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Novela «El Terror de Alicia» Autor: Miguel Angel Moreno Villarroel

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La intuición puede desarrollarse. ¡Hágalo!

Image by Gerd Altmann from Pixabay

La intuición puede desarrollarse. No es un don de cuna ni conocimiento elevado. Forma parte del entendimiento humano y puede cultivarse para acompañar el desempeño personal y profesional a niveles que pocos acceden. La intuición es un arma poderosa y aliada idónea del pensador estratégico.

Esto dice de la intuición una fuente anónima:

“Cuando tienes agudo sentido de las sensaciones, y sientes que estás sintiendo, que sabes cosas que no sabes, pero tú sabes, porque las estás sintiendo”

Mucho hay escrito sobre la intuición. Es un concepto que forma parte de la Teoría del Conocimiento y se aplica en epistemología. Despierta con frecuencia especulaciones y misteriosas interpretaciones.

Pero el asunto es bastante simple.

“La intuición es la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón. Es un conocimiento, comprensión o percepción inmediata de algo”.

Intuición es una palabra que proviene del latín tardío, del verbo compuesto “intueri”: “in” (que alude a una dirección hacia el interior) y “tueri” que significa contemplar, observar, mirar, velar por algo. Es decir, “mirar en el interior”.

Una persona cualquiera aplica intuición al escuchar algún sonido extraño en el automóvil que conduce todos los días. Deduce algo al solo percibir un sonido. Cuando verifica conscientemente la naturaleza del ruido, encuentra una explicación distinta o verifica lo que intuía.

Otro ejemplo es el conocimiento intuitivo que se tiene de algo relacionado a personas queridas o cercanas. A veces se intuye algo respecto a ellas que no está amparado en ningún conocimiento convencional.

Intuición existe en actos profesionales, decisiones difíciles, acciones urgentes, etc.

Es un asunto interesante. Todas las personas activan su intuición cotidianamente y la aplican en infinidad de hechos. Sin embargo, casi nunca están conscientes de ello. Y tampoco tendrían la misma confianza en ésos actos si supieran que son meramente intuitivos.

“La intuición es el susurro del alma”

 (Krishnamurti)

Pocos admiten confiar en la intuición para definir asuntos de su vida. Por el contrario, mientras más importantes son ésos asuntos, creen que debe existir mayor información, procesamiento y tiempo para abordarlos. Una gran cantidad de gente considera la intuición como un “recurso simpático”, y poco más.

Pero para aquellos que han entendido que la intuición puede desarrollarse y confían en ella, ésta es arma poderosa, recurso idóneo para alcanzar ventajas en interacciones personales, laborales y profesionales. En tanto otros procesan las cosas con mayor rigor y tiempo, las personas intuitivas ganan posiciones.

La intuición construye tremendas ventajas competitivas, entre otras cosas porque gobierna el tiempo. Al ser “la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata”, coloca el tiempo a su favor. En tanto otros procesan las preguntas, la intuición ha llegado a las respuestas.

Ahora bien, no se trata de ningún tipo de “conocimiento light”. Bien lo dice la definición: “comprensión o percepción CLARA e inmediata de algo”. Y la “claridad” posiblemente sea el estado de mayor calidad en términos de comprensión. Porque cuando se alcanza “comprensión clara”, quiere decir que nada enturbia o echa sombra sobre lo que se ha entendido.

Las razones por las que pocas personas hacen uso activo de su intuición no tienen que ver con que lo asuman como un “recurso simpático” o “conocimiento light”, es más bien porque:

  1. No saben que la intuición puede desarrollarse
  2. No confían completamente en ella para sus deducciones y conclusiones

Por esto subestiman sus alcances y recurren prontamente a los mecanismos convencionales de la razón. Y no es que en esto haya nada malo, pero se pierden ventajas que mucho aprecia el pensamiento estratégico y hacen falta en las dinámicas contemporáneas.

¿Cómo puede desarrollarse la intuición?

Capitalizando el conocimiento y la comprensión que se tiene de algo o alguien en particular.

