un imperativo existencial, y “celebrarlo”, un don maravilloso.

Quién celebra comparte e involucra a los demás. Transmite alegría, levanta el ánimo y enriquece el ambiente allá donde está. Mejorar así el mundo es uno de los dos frutos más grandes del sentido del humor. El otro, que es aún mayor, se expondrá luego.

Celebrar la gracia de la vida y propiciar el establecimiento de ambientes agradables, es un don que tienen pocos. A estos nada les está privado, porque poseen la actitud esencial de los vencedores.

También a efectos de liderar y dirigir a los demás, pocas cosas son más útiles que el sentido del humor.

En referencia a esto Dwigth  D. Eisenhower, el gran general y presidente americano decía: “El sentido del humor es parte del arte del liderazgo, de estar con la gente, de hacer que las cosas sucedan.” Un vehículo poderoso para construir relaciones, desarrollar fe, reconocimiento, percepciones de protección y amor.

Es una actitud que permite enfrentar los acontecimientos sin dejarse condicionar por la derrota o el infortunio. Una especie de baluarte, un refugio. Las personas con sentido del humor son capaces de salir adelante de asuntos delicados guiados por la esperanza y certeza de que todo puede mejorar.

La sabiduría popular gusta decir en momentos de dificultad: “Mantén la tranquilidad, todo se resolverá pronto. Un día te acordarás con una sonrisa de todo lo que pasaste ahora”.  Y esto es cierto. Aunque cueste entenderlo, en la vida todo está SIEMPRE bien. La realidad es absolutamente neutra. Cada persona interpreta y califica las cosas que le suceden de acuerdo al lente que porta.

Pues bien, el sentido del humor es “un lente” maravillosamente útil para apreciar todo. Incrementa la energía positiva de los acontecimientos y neutraliza la negativa.

¡Sonríale a la vida! En serio… No hay mejor acto de sano desafío y juiciosa aceptación.

Reflexione un momento en esto. ¿Hay algo más reconfortante que enfrentar la adversidad con una sonrisa? ¿No otorga esto más poder que el puño levantado? Por otra parte, piense en lo siguiente: ¿acaso sonríe la derrota?

Por otra parte, y posiblemente esto sea lo más importante, aprenda a reírse de buena gana de usted mismo. Este es el fruto más grande del sentido del humor.

Las personas que se toman muy en serio a sí mismas son dramáticamente débiles. Inseguras, susceptibles y acomplejadas. Viven en términos de un Ego que demanda incesante protección y cuidado. Son como enormes castillos de cristal que le temen hasta a la roca más pequeña.

Estas personas no pueden exponer grandes logros. Viven dando saltos de mata en mata, protegiéndose de todo lo que nos les parece apropiado. Alcanzan grotesco dominio en la gestión de la seriedad absoluta. Operan de acuerdo a la calificación ajena y se toman todo a pecho.

Quién es capaz de reírse de sí mismo, celebra su propia existencia. No es otra cosa. Nada reduce ni minimiza. No pide ni otorga. Solo relativiza la aparente majestuosidad de los eventos. Les da el tamaño que en realidad tienen.

Aprecie el tamaño del Universo. Toda nuestra galaxia es como una mota de polvo en el desierto. Imagine, en este contexto, la proporción de una simple persona. ¿Es razonable darse tanta importancia? ¿Es necesario considerarse el “hueco” del queque y suponer que todo gira conspirativamente alrededor?

¡Absurdo!

Por lo tanto ríase de usted mismo. Y con buena gana. Eso tiene el efecto del sol de mediodía sobre unos gramos de margarina. Si por nada se da por afectado, entonces nada puede afectarlo. El proceso empieza por allí: en uno mismo. Luego todo lo demás es accesorio. Lo que piensen o digan los demás, es problema de ellos.

Y hablando de “sentidos”…

Dice también la sabiduría popular que “el sentido común es el menos común de los sentidos”. En esto tampoco se equivoca. No tener sentido del humor es un despropósito básico y monumental.

Porque finalmente:

Si uno siempre presenta una sonrisa a la vida, obtiene de retorno también una sonrisa. Y si la vida le sonríe, ¿a qué más puede aspirar?

 Fuente: https://elstrategos.com/sentido-del-humor/