Recuerde el ejemplo del automóvil. Por efecto de conducirlo todos los días, su propietario lo conoce tan bien que puede identificar perfectamente algo que “no cuadra”. Un sonido que expone algo, un “ruido” que interfiere con la normalidad y que “no debería estar allí”. Intuye algo porque percibe hechos que no condicen con el funcionamiento “normal” de la máquina.

El conductor no solo conoce su automóvil, también “capitaliza” ése conocimiento para deducir pronto cualquier alteración del orden con el que está familiarizado.

Es importante entender ésta lógica de la “capitalización” del conocimiento.

Y es sencillo: algunas personas asumen sus conocimientos como un “activo” y otros lo consideran un patrimonio. Hay diferencia entre ambos. El primero se posee y utiliza “activamente”, en tanto el segundo se posee pero no se utiliza con la misma dinámica.

Las personas que capitalizan sus conocimientos (y sus experiencias, como se verá luego), tienen en la intuición un “dividendo”. Al conocer muy bien algo, no dudan en admitir como válidas sus  percepciones y deducciones sobre ello.

La madre que conoce muy bien a sus hijos, deduce y percibe mucho de ellos “sin intervención de la razón”. Lo hace de inmediato. Capitaliza su conocimiento para establecer conclusiones. Quién no tiene ése conocimiento sobre los hijos de la mujer, nunca podrá hacer lo mismo.

La intuición es producto del conocimiento profundo sobre algo y también del interés que se posea en ello.

La intuición es, en buena medida, una respuesta de carácter emocional, justamente porque no acude en primera instancia a la razón.

Y para que éste vínculo emocional exista no basta conocer mucho, también tiene que haber sincero interés y/o cariño en ello. La madre no solo conoce a sus hijos, también los quiere. Es la mezcla de estos dos aspectos la que genera percepciones, y le permite “sentir” lo que pasa.

Sin vínculo emocional, la intuición no se activa.

Alguien puede ser erudito en inversiones bursátiles, pero si no posee una relación afectiva con ello, tendrá que acudir siempre a la razón para no fallar en percepciones y deducciones. Por eso se afirma que la intuición es un asunto de “mirar hacia adentro”. No porque allí se encuentre el conocimiento objetivo, más bien porque es en el interior de cada uno donde habita ésa entidad que mezcla entendimiento e interés por algo o alguien.

La intuición puede desarrollarse, por lo tanto, si se suman emociones a los conocimientos que se poseen.

Ahora bien, esta “capitalización del conocimiento” hace muy buen uso de la EXPERIENCIA. Ciertamente el estudio, análisis, reflexión y contemplación, son fuentes vitales de conocimiento, pero las experiencias son las que proporcionan entendimiento con ingredientes emocionales, porque esencialmente son “vivencias”.

El conocimiento es frio, las experiencias no. La relación con aquello que se conoce genera vivencias que suman saber, pero agregan sentimiento. Es distinto. El conductor conoce perfectamente su automóvil, pero también capitaliza las experiencias que ha tenido con él, y de allí emerge su conocimiento intuitivo.

Si se conoce muy bien algo o alguien (el plural también aplica, por supuesto), y se tiene un vínculo emocional, la intuición  poca veces falla en percepciones o deducciones. Da las respuestas que se busca, proporciona las preguntas que se quiere hacer, otorga claridad al entendimiento.

Finalmente, es necesario confiar en la intuición como respuesta, porque de otra manera en nada se aprovecha su energía. Puede parecer aventurado o riesgoso deducir cosas “al vuelo”, pero cuando emergen del estado descrito, pocas veces fallarán.

La intuición llega con fluidez a lugares donde el intelecto tropieza, encuentra la sustancia que la razón confunde entre las formas. Y por último, puede recurrir cuándo y cuántas veces quiera, al entendimiento convencional.

La intuición puede desarrollarse, por supuesto, hasta el punto que no se confunda más con “corazonadas” o “feelings”, puesto que es ciertamente todo esto, pero también es sabiduría de corte mayor, ésa que emerge “desde adentro”.

No lo olvide, para enriquecer el perfil de su pensamiento estratégico, es indispensable dominar la intuición, y esto se consigue de la siguiente manera:

  • Conociendo profundamente el objeto o sujeto de las percepciones

  • Desarrollando un vínculo de interés o de afecto con ello

Contando con esto, la intuición es como el haz de onda de un radar. Cuando todo está en orden, no se activa. Pero cuando algo interfiere con las ondas y las distorsiona, la intuición deduce de inmediato que hay una alteración y emite señales de alerta.

Sencillo, pero increíblemente valioso.

Twiiter: 



Ganar Dinero es un Juego Interesante

Imagen de Arek Socha en Pixabay

Los conceptos, afirmaciones y recomendaciones que dan los hombres más acaudalados del mundo siempre tienen valor, especialmente cuando mencionan lo que les ha sido útil para alcanzar sus objetivos. Warren Buffett uno de los hombres más ricos del planeta dice: “Ganar dinero es un juego interesante para mí, por eso lo sigo haciendo, y por ello me va bien”. La afirmación la hace en unos apuntes que le proporciona a Gillian Zoe Segal para su libro “Getting there”.

El concepto coincide con lo que decía Alan Watts, el filósofo inglés:

“El principio de vida esencial para el oficio y los negocios es este: encuentra una forma en la que te paguen por jugar”.

Ahora bien, está claro que cuando se practica un oficio a gusto, las probabilidades de distinguirse y alcanzar objetivos importantes son mayores. Es cierto que “el mejor heladero del mundo no es pobre”, y que la lógica de “amar lo que se hace y hacer lo que se ama” conduce a la excelencia. Pero los apuntes de Buffett van más allá, no quedan en el enunciado filosófico, también establecen lo que se necesita para ser un buen exponente del juego.

Porque hay que tener en cuenta algo básico, el “juego del dinero” es como cualquier otro: tiene sus reglas, es competitivo y se disputa para ganar, por lo tanto no depende solo del gusto con el que se lo haga.

Estas son 5 requisitos que Warren Buffett reconoce indispensables para poder desenvolverse bien en el “juego del dinero”:

1.- Ganar dinero es un juego interesante si se poseen destrezas de comunicación.

Cuando era joven, Buffett se sentía completamente incapaz de hablar en público. No podía superar este problema a pesar de todos los esfuerzos que hacía. El percance afectaba todos los planes que tenía para su vida personal y profesional. Anulaba las indispensables destrezas de comunicación que necesitaba para destacar.

En dos oportunidades el joven Warren se inscribió en clases con  Dale Carnegie para superar el problema. La primera vez pago el curso con un cheque. Pero era tal su pánico de hablar en público que canceló el desembolso antes de asistir a las clases. En una segunda ocasión, y para no ser víctima de su propia indecisión, pagó las clases en efectivo y asistió al evento.

Después de varias semanas en el curso, pudo superar en buena medida su problema.

Inmediatamente después, Buffett fue a la universidad de Omaha y solicitó que le permitieran dar clases. Tenía temor que por falta de práctica, el problema de no poder hablar en público retornara. Por eso se dedicó a enseñar, porque le permitía consolidar su victoria.

Cuenta Buffett que en las paredes de su oficina no tiene colgados muchos títulos, reconocimientos profesionales o menciones empresariales. Pero sí expone en lugar destacado ése pequeño certificado de Dale Carniege que le costó 100 dólares y da testimonio de su capacidad de hablar en público.

¡Esta es la importancia que otorga a la posibilidad de comunicarse hábilmente!

Muchas cosas se aprenden en colegios y universidades, pero la habilidad para comunicarse amplia y efectivamente con los demás, debe cultivarse con énfasis durante toda la vida.

Todo objetivo personal o profesional que se precie, demanda habilidades de comunicación. Bien sea el vendedor que desea cierta reacción en sus clientes, el líder que precisa acciones del equipo, el emprendedor, el gerente, el político, etc. Todos las necesitan para alcanzar sus objetivos.

2.- Hay que rodearse con gente que sea mejor que uno.

¡Rodearse de gente con mayor capacidad en todo aquello en lo que uno no es el mejor referente!

Esto permite que el producto final del trabajo e interacción de ése grupo sea de altísima calidad, y todos sus miembros terminan enriquecidos. Ahora bien, lo opuesto opera igual: rodearse de gente que no aporta, que es poco activa y pesimista, concluye tiñendo de la misma forma el desempeño del conjunto.

Escoger bien a los  “héroes”, ésas personas que constituyen referencia de la visión que se posee y del futuro que se quiere,  es otra recomendación imperativa de Buffett. No es cuestión de armar “un buen equipo de trabajo”, la demanda excede ésos márgenes. Se trata de rodearse de personas MEJORES que uno.

Para que una recomendación así eche raíz, tiene que trascenderse el ego y algunos complejos. No hay muchas personas seguras de sí mismas y con la confianza suficiente para ser parte de un grupo ilustre. Uno donde habrá más por aprender que por enseñar, por servir que por servirse.

Pero como bien lo diría BUffett, en ésta misma “dificultad colectiva” se encuentra la oportunidad, puesto que los pocos que se rodeen de ésa gente superior, estarán mejor habilitados para ganar el juego del dinero.

3.- Ganar dinero es un juego interesante cuando se define bien el área de competencia.

Buffett reconoce que tiene pocas habilidades personales y profesionales. Una de las cuales es, precisamente, la de evaluar negocios.

Estar consciente de esto, y definir apropiadamente los límites de ésa área de competencia, es un factor que considera vital para su éxito.

No se trata de cuan amplias o brillantes son las propias competencias, más bien de los límites que tienen y sobre los cuales es prudente basar la acción. Saber qué está fuera del área de competencia es tan importante como conocer lo que hay dentro de ella.

Viéndolo desde otra óptica esto puede entenderse como la lógica de actuar en función de debilidades en lugar de fortalezas. Porque las primeras pueden ser mayores en número e importancia.

Es un concepto muy interesante.

Warren Buffett es conocido por su desenvolvimiento conservador en las evaluaciones financieras que hace y en sus inversiones. Y esto bien puede estar fundamentado en el respeto que tiene por sus debilidades y la prudencia que ello genera.

“Zapatero a tus zapatos”. Actuar con decisión en el área de competencia y con cautela en todo aquello que excede habilidades y conocimientos.

4.- ¡Mucho cuidado con la reputación!

Buffett les pide a sus colaboradores que trabajen todos los días no solo en los márgenes que establecen las normas, también como si cada uno de sus actos vaya a ser descrito en el periódico del día siguiente y leído por familiares y amigos.

Ésa es la importancia que da a mantener una conducta personal y profesional intachable.

La reputación no es para Buffett solo una referencia, es un Activo del que dependen los resultados del trabajo y la vida en general.

En esto no solo hay un criterio moral y principista (que sería suficiente), también un básico razonamiento económico. Porque pocas cosas son más costosas en los negocios que el prestigio  dañado o la mala reputación. La confianza es uno de los fundamentos del libre mercado, y la reputación es, a la vez, pilar de dicha confianza.

5.- Ganar dinero es un juego interesante cuando se actúa de acuerdo al potencial que se tiene.

La mayoría de las personas en la vida utilizan muy poco las capacidades que tienen. Y éste es precisamente el factor clave: utilizar en la mayor medida posible el potencial que se posee. No se trata de la “magnitud” de la capacidad existente, más bien del uso que se le de. Esta es una reflexión importante sobre productividad personal.

Todas las personas, en diferentes aspectos y capacidades, son como un hermoso automóvil deportivo de 600 caballos de fuerza. Pero utilizan ése poderoso motor para moverse en una pequeña cancha de baloncesto. De ésa forma nunca se maximiza todo el poder que se tiene.

Para desenvolverse en los umbrales de la “capacidad instalada” las personas deben abandonar las “canchas pequeñas” donde operan. Allí el juego del dinero es magro y las perspectivas limitadas. Tienen toda la capacidad para desenvolverse en espacios más amplios, está establecida desde la cuna.

Cada ser humano es incomparable. Posee virtudes y habilidades únicas. Pero de la misma forma que el automóvil deportivo nunca podrá apreciarse en un espacio pequeño, así el individuo tendrá el tamaño de la “zona de confort” en la que se desenvuelva.

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